Capítulo 23. El Otro
El sol del mediodía estaba rodeado de nubes que opacaban el cielo, pero aún así el clima no dejaba de ser caluroso a las afueras de Oslo. Desde una silla al lado de la puerta, Valquiria intentaba descansar un poco aunque mantenía un oído en alerta. Therón descansaba sobre su cama, debajo de Newén, durmiendo tan cómodo que nadie pensaría que había terminado así por un golpe. Se le había dificultado bastante para ingresarlo pero la rapidez de Joshua fue usada en su beneficio. Después de eso, él uso esa misma rapidez para irse antes de que el sol saliese. Por su parte, los demás seguían durmiendo después de varios días agitados.
Un par de golpes en la puerta la obligaron a abrir los ojos y ver la ubicación de Therón, pero él seguía durmiendo. En medio de un largo suspiró, Valquiria estiró su mano y abrió la puerta. Augusta se adelantó unos pasos sorprendiéndose de verla allí sentada.
— ¿Qué haces ahí? ¿No dormiste?— preguntó.
—No, y todo se resume en esa cosa —murmuró estirándose y apuntando al chico sobre la cama. La confusión llegó al rostro de Augusta por medio de arrugas en su frente y entrecejo.
— ¿Quién es? —preguntó dudosa ante la idea de un posible enredo amoroso de su nieta.
— Un idiota que me impidió matar a Lucius Harvey —sentenció poniéndose de pie para abrir las ventanas. Augusta quedó detenida en el umbral de la puerta, insegura, con los ojos en el chico.
— ¿Encontraste a Lucius Harvey? ¿Cómo? —inquirió.
— Larga historia. El resumen es: lo encontré pero él arruino todo y tuve que huir— murmuró despertando a Newén y a Leonardo.
—¿Por qué me estas despertando? ¿Acaso hice algo malo? No creo hacer cosas malas mientras duermo, con excepción de que sea sonámbulo —comentó Leonardo refregándose los ojos.
— ¿Puedes explicar porque hay un niño en tu cama? Que yo sepa siempre te gustaron más grandes —susurró Newén bajando de la cama y prestando atención en los rasgos de Therón.
Valquiria se acercó a él, ladeando la cabeza. Tiene razón, parece un niño; pensó notando la curvatura de su mentón, su nariz pequeña y empinada, las cejas pobladas y las pequeñas orejas que aparecían entre la mata de pelo castaña. Valquiria se giró hacia Newén con los ojos entrecerrados.
— Se lo acabo de explicar a Augusta, que ella se los diga —dijo— Por cierto, que alguien despierte a la bestia porque no quiero morir a manos de él —agregó moviendo su cara para ver a Augusta. Ella puso los ojos en blanco y se movió hacia su nieto.
— A veces, me sorprende tu comportamiento maduro— señaló sarcásticamente Newén antes de pasar al baño.
—Más vale que tengan una buena excusa para despertarme —gruño Norbert como un león enojado.
— En verdad no, pero si querés matar a alguien Leonardo es voluntario si no se levanta pronto —dijo Valquiria amenazante. Norbert sonrió con fiereza y Leonardo abrió los ojos aterrorizado.
— ¡Estás loca!— gritó él bajándose de la cama; vestía un jean y una remera roja y negra.
Valquiria sonrió maliciosamente viéndolo correr al baño pero Newén se negaba a dejarlo entrar, y terminó yéndose al baño de Augusta. En ese momento atravesó la puerta Lena un poco confundida con el ambiente atareado.
— Estaban todos acá... —murmuró acercándose a su hermana. Le dio un beso en la mejilla y quedó mirando fijamente a Therón dormido.
— ¿Quién es?— preguntó acercándose.
— Una daño colateral— asintió ella. Los largos dedos de Lena se posaron en la mandíbula de Therón, moviéndolo para verlo mejor.
— Es lindo —señaló, con una sonrisa divertida, volviendo los ojos a Valquiria— ¿Y por qué tiene un moretón en el ojo? —inquirió levemente preocupada.
— Puede que quizás... lo haya golpeado —ella torció el gesto. Las cejas de Lena se juntaron en una mueca llena de disgusto, irguiéndose para ir más cerca de ella.
— No puedes andar golpeando gente así como así, él es un humano. ¿No tienes que protegerlo? —indagó intimidantemente. Valquiria no sabía que responder ante la actitud de su hermana; pestañeó varias veces para asegurarse que esa chica frente a ella era Lena. Una mezcla de orgullo y vergüenza la recorrió.
— Él se lo buscó— comentó desviando sus ojos de ella, y Lena puso los ojos en blanco.
—Mmm... ¿Dónde estoy? —murmuró una voz media dormida. Todos se giraron hacia la cama donde Therón comenzaba a abrir los ojos.
Estiró su cuerpo pesadamente antes de tocar con su mano su cara, en el sector donde dolía. Eso pareció recordarle la noche anterior porque salto de la cama y se arrinconó contra la pared, hundido atrás con la misma expresión de un perro mojado y miedoso.
— ¡Buen día!— exclamó Valquiria sonriente acercándose a la cama.
— ¿Quien eres? ¡No te me acerques loca! —exclamó extendiendo su mano impidiendo que ella se acercara mas.
Claro, porque soy mujer tengo que ser loca; pensó poniendo los ojos en blanco. Ella miró hacia un lado. Leonardo volvía a la habitación cerrando la puerta detrás de él, con la curiosidad puesta en el chico que acababa de despertarse. Más cerca de ella, Lena la mirada duramente; algo que le recordó la mirada fría y amenazante de Augusta. Aprendió bien.
— Discúlpate —le exigió.
Valquiria levantó una ceja de manera escéptica. ¿Era necesario darle una disculpa si ella no había hecho nada malo? Golpear a alguien es algo malo; se aseguró ella misma. Quisiera o no, tenía que hacerlo. Rebuznó como un animal antes de sentarse en la cama. Therón se movió hacia la esquina, sobre la almohada, para estar lo más alejado de ella.
—Discúlpame, creo que empezamos mal —reconoció intentando sonar sincera pero solo sentía incomodidad— Mi nombre es Valquiria Von Engels, y ellos son Lena, Augusta, Norbert, Leonardo y Newén —presentó a todos en el momento en que este ultimo salía del baño. Therón no respondió. Los miraba son sus grises ojos perlados con precaución, quedándose detenido en la imagen de Lena a unos pasos de él— ¿Cómo es tu nombre completo? —preguntó Valquiria, pero él no dijo nada.
— ¿Segura que habla ingles? —inquirió Newén despacio. Ella asintió sin romper contacto visual con él.
— Theron Gutiérrez —respondió con un hilo de voz— Ustedes... son cazadores, ¿no es cierto? Por eso sabes pelear, tenés el cuchillo y el anillo —murmuró señalando el anillo de oro que descansaba en el dedo de Valquiria. Sabe nuestra existencia...
—¿Cómo sabes acerca de los cazadores? —preguntó Augusta, desde un lado de la puerta, sacándole las palabras que Valquiria pensaba emitir.
— También lo soy —respondió inseguro— O lo sería si no me hubiese ido de la academia —agregó penosamente.
Paso sus manos por su pelo, acomodándolo hacia atrás, como un tic nervioso; con la luz, su pelo se veía de color castaño claro y su tez era cálida haciendo resaltar sus ojos como diamantes.
— Pareces demasiado normal para haber ido a la academia— comentó Leonardo a la lejanía— ¿Qué? No me digan que somos normales porque no lo somos... — agregó ante algunas miradas que recibió.
— Asistí un tiempo a la academia de Brasil cuando mi abuelo me envió, porque era tradición familiar. Él me entrenó hasta los 10 años que fue cuando ingresé pero la abandone hace tres años cuando mi madre murió —dijo Therón sintiéndose un poco más relajado. Su postura era menos tensa y parecía querer salir de ahí adentro.
—¿Dijiste que tu apellido es Gutiérrez? —volvió a preguntar Augusta. Therón asintió moviéndose hacia la punta de la cama, siempre manteniendo la distancia con Valquiria.
