Hasta que el cuerpo te diga lo contrario - Parte 2
Kolbein, regresó a disfrutar su victoria rodeando con el brazo a su gran amiga, pero eso no fue bien recibido por su contrincante que ya estaba ahí respondiendo con cierta incomodidad a las bromas y preguntas de todos.
—¡Hermano, por fin te acercas! ¿Dónde andaban, eh? —cuestiona Brand con cierto tono pícaro, quizás era el alcohol.
—¿Estás ebrio? —pregunta Ailana asombrada —¡Brand, esto es algo que debe quedar para la posteridad! —finalmente, se burla.
—¡Responde pequeñita! ¿Estabas a los besitos por la oscuridad? —la chica se pone roja hasta las orejas y Kolbein hace una mueca de incomodidad.
—Creo que deberías medir lo que dices —interviene Forseti muy serio, y observa con ternura el sonrojo de Ailana.
—¡Precisamente, porque si fuera lo que estábamos haciendo no es de tu incumbencia…, hermano! —Comenta Kolbein, enojado.
—Es posible, pero creo que esta linda niña no es de las que se besuquea en secreto… ¡No como las amigas de Viggo! —interviene Forseti, otra vez, y su último comentario hace que todos miren al mencionado. Él por su parte tenía un rostro de irritación, parecía como si algo le estuviera molestando terriblemente, pero era claro que no había captado el comentario de su amigo. La razón era otra, Ailana levantó la mirada y se cruzó con sus ojos azules casi vueltos negros por el enojo, eso fue un chispazo de segundos, justo antes de que se girara y dejara a todos boquiabiertos por el desplante; algo tan inusual en él, quien solía burlarse de sí mismo el 99% de las veces.
—¿Qué le pasa? —pregunta Dagny asombrada—. Él nunca es así…
—¡Quién sabe! Quizás ha tomado demasiada hidromiel, no es la primera vez que se pone raro por los efectos del alcohol Aesir—. responde Forseti, sin quitarle la vista a Ailana que parecía haber sido herida por una daga envenenada.
—¡Tienes razón! Se acuerdan hace un año cuando se fue a los golpes con ese descendiente de Elfos… ¿Cómo se llamaba? —menciona Magnus.
—¿De qué hablan? —pregunta Brand extrañado.
—Eirling —menciona Dagny, acariciando las mejillas de su amado—. Así se llama, amor.
—Gracias hermosa —le responde con un guiño—. Se acuerdan que en uno de los bares donde fuimos a festejar los 17 de Leif, estaba bebiendo y fue a los baños, pero cuando salió, Eirling estaba detrás de él; empezaron a discutir y de pronto se dieron de golpes.
—No lo recordaba, pero tienes razón… A veces parece que pierde el control—. Menciona Brand.
Se quedaron hablando de él por varios minutos más, Ailana parecía nerviosa y le pidió a Kolbein sentarse un momento, pero lejos del grupo.
—¿Viste la forma en la que me miró? —inicia una vez que se han sentado.
—¿Forseti? Me pareció que…
—¡Viggo! Hablo de él, Kolb… ¿Lo viste? —interrumpe con notoria ansiedad en la voz.
—¡No, no vi nada! —responde —me quedé pensando en Forseti que…
—¡Olvida a Forseti! Esto es más importante —él la mira extrañado, no la veía tan ansiosa desde antes que las pruebas iniciaran—. Creo que Viggo me miró con odio… sus ojos se veían opacos, y eso que son azules. Siento que le molestó tu respuesta al comentario de Brand.
—¡Bah, no, no es posible! —dice risueño —¡Estas alucinando mujer! Además, ese lado está súper oscuro… No creo que le haya molestado eso, tal vez le había puesto el ojo a alguna chica y se la quitaron—. continuó burlón.
—¡Creo que eso no es un problema para él! —menciona la chica señalando con la cara hacia un rincón del salón. Viggo está con una descendiente, mitad elfa, sentada sobre él y la besa con apremio mientras pasa la mano en su pierna por debajo del vestido.
—¡Ves! Te dije que… ya no importa ¿Quieres ir a los jardines a respirar un poco? —pregunta él, Ailana lo mira con tristeza y asiente parándose en silencio.
