X.
Tú nunca podrías sentir mí historia, es todo lo que sabes.
No me voy a doblegar.
Estoy tratando de entender, pero no puedo comprender completamente lo que Taron me ha dicho.
Merlín está desaparecido, eso no puede ser posible, si ayer estuvo aquí, ¿cómo podría no estar ya?
—¿Estás seguro de que lo que dices es cierto?
—Sí, lo confirmamos después de que encontramos, pasada la tarde se dirigía a sus aposentos y fue secuestrado.
—Pero él estaba aquí, conmigo, el guardia me lo dijo, incluso llamó a mis doncellas para ayudarme a vestirme.
—¿Qué guardia?
—Bueno no sé su nombre, pero si lo veo estoy segura que lo reconozco. —Me encogí de hombros.
No sé porque. ¿Estaba nerviosa o dudosa?
—Guardia —dijo dirigiéndose a la puerta y llevándome en brazos— ¿puede decirme si usted ha estado aquí toda la mañana?
—Sí, señor.
—¿Fue usted quién mando llamar a las doncellas de la reina?
—No, ellas entraron por que la reina se levantó y las busco por su propio pie. Incluso fue hasta el salón de las doncellas para buscarles.
¡Pero qué demonios...!
—Eso no es cierto, ¡el guardia que estaba aquí les dijo que vinieran!
—Cariño, has oído al guardia, eso fue lo que paso.
—Juro que no, eso no es lo que paso.
—Mira, estás débil por no comer y por el desmayo de ayer, pediré tu comida y te dejaré descansar.
—No, no quiero descansar, quiero saber qué demonios está pasando aquí. —Grité.
—Cariño, por favor, tranquilízate.
—No me digas que me tranquilice cuando es obvio que algo está mal y estoy más que segura que ese algo, soy yo.
Pero yo no estoy loca.
¿No lo estoy?
Porque ahora mismo así lo siento.
—Por eso mismo te ruego que lo hagas, prometo que traeremos a tu tío lo más rápido que podamos averiguarlo.
—Está bien —dije respirando algo agitada, tomé una respiración y mi magia siempre inquieta se calmó un poco, bien, esto iba bien, tomé otra y me desplome en el suelo, pero permanecí un poco consciente.
—Creo que te relajaste demasiado, mi amor —dijo Taron riendo mientras me sostenía en sus brazos.
—Solo hice lo que me pediste.
—Parece que últimamente eres un extremo u otro, no hay medios contigo.
—Sí, eso parece.
—Déjame que te ponga en un lugar más cómodo —dijo mientras me llevaba en brazos hacia la cama— guardia puede pedir a la cocina que le traigan algo de comer a la reina, nada demasiado pesado, por favor.
—¿Por qué me amas? —Le dije cuando el guardia se había ido.
—Yo también me he hecho esa pregunta —dijo mientras me ayudaba a estar lo más cómoda posible en mi cama— ¿así estás bien?
—Sí, gracias —le agradecí con un beso fugaz en los labios— ¿en serio te preguntas eso?
—Sí, pero no sé muy bien cómo explicarlo.
—Inténtalo... —Lo incite.
—Eres como una luz para mí, siempre que estoy enojado o triste dices algo para remediarlo, un camino, no el final sino algo que te hace querer seguir en él, magia pura y la verdad es que no te importa darte cuenta de eso, eres demasiado importante para mí y para todos los que te rodean y a veces no te das cuenta cuanto, pero lejos de molestarme, me cautiva porque es parte de tu humildad como persona y eres fuerte —paso su mano por su cabello— eres tan fuerte que a veces me abruma un poco, porque como guardián estoy acostumbrado a cuidar y a vigilar, pero contigo, eso no es posible, porque tú no necesitas ser cuidada o protegida, solo quieres que te escuchen y que estén contigo cuando lo necesitas, aún cuando estés actuando mal, solo quieres sentirte apoyada y yo siempre quiero ser eso para ti, desde que te conozco.
—Muy bien, lo entendí, lo lograste —en ese momento entraron mis doncellas con una bandeja de comida.
—¿Te dejo para qué comas?
—No, ¿mejor dime cuál es tu película favorita? —Le dije entre risas.
