Capitulo 18. El Origen
La academia. Noviembre 1983
Con pesadez, Louis caminaba a través de los pasillos hacia la habitación de Byron. Llevaba consigo algunos libros y un par de armas. Aunque no era de su completa fascinación necesitaba encontrar la inspiración para tener fuerzas y estudiar todo aquello que odiaba. Lo necesitaba si quería irse de ese lugar a una edad temprana, en la que todos los cazadores estaban en la plenitud de fuerzas y energías. Él era joven, con 16 años, pero había oído de chicos que se habían recibido a edades tempranas y ya ocupaban cargos importantes. Martin Einarsen era un claro ejemplo, con 16 años y era líder de los pelotones, profesor ayudante y militar en ascenso.
Llegó a la habitación de Byron y tras golpear la puerta quedo esperando. Se sentía aburrido y todavía no había empezado a estudiar. La puerta se abrió, y Byron salió con su mochila colgando. Louis lo miró confundido.
- No vamos a estudiar acá, vamos -le indicó con la cabeza, hacia uno de los lados del pasillo.
- ¿Y dónde vamos a estudiar? -preguntó con curiosidad él mientras salían del edificio residencial.
- A una de las aulas del gimnasio -respondió con una sonrisa, que le decía que algo ocultaba.
Caminaron con rapidez e ingresaron al recinto grande y solitario. A medida que avanzaban por los pasillos del gimnasio, Louis podía escuchar voces que le resultaban familiares. Miró con indignación a Byron, quien sonrió culpable.
- He creado un grupo de estudio -murmuró rascándose la cabeza con nerviosismo- Es un grupo tanto para las asignaturas físicas como para las teóricas. Estuve hablando con Solange y a ella le pareció una gran idea; así que organizamos todo en un par de horas -Le explicó.
Louis golpeó su frente con su mano. Le había dado mucha vergüenza pedir ayuda, que ahora no solo iba a estar Byron sino la sabelotodo de Solange.
- Además, necesitamos tu ayuda y la de Bernardo para lo físico -agregó. Él lo miró con curiosidad. Se consideraba alguien bueno pero siempre le gustaba cuando alguien se lo recordaba. Hicieron unos pasos más, y tras abrir la puerta, la mandíbula de Louis cayó ante la sorpresa que le produjo ver el interior.
- ¡Cierra la boca que te van a entrar moscas, Von Engels! -le gritó desde el otro lado del aula Aurora Colette entre risas perversas.
- ¿Qué hacen todos ellos? -preguntó anonadado. Byron se encogió de hombros.
- Necesitan ayuda, sino, no estaríamos acá - respondió filosóficamente entrando.
Allí se encontraban Sarah Law, junto a Aurora; ambas leían divertidas. A unos pasos, Vicente Guerrero y Constantin Belisario practicaban esgrima. Los dos se detuvieron al ver a Louis, y lo saludaron con solemnidad para seguir con su pelea. Louis no lo podía creer, se encontraba allí con sus peores enemigos, aunque también estaba su gran amigo Bernardo. Él estaba junto a Solange, quien le explicaba algo que parecía aburrido y Byron se les unía. Con lentitud, él caminó hacia ellos. No podía dejar de ver a su alrededor, y tampoco se le había esfumado la cara de sorpresa cuando la puerta se abrió, dando paso a Corney.
- Llegamos -exclamó con una sonrisa.
A su lado aparecieron dos figuras medianas, una rubia y otra morena. «Oh, mierda» Exclamó en su mente al ver a su hermana Ernestina junto a Giannella Gonzaga. Las dos figuras inquietas entraron y se sentaron cerca de Louis.
- Con que le hiciste caso a la recomendación del abuelo -murmuró Ernestina. Louis asintió, sin palabras- ¿Te comieron la lengua los ratones? -le preguntó divertida ante su comportamiento, y se giró hacia su amiga riéndose.
Ella era pequeña y maciza, con un cuerpo fuerte para ser de corta edad. Gianella pertenecía a una familia italiana, de Florencia, de gran tradición Geert y donde la astucia era parte de cada uno de sus integrantes.
- ¿Cómo es que esta ellos acá? -le preguntó a Byron, acercándose a él.
