
VII.
La tierra también es un infierno si te has portado mal.
Me gustaría mucho decir que los sueños como el de la noche anterior, se detuvieron. Pero no fue así. Al contrario, debió de pasar algo en mí desde esa noche porque pareciera que les di pie para que siguieran atormentándome.
Es como si después del sueño con la reina esa, hubiese permitido que los sueños fueran más recurrentes.
Y aunque al principio, eran solo sueños ocasionales, que parecían aparecer una o dos veces a la semana, pronto empezaron a convertirse en algo mucho más recurrente, pasando a ser todos los días y después a unírseles visiones.
En el día, a plena luz del día y sin poderlas controlar aparecían.
Por ejemplo, hoy durante la comida, estábamos discutiendo Ana y yo de que era hora de que nos consiguiéramos un trabajo porque pronto estaríamos comiendo sobras o peor aún solo hogazas de pan, porque era lo que siempre había por aquí, gracias a que Taron había decidido proporcionárnoslo desinteresadamente de la panadería de su vecino y de un momento a otro estaba dentro de una visión.
Había ahí una chica corriendo por el bosque, llevaba en brazos un pequeño bulto.
No lograba ver desde donde la seguían, pero quise suponer que llevaba algo muy importante en sus brazos, una carga valiosa.
La chica corría lo más rápido que podía, pero siempre tratando de proteger y de que no le ocurriera nada a la carga que llevaba en sus manos.
Se detuvo de pronto y volteo a todos lados, buscando algo, dijo unas cuantas palabras al viento y acto seguido una sombra se materializo frente a ella.
La chica le entrego el paquete, intercambiaron unas breves palabras y luego se fue.
Y cuando la sombra se alejó con el paquete es que pude escuchar bien, el leve lloriqueo de un bebé me dio la respuesta.
Me levanté de la mesa sobresaltada en cuanto supe que era lo que había estado pasando en la visión. Mis amigos me observaron impacientes y algo preocupados mientras recuperaba la compostura y me sentaba de nuevo en la mesa.
—Es que se me acalambro una pierna. —Dije tratando de sonar lo más convincente posible.
Al parecer no lo logré porque todos continuaron viéndome como loca.
Parece que estas visiones no iban más que empeorar lo loca que ya estaba.
Será que estaba perdiendo el juicio y no me había dado cuenta o será que me estaba pasando la locura de mi madre por fin.
Necesito tener respuestas ya.
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Los días siguientes no me sentí mucho mejor, las visiones eran mucho más frecuentes, después de esa primera, las visiones comenzaron a ser todos los días, a cualquier hora del día, dos o tres o cuatro veces al día.
Eran demasiadas, tantas que mi cerebro estaba aturdido el ochenta por ciento del día. Muchas parecían recuerdos, otras parecían predicciones porque no reconocía nada, ni el lugar y por ende no sabía en qué tiempo se situaban.
Comenzaba seriamente a pensar que algo estaba mal.
Recordaba las palabras de mi madre, que me había dicho cuando los primeros sueños aparecieron.
"Las visiones iban a ir de mal a peor" no le había prestado demasiada atención hasta que estaba perdiendo la cabeza por ellas.
Estaba tan intranquila a veces, más que nada por las noches que ya no me daba cuenta de lo que pasaba a mí alrededor, y no tenía ni idea de si les molestaba a los que me rodeaban o de si les incomodaba.
No me interesaba intentar siquiera en guardar las apariencias o en fingir cómo me sentía, solo quería que me dejaran estar, que dejaran que las visiones y los sueños llegaran como tenían que llegar.
Al principio si los escuchaba, estaban preocupados, todos me lo decían, hasta mi madre, aunque ella solo llegó a decir que mis ojeras eran demasiado grandes y eso fue todo.
Por supuesto que yo lo tomé como que estaba preocupada por mí, pero realmente pudo estarse refiriendo a algo totalmente ajeno a mí.
Con ella nunca se sabe.
Por otro lado, ella pareciera ser la única que se siente como pez dentro del agua desde que llegamos a Italia, pareciera que se siente cómoda aquí, como si toda su vida hubiera tenido un único destino, llegar a Ravena.
Y mientras yo estaba enloqueciendo con las visiones y los sueños.
—Tienes que calmarte niña o vas a terminar por destruir la casa en uno de tus sueños —me dijo mi madre esa misma noche cuando una vez más me había despertado cubierta en sudor, cansada y somnolienta.
Me paso un vaso con agua y una vez que me tranquilice le contesté.
—Lo sé, lo intento —dije cubriendo mi rostro con una almohada— pero no lo logro, no las puedo controlar.
—No crees que es hora de que lo admitas... —Me gire a verla y sus ojos de nuevo tenían ese tono color verde esmeralda.
—Mamá... —Ella no reacciono, no sonreía pero no me quitaba la mirada serie de encima. Así que intente contestar su pregunta como si nada— ¿Qué?
—Que no puedes con ello.
—No sé a qué te refieres —Tragué saliva. Mi cuerpo entero comenzó a temblar.
Y cuando pensé que ella diría algo más, sus ojos cambiaron y de nuevo era ella.
—Ignórame si quieres, pero tú sabes que es cierto... —Me dijo mientras cerraba la puerta de mi cuarto.
Era hora de tomar el asunto en mis manos.
O mejor dicho de dejarlo en las manos de alguien más.
O quizás sea hora de tomarme un descanso de todo.
—Ah... y lo olvidaba ayer llegó una carta para ti. —Dijo mi madre medio asomándose por el rabillo de la puerta de mi habitación.
—Muy bien... —Respondí secamente— ¿Y dónde esta?
—¿Dónde está qué...?
—La carta.
—¿Cuál carta?
Y ahí estaba mi madre. La de siempre.
—No sé de qué hablas, ya vuélvete a dormir ¿sí? —Dijo mi madre una vez más antes de esfumarse de nuevo por la puerta de mi habitación en mitad de la noche.
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La siguiente noche la pesadilla continua, pero esta vez estaba en un viejo pueblo, parecía Salem, pero no lo era, y créanme lo puedo reconocer hasta dormida.
Después de todo ahí casi me queman varias veces ahí, por brujería, en diferentes tiempos, claro.
Sin embargo, se parecía mucho, había gente en todas partes, gente que caminaba plácidamente, gente que hablaba de las cosas que le pasaba todos los días, gente que comía, respiraba, niños que jugaban con sus juguetes, animales comiendo, mujeres limpiando, tendiendo ropa, cuidando a sus hijos y a su casa.
Todo parecía normal.
Excepto porque todos ellos eran seres mágicos.
¿Dios mío en qué lugar me he metido ahora?
Observé bien mí alrededor para ver si alguno de ellos podía verme, porque puede ser, remotamente, pero puede ser que sin darme cuenta esta no sea una visión, y que realmente me haya transportado a otro lugar mientras dormía.
A estas alturas nada podría sorprenderme.
Pero no, para mi suerte, esta era una visión, ya que por más que trate, nadie me prestaba ni la más mínima atención.
Bien, ahora solo tenía que averiguar dónde estaba y porque este lugar es que estaba lleno de sobrenaturales y seres mágicos por todos lados.
¿Qué como lo sé?
Los sobrenaturales y/o seres mágicos, algunas veces usan una especie de camuflaje para proyectar solo lo que ellos creen convenientes para los humanos, aunque algunas veces hay algunos que son tan potentes que son impenetrables aún para un ser mágico.
Esto se llama Glamour y se desarrolla en todos los seres sobrenaturales desde el nacimiento, sin embargo, no se puede usar hasta que los niños sean lo suficientemente maduros como para proyectarlo por completo en ellos mismos, lo cual sucede alrededor de los doce años.
En mi caso, yo lo pude hacer a las nueve, solo un año después de que mi magia se manifestará.
Y este era el caso, parecían humanos normales para cualquiera, pero ante mis ojos, eran brujas, magos, dragones, sirenas, vampiros, dríadas, había demasiados.
Y al mismo tiempo, eran pocos para mí, porque aún no alcanzaba a divisar a las hadas por ejemplo, y no es que quisiera verlas, digamos que no son muy amables.
Lo cual me lleva a advertirte que nunca, jamás confíes en ellas, y es que suelen ser tramposas y egoístas, además sus glamores son los más potentes que hay, su magia se manifiesta en los primeros tres años de su vida por lo que tienen mucho más tiempo para dominarla y entrenarla para usarla como a ellos les plazca, además de que ni las Seelies son del todo buenas.
