El conocimiento se construye y se experimenta; y así como el mundo cambió, también lo hicieron ellos.

La educación en la Prehistoria se basaba en los conocimientos que poseían las personas que se rodeaban, y como los cazadores se extendieron en todo el globo terráqueo, no eran muchos los que solían vivir juntos. Leyendas fantásticas sobre monstruos y demonios siendo combatidos por ángeles terrenales eran las historias que oían de niños para sumergirse en su propia cultura. Ellos imitaban lo que sus padres hacían y les enseñaban, así era como aprendían a luchar y los conocimientos que el ángel dejó a sus guerreros. Y mientras algunos dejaban el clan para luchar, otros se mantenían unidos para intentar conservar la estirpe.

El tiempo fue pasando, el conocimiento aumentó y la experiencia enriqueció las mentes y cuerpos de cientos de cazadores. Atrás quedaron los tiempos en que los padres eran quienes impartían la sabiduría dejada por sus padres, esa luz de esperanza para la humanidad que pasaba de generación en generación. En la Antigüedad, los cazadores comenzaron a agruparse en civilizaciones más cercanas. Esa era una buena estrategia tanto administrativa como política, y servía como forma de reunir a los niños que comenzaban con su aprendizaje. El conocimiento y entrenamiento dejó de estar en manos de los padres para estar a cargo de brillantes eruditos.

Cuando llegó la Edad Media se fueron erigiendo edificios donde asistía para su educación, que se había vuelto más estricta y completa, pero poco a poco también fue el lugar donde comían, dormían y vivían. Se encontraban mayor tiempo en esos lugares que dentro de sus propias familias. Pero mientras los jóvenes se instruían, los demás se iban a guerras de las cuales muchos no volvían. La iglesia tenía gran poder en esa época, y aunque el origen de los cazadores tenían un punto en común, estos intentaban ser lo más independiente posible. El aire gótico del arte se veía en cada emplazamiento, y la personalidad oscura y solitaria de los cazadores no pudo resistirse a esta corriente.

La Edad Moderna trajo consigo al Renacimiento, y con ello llegaron nuevos aires a la sociedad Kamikaze. Los edificios donde se educaban pasaron a ser instituciones más importantes y concurridas, y eso requirió nuevas reformas. El dramatismo y la naturaleza rodeaban todo el escenario frente a la sociedad humana que florecía, mientras detrás de ellos se libraban grandes batallas. Tal como en las anteriores etapas, en la Edad Moderna y Contemporánea siguieron con batallas, guerras, revoluciones y grandes cambios en la sociedad, donde los cazadores se mantenían al margen. La mayoría de estos ocupaban lugares elíticos en la sociedad humana, y aunque su deber era la protección del hombre, no podían interceder por estos en cuestiones que no le competían. Solamente podían estar luchando a su par cuando demonios, vampiros, licántropos y toda criatura creada por el mal tenía un papel en esas luchas. Así, mientras los hombres peleaban, las mujeres estaban limitadas a los deberes que la sociedad humana impartía para su género. Por lo que la sociedad kamikaze se enfrentaba con un nuevo duelo, entre quienes se instruían en sus casas y quienes lo hacían en las instituciones que pasaron a ser academias. La inestabilidad los gobernaba, porque tenían que amoldarse al mundo humano pero también tenían que hacerlo al suyo propio.

Atrás quedaron las revoluciones, las cruzadas, y las guerras entre humanos. La sociedad pareció renacer entre las cenizas con más fuerza. Mientras tanto, los cazadores siguieron fortaleciendo su sistema de organización. Las academias consistían en algo más que en un lugar donde se daba conocimiento y alojamiento. También eran centros administrativos y económicos para las regiones donde estaban, eran consideradas sedes políticas y logísticas. Cada uno contaba con áreas de tecnología, medicina, educación, y estrategia. Y como para la sociedad kamikaze el conocimiento y la experiencia es poder, las academias en todo el mundo eran la prueba indiscutible del poder que estos tenían, tienen y tendrán.