— La familia de mi padre no es Kamikaze, si lo es la de mi madre. Su nombre era Alma Colette. Y ella desciende de los... Von Engels —dijo levantando la vista hacia Valquiria. Ella abrió sus ojos al saber que en frente tenía a otra persona con la misma desgracia que ellos.
— ¿Eso significa que somos familiares lejanos?—preguntó Lena acercándose.
—Así es— respondió con solemnidad Valquiria— Eso significa que corres el mismo peligro que nosotros— agregó sintiendo pena hacia ese chico torpe y asustadizo.
— ¿Peligro? ¿Por qué? —preguntó agrandando sus ojos. Valquiria escuchó bufar a Norbert pero intentó no prestarle atención.
— Anoche intentaste matar a Lucius Harvey, ¿Por qué?— le preguntó.
— Él mató a mi madre, lo sé porque me lo dijo una médium y quería saber porque— susurró. ¿Una médium? ¿Me está hablando en serio?; pensó pero por la expresión de inocencia de él podía saber que era verdad. Valquiria respiró hondo conteniendo la impaciencia.
— Lucius lidera una logia que persigue a los descendiente de la dinastía Engelson, ósea, a nosotros. Ellos quieren nuestra sangre para intentar hacer hechizos y pociones, y quien sabe que mas— le explicó. La expresión de Therón no cambiaba más allá de la confusión.
— ¿Pero que le hicimos?— su voz sonó aguda e infantil.
— Simplemente existir —gruño desde arriba de su cama Norbert. Therón se sobresaltó al verlo bien, tan grande como un oso y con el mismo salvajismo que un animal.
— ¿Me están hablando en serio?— preguntó. Valquiria cerró los ojos con fuerza conteniendo el enojo. Este chico es desquiciante.
— ¿Nos ves cara de estar jodiendote? —preguntó Norbert moviéndose hacia delante de la cama, dispuesto a tirarse desde allí arriba para caer justo encima de él. Therón retrocedió y negó fervientemente con la cabeza recibiendo una sonrisa de satisfacción de Norbert. Therón se sumergió en un analítico silencio.
— Si estoy en la misma cruzada que ustedes... ¿me puedo unir?— preguntó mirando a Valquiria con entusiasmo. Ella negó rápidamente sin considerar esa opción. Le resultaba una locura meter en ese asunto a alguien que no conocía y que a simple vista era asustadizo e inútil— ¿Por qué no? — preguntó— En mis años en la academia llegué casi a nivel medio y soy bueno para aprender —explicó sentándose más cerca de ella.
Todo eso no significaba nada para ella. ¿Y si había otra pelea? ¿Y si a ese chico le pasaba algo? Era tan joven como Lena, aunque quizás tendría unos años más. Se imaginaba a su hermana en las mismas circunstancias y se sentía mal.
— Von Engels— escuchó la voz de Leonardo dirigirse a ella, aunque Lena también se giró. Valquiria lo miró. Él estaba serio y con porte erguida apoyado sobre la puerta— Él sabe lo básico y un poco más, lo que lo hace útil. Déjalo que él decida por sí mismo —le dijo.
Ella quedó en silencio, mirando a su amigo, pensativa. Leonardo llevaba la razón en este asunto, y solo tuvo que usar cuatro palabras para convencerla: Decidir por sí mismo.
— Está bien— asintió con voz tenue— Pero primero, hay que ponerlo a prueba —agregó girando hacia Norbert.
Éste sonrió mostrando todos sus dientes, sobresalían sus colmillos como si fuese un vampiro, y en la nubosidad de sus ojos sobresalía la diversión. De un salto se ubicó entre las camas, a centímetros de Valquiria y Therón, a quien tomó del brazo y lo levantó, dándole unas palmadas en la espalda.
— Cuidado Norbert— exclamó Augusta pero él rechistó.
— Los Von Engels no son suaves, ni siquiera Valquiria tiene suavidad y es mujer. Mírale el moretón —señaló el sector más oscuro cerca de su ojo— Barbas y espaditas, ¡andando! —dijo con un humor burbujeante llevándose a Therón, que mirada a Valquiria y a Lena en busca de ayuda. Newén y Leonardo cruzaron miradas desorientadas, pero con la seguridad de que esos eran sus apodos lo siguieron.
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