Las hadas se dividen en dos cortes, la Seelie que en apariencia y para propósitos de mi explicación, digamos que son las buenas (ni tanto) y la un Seelie las cuales tengo la obligación de decir que, si son malas, muy malas, diabólicas y están todas locas, créeme nunca debes hacerlas enojar y la única manera de librarte de una de ellas es la muerte. O al menos eso es lo que se dice. Nunca he hecho tratos con ninguno de los dos tipos.
Pero sí sé que con ninguna de las dos se debe de jugar.
Y aquí estaban todas ellas, en mi visión.
No entendía nada, porque me estaba mostrando esto mi cerebro, era un recuerdo o una visión del futuro o sería del pasado.
Definitivamente me estoy volviendo loca, loca sin control.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta que todos los que antes había visto y reconocido se habían estado juntando alrededor mío, en forma de circulo.
Como si fuera un ritual.
No, espera un minuto...
Demonios estaba en un ritual. Yo.
¿Era yo? ¿Acaso yo estaría en un ritual en el futuro?
Seguí observando a todos, nadie se movía, nadie hablaba, solo estaban parados ahí, a mí alrededor, como si estuvieran listos para algo, pero al mismo tiempo estaban esperando...
Estas visiones definitivamente me estaban matando, comencé a frotarme los ojos como una niña pequeña, esperando que quizás cuando los abriera, todos ellos se hubieran ido y de nuevo estuviera en casa, en mi cama, jugando entre mis sábanas a ver si me podía dormir esta noche.
Pero no.
Uno de ellos, un anciano que reconocí como un mago, dio un paso al frente y hablo.
—Tú nos has quitado mucho, has estado por el mundo jugando un juego que te está quemando los ojos, el alma y tu esencia de nacimiento... —Quise protestar, pero el anciano no me dejó.
Taparon mi boca permanentemente con un encantamiento.
—"Tibi nos debere" "Tibi nos debere" "Tibi nos debere..." —Repetía la gente una y otra vez.
No, latín...
No...
Solo conozco un puñado de encantamientos pronunciados en latín, ya que son demasiado poderosos si quiera para regarse por el mundo de los sobrenaturales... pero este no lo conozco en absoluto.
Aún así tengo miedo, mucho miedo...
—Nos lo debes, Nos lo debes, Nos lo debes. —Comenzaron a recitar ahora todos.
—Te has desplazado por el mundo jugando un juego, quieres ser normal pero no dejas tu parte mágica, quieres lo simple y aburrido, pero no dejas de desearlo todo al instante. —Dijo el anciano.
—"Lo devi a noi" "Lo devi a noi" "Lo devi a noi..." —Comenzó a recitar el grupo de nuevo al unísono.
—Te mueves entre dos mundos, entre dos poderes, luz y oscuridad, bondad y maldad.
Eso ya lo sé... creo.
—"Tu nous le dois" "Tu nous le dois" "Tu nous le dois..." —Canturreaban al unisonó.
—Tú nos lo debes, no solo eres tuya, eres de todos, tú decides por todos, tú eres todos.
Todos a mí alrededor comenzaron a cerrarse hacia mí, ¿me iban a linchar a acaso?
No, no otra vez.
Cerré los ojos tratando de salir de la visión, cubrí mis oídos con mis manos, pero aún podía seguir escuchando sus voces recitando esas palabras "Nos lo debes..." en diferentes idiomas.
¿Qué les hacía creer que yo les debía algo?
¿Qué podían querer de mí?
Antes de que pudiera tener tiempo de responder esas preguntas la visión termino.
—¡¡¡Gracias a Dios!! —Dije a la simple oscuridad de la noche que rodeaba mi habitación— estoy en Ravena, estoy en Ravena, estoy en casa.
Casa.
¿Qué es casa?
No creo que yo nunca jamás tenga un hogar, pero si tenía algo parecido aquí iba a luchar por ello. Hasta la muerte si es necesario.
Me tire en la cama pensando, razonando, sintiéndolo todo, las lágrimas me ganaron.
Definitivamente necesitaba ayuda, necesitaba que estas visiones desaparecieran o me volvería loca. Si no es que ya lo estaba.
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