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Capitulo 6. El dragón y la serpiente.

Era viernes. Era el último día de clases teóricas en esa semana y estaba con ganas de que terminara el día, pero ya había sido advertida por todos, incluso por su hermana: ese día no sería fácil. No temía la clase de táctica, sino a angelología y demonología, dos de las clases más importantes. Había escuchado demasiadas historias sobre los dos profesores y todas eran escalofriantes. Emer Ferguson y Soren Larson eran dos de los más grandes referentes del mundo kamikaze. En sus años dorados habían sido los mejores cazadores y hoy en día se encargaban de dar clases magistrales e inspiraban todo el miedo del mundo.

Lena despertó ese día igual que los anteriores, con el sonido de las sirenas y fue directo al baño. Cuando salió, Marissa recién hacia sus atisbos de despertarse. Perezosamente se estiró y se quedó mirando a Lena con una sonrisa maligna.

— Hoy tienes clases con el dragón y la serpiente —murmuró con voz ronca.

Ella sintió un lento escalofríos por su cuerpo al oír los sobrenombres de aquellos profesores, y su rostro palideció, sintiéndose enferma de los nervios. La sonrisa de Marissa de volvió como la de un gato mientras se ponía de pie; vestía un bóxer y una remera con unas siluetas de un grupo música con la inscripción de Héroes del silencio. Su pelo era una maraña rebelde y oscura que no le preocupaba arreglar, y sus ojos eran felinos y filosos aun a tempranas horas de la mañana.

— ¿Cómo sabes mis clases? —preguntó confundida. Ella se encogió de hombros.

— El otro día estaban sobre tu escritorio —comentó— Y no hay de qué preocuparse mientras hagas bien los deberes y no metas la pata —agregó pasando junto a Lena para encerrarse en el baño.

Los ojos de Lena no se despegaron de la puerta. ¿Acaso ella la estaba aconsejando? Nunca habían intercambiado tantas palabras desde el día en que llegó.

— No creas que te estoy ayudando, simplemente me das lastima —comentó Marissa saliendo del baño rápidamente y yendo a vestirse.

No había nada de inhibición en ella, tanto en palabras como en comportamiento. Se acercó a su ropero para cambiarse manteniendo la calma. Lena parpadeó y desvió su mirada para no sentirse una entrometida.

— Aposte que te quedarías una semana, pero tengo tiempo hasta el lunes —agregó Marissa y Lena no pudo evitar mirarla con molestia.

En un principio había llegado a pensar que podrían ser amigas o por lo menos buenas compañeras, pero solo le bastó un día para perder todas las esperanzas. Los ojos de Lena se entrecerraron, observándola casi fríamente y su mano se cerró en un puño sobre la tira de su mochila.

— No pienso irme de este lugar. Puede que creas que me conoces o tienes una mínima idea de cómo me comporto, pero no lo haces —comentó sonando tan distante que le costó reconocer que venía de ella misma. Marisa la miró sobre su hombro con mirada inquisitiva y la sonrisa aún pintada como una mueca burlona— Que tengas un buen día —agregó Lena girando sobre sus talones y cerrando la puerta tras ella con fuerza.

Perra; pensó al mismo tiempo que una figura alta se acercaba a ella.

— Buen día princesa —la saludó Therón cuando estuvo frente a ella, pero tardó unos segundos en darse cuenta de su expresión atormentada pero es que ella no podía sacarse de la cabeza el comportamiento de Marissa. Acá todos son así, tenés que acostumbrarte; le dijo su conciencia— ¿Todo bien? —le preguntó él preocupado. Ella intentó esbozar una sonrisa mientras emprendían el camino hacia la cafetería.

— Todo bien. Solo una pregunta, ¿También te dan ganas de matar a tu compañero de cuarto mientras duerme? —preguntó. Él se rió divertido, peinando su pelo con su mano.

