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XIX.


¡Valhala, estoy yendo!


Si alguna vez dije algo acerca de que lo bueno era malo o algo así, me retracto.

Y todo lo que puedo decir justo ahora es que lo siento por todo lo malo que he hecho. Claro que ahora, tirada en el suelo, después de haber sacado a Merlín de su prisión, que más podría decir.

—¿Dime qué tu plan no era que terminará de esta manera? —Me dijo Felipe cuando todos nos pudimos levantar del suelo donde terminamos después de que liberáramos todo nuestro poder para sacar a Merlín.

Miré a mí alrededor y todo estaba completamente destruido, no quedaba ni un atisbo de vida, los árboles estaban hechos cenizas, los animales habían huido despavoridos y esperaba que ninguno estuviera muerto por ahí o herido porque eso si no me lo perdonaría, hasta el cielo estaba nublado y gris.

Oh no, que he hecho.

Hay un libro de cuentos que mi madre me mostró de pequeña, aunque si me lo preguntas un libro escrito por los Hermanos Grimm no tiene nada de cuento. En fin, en esta versión se contaba un relato de como Merlín termino encerrado en el árbol más viejo de Camelot a manos del amor de su vida y de su mejor aprendiz.

También se trato de la primera humana, y la única conocida hasta el momento en desarrollar sus habilidades lo suficiente como para que un ángel le otorgará magia.

No revelaré como, porque esa fórmula sería la perfecta fórmula para sembrar el caos en ambos mundos. Ese secreto se quedará por siempre entre las filas de las brujas para toda la eternidad.

Nimue, fue su nombre. Aunque no sé tiene registro de cuándo es que nació, si de cuando murió. Y de cómo, a pesar de todo el mal encontró su final. Y por sobre todas las cosas, de haber dejado por toda la eternidad al mago más grande de todos los tiempos, tanto del Reino Muerto como del Reino de los Naturales aprisionado dentro del aquel lugar que un día llamó "su lugar secreto".

Ya sabes, ese lugar al que solo los enamorados más fieles recurren para expresar su amor de manera cómoda. Y no hablo de "eso", recuerden que en los tiempos de Arturo y Merlín, el amor no se demostraba en público, tales actos eran demostrados solamente en la comodidad del hogar.

La vida marital era meramente privada en esos tiempos.

—Tranquila —dijo Inés poniendo una mano en mi hombro— no creo que nadie haya salido herido. —Me tranquilizaron las palabras de mi amiga porque después de todo ella era un Oráculo que predecía el futuro.

—¿Ustedes están bien? —Pregunté solo para asegurarme de que así fuera.

—Sí —contestó Nicholas a mí lado. Me giré para encontrar a Taron ya de pie, junto con Felipe, Inés y Helena.

—¿Tú estás bien? —Él tomó mis manos entre las suyas.

Le respondí simplemente asistiendo.

—¿Deberíamos acercarnos? —Dijo Helena.

—Supongo que sí.

No había observado bien el lugar donde yacía el árbol que le tenía aprisionado.

Y honestamente temblaba con cada celular de mi ser, creo que aquella explosión de magia había drenado parte de mi magia de mi cuerpo y ahora temía que podría desfallecer si no me aferraba a algo, por esto, me acerqué a Taron y me aferré a su camisa.

No creo que aquel acto le gustará mucho a Nicholas, pero él estaba a varios metros lejos de mí, tomé lo que pude como ayuda, no es necesario verle otro lado a esto.

—¡No puede ser! —Dije llevándome una mano para cubrir mi boca. El lugar también estaba desecho.

—Vaya, creo que no fue una buena idea después de todo dejar que liberarás todo tu poder.

—Sí, creo que no lo fue. —No podía quitar la vista del hueco en el suelo ahora desolado y quemado.

No solo fue una mala idea, fue una pésima.

Me quedé viendo el lugar donde hace unos momentos estaba un precioso y frondoso árbol ancestral en donde mi abuelo yacía aprisionado y ahora solo era un montón de ceniza que el viento se llevaría muy pronto.

—Lo maté —me tiré al suelo llorando— todos tiene razón, solo soy oscuridad y destrucción, yo... lo maté.

—No, cariño, no. —Nicholas me tomó en sus brazos.

—Eso no cierto. —Dijo Helena viniendo a mí lado para consolarme.

—Claro que sí, solo ve lo que quedo de él. —Le grité, señalando el lugar donde estaban las cenizas del árbol.

Me acurruqué en los brazos de Nicholas, necesitaba sentirme a salvo y protegida, necesitaba sentir que todo estaría bien.

—No, tú no lo hiciste —dijo Felipe.

—Que si —le dije sin moverme del lugar donde estaba.

Berreaba y lloraba. Con los ojos cerrados.

—Que no —dijo Nicholas en mi oído— observa, abre los ojos.

Me sequé un poco las lágrimas con el dorso de mi mano y abrí los ojos. Casi no lo podía creerlo.

No podía creer lo que veía.

Lo logre, lo saqué y él vino a mí.

—Lo lograste —dijo Helena ayudando a levantarme del suelo.

Todos me dieron un gran y fuerte abrazo.

Y ahí, justo en ese momento supe que era lo que significaba tener una familia de verdad, ellos, mis amigos, eran mi familia.

Vi de lejos como Merlín se acercaba a nosotros un poco confuso, un poco feliz, un poco de casi todo se veía en su rostro.

—Disculpen —dijo el hombre frente a nosotros— ¿pero podría alguno de ustedes, damas o caballeros decirme que está pasando aquí?

—Parece que le debes una explicación a mucha gente —dijo alguien a mis espaldas.

Me gire para encontrarme con la mismísima Morgana.

¡Demonios!!!

¿Ahora qué?


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Sabes que estás en problemas, cuando aparece tu tía menos favorita/tú mama, tú guardián que se supone que debía seguir a todas partes, pero por suerte y gracias a todas tus buenas clases con el lograste evadirlo y tú tío/no tío en un mismo lugar, justo cuando acabas o no de liberar a tu viejo abuelo de un árbol encantado que ha sido su prisión por los últimos dos milenios.

Y yo los tenía ahora y aquí a todos reunidos.

Lo único que me reconfortaba de esperar el peor de los regaños y el posible castigo era que mis amigos estaban aquí, mi familia, cuidándome apoyándome cuando más los necesitaba.

Y luego se me revolvió el estómago cuando la queridísima tía Morgana comenzó a acercarse a uno de ellos, temí lo peor, pero ella solo se limitó a verlo con desdén y un poco de coraje.

Acto seguido dirigió su mirada hacia mí.

Oh cielos estaba en problemas...

—¿Tienes idea de lo que has hecho niña? —Y me propino una fuerte bofetada. Me dolió el alma, la cabeza y por supuesto mi propio orgullo.

A estas alturas el Merlín que había liberado se había desaparecido, pero estaba segura que volvería.

Si lo necesitaba volvería.

O por lo menos eso quería creer.

—No te atrevas a volver a tocarla —Nicholas se interpuso entre ella y yo. Quitándole así cualquier oportunidad de seguirme dañando.

—Por supuesto que sé lo que hago, de verdad me crees tan estúpida como para haber hecho esto sin un plan.

—Conoces la respuesta, querida sobrina.

—Bien, si no me tratas con respeto no te diré el plan —respondí tía Morgana sin siquiera pestañar.

La mujer se cruzó de hombros esperando quizás que le demostrara todas mis razones por las cuales lo que había hecho estaba mal. Pero no le iba a dar la satisfacción. Yo estaba bastante segura de lo que debía hacer y no estaba dispuesta por primera vez en mi vida de sacrificar nada o nadie que me importaba.

Nunca más.

—El plan es el siguiente, escuchen todos con atención por favor. —Dije dirigiéndome a todos los que quisieran escuchar.

Ahora si hasta la tierra iba temblar y se iba a deslumbrar conmigo.

Necesito un poco de sangre en el corte...

—Según ha pasado el tiempo, me han secuestrado, engañado y mentido personas que se decían mis amigos, familia y compañeros de trabajo, personas de otros tiempos suplantando identidades de personas que verdaderamente me importan —voltee a ver a todos en el lugar para asegurarme de que me estuvieran escuchando y de que estaba siendo lo bastante clara— y personas que estaban muy cerca de mí —esta vez mi mirada se fue hacía Taron solamente y es que como olvidar que me había mentido desde el primer minuto que llegue frente a él en Ravena—. Ah y sin olvidar mencionar que mí yo del futuro, de una línea bizarra y temporal me secuestro para asegurarse de que las cosas se hagan como deben ser.

Aquí es cuando dos más dos tienen sentido.


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En todos mis viajes, un común denominador brillaba. Yo jamás actuaba bajo un impulso, siempre tenía un plan. Y aquí había algo que no cuadraba siempre. Estaba en una clara desventaja a cada paso del camino.

Como con todos.

Así que fui al único lugar en el mundo, el único tiempo, que me dio paz y amor.

Además tenía una conversación pendiente con alguien aquí.

—Gracias por venir.

—Gracias a ti, por decirme lo que quería escuchar.

—París se ve hermoso en esta época de año, ¿no crees?

—Por supuesto.