- Conozco desde hace años a Sarah, así que le dije de esto y le pareció buena idea. Ella fue quien le dijo a Constantin, y tu amigo Bernardo es quien le dijo a Aurora -Le explicó y le señaló la mochila con la cabeza, para empezar a estudiar. Mientras sacaba su libro de Hechos y Personajes miró a Bernardo.
- ¿Acaso enloqueciste que invitaste a la loca de Aurora? -le preguntó con voz baja. Bernardo se encogió de hombros, mirándola de reojo.
- Me pareció buena idea -comentó torciendo el gesto.
- ¡Von Engels! -chillo Solange captando su atención.
Sus absorbentes ojos negros lo fulminaron con la mirada para que dejara de distraer a Bernardo. Poniendo los ojos en blanco volvió hacia Byron.
- La batalla del sol naciente -comentó Byron a modo de introducción a lo que Louis respondió con un gesto de querer cortarse la garganta.
- Siglo 16, en el año 1546, cuando gobernaba gran parte de Europa el sacro imperio germánico romano -indicó Sarah con sus modismos llenos de arrogancia.
- Es la época en la que los piratas Otomanos arrasan varios lugares, liderados por Barbarroja -agregó Vicente peleando con Constantin.
- Y hay numerosas reformas religiosas -murmuró este otro.
- ¿Y que pueden decir de la batalla? -preguntó Solange a todos.
-Que se hizo cuando el sol nacía -murmuró con desgana Louis. Algunos rieron involuntariamente, pero Solange no, y lo miro enfurecida.
- Si no tenés ganas de estar acá, podes irte -le indicó mandonamente.
Louis miró a Byron y a Bernardo, ambos estaban en silencio con sus ojos puestos en él. Este suspiró y se levanto, yendo directamente hacia la puerta. Ese lugar no era para él, lleno de personas a las que no quería y las que tampoco lo querían a él. Todo era una gran pérdida de tiempo.
Había salido del edificio, caminaba con enojo y frustración hacia algún lado porque no tenía ganas de irse a dormir. No dejaba de decirse que no tendría que haber escuchado a su abuelo y seguir a sus convicciones. Ella nunca lo defraudaba.
- Von Engels -escuchó su nombre pero no quiso hacer caso y siguió caminando rápidamente- Von Engels -otra vez pero él no quería detenerse- ¿Louis podes dejar de correr como un desquiciado? -aquella voz sonaba enojada y con un acento inestable. De pura curiosidad, él se detuvo y miró hacia atrás, a Sarah que se acercaba a él agitada- ¿Por qué actúas como un nene malcriado? Porque si tus padres son como el director, no creo que lo seas -preguntó acomodándose el pelo.
Él puso los ojos en blanco, y la verdad es que ella tenía razón. Sus padres eran bastantes rigurosos, en cambio él, no se parecía en nada a ellos.
- ¿Qué haces acá Law? -preguntó inquieto. Ella lo miró pestañeando rápidamente, sus ojos brillaban.
- Solo quería saber porque reaccionas así -murmuró con preocupación. El entrecerró los ojos, con atención y amenaza- Está bien, Byron me obligo pero también quería saber porque reaccionaste así. Y no digas que es porque eres un Von Engels porque tu hermana no es así -explicó.
- Ella es adoptada -comentó él queriendo poder usar esa simple razón. Sarah le dedico la mirada de ¿podemos hablar en serio? Y él resopló molesto- No quiero estar ahí, no me siento cómodo. Con ustedes, contigo ahí haciéndote la perfecta -le dijo enojado.
Sarah quedó inexpresiva, sus ojos se habían opacado pero no se veía enojada. En medio de un suspiro lo miró con resignación.
- No soy perfecta, tengo miles de defectos y creo que tienes una lista bastante grande de ellos. Simplemente tengo ganas de poder avanzar y no quedarme estancada, y no me dejo pasar por encima. No soy la mejor estudiante aunque tampoco soy la peor. Todos queremos lo mismo, sino no estaríamos ahí -hablo con un tono tranquilo y solemne.
Louis nunca la había visto así, sin esa coraza con la que estaba a diario y sin sus gestos de soberbios. Sin palabras para responderle la observaba lentamente volviendo a su personalidad de siempre.
- Ninguno es amigo del otro pero por lo menos, intentemos llevarnos bien. Ahora, ¿puedes volver? -preguntó indicando el camino de vuelta.