— No, pero dudo que sepa algo de mi y yo de él. También dudo si habla —arrugó su frente pensativo para luego encogerse de hombros— Creo que es normal en este lugar que tengamos compañeros extraños. ¿Pero, que tiene de malo la tuya? —le preguntó. Lena torció el gesto enumerando los comentarios y actitudes que tenia.

— Digamos que es una perra a tiempo completo, y eso me intimida —murmuró tras analizarlo. La risa de Therón la hizo sobresaltar y se lo quedó mirando con extraña expresión. Él sostenía su abdomen y no podía detenerse.

— Lo siento, pero es irónico y muy gracioso que te intimide alguien como ella teniendo como hermana a ya sabes quién —se explicó mirando alrededor para asegurarse que nadie los escuchara. Lena puso los ojos en blanco y volvió con la caminata.

— No es lo mismo, ella es mi hermana —comentó.

— Hermana o no, ella da más miedo que un demonio rabioso y creo que Marissa es solo un pequeño cachorrito en comparación. Si puedes llegar a ser respetada por el demonio mayor creo que puedes llegar a hacer que el menor también te respete —inquirió. Lena detuvo el andar y lo miró entre molesta y divertida.

— ¿Estas llamando a mi hermana un demonio mayor? —preguntó. Therón se vio en problemas ante la mirada de ella, pero asintió levemente. Lena sonrió con malicia— Si te hubiera escuchado serias torturado. Pero en cambio yo voy a callar —comentó— Y lo voy a usar para extorsionarte cuando lo necesite —agregó.

Theron sonrió viéndola seguir caminando. Aunque tuviese esa apariencia de ángel inmaculado y niña mimada, se había dando cuenta que en el interior había mucho más que eso.

— ¿Ves lo que te digo? —preguntó aumentando su voz y escuchó a Lena reír divertida.

Salía de clases de Táctica con el corazón en la boca y el estomago anudado. Había terminado una de sus mejores clases pero iba hacia lo que parecía ser su muerte. Miraba alrededor dándose claramente cuenta de quienes iban hacia las mismas clases que ella. Silencio, solemnidad y temor, eso inundaba a cada uno de ellos. Un sequito de estudiantes de movieron a través de la academia para ir hacia el piso de abajo donde estaba el aula de mayor tamaño y preparado para recibir a cientos de estudiantes. Lena caminó junto a Therón hasta el pasillo repleto y se quedaron a la espera de poder entrar.

Apoyada sobre la pared, Lena observaba a cada uno de los estudiantes. Todos se veían tranquilos aunque podía había vestigios de nerviosismo.

— Lena —escuchó su nombre y no supo si la llamaban a ella o a otra chica. Buscando, se encontró con un par de ojos verdes que le robaron el aliento.

— Hola Dominic —sonrió ella sintiéndose como una tonta pero sabiendo que debía verse seria.

Él sonrió llegado a donde estaba, la saludó con un movimiento de manos que habían practicados en los entrenamientos y después saludó rápidamente a Therón a su lado. En los pocos días que habían pasado, ambos habían logrado intercambiar un par de palabras sobre formas de mejorar la lucha y ella habían logrado encontrar la confianza para ir poco a poco saliendo de aquel encantamiento.

— ¿Qué haces acá? —le preguntó. La sonrisa fue reemplazada por una mueca de disgusto.

— Debo cursar angelología, el año pasado la descuide y eso no es bueno cuando te odia tanto —explicó. Lena palideció y sus ojos se agrandaron— No te asustes —le dijo él notando su expresión— Ella me odia porque no sabe como descargar su frustración contra mi tío Soren —explicó. Lena arrugó su frente y lo miró con la duda en los ojos.

— Si, mi tio es la serpiente —puso los ojos en blanco— A las demás personas suele darle miedo pero conmigo nunca se ha comportado mal —expresó con un encogimiento de hombros. Lena suspiró, rezando por las horas que le esperaban de ahora en adelante.

— Te entiendo —susurró. Dominic la miró con duda, abrió su boca pero la volvió a cerrar.