A lo lejos, caminando de la mano estaba nuestro pasado, a su lado Felipe.

—Que felices fuimos mientras duro.

—Sí, lo fuimos.

No lo pudimos evitar, una lágrima salió por nuestro ojo derecho. Rodo por nuestra mejilla y cayó al suelo sin hacer ruido.

Como si nunca hubiese estado ahí en primer lugar.

Como nosotros al terminar este viaje.

—Supongo que si me has pedido venir fue por algo más que para dar un paseo por el callejón de los recuerdos.

—Así es. Solo... —La chica no le quitaba la mirada de encima a nuestro yo del pasado.

—Tomate tu tiempo —me senté en el suave pasto verde del Campo de Marte. Transeúntes se veían caminar a lo lejos.

Era marzo de 1989. El mundo se veía con otros ojos, no como los que ella y yo sabíamos que sucedían ahora mismo en nuestros tiempos.

—Quiero ver un poco más, todo lo que hemos perdido.

—Lo comprendo. —La chica se sentó a mí lado en el pasto. Sus pies chocaron con los míos en el suelo.

El cielo, el suelo, la torre y todo era mucho más grande desde aquí.

—Hay dos profecías en el futuro que debes saber.

—Dime la primera y la más fatal.

—Primero, dime... si te dijera que lo que hicieron Arturo, Ginebra y Merlín no fue un hecho aislado, ¿me creerías?

—A esta altura si me dijeras que el pasto es de chocolate, sí, te lo compraría.

Las dos reímos hasta caernos al suelo, nuestras cabezas chocaron también ligeramente al hacerlo. Pero no nos molesto, al contrario, esto para las dos era como tener la hermana menor o mayor que nunca tuvimos.

Pero siempre deseamos.

—Creo que debimos de tener una hermana.

—¿Alguna vez la tuvimos? —Le cuestioné segura, ya que ella dijo saber más del futuro que yo.

—No. —Contestó ella segura.

—Pero debimos tenerla.

—Vuelve a contarme lo de la profecía.

—En ella, aquello no fue una casualidad, los hilos del destino estaban establecidos desde antes de que Merlín viniera a este mundo.

—¿Cómo es eso posible?

—No me meteré en los asuntos de las tejedoras, pero en mis numerosos viajes al pasado conocí a una de ellas.

—Entonces es mentira que se han extinguido en el mundo moderno.

—No, es cierto. Pero ese viaje fue al pasado también.

—Deja de decirme cosas que no debo saber.

—Está vez lo necesitas como contexto.

—Está bien, continúa.

Desde el suelo la Torre Eiffel parecía más grande de lo que ya era si la veía de pie.

—¿Crees qué ella nos note? —Por un minuto mi otro yo saltó y se sentó a mí lado.

—No, no lo creo, sino ya habría venido a nosotros.

—Bien —aquella respuesta la tranquilizo. Volvió a recostarse— solo pude ver como los hilos estaban fijos, ella me mostro incluso como se deben cortar cuando los hilos se dejan, pero estos no se cortaron por más hechizos que la tejedora le lanzo.

Ella proyecto sobre nuestras cabezas, la visión de los hilos de los que hablaba.

Pocas brujas en el mundo pueden ver los hilos, pero todavía menos pueden manipularlos.

Yo los veo, pero no puedo manipularlos.

—Por eso le llamas profecía.

—Las Oráculos con las que andas ven esos hilos y hablan de lo que ya está escrito, pero ellas no pueden hacer nada para cambiarlo.

—Y nosotros sí.

—Espero que al hablarte de ello, tú si puedas.

—Dime entonces que hacer.

—Hay otro escenario donde nada sale bien que quería evitar.

—Y sé puede cumplir gracias a esta profecía de la que hablas.

—Sí.

—Te escucho atentamente.

—No confíes en Nicholas ahora.

—No puedes pedirme eso cuando tú misma has dicho que hay un momento para nosotros en el futuro.

—¿De verdad vas a arriesgarlo todo esperando a que ese momento ocurra? ¿Y sí no?

—¿Y sí, sí...?

—No lo vale, hay otra posibilidad.

—No sé si quiero saberla.

—Es muy tarde para eso. Ya no hay retorno de esto.

—¿Debo saber la verdad?

—Solo hay un camino a la luz. —Sentenció ella.

—A travesar la oscuridad. —Completé yo.

"Tres corazones enlazados por el amor, dos corazones enlazados por el odio, solo un corazón saldrá victorioso, los otros dos perecerán si no se cumple su destino..."


