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II.


Prometo entregarme a ti en cuerpo y alma...


—Esta es mi promesa. —Dije a la nada.

"Prometo entregarme a ti en cuerpo y alma, llenar tu vida de pura felicidad, ser tu compañera fiel y amarte hasta la eternidad.

Prometo regalarte un millón de estrellas, cubrir de besos cada espacio de tu piel, proteger tu corazón, idolatrar todo tu ser.

Te juro que jamás llegué a pensar que tanto me podría enamorar"

—No, no así no... —Y tiré la hoja a la nada— o sí... —Dije mientras observaba el desastre que había hecho con hojas en el suelo de mi inmensa habitación.

Llevaba más de dos horas sola, sentada frente a mi escritorio en mi habitación, tratando de escribir mis votos para la ceremonia religiosa. Y hasta este momento ya tenía por lo menos dos docenas de hojas desperdiciadas y regadas por el suelo. Y aún no tenía mis votos, espero que a Taron le esté costando menos trabajo.

—Majestad. —Alguien entró a mi habitación.

Otra cosa que no me gustaba mucho, es que prácticamente cualquiera podía entrar a mi habitación sin tocar, solo entraban y si era alguien muy importante, requería anunciarse con mis guardias antes de entrar.

—Sí, ¿qué necesitan?

—Su abuelo está aquí, desea verla en su despacho.

Abuelo, era tan raro que la gente lo llamará por esa palabra. Aunque lo era. Pero jamás me acostumbraría a escucharlos decir que Merlín era mi abuelo.

—En breve estaré con él. —Eso también, siempre debía de atender mis deberes al momento.

No creo que nunca me acostumbré a esto. Recogí un poco las hojas del suelo, me alisé la falda de mi vestido y salí caminando de mi habitación.

No me tomó mucho el llegar a mi destino, gracias a Dios sabia caminar calmada y rápidamente al mismo tiempo, así nunca llegaba tarde. Y claro, yo podría tele transportarme con solo pensarlo y ya, pero qué sentido tiene. Además, así voy conociendo el castillo, que es inmenso. En mi primer día aquí, me perdí dos o tres veces.

O quizás fueron más. Y no lo sé.

Lo que si me gusta de aquí, es que por fin tengo lo más parecido a una familia.

Entre en la pequeña habitación escoltada como siempre por Silenio y otro par de guardias, quiénes desde que llegué aquí han estado a mi lado sin rechistar si quiera.

—Merlín. —Dije sin poder dejar de sonreír.

—Hola querida —me dijo sin moverse de su lugar.

—¿Qué pasa?

—He traído noticias del mundo de los humanos.

—¿Son malas?

—No, pero me temo que no creo que tampoco sean buenas, llamémoslas intermedias.

—Te suplico me las digas, por favor, me estoy impacientando.

—Primero que nada, me gustaría felicitarte por tu compromiso querida nieta y te he traído un regalo anticipado de bodas.

—¿Un regalo? ¿Para mí? —No podía creerlo, no sé qué me emocionaba más. Que me llamara nieta o que me trajera un regalo de bodas.

—Sí. —Dijo sacando una pequeña caja color negro, la abrió y ahí dentro estaba el más perfecto de los collares.

Era sencillo, tan solo con una cadena en oro blanco y en el centro un pequeño dije en forma de luna con una piedra en color rosa magenta. El color de mis ojos.

—¿Sabes por qué el color de la piedra es Amatista?

—Por mis ojos.

—También eran los ojos de mi madre, la reina Jadis.

—¿Dices qué me parezco a ella?

—Sí y más de lo que crees. Ella era fuerte, valiente, hermosa y e imponía su voluntad ante todos porque siempre tenía la razón en los asuntos más importantes, ella nunca pensó en si misma antes que en su pueblo y aunque todo haya salido mal para ella no quiero que nunca olvides que ella hizo lo mejor que pudo con lo que tenía y tú también lo harás.

—Gracias. —Dije sin poder de sonreír.

—Además, no eres la única que lleva uno de estos. Cuando Morgana y yo éramos unos niños, nuestra madre nos dios collares con la luna que representaban nuestro imperio. Muy pocas personas nacen con esa marca, algunos como tu padre la adquieren por herencia al tener un familiar de la Casa Real en sus venas y otros se la sitúan por matrimonio como tu madre. Pero al final eso es lo que nos reconoce ante todos, nuestro legado permanece de esa manera y la piedra es por el color de nuestros ojos. —Merlín se descubrió un poco su vestimenta en el cuello y se asomó un colguije como el mío, pero con una piedra azul, como el azul de sus ojos.

—¿Cuál era el color de tu madre?

—Amatista y el de mi padre era un azul más profundo que el mío, azul marino.

—¿Y el de Morgana?

—Verde Esmeralda.

—¿Y el de mi padre? —En el segundo que lo dije me arrepentí de haberlo hecho. Hablar de mi padre dolía demasiado. No le había dicho a nadie más que a Taron que lo había visto y eso era porque hasta pensarlo dolía.

—Tu madre le dio uno con una piedra morada. Estaba grabado. Ese era más que especial.

—¿Me puedes contar cómo se conocieron?

—Claro, sentémonos quieres.

Asentí y me senté en un pequeño sillón junto a él.

Se conocieron en la corte, tu madre fue educada en un convento hasta los dieciséis años como se hacía con muchas mujeres en ese entonces, sobre todo hablando de una princesa. Ella era valiente y quería aprender tanto y cuando por fin cumplió la edad adecuada fue traslada a Inglaterra para reinar. Pero no estaba tan lista como se esperaba, sin embargo, el pueblo, la corte, los asesores e incluso su madre decidieron ignorar todo eso.

Tú padre quizás no era un príncipe, pero sí sé que provenía de una familia adinerada y que tenía un título. Solo así se le permitía desposarla, incluso le preguntaron a los asesores y a la reina para darles su aprobación. Lo cual hizo y la boda se llevó a cabo dos semanas después junto con la coronación. (Ya sabía de dónde había salido la costumbre de las bodas rápidas con todo y la coronación)

Preguntarás porque fue todo tan rápido, tus padres se enamoraron a primera vista. Se encontraron en un baile que se hizo para darle la bienvenida a la princesa que retornaba a casa. Y salieron chispas al instante, nunca vi una conexión mas grande como la de ellos, ni siquiera con...

Y Merlín se quedó callado, viendo a la nada, como si le doliera decir algo más, luego siguió hablando como si nada. Nunca lo había visto así.

Y poco después decidieron casarse, no paso mucho tiempo para que ella te encargara y tampoco paso mucho tiempo para que el muriera.

—Mi madre dijo que murió en batalla cuando se sacrificó por un compañero.

—Sí, eso fue lo que pasó. Como ya sabes la historia de Inglaterra está llena de conflictos y muchos de ellos eran por cosas muy banales. Pero en el que estuvo tu padre, tuvo que ver con el reinado de tu madre.

Tienes que entender que, por ese tiempo, tu madre comenzaba a presentar los primeros signos de su magia, y es muy raro que una mujer los manifieste tan grande de edad, lo normal es entre los siete y nueve años de edad y aun así hay niños que nunca lo manifiestan.

Y tu madre no sabía cómo comprenderla, se le escapaba de las manos constantemente y su pueblo estaba asustado de ella, no sabían lo que era ni que podía pasar con ellos por culpa de tu madre. Así que prepararon un gran golpe de estado, uno que les diera quizás más tiempo de poder encontrar una solución.

Y tu padre fue enviado a comandar las tropas para evitar una gran pelea. Pero en esta vida hay cosas que no se pueden evitar. Como por ejemplo la muerte. Y tu padre lo sabía. Y aun así decidió ir a la batalla.

Lo supe en el momento, yo me encontraba en la corte cuando tu madre lo supo.

—¿Quién sé lo dijo?

—Su corazón.

Cuando un ser como nosotros ama, lo hace con toda su intensidad, con todo su ser, no sé puede contener, es lo que es, el amor para nosotros es lo más fuerte que hay, es la fuerza más grande en todo el universo, capaz de traer a los muertos a la vida, capaz de romper el más grande de los hechizos, capaz de todo. Cuando uno de nosotros se casa, se ata al alma de la otra persona, eso es porque tu madre lo sintió, se derrumbó frente a mí, frente a toda la corte en cuanto sintió cuando a tu padre se le iba la vida.

Eso la volvió loca. Eso más la magia inestable de ella, fue todo lo que necesito para salirse de sus cabales de una vez por todas.

—Pero por sobre todas las cosas, quiero que sepas que tu madre te amaba mucho, a ti y a tu padre, eran lo más importante para ella.

No lloré ante lo que dijo, pero aún así no pude evitar el reconocer lo mucho que no quería que me afectaran esas palabras. Por qué lo hacían.

—No sé si puedo creerte ante eso que me dices.

—Sé que me crees, lo has visto, sé que has visto todo esto a través de tus visiones. ¿Sabes por qué?

—¿Por qué...?

—Porque tienes las visiones del pasado donde tú no estabas, donde estaba solo tu madre, porque la ves y no a ti. —Dijo. Se me hizo un nudo en la garganta, pero le inste con la mirada a seguir— porque ella estaba cerca, cuando una persona tan conectada a ti, está cerca la puedes sentir, y aunque no estén lo suficientemente cerca, ella está en tus sueños, es como una manera de comunicarse contigo.

—¿Estás diciéndome qué ella quería que yo viera eso?

—Probablemente sí, o quizás ella no sabía que estaba pasando.

—¿Crees qué quería decirme algo con las visiones?

—Quizás. —Dijo él removiéndose en su asiento.

—¿Qué te tiene tan nervioso Merlín?

—Son las noticias que venía a darte.

—Bien, cambiemos de tema y dímelas.

—Es el reino de Inglaterra.

—Sí, que ocurre con ellos.

—Quieren conocerte.

Oh por todos los demonios.


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