Dio un rápido vistazo alrededor y Lena lo vio cambiar su expresión. Una sonrisa picara se formó y sus ojos brillaron con maldad.

— ¡Ey, Giles! —llamó a alguien que Lena no divisó.

Miró a su lado a Therón pero él parecía entretenido mirando a un par de chicas a la distancia. Se volvió hacia Dominic que sonreía aun más.

— Giles Collins, ¿Dónde has estado hermano? —preguntó él extendiendo sus brazos. Con que ese es su nombre completo; pensó encontrándose justo con su mirada de ojos avellana.

— Acabo de salir de Botánica —respondió sin sacar los ojos de ella. Dominic siguió la línea de visión notando la razón de la distracción.

— ¿Conoces a Lena? —le preguntó y Giles lo miró inmediatamente con veneno en los ojos.

— Collins, tanto tiempo —lo saludó Lena con una de sus mejores sonrisas. Él tartamudeó pero logró responderle.

— Entonces se conocen —asintió Dominic acercándolo más a ella, con su mano alrededor de su cuello— La pequeña Lena comparte Angelología con nosotros —murmuró mirando a quien parecía ser su gran amigo pese a los diferentes comportamientos. Lena levantó una ceja ante aquel sobrenombre y Dominic le sonrió culpable, guiñándole un ojo.

— También comparte con nosotros Leyes —comentó Giles. Dominic, sorprendido, miró a ambos.

— Las cosas que uno se entera —canturreó al mismo tiempo que Lena se preguntaba si había mas clases que compartieran.