<<>>
Pasada la media tarde, me sentía de nuevo, como una mujer o quizás sin exagerar, como antes, como la chica que era antes de llegar al palacio.
Incluso había ido a terminar algunos detalles de mi boda. Habíamos elegido el pastel, los manteles y todo lo que se colocaría en la mesa, así como el banquete, ahora solo nos faltaba el vestido y el traje del novio.
Así que al final del día, propuse que Taron se retirara a sus aposentos y yo a los míos para terminar con eso de una vez por todas.
Debo de confesar que estaba nerviosa por tener que verme vestida de novia, es más, estaba neurótica, porque la última vez que me probé un vestido así, la boda no llegó a efectuarse.
Incluso estaba más torpe de lo normal, me golpeaba a diestra y siniestra con todo y todos lo que se me cruzaban. Golpeaba y tiraba cosas a dónde sea que caminaba por el castillo.
Y aunque estaba concentrada en la prueba del vestido, solo podía pensar en cómo tendría que ocultar tantos cardenales en mi cuerpo de todos y en especial de Taron.
Todos ellos como resultado de los eventos recientes.
Quien, en tan solo dos días, los vería. Tendría que pedirle al tío Sahir que me ayudará con eso, o por lo menos que no se vieran tanto.
El momento llegó, mis doncellas me ayudaron a quitar mi vestido del día de hoy. Era un sencillo vestido verde, con una bella y fina tira de encaje que recorría el escote. Y un poco de pedrería en el corsé.
Me quitaron la corona y pasaron por mi cuerpo una suave seda que iba antes del vestido, como un fondo que protegía mi cuerpo de algo.
Y luego sentí algo suave, inundar todo mi cuerpo.
Era una sensación bastante cómoda, bastante en calma. No estaba frente a un espejo a petición mía, quería que, al verme con el vestido puesto, mi reacción fuera realmente genuina, por eso les dije a mis doncellas que trabajarán sobre mis medidas y sobre lo que ya sabían que me gustaba.
Digo no quería parecer una pesadilla de tafetán rosa en mi boda, quería verme como una reina, regia, sobria, pero sin caer en sencillez, ya que al ser una reina tenía que llevar un vestido que una reina debiera de vestir, de la manera más apropiada.
Mis doncellas me hicieron una seña y me di la vuelta.
Las lágrimas salieron de mis ojos sin que yo las pudiera evitar, aunque tampoco era como si quisiera hacerlo.
Nunca conté esto, pero siempre tuve la idea que casarme no estaba precisamente en mis planes, yo quería permanecer soltera siempre, si me era posible, no creí nunca en el amor de ningún tipo. Y tampoco es que tuviera muy buenos ejemplos para poder quitarme esa idea. Así que crecí yendo y viniendo a todas y a ninguna parte, yendo de unos brazos a otros cuando me apetecía. Total, siempre fui una mujer que supo explotar y explorar sus atributos para conseguir lo que quería, y lo que no, bueno, lo podía conseguir con solo chasquear mis dedos o desearlo.
Hasta que comencé a desearlo, y casi lo tuve, y fue ese casi el que destruyo todas esas ideas. Hasta este momento.
Pero esto.
Aquí, este vestido era quizás todo lo que yo siempre había querido para el día de mi boda, solo que no lo sabía, hasta que lo vi en mí, puesto, perfecto para mí y solo para mí, hecho a la medida para mi cuerpo.
Ya entendía porque las mujeres se volvían locas buscando el vestido correcto, porque no tenía que ver con solo telas y adornos, sino con cómo te hacía sentir eso, miles de sensaciones llevaba.
Te sentías hermosa, deseada, era tu día y solo tuyo el que se iba a celebrar, eres tú el centro de atención, eres la novia.
Cuando tenía pensado casarme la vez anterior nunca pensé mucho en eso, realmente elegí un vestido sencillo, vintage, corto, lo encontré en un viejo bazar y para mí era más que suficiente que fuera blanco y que me quedará bien considerando que estaba de casi cuatro meses de embarazo en ese momento.
Pero ahora quería que cada detalle del vestido fuera perfecto. Y lo era.