Louis respiro hondo, comprendiendo lo que le había dicho y que, le gustase o no, tenía razón. Con resignación asintió para volver a la sala.
- Últimamente estás demasiado dramático -le dijo ácidamente Aurora cuando volvió al salón. «Y tu eres peor» pensó Louis intentando mantener un ambiente neutral.
- Sabía que ella podría convencerte -sonrió Byron cuando él se sentó a su lado.
- No quiero hablar más de eso. Podemos arrancar de una vez por todas -indicó Louis cambiando su vista de Byron a Solange. Ella asintió de acuerdo con una media sonrisa llena de satisfacción.
***
Al día siguiente, todos se encontraron irremediablemente en el desayuno. Louis se sentó en la mesa de siempre, acompañado de un lado por Bernardo y Corney, y del otro se encontraba Byron. Los cuatro hablaban acerca de las actividades que harían en la noche, y para alegría de Louis esa noche era todo físico. Después de desayunar todos corrieron a sus clases, y a la tarde era turno de una de sus clases favoritas: armas blancas. Él era bueno usando cuchillos. Tenía un cuchillo, que era legado familiar, todo Von Engels lo tenía y ese se lo habían dado al cumplir los 16 años. Pero para su desgracia pelearían con espadas. Louis pensaba que ya todo se había puesto malo cuando vio frente a él la figura inminente de Constantin.
- Von Engels -lo saludó con un ligero movimiento de cabeza.
Lo miraba fijamente, con una seguridad que rozaba lo petulante. Todo en él era tan correcto y diplomático que a Louis le desesperaba. En el momento en que se les ordenó, ambos empezaron a pelear con fiereza. Louis tenía gran noción de espadas pero no era su fuerte, en cambio, la habilidad de Constantin era superior cualquiera en ese lugar. Se movía con desenvoltura, era fuerte y muy ágil para tener un cuerpo grande. Mientras él se veía inalterable, Louis luchaba en cada minuto para poder vencerlo pero nunca era así.
- Bien hecho, Von Engels -le dijo cuando terminó la práctica. Louis lo miró con detenimiento; todo en él era correcto pero olía algo de mal intención en sus palabras.
- Si te estás burlando, buen chiste -respondió con cinismo. Constantin guardo la espada siguiéndolo con la vista de manera firme.
- Es solo una observación. Hace unas clases, tu tiempo antes de que te derrotaran era menor, ahora no solo resistes mas sino que has mejorado tu actitud frente a un adversario -explicó con esa solemnidad que lo caracterizaba.
Él tenía razón y Louis lo sabia pero tenía la seguridad de que gran parte de eso era porque su adversario era él y no otro.
- ¿Y desde cuando prestas tanta atención a lo que hago? -Le preguntó sin ánimos de tener que darle la razón. Una ligera sonrisa cruzó por el rostro impermeable de Constantin.
- Soy alguien observador y presto atención a los detalles, es solo eso -respondió. Louis levantó una ceja para mostrarse incrédulo.
- ¿Eres gay? -le preguntó con curiosidad. Los ojos de Constantin se abrieron ligeramente y su sonrisa se hizo más pronunciada por unos segundos, hasta que se volvió inexpresivo.
- La observación y la prudencia son pilares que sustentan mi disciplina familiar -respondió con un tono lleno de inspiración en su voz, y se fue. Louis lo miró hasta que desapareció.
Ese chico era todo una incógnita para él y contaba los días para poder desenmascarar todo ese teatro de chico culto y serio.
Una vez terminado el entrenamiento, los estudiantes se dirigieron al vestuario con rapidez. Louis y Bernardo permanecieron un tiempo mas en el campo donde la oscuridad comenzaba desplegar sus colores por el cielo y el viento se volvía mas suave. Estaban cansados y transpirados pero les gustaba sentir ese resabio de adrenalina que quedaba después de cada lucha.
- ¿Deberíamos seguir con las reuniones? -preguntó Bernardo mientras los dos volvían lentamente. Louis lo miró dudoso, pronunciando las líneas de su frente y agudizando su mirada.
- ¿Qué reuniones? -preguntó. Bernardo resopló poniendo los ojos en blanco.
- Las reuniones con los demás, en el gimnasio -explicó- Es que, no sé, nosotros no somos así. Nos veo como siendo esos solitarios cazadores que vagan por el planeta, misteriosos, geniales y bien parecidos -agregó.
Louis lo meditó unos minutos antes de responder, aunque llevaba haciéndose esa pregunta desde el momento en que puso un pie en el salón de encuentros.
- Reconozco que somos geniales y bien parecidos, sobre todo esto último, pero no creo que seamos solitarios y mucho menos misteriosos aunque podríamos intentarlo -respondió casi meditando para él mismo. Él no dijo mas nada y solo podía oírse el sonido que hacia Bernardo al golpear las piedras que se le cruzaban en el camino.
- Entonces, ¿eso significa que deberíamos seguir? -dijo él. Louis se encogió de hombros, metiendo sus manos en el bolsillo de sus pantalones.
- Quizás deberíamos darle una oportunidad -murmuró pensativo. Bernardo asintió y los dos suspiraron, como si hablar de ello les hubiese sacado un gran peso de encima hasta que, de repente, Louis se volvió hacia su amigo con mirada amenazadora- Dices una palabra sobre esta conversación y te hago alimento para demonio -le dijo señalándolo con el índice. Bernardo se mantuvo serio por unos segundos antes de echarse a reír.
- ¿En serio, crees que podría reproducir esta conversación que fue la conversación más madura, sincera y sentimental que hemos tenido? No, mi hermano -exclamó dándole palmadas en la espalda con fuerza.
Louis reía mientras observaba una figura que se acercaba a ellos, y que poco a poco se hacía más clara al mismo tiempo que el humor de Bernardo se extinguía hasta desparecer.
- Von Engels, Arias -los saludó con un ligero movimiento de cabeza Martin Einarsen, el cazador que estaba a cargo de ellos.
Tanto Louis como Bernardo de detuvieron en posición erguida y recta con rostro inexpresivo para presentarle a su superior el respeto que merecía.
- Señor -asintieron a dúo. Martin era más alto que ellos, casi del tamaño de una montaña, y la rectitud de las líneas de su cara solo le daba un aspecto más siniestro y terrorífico.
- Relájense, solo vengo como uno más -comentó pasando su mano por su pelo bien rapado. Louis y Bernardo se miraron antes de deshacer su postura.
- ¿Sucede algo? -preguntó Louis.
- No, solo quería comentarles sobre un asunto extraoficial. Estoy armando un grupo para misiones especiales, y como ustedes son dos de los estudiantes con las mejores calificaciones y aptitudes me gustaría que formaran parte de él. El director les va a hacer la propuesta mañana pero hizo un comentario acerca de no tener mucha alternativa, lo cual no entendí completamente. De todas formas, prefería que supiesen de mi parte que es una cuestión de meritos y no por una obligación -explicó con tono neutro, manteniendo sus sagaces ojos sobre ellos.
Los dos asintieron. Louis lo miraba anonadado porque era la primera vez que lo escuchaba hablar tanto y de manera extraoficial. Pestañeó para salir de la ensoñación y observó, a su lado, a Bernardo estar sombrío y malhumorado. Él sabía que su amigo detestaba inexplicablemente a Martin, pero eso no podía ser un obstáculo para poder avanzar en su carrera militar.
- Gracias Einarsen por tenernos en cuenta -respondió Louis al no tolerar el silencio después de dicha propuesta.
- No es nada, solo les hago la propuesta para que la piensen, no deben aceptar en este momento -murmuró haciendo una ligera mueca en sus labios que se vio como una casi sonrisa.
Se despidió con un rápido asentimiento y se alejo tan rápido e imperceptiblemente como se acercó. Cuando estuvieron solos, él miró nuevamente a Bernardo. Estaba tenso, con las manos cerradas en puños y la mirada sombría. Louis bufó y puso los ojos en blanco.
- No entiendo porque lo odias tanto -se quejó. Manteniendo el malestar, Bernardo se volteó a mirarlo. La oscuridad en sus ojos era casi mortal.
- ¿Y que me decís de tu odio hacia Belisario? -sonrió con ironía. La expresión de Louis se volvió inmediatamente oscura y arrancó a caminar hacia el vestuario, y Bernardo lo siguió por detrás riéndose maliciosamente.
- Entonces, ¿Qué piensas hacer? -preguntó Louis tras lucha contra su orgullo.
Ninguno hablaba y faltaba poco para llegar al gimnasio. Bernardo se encogió de hombros manteniendo su expresión malhumorada, y Louis se alteró, enfrentándolo y deteniéndolo con la mano.
- ¿Qué quiere decir eso? ¿No vas a aceptar? ¿Vas a perder la oportunidad por tu orgullo? - Preguntó enojado. Bernardo bajó la mirada hacia el suelo, respiró hondo y pasó sus manos por su pelo desordenándolo.
- No lo sé -respondió- Yo solo, estoy cansado. Estoy harto de ser los títeres del director: ser tutores, dar clases, tener buenas notas, misiones adicionales, ¿y ahora esto? Es demasiado -agregó. Era fácil ver en su cuerpo el enojo recorriéndolo.
- ¿Y acaso te piensas que a mí no me molesta? -Exclamó Louis- Y no solo tengo la presión de mi abuelo, sino la de mi padre y mi madre. Sin embargo, pretendo graduarme y largarme de una vez por todas -dijo.
Louis quedó en silencio ante un Bernardo meditabundo al respecto. Él también se sentía molesto y frustrado, pero no iba a dejar que nada se interpusiera.
***
Mayo, 1984.
- Bueno, vamos a comenzar con la práctica -dijo Martin poniendo orden.
Todos se acomodaron rápidamente en parejas y ante el silbido de él comenzaron a luchar. Ernestina peleaba con Gianella. Mientras que Sarah peleaba con Byron, quien tenía un rendimiento menor a ella pero igualmente bueno. Aurora y Bernardo intercambiaban golpes de manera bestial y competitiva. Corney y Martin; Vicente con Solange; y Louis con Constantin.
Ya llevaban un buen tiempo reuniéndose para estudiar y practicar, y parecía que habían llegado a un punto donde pese a no ser amigos podían lograr tolerarse para avanzar. Solo hacia un par de días Martin Einarsen se había unido para ayudarlos a mejorar el entrenamiento físico y nadie pareció molestarse, incluido Bernardo que tras haber aceptado junto con Louis pertenecer a su escuadrón, el odio que sentía había disminuido o tal vez no lo hacía tan evidente.
- Practica terminada -gritó Martin resonando en cada rincón del salón. Todos se detuvieron exhaustos, algunos chocaron las manos como Ernestina y Gianella, otros se tendieron las manos y otros preferían los besos.
- Oh, por Dios, ¿pueden dejar de hacer eso? Hay gente con estómagos sensibles -se quejó Louis mirando a Aurora y a Bernardo besarse con intensidad.
Ninguno de los dos se separaron, pero ella extendió su mano y le señalo con el dedo del medio. Él puso los ojos en blanco y miró a su adversario.
- No pretendas que terminemos con nuestra pelea de la misma forma -comentó. Constantin Belisario sonrió casi avergonzadamente intentando no observar directamente la escena amorosa.
- Me parece que es bueno que a veces la gente se exprese, aunque no de tal medida -murmuró. Louis asintió dudoso; él tenía razón, aunque no lo admitiría nunca, pero eso era realmente asqueroso para él: su archí-recontra-mega enemiga con su mejor amigo.
- Se me antoja una cerveza -dijo de repente él mirando a todos sus compañeros- Además, hay que empezar a festejar el cumpleaños de nuestra chica mejor promedio en uso de arma blanca -insistió acercándose a Sarah. Él posó su mano sobre su hombro y ella lo miró inexpresiva.
- Aurora tuvo mejor puntaje que yo -murmuró con tono neutro. Louis movió su otra mano desestimando lo dicho.
- Solo por dos puntos, y su lengua está demasiado ocupada como para poder quejarse de lo que digo -respondió- ¿Quién se une? -preguntó. Nadie pareció quejarse, ni siquiera Sarah que lo miraba analíticamente.
- ¿Yo puedo ir? -preguntó Ernestina apareciendo de repente, haciendo asustar a Louis, quien rápidamente sacó su mano de Sarah.
- No, eres demasiado joven para tomar cerveza y va a quemar las pocas neuronas que ya tienes -dijo riéndose. Ernestina profirió un sonido de disgusto y miró esperanzada a Sarah.
- Tú tomabas vino cuando tenías 13 años, escondido en la bodega de papa, ¡no seas malo! -Renegó- Además, ya cumplí 15 años en Diciembre -agregó.
- ¿Y yo también? -se unió Gianella. «¡Oh, por, dios!» Louis miró a Sarah en busca de ayuda, pero ella solo lo miró un poco más y rió divertida. Era la primera vez que la escuchaba reír tan claramente y ni siquiera entendía la razón.
- Déjalas ir, no creo que sean problema alguno -comentó ella. Louis arrugó la frente.
- No tienes idea el peligro para el universo que conlleva tener a estas dos criaturas junto a ti en estado sobrio, teniendo alcohol encima puede ser apocalíptico -reconoció- Y tu no tomas, tienes 13 años -señaló a Gianella. Pero ella negó rápidamente, su pelo negro se movía rebelde y sus ojos brillaban con astucia.
-Ya cumplí 14 años, y mis padres me dejan tomar -asintió guiñándole un ojos. Louis miró a las tres ya sin paciencia.
- Hagan lo que quieran, voy a conseguir las cervezas -murmuró yéndose y arrastrando a Byron con él.
La noche estaba en su apogeo. En el aula que solían usar de entrenamiento, los doce estaban teniendo un momento de ocio. Las luces estaban tenues, la música los rodeaba y algunas que otras latas y botellas de cervezas iban de un lado a otro.
No perdieron ninguna oportunidad de cantar el feliz cumpleaños a Sarah, incluso cuando su cumpleaños había dejado de ser hacía horas.
Se sentían bien unos con otros. Extrañamente bien. Ya habían dejado de ser completos desconocidos. Noche tras noche, día tras día los había obligado a tener que conocerse un poco más. Y entre ellos podía percibirse cierta familiaridad, la tolerancia reinaba aunque eso no significaba que las peleas se hubiesen extinguidos. Todos ellos eran tan diferentes que era imposible que no hubiese choques, pero allí siempre estaban los usuales conciliadores.
- Creo que deberíamos tener un nombre -propuso Bernardo mirando a todos hasta terminar en Louis, quien sonrió como lo haría un demonio a punto de cometer el más vil de los pecados.
Sus ojos brillaron malignamente y asintió girándose hacia Byron y Corney que jugaban al ajedrez. Louis se preguntó porque estaban jugando a eso en ese momento.
- Genios, ¿Ustedes que piensan? -les preguntó Louis. Byron levantó la vista desorientado, y su expresión le dijo claramente que no tenía idea acerca de que estaban hablando.
Louis puso los ojos en blanco y decidió desistir de ambos.
- ¿Y por qué debemos tener un nombre? -preguntó Solange; parecía que la idea no le agradaba mucho.
- Porque es divertido tener un nombre -se quejó Bernardo con poca paciencia hacia ella; ambos aún compartían las tutorías y cada vez más en desacuerdo estaban.
Lo bueno, era que Solange había mejorado bastante a partir de todo eso; se había vuelto más extrovertida y sus calificaciones físicas habían aumentado. Mientras Bernardo logró tener mayores notas en las materias más aburridas. Y no eran los únicos que había progresados, porque en mayor o menos medida cada uno estaba cultivando lo que tanto trabajo le estaba costado.
- Podría ser algo como "Los guerreros" -comentó Gianella.
- Hmm... no lo creo -Vicente torció su gesto, en su mirada oscura y analítica se veía el rechazo-. Podríamos intentar usar una palabra que no me recuerde a mi apellido -agregó, provocando sonrisas de algunos-. Tal vez "el aquelarre sangriento".
- Acá la única persona que puede pertenecer a un aquelarre es Aurora -asintió Louis con falsa ingenuidad, observándola con desafío. Ella sonrió, fría y calculadoramente.
- Quizás podemos ser "El aquelarre sangriento y el eunuco", en conmemoración tuya, ¿Quieres? -le preguntó ella, y Louis rió a carcajadas. Louis había pasado de detestarla a tolerarla debido a su amistad con Bernardo, y la verdad no resultaba tan malo tratar con ella, pero jamás, ni en esta ni en otra vida, lo diría en voz alta.
- ¿Qué piensan de "Los Temerarios"? -preguntó Ernestina elevando la voz para poder llamar la atención, aunque era imposible que no resaltara entre la multitud, su personalidad brillaba aun en un cuarto oscuro, transmitiendo vitalidad.
Todos se miraron sin decir nada, y no era necesario que lo hicieran porque todos se sentían identificados con aquel nombre que perduraría por años.
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