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—¿Pero saben qué? ¡Váyanse a la mierda todos con sus planes!! —Todos se sobresaltaron al oír mi opinión, todos excepto Nicholas que por experiencia ya sabía que algo así debía de pasar en algún momento. ¿Pero yo? Yo estaba feliz por dentro y por fuera, radiante quizás en que mi plan debía de funcionar como debía de ser.

—¡Eso querida! —Nicholas mí lado me apoyo, como siempre lo hacía con mis locos planes.

Un pinchazo en mi corazón me dio la pista que necesitaba para seguir.

—¿Y saben por qué digo esto? Desde que nací todos y cada uno de ustedes, incluyendo a Merlín que obviamente no está presente aquí porque mi plan ha funcionado, me han vigilado y calculado cada uno de mis movimientos para que lleguen a completar sus planes malvados o no, y no soy su marioneta, no le pertenezco a nadie, nadie va a decidir mi futuro y mi destino más que yo.

Mis amigas, las oráculos, me miraban incrédulas.

—¿Y saben que más? Ya me cansé de ser la chica frágil, dependiente, loca e incontrolable, de ahora en adelante esta es la que soy, les guste o no y si quieren que sus metas o intereses se cumplan van a tener que confiar en mí, porque les guste o no, esto es todo lo que tienen, así que ¿quién está conmigo? —Pregunté lo más segura que podía de mí misma.

Todos guardaron silencio, pero asintieron con algunas sonrisas en sus rostros, incluso Morgana, ¿yo? Todo eso lo interprete como un sí.

La guerra estaba por comenzar y está vez, esta noche sería el día en que el mundo cobraría poder y comenzaría de nuevo, como algo más, como lo que debió de haber sido siempre.

Además si quería saber la verdad, era hora de montar el show completo.


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Horas más tarde y ya de regreso en la dimensión del Reino Muerto, todos decidimos sentarnos frente a una mesa redonda, tal y como se hacía en los tiempos de Arturo.

Qué ironía que en una mesa como esta fue donde empezó toda la historia de los seres mágicos y míticos.

Como yo.

A veces, aún me costaba aceptar que yo también era parte de este mundo y no es que lo estuviera rechazando ni nada, aunque una parte de mí siempre sentiría cierto enojo por tener que dejar todo lo que siempre quise hacer y ser por tener que gobernar un mundo como este, donde todos los seres mágicos y míticos lograban convergen y hacer uno solo.

Y si bien este mundo estaba dividido por sectores y por pequeñas ciudades donde había mayores concentraciones de ciertas especies, como donde hay más vampiros es la ciudad de los oscuros y donde están los caídos es donde están casi todos los nefilims y sus hijos.

Pero también estaba esa pequeña parte que recién había descubierto se sentía emocionada por todo esto.

Por ser una reina aquí y en la tierra de los humanos, la verdad me sentía algo así como la sirenita.

"Reina en la tierra y en el mar..."

"Es muy tarde para eso. Ya no hay retorno de esto..."

"Solo hay un camino a la luz. A travesar la oscuridad..."

—¡¡Tierra a la princesa Luna!! —Dijo alguien sacándome de mi ensueño.

Era Felipe.

—No nos has dicho más que regaños, princesa, tenemos que saber qué hacer.

—¿Disculpa? —Dije algo ida aún.

—Lo que mi querido primo quiere decir es que necesitamos saber cuál es tu plan para saber qué estrategia vamos a usar en la batalla, princesa. —Dijo Taron.

—Ah sí, mi plan —dije soltando una pequeña risita— lo siento, es que estoy esperando a alguien más para comenzar a explicarme.

—¿Pero a quién? Si aquí ya estamos a todos.

Miré a mí alrededor y efectivamente estaban todos.

Morgana, algo molesta por el retraso, pero estaba aquí, Silenio, el joven guardia Arturo, Ana, Taron, Felipe, Helena, Inés, Nicholas.

Pero faltaba alguien aquí, alguien que venía unos cuantos años retrasado.

—Vamos, vamos, vamos... —Dije en casi un susurro y lo suficientemente bajo como para pasar desapercibido por todos.

Vamos, tenía que llegar, todo esto había sido por él.

Todo esto había sido su culpa, así que todo tenía que terminar gracias a él.

—¿Princesa a quién espera? —Me dijo Taron a mis espaldas.

—A alguien que tiene unos cuantos años retrasado.

—¿De quién hablas cariño? —Me dijo Nicholas una vez más posando del otro lado.

Espere un segundo.

Respiré otro segundo más.

Respiré otro más y otro y no aparecía aún.

Y entonces escuché unos pasos casi imperceptibles para los dos, algo débiles, algo ligeros, como de una persona mayor, como de alguien anciano.

Como de él.

Y por la puerta apareció.

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