—¡Lo siento, hermano! —dice y le da una sonrisa—. Ese Viggo es muy testarudo… ¡Recuerda que prometiste no desanimarte!
—Descuida —sonríe, pero sin mostrar alegría en el rostro.
El aire en los jardines fue el ideal para el momento, las flores nocturnas le daban un toque mágico al ambiente con sus tonos y aromas. El alumbrado alto permitía apreciar toda su belleza a detalle, Kolbein y Ailana, se sentían en un ambiente perfecto para descansar del agobio de esa fiesta. Ella está sin zapatos y el cabello suelto del peinado que le ha ajustado el cráneo tantas horas, por su parte él va sin saco, con la camisa afuera, algunos botones abiertos y la corbata en el bolsillo del pantalón.
—¿Ahora puedo hablar de Forseti? —inicia él tímidamente.
—Oh, cierto. ¿Qué sucede con él? —responde totalmente desinteresada mientras mueve el gras con su pie descalzo. Ambos se habían acostado en la grama.
—¿Qué sucede con él? —la imita con voz infantil —¿Por qué te das cuenta de todo menos de lo que te concierne?
—¡Uff, qué carácter! ¿Te quitaron al novio? —comenta risueña , pero al instante se borra su sonrisa al recordar el motivo por el que estaban acostados en los jardines—. ¡Que lengua la mía! Perdona Kolb… —menciona apenada.
—¡Tranquila! Prometí que no me iba a desanimar… Y sé que es la peor promesa que se me pudo ocurrir hacerte —dice despeinándola y empiezan a reír.
Se quedan en silencio acostados uno al lado del otro, mirando las estrellas, cuando unas risas los sacan de su mundo de ensueño. Ailana se pone de pie y corre hacia los arbustos, al otro lado está el camino de piedras que recorre el largo del jardín por el centro y al frente la otra pileta, bancas de mármol y varios árboles; básicamente lo mismo que ellos tienen en su lado del jardín. La chica se queda viendo expectante y las voces empiezan a disminuir el volumen, con la intención de no ser oídas si hay más personas en el mismo lugar, como ellos estaban en el gras, no habían sido vistos.
De pronto, ve las dos siluetas en la parte oscura donde están los árboles, son una pareja que se empieza a besar apasionadamente mientras se van desvistiendo. Es obvio que asumen que no hay nadie ahí, y si lo hubiera, habría ido con las mismas intenciones que ellos; por lo que no se molestan en quedarse la ropa. Ailana se pone la mano en la boca para reír con ganas y llama a Kolbein con señas, este sonríe y se acerca agachado, ambos empiezan a ver como la ropa cae por diferentes lugares y tratan de reconocer a ese par que no se aguantó más las ganas, pero sin éxito.
En poco tiempo, solo la chica ya está desnuda, su pareja la aprisiona contra el árbol mientras besa intensamente su cuello, hombros y finalmente atrapa un pezón entre sus labios. La chica suelta un gemido apenas audible y él le tapa la boca mientras con la otra mano le frota el otro pezón y luego en una caricia la masajea abajo, la chica parece estar bastante excitada. Ailana no da crédito a sus ojos y Kolbein se da vuelta para sentarse en el gras con las piernas flexionadas, apoya un brazo en una rodilla y el otro se lo lleva a la cara para taparse con la mano. Siente vergüenza por la situación, aunque también le resulta divertida, ella se arrodilla a su lado y se empiezan a reír juntos.
En vano están intentando contener las risas mientras se oyen los gemidos de la descendiente, cada vez más cerca del climax y luego todo silencio; Ailana vuelve a espiar y pone cara de asombro, lo que llena de curiosidad a Kolbein y decide mirar nuevamente. Ahora han cambiado de lugares y la chica está de rodillas frente a él, dispuesta a hacerle sexo oral, pero algo parece estar mal. Empiezan a tener una discusión, no se escucha muy bien, aunque ella se ve furiosa mientras busca su ropa, entonces el chico mira hacia el lado donde están y ellos se esconden; no los ha visto, solo se acerca a recoger algo y Ailana lo reconoce. Es Viggo, le entrega la prenda a su acompañante y esta se va furiosa por el camino de piedra en dirección al castillo, con él siguiéndola de cerca.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro