Epílogo
[...] Los legados van más allá de un vínculo de sangre.
Se comparte.
Se transmiten.
Puede ser un objeto material, una simple característica o una costumbre que traspasa las barreras generacionales, tornándose cada vez más fuerte.
Heredé mi sangre y mi oficio, como legado. Con sus facetas buenas y malas. Mis ancestros se rigieron por la disciplina, el honor, la justicia y la valentía. Y si acaso mi legado pudiese quedar escrito en el firmamento, sería el hecho de afrontar los miedos, aprender a confiar y amar, luchar por lo que uno quiere y nunca rendirse. Mi legado es la inclemencia hacia mis enemigos, la búsqueda de justicia y el perdón.
Ese es mi legado.
¿Cuál es el tuyo? [...]
Fragmento perteneciente al diario de Valquiria Von Engels, la Emperatriz de los Bastardos.
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