Una de mis doncellas me acomodo el largo velo que iba a juego con el vestido y otra de ellas coloco mi corona. Esta corona no era tampoco como las otras, no era como la de coronación, no era como las diademas que usaba todos los días para trabajar, esta también era especial.
Llevaba una fina corona, con miles de diamantes diminutos perfectamente alineados en líneas verticales, bastante imponente, bastante más grande de lo que estaba acostumbrada. Pero aún así iba perfecto con el vestido.
Pero el vestido era el verdadero protagonista aquí.
De una sola pieza, tenía encaje por todas partes, aunque iba un poco descubierto por la parte del vientre, no mostraba demasiado, tenía para eso una malla de seda que protegía mi piel. Sin duda un vestido poco común para una novia, pero perfecto para mí.
Con un escote redondo con la misma malla que cubrí el hueco cerca del vientre, con una falda redonda en la punta y bastante más larga de los que yo estaba acostumbrada a usar.
—¿Cómo le haré para poder bailar sin tropezarme con la cola del vestido? —Pregunté a las chicas.
—No se preocupe su majestad, le agregamos un pequeño clip para que se sujete el vestido muy bien, durante toda la fiesta. —Dijo una de ellas.
—Chicas esto, es hermoso.
—¿De verdad le gusta? —Dijo otra de ellas.
—Es perfecto, chi... —Me interrumpí porque que me di cuenta de algo demasiado importante. Algo que no tenía contemplado, algo que no sabía y que estaba mal no saber— ¿cuáles son sus nombres?
—Perdone su majestad, pero...
—Pero nada, ustedes han sido mis fieles doncellas por más de dos meses y no está bien que ni siquiera sepa sus nombres.
—Mi nombre es Lesent su majestad y me encargo de hacer sus vestidos —dijo una de ellas, ahora sí que me fijaba en ella. Era una chica muy bonita, con ojos color miel y piel pálida que me hacía recordar a la mismísima Blanca nieves.
—¿De verdad tú los haces? ¿Todos?
—Sí, majestad. —Asintió segura y con una leve reverencia de su cabeza.
—Pues son increíbles, me fascinan, especialmente los más sencillos con el escote desde los hombros, son los más cómodos de usar.
—También son mis favoritos de hacer, majestad, especialmente por los detalles que les pongo al hacerlos.
—Los he notado, son increíbles debe ser una molestia poner todas esas cuentas, ¿lo haces a mano?
—Sí, majestad, tiene que ser así porque si no se verían totalmente diferentes.
—Vaya... —Dije admirando el gran trabajo que la chica había hecho con el que ahora tenía puesto, luego me gire hacia atrás y me centre en la siguiente chica— ¿y tú?
—Mi nombre es Amarie, su majestad, y yo me encargo de mantener su cuarto en orden.
—Gracias por eso, sé que normalmente soy muy desordenada y eso no está bien, aunque sea una reina —le dije tratando de grabarme su nombre y como era. Siendo un poco más alta que yo y teniendo el cabello más castaño, piel morena, ojos castaños, sin duda una mujer sencilla— ¿y tú?
—Lauren, su majestad y yo me encargo de dar los avisos que usted necesite, así como de estar siempre a su lado, soy su dama de compañía.
—Vaya que soy muy mala reina, no solo no sé me sus nombres, ni si quiera sabía que hacía cada una de ustedes ni que tenía una dama de compañía.
—Eso no es cierto majestad, usted no ha sido más que buena con nosotras desde que llego al palacio.
—Pero siento que debería de hacer algo más, como el saber el nombre de las personas que trabajan conmigo, por ejemplo.
—Si quiere nosotros podemos ayudarle en eso, conocemos a todo el personal del palacio sin excepción, sobre todo a los que están más cerca de usted y su futuro esposo —dijo Amarie mostrándome la sonrisa más grande de todas.
—¿Lo harían?
—Por supuesto —contesto Lauren.
—Pero no lo hacen porque soy su reina solamente, ¿verdad?
—Majestad, aunque usted no lo crea, el pueblo tanto como todos los que hemos trabajado en el castillo por los últimos doscientos años, hemos esperado con ansias que una persona como usted estuviera en el poder, ya que el último fue su abuelo.
Mi abuelo.
¿Dónde demonios estaba?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro