CAPÍTULO 13: El ataque directo de los muertos
Magnus y Leif están en plena batalla, armados con Gungnir y Skofnung, respectivamente. Todos sentados alrededor observan en silencio el despliegue de técnicas mientras Eirik les exige más y más entrega en el campo. En ese instante, la espada de Filippa, Angurdaval, empieza a emitir un resplandor intenso aún dentro de su funda. Lo que pone sobreaviso al maestro. A lo lejos se empieza a escuchar el Gjallarhorn, es la señal de emergencia, todos se ponen de pie rápidamente y corren hacia el lugar del llamado.
Un batallón de Draugar, una especie de muertos vivientes putrefactos, aparece entre la espesa niebla y tienen que enfrentarse a ellos. No los igualan en número, pero los Draugar son un real peligro por su habilidad para crecer a voluntad propia y consumir a sus enemigos. Se escuchan gritos provenientes de todas partes, la densa niebla no permite ver el campo completo.
Se emite un fuerte ruido y el Skidbladnir entra en acción, sobre él están Viggo, Leif y Forseti, junto a la tripulación. Aparece entre la bruma aplastando algunos Draugar en su camino; y destrozando a los que se trepan hacia cubierta. Logran subir a algunos descendientes, Viggo está tratando de sacar a la mayoría del lugar porque no sobrevivirán al enfrentamiento. Su mirada viaja por los grupos que ve a babor y estribor, pero no encuentra a la persona que le genera esa angustia. Baldur grita a unos metros, haciendo señas para que recoja a un grupo de descendientes que están junto a él, ya se pueden ver varios heridos. Viggo decide avanzar e ir salvando más gente, aunque no ha logrado la paz que busca.
Magnus lanza la potente Gungnir por el campo, el ruido es atronador, la tierra tiembla y ella destruye lo que está en su mira. Armado a su vez con una espada pelea mientras Gungnir va cortando la bruma hacia su blanco y regresa, está acompañado de los descendientes que conforman su ejército. Brand se mantiene cerca y ha desenfundado a Tyerfing, sabe que esta batalla es a muerte y su espada necesita cobrar todas esas vidas putrefactas que han osado amenazarlos. Ragnar, también lucha cerca de su portador, como buen caballero de confianza, trata de proteger sus flancos expuestos cada vez que utiliza a Gungnir; el megingjörð lo ayuda a destruir varios Draugar con un solo golpe de su Hacha/Martillo.
Kolbein, corre por los pasillos del castillo principal buscando más personas, hace unos minutos que se ha separado de Eeva y Ailana, ellas se han quedado a apoyar en los enormes salones que están siendo atacados mientras decenas de jóvenes tratan de librar batalla. Decide multiplicarse aunque sabe que será la única vez que lo podrá usar en ese día, así logra oponerse a varios muertos, casi al mismo tiempo lanza varios Draupnir enlazando Draugars para ejercer control sobre ellos y facilitarle el trabajo a sus compañeros, mientras tanto empuñando a Dainslief parte a la mitad a los horripilantes muertos que lo atacan.
Sin embargo, no logran evitar que uno aumente su tamaño rompiendo el techo del castillo, algunos escombros caen sobre un grupo de jóvenes, quedando aplastados. Kolbein queda con las piernas atrapadas bajo un enorme bloque de mármol y su magia se ve interrumpida; sus copias desaparecen trágicamente ante los ojos nerviosos de su ejército ahí presente. El enorme Draugar empieza a acercarse hacia él, todos se quedan atónitos e inmóviles. Usando un último recurso lanza un Draupnir para enlazarlo, pero el Draugar que ya había visto su magia, le da un manotazo y lo esquiva.
Entonces, dos flechas surcan el aire e impactan en los ojos del Draugar, causándole dolor y desequilibrio por unos instantes, un ruido como un trueno surca todo el ambiente y una luz plateada muy brillante se enlaza alrededor del bloque; era Eeva usando a Gleipnir, el bloque se parte en mil pedazos y la fuerza con la que sale la arenilla hace retroceder aún más al Draugar. Las herederas y el portador aprovechan para unir armas y destruir al muerto, sacan a sus compañeros de los escombros y al salir del derrumbe del castillo se encuentran de frente con el Skidbladnir. Viggo siente que su alma le regresa al cuerpo cuando se topa con los ojos miel de Kolbein, los descendientes suben, pero ellos dos solo pueden asentir con la cabeza para emprender cada uno su camino hacia la batalla.
De los jardines sale un aura seductora, varios Draugar se están dirigiendo a ese lugar, por lo que portadores, herederos y caballeros deciden ir para terminarlos definitivamente. Caminan hipnotizados y atraídos por la magia que se emite de ese lugar, en su interior Dagny, destruye con hechizos a cuanto Draugar aparece; de igual manera, Anja con sus dos espadones de hoja gruesa, Filippa con su espada Angurdaval, que está incandescente y el ejército que las acompaña. Avanzan acabandolos por la retaguardia. Quedan unos frente a otros, por poco y se atacan entre ellos a causa de la densa bruma. Salen corriendo a ver si alguien más necesita ayuda, pero entre los maestros y Baldur ya tienen todo bajo control.
El Skidbladnir reaparece casi lleno de gente y empiezan a bajar a los heridos primero, algunos salen de los castillos aún en pie, de las bibliotecas y otros de las cámaras subterráneas. Es reconfortante ver personas a salvo, algunos maestros llevan a los descendientes dentro de los salones para darles calma y curar sus heridas, solo quedan los herederos y portadores junto a los maestros y Baldur. No quieren alarmar a todos pero se han dado varias bajas en batalla: Profesores, personal de servicio y varios descendientes. No son números elevados, pero prefieren que los demás no vean el estado de todos ellos, se dividen en grupos para hacer el reconocimiento de toda la zona. A los que encuentran los llevan a la capilla subterránea para esperar hasta que lleguen los familiares e iniciar con las ceremonias fúnebres
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