Justo en ese momento, la puerta se abrió dando paso a todos los presentes. El terror le hizo cosquillas a Lena, y buscó la mano de Therón para sacar fuerzas. Él la miró atento y le sonrió. Esos pequeños gestos le dieron un poco mas de tranquilidad, y chocando con las miradas inquisitivas de Giles y Dominic decidió que era hora de entrar a enfrentarse con el Dragón Dorado.

~~~

Podía oírse en el ambiente tal silencio que de no haber estado presente habría dudado de la existencia de alguien. Todos se mantenían con quietud observando el frente del aula aparentemente. Podía ver el desinterés y el aburrimiento en todos como camuflaje para sus verdaderas emociones, pero claro, ellos eran cazadores o lo serían en algún momento y no podían mostrar debilidad. Lena comenzaba a preguntarse cuan realmente terrorífica sería la persona que vendría como para que ellos se comportaran así. Miró a un lado, donde Dominic jugaba nerviosamente con su lapicera; se veía mas blanco de lo que era con expresión de inseguridad. Él se distrajo por un momento y se encontró con la mirada de ella. Sus ojos estaban oscurecidos, y cambiando súbitamente su comportamiento le sonrió de lado con malicia. Lena corrió su cara deseando no sentirse avergonzada por haber sido descubierta, y tragó saliva con dificultad al darse cuenta que en el fondo, él también tenía miedo. ¿Qué es lo que me espera a mi? Se preguntó. De repente, un suave murmullo se extendió por el salón como el viento para quedar nuevamente en silencio. Agudizando su oído, logró identificar conversaciones en el pasillo, pasos que iban de un lado a otro y unos tacones que resonaban como protagonistas. Therón, a su lado, respiró hondo manteniendo el aire prisionero en sus pulmones antes de largarlo lentamente. Esa fue la pista que le indicaba que el momento había llegado. El silencio fue aún mas sepulcral y Lena miró la puerta abrirse a la espera de que algo siniestro ocurriera.

Los tacones que antes había escuchado resonaron en la madera del piso. La puerta se cerró y una mujer se adentró en el salón caminando con una poderosa presencia. Había algo en su forma de caminar y en sus movimientos que a Lena le recordaba a alguien que no podía identificar. Según su aspecto Lena podía calcularle alrededor de cuarenta años, aunque no estaba segura. Ella se veía bien, con una piel de porcelana, alta y curvilínea, el pelo medio, lacio y negro, y grandes ojos color dorado. Lena se estremeció al ver lo inhumano de sus ojos, y suponía que ni siquiera entre los cazadores era normal ese tipo de color tan radioactivo. Apretó sus manos sobre su mesa para canalizar el miedo.

— Buenos días alumnos —dijo al llegar a su escritorio, donde observó los papeles que habían allí, los acomodó y miró al frente. Recorrió rápidamente el salón mirada inquisitiva— Alguien piensa responderme, o estoy ante un clase vacía —comentó; una fugaz sonrisa atravesó sus labios y Lena se posicionó mas contra la silla.

—Buenos días —murmuró la clase al unísono. Bajó sus ojos a las hojas para luego dejarlas a un lado, y empezar a caminar por el frente del salón.

—Me presento formalmente. Mi nombre es Emer Ferguson, profesora de la cátedra de demonología. Algunos me conocerán de nombre y otros por haber recursado la materia, y para quienes no me conocen, déjenme decirles que es preferible que traten a mi materia como a su propia vida porque si la descuidan tendrán que sobrevivir un año mas con mi asignatura y conmigo; y todos sabemos que nadie quiere eso. Además es el conocimiento indispensable para ustedes una vez se encuentren fuera de esté lugar —hablaba con elegancia y soltura, paseándose grácil y moviendo sus manos con delicadeza.

La profesora Ferguson se detuvo y miró a la clase nuevamente. Su rostro era una perfecta mascara de inexpresividad. Lena sintió calor porque sus ojos iban hacia su sector hasta que se posaron a un lado de ella.

—Oh, Larson, veo que nos vemos de nuevo —murmuró sonriendo. Lena miró a un lado, Dominic estaba pálido y tenso, pero con una sonrisa inquieta y mirada desafiante— Espero que sea porque me extrañas y no porque no te interesa mi materia —agregó borrando toda mueca de oscura diversión, volviendo con la caminata.

Dominic no respondió nada, solo siguió mirando al frente y Lena hizo lo mismo. Ella reconoció a un par de estudiantes como recursantes, y tras hacerlos avergonzar volvió al escritorio a revisar las hojas. Después levantó un dispositivo metálico pequeño y tras apretar unos botones, las luces se apagaron y las paredes se madera se abrieron para mostrar una pantalla donde se veía la imagen de figuras entre mezcladas, de personas gritando y seres que los aprisionaban con violencia.

—El infierno según Luca Signorelli —dijo la profesora Ferguson señalando la pintura— Vemos personas siendo corrompidas por demonios y seres alados; ¿Alguien me puede decir la definición de demonio? —preguntó mirando a la clase.

En la tenue claridad de la sala, sus ojos destellaban siniestros. Nadie respondió y ella ladeó la cabeza con una mueca de lado que no llegó a ser una sonrisa. Hecho un vistazo a su escritorio y recorrió con su dedo la hoja. El silencio se hizo iracundo y varias respiraciones de cortaron. Lena vio como brillaban sus ojos con curiosidad.

—Law, Lena Law. ¿Esta presente? —preguntó.

Los ojos de Lena se expandieron y su corazón se detuvo momentáneamente para empezar a galopar frenético. Oh dios santo; se dijo aterrorizada. Miró a Therón a su lado. Él la miraba con el mismo nerviosismo que ella tenia, y también con pena.

—¿Lena Law? —repitió con clara impaciencia. Lena apretó con fuerza su lapicera y levantó lentamente su otra mano.

—Acá —dijo ella, y los ojos dorados de la profesora la buscaron por todo el salón hasta que la encontró.

—Demonio, del griego Daimon, es un ser no humano, que ocupa el cuerpo de una persona o usa su voluntad —respondió con voz entrecortada. La profesora irguió su pose, escuchándola con atención y mirándola fijamente. Su rostro inexpresivo parecía ocultar algo que Lena no lograba decodificar.

—Muy bien alumna —comentó asintiendo y caminando hacia mas el centro, sin sacar los ojos de ella— ¿Y qué más me podría decir? —volvió a preguntarle. Lena dudó respirando hondo para tranquilizarse.

—Hay diferentes tipos, los de mayor rango son los ángeles caídos más poderosos y los de menor rango se encargan de ocupar cuerpos para poder sobrevivir —respondió. La profesora Ferguson la miró sin responder, analizando cada expresión, cada rasgo y cada movimiento que Lena hacía.

—Parásitos, eso son los demonios menores, y son los que ustedes se van a enfrentar mas a menudo —dijo ella rompiendo con el sepulcral silencio— El problema ahora es poder diferenciarlos para lograr matarlos, algo que no estoy muy segura que Larson pueda hacer ya que si no, no estaría acá —comentó con una cuota de diversión envenenada dedicándole una sonrisa a Dominic. Él rió para sus adentros con sus dientes apretados.

—Ahora sigamos —murmuró volviendo a la diapositiva, y Lena volvió a sentir su alma en su cuerpo.

El resto de la clase fue tranquila en comparación del comienzo turbulento y lleno de preguntas para los alumnos. Sintiéndose extrañamente tranquila, Lena suspiró cuando ella dejó el salón y todos se relajaron. Miró a su lado a Therón, que había sido víctima de algunas preguntas pero que logró responder a cuentagotas.

— Has arrancado bien —comentó él sonriéndole con complicidad. La sonrisa de ella se ensanchó y asintió.

— Tuve clases de esto durante el verano —comentó y miró a su alrededor— Valquiria no quería mandarme sin que tuviese conocimientos básicos —le susurró.

— Me lo imaginaba —comentó recostándose mas contra la silla. Alrededor, los murmullos se volvieron conversaciones en distintos idiomas y en diferentes lugares a la espera de la clase del profesor Larson.

En su otro costado, estaba Dominic sentado. El color habia vuelto a su rostro y podía verse de nuevo con su actitud rebelde.

— ¿También cursas Angelología? —le preguntó ella cuando vio que no hablaba mas con Giles, a su lado. Él meneó la cabeza.

— Voy un año más avanzado en Angelología —respondió— Pero creo que voy a quedarme, Giles le tiene terror a mi tío y pienso usar eso para divertirme durante el resto del año —agregó. La expresión de Lena era amenazadora, y él se rió ante ello porque sabía que también tenía miedo de él aunque no lo conociera.

— ¿Qué clase de amigo eres? —preguntó ella con sarcasmo.

— El peor que puede existir —comentó Giles apoyándose sobre sus codos en su escritorio. Dominic rió divertido, cruzando sus manos detrás de su cuello y estirándose hacia atrás.

— Perfecto, es el día de péguenle a Dominic, total él no tiene sentimientos —dijo fingiendo sentirse herido. Lena y Giles pusieron los ojos en blanco, casi coordinadamente. Meneando su cabeza, tomó sus cosas y las metió en la mochila— Viendo que se conocen y se llevan bien pero no demasiado como para hacer un plan para derrocarme me voy a ir a Literatura —comentó poniéndose de pie. Lena y Giles se miraron sin decir nada— Nos vemos más tarde —los saludó a ambos y se fue.

Ambos lo saludaron y Lena quedó pensativa.

— ¿Se enojo? —le preguntó a Giles que parecía volver a su caparazón de timidez. Él negó lentamente.

— Simplemente es un arrogante que quiere hacer que todos estén tras él —respondió con soltura. Lena permaneció sin palabras mirándolo hasta que una sutil sonrisa apareció entre sus labios— Es así desde que lo conozco, y porque no me importa lo que haga o diga es que somos amigos desde entonces —le explicó, y Lena entendió a lo que se refería.

Podía ver aquello en su hermana y sus amigos, incluso en ella mismo y en su vieja amiga Phoebe. Ella sonrió con melancolía.

— ¿Y cómo es que ella tuvo ese sobrenombre? —preguntó cambiando de tema. Arrugó su frente confundido hasta que comprendió.

— El dragón es el animal de su familia, y bueno, sus ojos no pasan desapercibidos por nadie —explicó golpeando su lapicera contra el cuaderno. Al recordar sus ojos, Lena no pudo evitar horrorizarse.

— ¿Cómo? —preguntó para sí misma pero Giles la escuchó.

—La historia que se cuenta es que en su juventud se enamoró de un medico humano, y él experimentó con ella. El efecto adverso mas conocido que produjo fueron la deformación de sus ojos. Puede que tenga mas pero no se conocen. Desde ese momento ha odiado a los humanos, y sobre todo a los hombres —explicó solemnemente. Lena lo escuchó con interés, sobre todo por su voz ronca que le daba tranquilidad al escucharla.

— Todo eso es muy triste —murmuró con pena. Saber ese pedazo de historia le aseguraba que era una mujer frágil bajo esa aparecía.

Giles torció el gesto, viendo sus ojos hacia el frente. Se recostó contra el asiento, al igual que Therón, y Lena se quedó mirándolo sin dejar de pensar en la profesora Ferguson. Bruscamente, una sombra oscura paso frente a ella, sentándose en el lugar que había dejado vacante Dominic.

— Hola perdedores —dijo Marissa tirando la mochila a su lado, cruzándose de brazos y apoyando los pies sobre el escritorio. Lena la miró sorprendida de verla allí, pero Therón y Giles solo la miraban desorientados.

— Guerrero, tanto tiempo —bufó Giles con poco ánimo.

— ¿Y a que se debe que nos honres con tu presencia? —preguntó Therón mirándola con desafío mientras Lena aun estaba sin palabras. Marissa lo miró venenosamente, afinando sus oscuros ojos que parecían los de un halcón.

— Tengo que cursar esta infernal clase tarde o temprano —murmuró.

— Aja —respondió Theron sin borrar aquella sonrisa maliciosa.

— ¿Y te sientas a mi lado porque...? —preguntó Lena cuando al fin logro encontrar las palabras. Encogiéndose de hombros con aires soberbios, ella miró hacia el frente, moviendo sus dedos ágilmente contra una guitarra invisible.

— Odio a todos, así que da igual —dijo.

— Había olvidado lo encantadoramente social que eras —dijo Giles aparentando querer decirlo despacio pero los tres lo miraron.

— Una pena que tus vacaciones en Nepal no terminaran contigo siendo destrozado por un vampiro —canturreó ladeando su cabeza y poniendo expresión de pena. Lena suspiró, cada día confirmaba la sospecha de que todos ahí estaban locos y eran unos malditos malhumorados.

— Whooaa, se nota que tantos años en este lugar has cosechado grandes amigos —dijo Therón apoyándose contra el asiento. Marisa miró a Lena con advertencia.

— Dile a tu novio que se calle la boca porque lo último que dirá antes que se la corte, será por favor —dijo.

— Él no es mi novio —se quejó Lena ante la mirada curiosa de Giles.

— Y no me asusta que me amenaces con cortar mi lengua —intervino Therón nuevamente. La sonrisa de Marisa se volvió maligna, e incluso Giles se vio algo atemorizado.

— Nunca dije que lo que cortaría seria tu lengua —le guiño un ojo antes de posar sus ojos en la puerta. Therón palideció al igual que Giles, y ambos se acomodaron en el asiento. Lena sonrió pese a que lo que había dicho no era bueno, le parecía gracioso sus reacciones.

~~~

El intercambio de estudiantes cesó justo en el instante en que una figura gris cruzó el umbral de la puerta. El silencio emergió repentinamente, y todos los ojos estaban puestos en aquel hombre que caminaba a pasos largos y firmes hacia el escritorio. Dejó la carpeta bajo sus brazos y observó al salón, analíticamente, bajo sus anteojos. Un aura de elegancia rodeaba al profesor Larson con aquel traje gris a medida, y aquella lánguida apariencia de sofisticación. Su rostro era un circuito de rasgos fuertes y pronunciados, ojos finos centelleaban con sabiduría, nariz recta, y remarcados pómulos. Su cabello era rubio ceniza, al igual que la barba que cubría su mandíbula. Se tomó su tiempo en evaluar a la multitud antes de alejarse del escritorio y dirigirse a ellos.

Lena no podía sacar sus ojos de él. Buscaba rasgos parecidos a Dominic, pero solo podía encontrar similitudes en los rasgos pronunciados y en aquellos ojos verdes centelleantes.

— Buen día alumnos —dijo el profesor Larson acercándose más a ellos, y todos respondieron rápidamente con un murmullo incoherente. Lena notó como sus ojos brillaron y una fina sonrisa se formó hacia un lado.

— Veo que la profesora Ferguson los ha puesto a punto —comentó suavemente, en un tono siniestro— Mi nombre es Soren Larson, profesor de Angelología. Por lo que podrán vislumbrar, esta materia es importante en su entrenamiento. La angelología es compleja y extensa, y si hacen un buen trabajo con ella, podrán comprender grandes cosas de este mundo —explicó; su voz era grave y retumbaba en cada rincón del recinto. Hizo una pausa en su discurso, mirando que todos hubiesen entendido su mensaje y asintió para si mismo— Comenzando con la clase. ¿A que se le llama Angelología? —preguntó mirando a la clase sin esperar una respuesta, pero sus ojos se afinaron sobre un objetivo hacia el fondo. Sonrió, señalando con sus huesudos dedos hacia un punto y asintió.

— Es el estudio de los ángeles, su origen y características, y que gran parte de ellos provienen de la tradición judeo-cristiana —respondió alguien.

Lena se giró para ver que aquella voz cantarina provenía de una chica joven, cabello rubio pálido y grandes ojos celestes. Ella la identificó como parte de alguna de sus otras clases, y en todas ellas, siempre intervenía dando buenas respuestas.

— Correcto —dijo el profesor Larson— La clasificación de la jerarquía angelical en el judaísmo fue concebida por Maimónides, dividiéndose en diez escalones: Hayot Ha Kodesh, Ophanim, Erelim, Hashmallim, Serafines, Malakhim, Elohim, Bene Elohim, Querubines, Ishim —explicó, sacando de su bolsillo un pequeño control y apretándolo.

Las luces se atenuaron y la pantalla de la pared mostró aquellos nombres. Lena estaba por comenzar a tomar notas cuando el profesor detuvo a todos.

— Por favor, no se distraigan escribiendo cosas que ya están en los libros —comentó cambiando de diapositiva— Hay una alternativa cabalística a esta clasificación, pero para nosotros, las principales son la judía y la cristiana —expresó señalando la pintura en la pantalla— Lo que vemos es la Asunción de María, por Francesco Botticini. En la parte superior se puede observar a Jesucristo junto a su madre, y a su alrededor a la corte celeste, que según Pseudo Dionisio Areopagita se divide en 9 escalones que se agrupan en tres coros. El primer coro sirve como consejeros divinos, son los de mayor jerarquía y cercanos al trono de Dios: ellos son los Serafines, Querubines y Tronos. El segundo coro es el de los gobernadores del cielo, recibiendo órdenes del primer coro e impartiéndolas al tercer coro: las Dominaciones, Virtudes y Potestades forman parte de él. Y por último, el tercer coro que son los mensajeros divinos, y más cercanos a los humanos: los Principados, Arcángeles y Ángeles —dijo mirando a la audiencia con desafío y diversión— Creo que todos estamos por demás familiarizados con el último coro —comentó.

Lena y Therón se miraron. Ella sintió una oleada de calor inesperada ante ese pequeño chiste que era más que serio para ambos. Ante la incomodidad del momento, se recostó sobre la silla para seguir observando la clase magistral.

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