Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XI.


¿Por qué no podemos ser amigos?


Porque la vida no puede ser tan sencilla como cuando eres un pequeño niño inocente, vas por la vida sin deberla ni temerla, todos te regalan cosas y caramelos y hacer amigos es mucho más fácil.

Pero en un lugar como el castillo en el que vivo, hacer amigos no es lo mismo que tener el respeto de tu gente. Es bien sabido que aún hoy en la corte, hay gente que, si bien me acepta, no me quiere mucho aquí. Y esos son los que tengo que ganarme.

—Buenas tardes, leales súbditos, se preguntarán porque los he reunido aquí en este día. —Bien parecía, que todo iba bien por ahora, solo tenía que seguir hablando— es de mi conocimiento que el pueblo ha sufrido a lo largo de los años por el cambio de monarquía a un sistema que nunca terminaron de aceptar, y además uno que nunca hizo mucho por el pueblo o por los miembros de la clase más baja que normalmente son los que suelen trabajar aquí en el castillo.

—Así que me gustaría escuchar sus opiniones de todo hoy, aquí en la corte, pueden hablar con libertad, incluso hacer peticiones —vi rostros totalmente sorprendidos y se escucharon a lo largo de la sala numerosos sonidos y gemidos de asombro, pero yo sabía que esto lo necesitábamos todos de manera desesperada— y les prometo que todas sus dudas y peticiones serán escuchadas y analizadas, ahora bien no le puedo prometer que todas aquellas se cumplirán pero sí que haré lo que pueda para lograrlo y que no se les hará ningún daño por decir lo que piensan. —Dicho eso, esperé un poco por alguien que se animará a hablar.

Pero no pasaba.

La gente parecía sorprendida y asustada de lo que yo pretendía hacer.

Entre ellos había guardias reales y comunes, soldados, mucamas, mis doncellas, cocineras, mozos, en fin, todo el personal del palacio se les había pedido que dejaran sus tareas y vinieran directamente a la sala del trono para una audiencia pública.

Esto para comenzar, algo así como una prueba piloto antes de abrir las puerta a todo el público. Dicho suceso fue propuesto por una de los mismos representantes de la cámara que antes se opusieron a esta idea.

Me sorprendió mucho, pero no me pareció tan mala idea, por eso organicé todo para que se llevara a cabo lo más pronto posible.

—Su majestad —dijo un pequeño mozo que dio unos cuantos pasos hacia mí que estaba sentada en el trono— si me permite yo tengo una petición.

—¿Cuál es su nombre?

—Sven, mi reina.

—Continúe con su petición, Sven...

—Yo soy un miembro de la cocina desde hace tres años, he servido a numerosos nobles durante ese tiempo, pero ninguno ha sido como usted, amable y cálida —ante eso solo pude sonreír y sentir una sensación reconfortante que se alojaba dentro de mi pecho— sin embargo, mi petición es para que se investigué a un noble en particular por el delito de explotación en contra mía y de otras personas que trabajan también en la cocina.

—¿Quién es esa persona?

—Lord Pembrooke.

—¿Quién es él?

—Es el encargado de la cocina, pero sus tratos hacia todos los que trabajamos ahí son excesivamente denigrantes por no decir, groseros, las mujeres sufren su acoso diariamente y él es un hombre casado. —Vaya eso sí que no me lo esperaba.

—Prometo que se levantará una investigación en su contra y se le dará un castigo de acuerdo a su delito.

—Esa es otra queja majestad —dijo una mujer alta y rubia dando un paso adelante para imponerse— me llamo Gala y he trabajado en la cocina por la última década y por eso sé que no es suficiente con que nos prometa eso, ya que en el pasado se nos ha dicho lo mismo y las denuncias no proceden.

—Espero que comprendan que no puedo nada más encarcelarlo o ejecutar a una persona sin pruebas, sin una investigación, pero si puedo designar a alguien de mi total confianza para que ustedes tengan la certeza de que las acusaciones de tomaran en serio.

—A quién propone majestad —dijo la mujer.

Buena pregunta, ¿a quién? No podía tomarme demasiado tiempo en tomar esa decisión, eso lo sabía de sobra, pero tampoco podía ser cualquier persona, debía de ser una persona que hubiera conocido al pueblo antes, alguien que hubiera vivido aquí y padecido sus dolencias con él, y no se me ocurría una mejor persona para el puesto, que un guardián.

Aunque todavía faltaba ver si el aceptaba.

—Arturo... —Dije y el chico a mi lado se acercó a mis pies, dándome una reverencia que denotaba su devoción y su amor por mí.

—Sí, majestad.

—Puedes enviar por mi prometido, dile que lo estamos esperando en la sala del trono.

El joven salió y en cuestión de minutos apareció con Taron caminando detrás de él.

—Majestad no es mi intención decir que no, pero no creo que el rey consorte esté listo para tal tarea —dijo uno de mis asesores. Quién por cierto era uno de los que más se quejaba durante las sesiones que tenía con ellos.

—Y yo creo que a usted se le ha estado olvidando que, si bien escucho sus opiniones, la de la última palabra soy yo.

—Sí, majestad —dijo el hombrecillo alejándose asustado y dándome una especie de reverencia a la fuerza/una muestra de su odio contra mí, en ese momento.

—Taron —le dije mientras lo veía darme una reverencia a los pies del trono.

Esto ya que él podría muy bien ser mi futuro esposo, pero yo aun así era su reina.

—Sí, majestad. —Dijo dándome la sonrisa más pulcra y sincera del mundo, que con solo verla hacia mi corazón revolotear cual adolescente en verano.

Y mis piernas... flaqueaban con solo verle.

—Taron, a ti te gusta ser útil para tu pueblo, ¿no es así?

—Por supuesto, majestad, ¿en qué le puedo ayudar en esta tarde?

—Estas personas quieren una persona que pueda dar seguimiento a sus quejas, alguien a quién confiar, alguien que inicié una investigación sobre las mismas y que condene a los maleantes, y he pensado que, si ellos están de acuerdo, esa persona puedes ser tú.

—Sería un honor para mí cumplir con esa tarea, si ellos están de acuerdo —por encima de Taron vi al personal del palacio, asentir y decir "sí" al aire, creo que ellos estaban de acuerdo.

—¿Están de acuerdo, con mi decisión?

Los mozos frente a mí, asintieron.

—Sí, majestad —dijo Gala.

—Muy bien, que así, sea, te nombró a ti, Taron, el investigador real de la corona, trabajaras por y para el pueblo, en los alrededores del palacio y dentro de él, siempre reportándote a mi directamente.

—Sí, majestad —dijo Taron dándome una pequeña reverencia y nuevamente una sonrisa. Luego se alejo y permaneció pegado a las puertas de la sala por si acaso yo le necesitaba para algo más.

—¿Alguien tiene otra petición? —Numerosas personas comenzaron a hablar y tuve que pedirle a Taron que me ayudará a controlarlas y que pudiéramos así, comenzar una charla civilizada.

No cabe duda de que esta fue una muy buena idea.


<<>>


—Parece que tu experimento fue todo un éxito, cariño —Taron vino a hablar conmigo de camino a mi oficina, los otros guardias permanecían atrás de mí sin decir nada, cuidándonos a una corta distancia.

—Sí, ¿verdad? Quién lo hubiera pensado.

—¿Cómo se te ocurrió?

—Estaba probándome el vestido de novia, que mis doncellas hicieron para mí y me di cuenta de que ni siquiera sabía sus nombres, no me pareció correcto, así que intenté conversar un poco con ellas y me di cuenta de que no solo quería ser su reina o un ejemplo sino una persona a quién mis súbditos puedan recurrir por justicia de verdad.

—¿Cómo un abogado o un psicólogo?

—No —reí descontroladamente, aún no habíamos llegado a mi oficina, por lo que aun estábamos caminando por los largos caminos del castillo para llegar, seguidos siempre por mi guardia real, quienes al oír lo que Taron dijo los escuché brevemente soltar una pequeña risita— no seas tonto —le dije golpeándolo en el brazo— me refería a algo así como una amiga o una confidente.

—Me gusta la idea —él tomó mi mano derecha entre las suyas— y quiero que sepas que estoy muy feliz de haber recibido tan noble tarea para ayudar a mi pueblo. Y a mi reina.

—Lo sé, sabía que nunca te negarías a una oportunidad así.

—Vez, por eso y más estoy seguro de que serás una magnifica reina —dijo besándome en los labios.

Llegamos a mi oficina y él abrió las puertas para los dos, dejándome pasar a mi primero.

Como siempre.

—Saber que tienes fe en mí, es lo que me hace seguir todos los días.

—¿Así qué te probaste tu vestido de novia? ¿Cómo te sentiste con el vestido?

—Sí. —Dije contestando una pregunta a la vez.

—¿Y...?

—Me encanto, es precioso.

—Ansió ya poder verte con el puesto.

—Yo también, ahora solo faltan dos días y seremos marido y mujer.

—¿Pero sabes qué es lo que más me gustaría de tu vestido de novia?

—¿Qué? —Pregunté inocente e incrédula.

—Que llegué la noche de bodas para poder quitártelo.

—¡Taron! —Grité al mismo tiempo que me ponía roja como un tomate, por suerte los guardias siempre esperaban afuera porque no sé que hubiera hecho si nos hubiesen escuchad— ¿cómo puedes decir eso?

—Porque es cierto —dijo al mismo tiempo que tomaba mi rostro en sus manos y lo acercaba al de él.

Tengo que reconocer que cada que él me besa es como la primera vez, siento mis rodillas temblar y mi estómago revolotear.

Pero no duro demasiado, porque fuimos interrumpidos por un mensajero que entro corriendo a toda velocidad.

¿Por qué nunca dura demasiado? Mis labios y mi piel protestaron una vez que ya no fueron tocados por él y secretamente quise hacer dibujar un puchero en mi cara para el guardia que nos interrumpió.

Pero no.

La reina debe comportarse como un verdadero ejemplo de la seriedad.

El problema es que no sé si, conociéndome, yo pueda hacer eso alguna vez.

—Majestad, debe venir a salón del trono, de inmediato.

—¿Qué pasa? —Dije yo.

—¡Cómo te atreves a entrar de esa manera aquí! —Dijo Taron bastante molesto.

—Disculpe mi señor, pero es de vida o muerte. —Dijo el hombre tratando de respirar normalmente.

—¿Qué pasa? —Repetí ahora genuinamente preocupada.

El guardia apenas y podía respirar normalmente, parecía que había corrido una maratón.

—Es su abuelo, está muy herido, ¡está muriendo! —Él gritó sus últimas palabras.

Tomé la mano de Taron y en cuestión de segundos estábamos en la sala del trono.

Nada me había preparado para lo que vería ahí.


<<>>


—¿Esta...? —Dije sin atreverme a que las palabras salieran de mus labios.

¿Estaba acaso, muerto...?

¿Llegamos tarde?

Pero si solo nos había tomado unos segundos trasladarnos de mi oficina personal a la sala del trono debido a mi medio de transporte elegido en ese momento.

—No lo creo —dijo Taron al mismo tiempo que se acercaba a su cuerpo frío e inerte. Lo toco un poco en el cuello para tomarle el pulso— aún tiene pulso, pero es muy débil.

—Majestad... —Un hombre vestido de blanco apareció en mi campo de visión, al parecer era un curandero— perdone mis palabras de antemano pero yo ya no puedo hacer más por él, pero usted sí.

—¿Yo...?

—Sí, usted es su nieta.

—Ya sé que soy su nieta. —Imité sarcástica— ¿Pero esto qué tiene que ver conmigo? ¡Yo no soy médico!

—Usted posee todos sus poderes —Ah ya veo a dónde quiere llegar.

—A ver si entiendo, usted cree que porque soy su nieta poseo todos sus poderes, ¿incluido el de sanación?

—Sí, majestad.

—Está demente si cree eso —le dije alejándome un poco del cuerpo frío y pálido de Merlín.

Nunca había visto o tenido conocimiento de nadie que hubiera podido vencer o dejar malherido al gran Merlín, era como vencer al Gran Brujo de Brooklyn.

No era posible, nadie lo hubiera logrado. Es un mito.

Excepto... que si Cassandra Clare tiene razón y todos los mitos son cierto, este también podría serlo.

—Cariño, ¿estás segura de qué no lo puedes hacer? —Taron vio mi conmoción y vino a mi lado, me sacudió un poco tomándome por los hombros.

Y eso fue lo que necesité para tomar valentía y hacerlo.

—No, por supuesto que no.

—¿Segura? ¿Al cien por ciento? No creo que nunca lo hayas intentado.

Y tiene razón, pero también la tengo yo.

—Es que nunca lo he intentado, nunca lo he necesitado, sabes muy bien que es muy difícil que lleguen a herirme.

—¿Crees poder hacerlo entonces?

—No lo sé ¿y si lo lastimo más?

—No creo que puedas dejarlo peor.

Llevé mi mirada a Merlín que estaba recostado en una camilla improvisada con el telar de fondo que antes colgaba de los laterales de la puerta de entrada a la sala del trono.

Dichos estandartes tenían colgando más de cincuenta años en ese especifico lugar.

Y ahora estaban absorbiendo la sangre que goteaba de todas partes de un miembro de la casa real.

—Claro que puedo... podría matarlo —la sala entera dio un gran gemido colectivo.

El rostro de Taron reflejo algo que no estaba segura de sí me gustaba.

Y yo misma supe que después de esto, si lo intentaba y lo lograba, todo cambiaria y de igual manera si lo intentaba y no lo lograba, la gente me temería y nunca jamás podría volver a ganarme su respeto o cariño.

De una u otra manera, cuando una persona manifiesta este tipo de dones, puede ser temida o admirada.

Y en los dos casos, llevan la otra opción guardada siempre en el corazón en caso de que te equivoques y coloques tus esperanzas en la opción incorrecta.

—Pero si no lo haces, morirá de todas maneras.

Observé mí alrededor.

A mi lado derecho estaba Taron y detrás de él, estaba formada y lista mi guardia real. Del lado izquierdo estaba Morgana quién no me había dado cuenta, pero parecía genuinamente preocupada.

Y también estaba el médico.

—¿Y por qué no lo haces tú? —Me gire para decírselo a Morgana a la cara. De frente, tal y como a ella le gustaba.

Y honestamente con eso solo buscaba una salida a esto.

No quiero hacerlo, no quiero intentarlo, me gritaba el miedo desde lo profundo de mi mente.

—No puedo porque mi poder es "casi" igual al de él, pero no lo es, no podría, aunque quisiera.

Básicamente con eso me dijo, aquí la poderosa de la familia eres tú, no yo.

Así que hazlo.

—Porque siento que hay algo que no me están diciendo.

—Querida sobrina —Pero por supuesto que era Morgana la que debía decirme esto—, cuando sanas, das algo.

"Das algo de ti que no le debes dar a nadie" dijo ella en mi mente y solo para mí. También "es una conexión de ambos lados para siempre".

Qué...

—Les da un pedazo pequeño de su alma durante la curación del cuerpo físico, y con eso siempre estarás unido a él por la sangre y ahora por el alma. —Dijo el médico— Majestad, no es mi intención presionarla pero para que funcione tenemos que hacerlo rápido.

—Está bien, está bien —dije tratando de verme lo más tranquila posible. Por fuera, porque por dentro soy un manojo de nervios.

—Te guiaré para que lo hagas —dijo Morgana.

—Está bien, ¿dime que hago primero?

—Aclara tu mente, respira profundo, vas a sentir mucho poder recorriendo por tu cuerpo, necesitas esa carga —dijo mirándome de manera directa, luego se giró para ver a Taron— confió en que la sujetarás, después de que termine es posible que se siente muy débil y sufra algún desmayo.

—Lo haré —Taron se colocó detrás de mí para sostenerme en caso de que lo necesitará.

—Bien, entonces podemos comenzar. Coloca tu mano derecha en su frente, ahí es donde todo el cuerpo se conecta.

Lo hice, mientras seguía respirando lento y pausado.

Una y otra vez.

Respira, me dije, respira, contrólate.

No quería pensar en que, si me equivocaba, podría ser el fin del mismísimo Merlín. Ahora sí.

—Concéntrate, lo que quieres lograr es que tu magia pase por él, pero que no salga, que cure todo por dentro, lo roto y dañado.

Lo hice, pensé en los huesos de un humano normal, en las arterias, venas, en la sangre, pensé en todo lo que era nuestro cuerpo.

Pensé en sanar, en cómo se sentiría sanar un cuerpo que casi se está muriendo.

Después de unos segundos se escuchó un pequeño gemido de dolor venir de su boca.

—Está funcionando, continua —dijo Morgana a mi lado.

Y mientras yo seguí concentrándome. Habían pasado menos de tres minutos y ya me estaba empezando a sentir mal, mi cuerpo se sentía pesado y cansado, me dolía todo y sentía que estaba cayendo sudor frío por mi frente.

No recuerdo más después de eso.

Me desmaye, pero parece que funciono, porque alcancé a escuchar como el abuelo se quejaba, antes de hacerlo.

El abuelo viviría.

Larga vida al gran Merlín.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro