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Capítulo 35

"Todo está en la frecuencia"

POV ELLIE

En el transcurso del camino recibo una llamada de Derek y me pongo nerviosa, ya que a penas recién se está comunicando conmigo y estoy segura de que quiso darme mi espacio, tal vez esperando que yo lo llamara primero. 

Me siento culpable, porque desearía no haberme encerrarme en mi pozo depresivo y evitarlo como si él fuera cualquier persona insignificante en mi vida, cuando en realidad, es todo lo contrario. No es algo que haga a propósito, y se que son una de las tantas cosas que debo mejorar de mi misma y más por nosotros, ya que, sin comunicación y confianza, las relaciones siempre terminan en fracaso.

Presiono mi dedo índice en la pantalla de la radio para usar manos libres y respiro hondo antes de hablar.

—Hola, amor.

Si, Ellie. Usa tu voz mamona para que no se note la culpa.

Eres un genio.

Hola, ¿dónde te encuentras? —pregunta de forma tranquila y eso me hace sentir que estoy en la zona segura— Vine a la escuela para hacerte una visita sorpresa y la sorpresa me la lleve yo al no verte.

Nop, no estoy en la zona segura.

—¿En serio? Vaya, justo tuve que irme porque Stiles me necesitaba.

Gruñe molesto con mi comentario.

—Esta bien, lo siento ¿si? —digo derrotada y suelto un suspiro—. Actué mal y no me atreví a hablar contigo porque soy una cobarde.

No eres cobarde —me responde molesto—. Solo actuaste de forma inmadura y no me gusto que no hablaras conmigo. A veces das por hecho de que siempre voy a saber lo que estas pensando cuando en verdad no siempre es así.

—Era lo que quise creer —reconozco avergonzada—. No comentaste nada estos días.

No lo hice porque estos días fueron todo un caos y creí que lo correcto era esperar a que tu comentaras algo sobre tu cumpleaños.

—Lo siento —vuelvo a disculparme—. Han pasado tantas cosas en estos últimos días, que lo último que quería era celebrarlo, pero tampoco se los dije a ustedes, solo me calle y me porte horrible, en especial contigo.

No te culpo, solo quiero que me hables de estas cosas, que me hagas participe y no me dejes de lado.

— No es mi intención que te sientas así, lo que menos quiero es eso.

Aprieto el volante, con ganas de estampar nuevamente mi nariz contra el volante. 

—Hoy la psicóloga me recordó que debo permitirme disfrutar los pequeños momentos de felicidad, más cuando son con las personas que amo —le cuento teniendo mi vista en su nombre reflejado en la pantalla, como si eso me permitiera tenerlo cerca, pero me recuerdo que estoy conduciendo y me obligo a mantener mis ojos puestos en el camino—. Y puede que no quiera que me digan feliz cumpleaños, pero si quiero mimos y amor. Quiero chocolate y dulces por montón, quiero comer nutella mientras estoy siendo cuidada por ti.

Se mantiene en silencio unos cuantos segundo antes de volver a hablar.

 —En ese caso, cuando termines lo que tengas que hacer, te diriges al bosque y voy a estar esperándote en nuestro lugar.

—¿Lo dices en serio? —pregunto con cautela, sorprendida a que me complazca. 

Sí, voy a darte lo que quieres y luego yo te voy a hacer pagar por no hablarme, por no despertarme en la mañana e irte de esa forma.

—Estabas cansado anoche —me excuso, pero una sonrisa tira de mis labios.

Eso no te va a ayudar en nada, Argent.

—Tengo mi periodo.

No sería la primera vez que lo hacemos cuando estas con tu periodo —me recuerda.

—Que conste que el amarre te lo hiciste sólito.

Lo hice desde que mi esperma hizo su trabajo, así que no me quejo.

No puedo evitar reírme y él se une conmigo.

—Si esto no fuera importante iría ahora mismo allí, pero con los chicos tenemos que convencer al entrenador de que vuelva al equipo para que cancele el juego —le explico— Solo él puede.

Cierto, hoy es el partido benéfico en contra del cáncer. 

 —Así es, lo queremos suspender porque va a ser transmitido y creemos que la frecuencia de la señal televisiva va a hacer lo suficientemente alta como para atraer a la Bestia y eso solo dejará una gran masacre por toda la escuela.

Bien, iré contigo.

—¿Y los niños? —pregunto dudosa.

No voy a dejarte sola con esa cosa, amor  —suspira—. Los niños pueden quedarse con Cora, no me gusta pedirle este tipo de favores, pero se que tenemos que estar presentes en ese partido.

—Si no tenemos opción, es mejor que se queden con Cora y el resto.

— Alex y Andrea están en la casa Eichen para ver que pueden conseguir, no se cuanto tiempo les lleve eso.

Eso quiere decir que Cora va a estar sola con Isaac.

Interesante.

—¿Sobornar al encargado sirvió?

Sí, tenías razón. Los dejaron entrar sin ningún problema. 

Comienzo a bajar la velocidad cuando voy llegando junto al jeep de Stiles y lo estaciono detrás. Los chicos estaban esperándome ya en la acera.

—Debo colgar ahora, pero te aviso cuando termine con los chicos.

Me parece, nos vemos.

Cuelgo la llamada y voy donde los chicos.

Los tres caminamos hacia la entrada del centro de rehabilitación de Beacon Hills Stepping Stones y los chicos se detienen en la entrada observando todo adentro hasta que captamos al entrenador en uno de los sofás y entramos yendo hacia él.

—¿Qué hace? —se pregunta a si mismo Stiles y los tres rodeamos al entrenador viendo que parecía ido.

—Entrenador —lo llama Scott mientras se sienta junto a él—, somos Scott, Ellie y Stiles.

Stiles se sienta al otro lado y yo simplemente me quedo en el sofá individual que estaba al frente de ellos. 

—Entrenador, estás en rehabilitación, no te hicieron una lobotomía —se exaspera Stiles al ver que no reaccionaba.

—¿Entrenador? —lo llamo.

Los tres nos miramos sin saber que hacer, pero Stiles dirige su atención en el juego de mesa que estaba enfrente y extiende su mano hacia ella.

—No lo toques.

Los tres nos sorprendimos cuando reacciona y golpea el brazo de Stiles.

—Tengo a la enfermera Gonzalez por las bolas los últimos tres movimientos y lo sabe —parecía bastante contento cuando nos cuenta eso.

—Olvídelo, deje la rehabilitación.

El entrenador manda a callar a Stiles.

— Shh. Ni pensarlo.

—Oiga, sabemos que está bien —empieza Scott pero el entrenador lo manda a callar mientras mira atento a nuestro alrededor.

—Tengo una enfermedad debilitante —explica su mentira—. Se llama "no recibiré otra flecha en mi estomago-fobia" —se gira hacia Scott—. Búscalo en el diccionario.

—Nadie disparará flechas a nadie, ¿si? Solo necesitamos que dirija el juego de caridad.

Comienza a reírse.

—¿Caridad? Imposible.

—¿Como logró engañarlos para que lo dejen quedarse? —pregunto Stiles con curiosidad.

—Yo... tengo recaídas muy serias —nos mira a los tres de forma seguida—. He tenido siete.

—Eso es una al mes —comenta Scott.

—Si, verán, cada vez que me van a dar de alta... cada vez —suspira como si fuera algo muy complicado para él— recaigo.

Mentiroso.

—¿Y nadie a sospechado? —le pregunto escéptica. 

—Tengo un seguro medico fenomenal —me responde airoso—. Así que, ¿por qué no se largan de aquí? Odio los juegos de caridad. No tienen sentido.

—No creo que los beneficiarios concuerden con eso —susurra Stiles.

—¿Que causa apoyaran?

—Cáncer —le respondo.

—¿Pro o contra?

—Contra.

Los tres lo miramos mal.

—Entrenador, profundamente en contra —responde Stiles indignado.

—Si, si, bueno, estoy profundamente desinteresado.

Nos hace un gesto para que nos vayamos, pero ninguno se mueve.

—Entrenador, te necesitamos —suplica Scott

—No volveré a entrenar ahí.

—Qué bien,  porque no necesitamos que dirija el partido —le explico.

—Solo necesitamos que lo abandone —me sigue Stiles y se nos queda viendo nuevamente de forma rara a los tres.

Esperamos en silencio unos cuantos segundos hasta que se coloca de pie de forma melodramática y acepta.

Oh bendito, si que acepto para el alivio de los tres.

Así que, ya todo estaba puesto en marcha, solo quedaba esperar a la noche, pero por mientras, tal parece que yo debo irme a mi cita.

.
.
(...)
.
.

Nuestro lugar de encuentro consistía en la antigua mansión Hale, la cual, aún seguía siendo solo un pedazo de terreno que el estado estaba empecinado en quitárselo a Derek, pero él tenía un buen abogado que lo estaba ayudando a conservar el lugar. Después de todo, aquí fue donde nació y se crío parte de su adolescencia, y a pesar de la tragedia de su familia, aquí es donde Derek pudo conservar los bellos momentos y gran parte de nuestra historia.

Cierro la puerta del vehículo y me encuentro de frente con Derek, estaba apoyado en su camioneta mientras mantenía su mirada fija en mí y a un lado de él, junto a lo que tenía que ser la mansión, se encontraba una extensa manta en el suelo con la comida protegida en un contenedor de vidrio.  

—Feliz cumpleaños —me acerca a su cuerpo y pega su boca a la mía—. Te ves hermosa hoy.

—Gracias —sonrío como boba en sus labios y suelto un suspiro—. Gracias por todo, Derek.

Vuelve a capturar mis labios en un beso hambriento, dejándome casi sin aire y con necesidad de más.

—Le agregue helado de fresa, así que hay que comer antes de que se derrita.

Asiento con una sonrisa y nos sentamos juntos en la manta.

Derek no es muy aficionado al dulce, así que me lo voy a terminar comiendo yo y no me quejo, amo el dulce, vivo por el dulce y sobre todo, vivo por la nutella.

Suspiro contenta.

Ya se me esta haciendo agua la boca, así que Derek no pone peros cuando me acomodo en sus brazos y acerco el pote abierto hacia mi para empezar a comer con ayuda del tenedor —cabe recalcar que es el único tenedor disponible—, él ya estaba acostumbrado a verme en face glotona, más cuando sufro por mi periodo.

—Mmm —gimo cuando me llevo un trozo a la boca—. Esto es la gloria.

El pecho de Derek se sacude ante la risa y besa mi cabeza con cariño.

—Si esto es la gloria, lo que planeo hacerte va a ser el paraíso.

—Amén por eso —ambos reímos y me despego un poco de él para cambiar la posición en la que estaba para tenerlo de frente y no de espalda— ¿Los niños con quien se quedaron?

—Con tu tía junto con Isaac y Cora.

Me enderezo viéndolo con atención.

—¿Mi tía? 

—Dijo que tenía turno en la noche, así que quería aprovechar la tarde con ustedes —me explica—. Menciono que necesitaba hablar contigo, estaba algo... angustiada. 

Derek me observa y nota que ya no comía con el mismo entusiasmo de antes.

—¿Qué ocurre?

—Cuando iba saliendo esta mañana... me tope con el abogado de esa mujer —suspiro y siento su cuerpo tensarse. Él sabe a quien me refiero—. Murió Derek, y me dejo gran parte de su dinero como herencia.

—¿Vas a aceptarlo? 

—Parte de esa herencia es lo que le dejo mi padre cuando falleció y... siento que le puedo dar un buen uso a ese dinero, aunque me haga sentir incomoda al hacerlo —hago una mueca y dejo el pote de lado—. Tengo una sensación en mi pecho, que me dice que puedo hacer algo útil con el dinero, no solo para dejarlo como resguardo para nuestros hijos a futuro, sino que puedo donarlo a fundaciones que necesiten ese dinero, orfanatos, centros de acopio... y por el otro lado, algo pequeño, como incrustado en mi alma, me dice que no quiero tener nada relacionado con esa mujer.

Lleva su mano a mi rostro y me acaricia la mejilla.

—Entonces no lo hagas, no lo aceptes si sientes que es incorrecto.

—Si no lo acepto, no hay nadie más que pueda reclamar esa herencia y prefiero ser yo quien haga un buen uso de ese capital que algún desconocido con malas intenciones.

Yo jamás ocuparía ese dinero para mi, en ningún sentido, me da asco de solo pensarlo. Pero la idea de que pueda ir para otras cuentas, para personas que en verdad lo necesiten, me hace sentir mejor al aceptarlo.

—¿Estas segura de eso?

Asiento viéndolo a los ojos y le sonrío.

—No me molestaría ocupar parte del dinero para las cuentas de ahorro de nuestros hijos, solo me molesta tener que ir con el abogado para firmar ese documento. Si fuera por mi, me evitaría eso—agrego—. Ademas, considerando que quieres a Eli en un futuro, ya es otra cuenta que debemos agregar y tener en consideración.

Eso último pareció gustarle, porque sus ojos verdes se iluminaron más que nunca y me regala esa sonrisa preciosa que pocos llegan a ver. 

A veces pienso que Derek debería dejar que el mundo vea esa preciosa sonrisa y que disfrute del buen humor que tiene, pero soy egoísta, amo que solo tenga esa faceta conmigo y ser de las pocas que pueda ver su sonrisa, pero siendo sincera, lo mejor es que la mayoría de las veces esa sonrisa solo va dirigida a mi y eso solo aviva mis sentimientos por él.

—Haremos lo que tu desees hacer —expresa—. Deja que mi abogado vea todo el asunto y te evitas ver a ese hombre. 

—Eso me aliviaría bastante —confieso—. Gracias.

 —De nada.

Siento que ahora puedo respirar más tranquila y vuelvo mi atención a la comida, ya que ahora me siento capaz de seguir comiendo. Pero esa tranquilidad no dura nada cuando comienzo a sentir a Derek inquieto e impaciente. 

—¿Todo bien?

—¿Vas a terminarte eso? —pregunta ansioso y lo miro presintiendo lo que va a pasar a continuación—. Mierda, no pensé que iba a sonar tan necesitado, pero me urge tocar tu cuerpo.

—¿Y qué pasa con mi castigo?

Soy consciente que aún no hemos tocado ese tema desde que llegue, pero algo me dice que lo quiere hacer cuando haga lo que sea que tenga planeado hacer con mi cuerpo.

—No lo he olvidado —sus ojos se tornan oscuros y provoca que mi respiración se corte—. Pero no puedo contenerme, no cuando se trata de ti.

Bendito dios. 

Trago saliva sintiendo como mis sentidos adquieren otro tipo de sentido, de ese que es netamente primitivo y sexual.

Todo se vuelve más intenso, desde los olores hasta los colores que son captados por mi corteza visual se vuelven más intensos. Mi piel se siente sensible y anhela su toque, mis labios se separan como una invitación clara para que me bese y mis ojos no se apartan de él.

Desde este momento, toda mi atención le pertenece a él.

Derek me quita el pocillo y recoge todo siendo consciente de lo que esta produciendo en mí, se levanta yendo hacia su camioneta y guarda las cosas sin cuidado en la parte de atrás.

Yo continuó sentada en la manta mientras soy consciente de cada movimiento de él. Mis piernas se tensan cuando saca un bolso deportivo y mi sexo comienza a palpitar ante la antelación de lo que hará.

—Desnúdate.

Respiro hondo mientras acato su orden bajo su atenta mirada e ignorando el hecho de que tengo mi periodo, no dejo que me afecte.

Cuando termino de hacer lo que me pidió, dejo la ropa con cierto descuido en la manta y el dirige su vista ahí con un brillo malicioso en sus ojos.

—Déjala ordenada y doblada, no quiero ver ese desorden ahí.

—¡Derek! —me quejo como niña chiquita, no quiero perder mi tiempo en eso.

 —Solo hazlo, te estas tardando.

—Es una tontería, un desperdicio de tiempo.

—Ellie —se acerca a mi y tengo que alzar la vista para poder verlo—. Estoy tomando el tiempo y cada segundo que tardes, lo voy a multiplicar por 19 y el resultado van a hacer los minutos que no voy a dejar correrte.

Se me corta la respiración y mi espalda se endereza de golpe.

—No lo harías...

—Esto es un castigo, Ellie —me recuerda y su rostro se torna serio—. Me dolió lo que hiciste al  dejarme de lado, así que mueve ese lindo culo tuyo y solo has lo que te pedí. 

Mis hombros decaen con aflicción ante sus palabras.

—Llevas un minuto con cinco segundos y contando.

Me es inevitable no sacar el calculo mentalmente y lo miro con horror cuando capto que ya pase los 20 minutos y me muevo hacia mi ropa con las manos temblorosas e intento ordenarla y procuro mantener fuera de su vista la toalla higiénica y ante los nervios lo hago con torpeza, aun así, él no dice nada al respecto y termino dejando la ropa doblada y ordenada de manera casi perfecta.

No fue lo mejor, pero al menos hice lo que me pidió.

—Buena chica.

Su mano se pasa por mi cabello hasta llegar a la altura de mis hombros y comienza a tocar mi piel con suavidad.

Tiemblo ante su toque y no se que decir. Generalmente, Derek siempre me consciente en todo, pero esta vez tiene una postura tensa y seria en sus ojos. Se que esta molesto, y me vuelve algo insegura el que hacer o que decir, así que prefiero quedarme quieta mientras lo observo atenta y evitando que mi trasero toque la manta.

Derek suelta un suspiro y se inclina hacia mi dejando un tierno beso en mi frente.

—Te amo, quiero que tengas en tu mente siempre eso ¿sí?

Asiento notablemente más relajada ante sus palabras y su muestra de afecto. Fue pequeña, pero lo suficiente como para sentirme más segura y dispuesta a todo con él.

—Ahora recuéstate con las piernas abiertas para mi.

—Voy a manchar la manta —me sonrojo.

—No lo volveré a repetir.

Señala atrás de mi con un gesto y yo obedezco, no quiero aumentar los 20 minutos y no me siento como las protagonistas de las novelas que leo, ellas siempre son descaradas y les gusta aumentar su castigo.

Debe ser porque sé que la cague y quiero ser complaciente con él, ser una buena chica hoy.

—Ese olor... —gruñe cuando mantiene su vista fija en mi sexo húmedo—. Me vas a complacer ahora mujer. Vas a ser buena y vas a llevar tu mano izquierda a tus labios y chupar tus dedos anular y corazón. 

Es la mano que lleva mi sortija de promesa.

Con la mirada puesta en la suya, hago lo que me pide intentando que la vergüenza de tocarme teniendo mi periodo no me gane y abro mi boca recibiendo los dos dedos. 

Sus ojos se tornan oscuros mientras me observan y me permito seducirlo al chupar mis dedos como si tuviera algo sabroso en mi boca, dejando que su mente se pervierta ante la escena sexual que le brindo.

—Suficiente —gruñe—. Ahora tócate el clítoris.

 Saco mis dedos llenos de mi saliva y los dirijo directamente a mi carne palpitante. 

—No vayas rápido, quiero disfrutar de mi show.

Respiro de forma errática mientras mis dedos se mueven por mi punto sensible y mi cuerpo recibe toda la estimulación que provocan mis dedos. 

La sangre se acumula en ese punto y me siento chorrear a medida que mi carne se hincha ante el estimulo. Jadeo, deseando ir más a fondo y de manera inconsciente comienzo a hacerlo. Mis dedos bajan por mis labios y la punta de mis dedos se encuentran con la resbaladiza entrada. 

Me olvido de la orden de Derek, me olvido que estoy recibiendo un castigo, me concentro netamente en recibir el placer que yo misma me ofrezco bajo la atenta mirada de mi hombre.

Mis dos dedos entran y comienzo a acariciar mis paredes, directamente en mi punto G, y gimo su nombre sintiendo como mi corazón martillea con fuerza en mi pecho, la respiración se me descontrola y siento el sudor acumularse en mi cuello y bajo mis tetas. 

Todo se siente intenso e increíble.

Me toco como si fueran sus dedos los que me estuvieran tocando mientras sus labios recorren la curva de mis pechos. Me permito dejar que mi imaginación haga parte de este juego y cuando me siento casi al borde, mis paredes aprietan mis dedos de forma exquisita. 

—Es suficiente.

Derek detiene el movimiento de mi mano de manera brusca y yo lloriqueo con frustración ante la horrible sensación que me dejo el no alcanzar mi orgasmo.

—Derek, por favor —suplico con la respiración entrecortada.

—Tengo que cobrarme esos 20 minutos, Ellie —sonríe con superioridad y arrogancia—. Saca tu mano y muéstrame como quedaste.

Lleno mis pulmones de aire y me estremezco cuando alejo mi mano. Mi cuerpo protesta, pero Derek no pareciera interesarle o al menos eso es lo que intenta mostrar, porque ambos sabemos que en el fondo muere por entrar en mi y tocarme.

Jadeo cuando pesca mi mano y me hace mostrárselos.

Vuelvo a sonrojarme, pero con más fuerza y se que esto no es nuevo para nosotros, pero no puedo evitar sentirme avergonzada. No debería, menos cuando Derek no tiene problemas y siempre a demostrado que le enciende follarme con o sin periodo.

Mi vista baja a su entrepierna y noto a través de su ropa lo endurecido que esta, permitiéndome recordarme nuevamente que debo dejar el pudor atrás.

Mi enfoque, mi deseo está en tocarlo, en arrancarle la maldita ropa y que me complazca como yo quiero.

—Ponte de rodillas, amor.

Derek no suelta mi mano, ya que me ayuda a estabilizarme cuando casi me voy para el lado y caigo. Mi cuerpo seguía temblando ante los efectos que dejo mi no orgasmo e intento controlarlo mientras me posiciono como él me lo pide.

Del bolso saca unas toallitas húmedas y limpia mi mano, dejando todo limpio, luego lleva sus nudillos a mi rostro y acaricia con cuidado mi mejilla, como si fuera de cristal y segundos después cambia sus nudillos por sus dedos para acariciar mis labios y me insta a que los separe. 

Se me seca el aliento cuando con su mano libre se desabrocha su pantalón, sin apartar sus ojos de mis labios entreabiertos.

—Derek —suspiro con necesidad cuando libera su miembro y todo mi cuerpo comienza a doler ante la falta de atención—. Por favor...

—¿Qué es lo que quieres?

—A ti.

—Todo a su momento —promete y aparta mi cabello para dejar mis hombros y pecho al descubierto—. Voy a cobrarme la rusa que me debes —declara dándome un pellizco a mi pezón.

Gimo arqueando mi espalda hacia él y le ofrezco libremente mis pechos para que me toque, que alivie ese dolor y me complazca con sus hábiles dedos.

No es dulce, sus toques son firmes y dolorosos, pero tan excitante a la vez. Todo su toque manda ondas de placer a mi palpitante e hinchado sexo y la necesidad de que esa zona sea atendida comienza a abrumarme un poco, pero Derek no deja que me desconcentré de la atención que recibe mis pechos, menos cuando la punta de su miembro esta apuntando hacia mi.

—Derek —jadeo su nombre y mis manos van directamente a su miembro, pero no me lo permite—No seas así —me quejo frustrada.

—Recuéstate.

—Derek...

Lame sus labios de manera lenta y tentadora.

—Complaceme —me adula y yo caigo en su manipulación.

Cuando comienzo a recostarme, Derek se termina de desnudar y no se coloca entre mis piernas como lo hace normalmente, sino que se coloca a horcajadas en mi vientre, sin aplastarme y acerca el bolso dejándolo a un lado de nosotros.

 —Derek —abro mis ojos al ver lo que comienza a sacar del bolso— ¿Dónde sacaste eso?

Ignora mi pregunta y me pide que coloque mis manos juntas hacia al frente, luego las ata y coloca mis brazos por encima de mi cabeza. Observo que el nudo es firme y bien elaborado, pero aun así soy capaz de liberarme por cuenta propia.

Mis pensamientos se distorsionan cuando siento nuevamente su atención en mis pechos y mi vista vuela a su dirección. Su miembro ya estaba posicionado entremedio de mis tetas y balancea sus caderas levemente mientras siento como comienza a estimularse con mi carne. 

Poco a poco comienza a buscar su ritmo, y cuando la encuentra, comienza a moverse rudo y aplasta mis tetas en su polla creando una deliciosa fricción.

Gimo excitada ante la vista que tengo y siento el deseo de tocarlo, pero me contengo. Verlo haciéndome una rusa hace que mi humedad corra entre mis glúteos y se que estoy dejando un desastre en la manta, pero ya no me importa ni me afecta, solo puedo ser consciente de mi necesidad entre mis piernas y la escena que tengo casi en mi rostro.

 Derek suelta gruñidos entre maldiciones mientras juega con mis pechos y mantiene su vista puesta en mí y en lo que le hace a mi cuerpo. Estaba al bordo de caer rendido ante el deseo y la necesidad de perderse dentro de mí, lo veía en sus ojos, pero el condenado estaba aguantando.

No tarda en correrse en mis tetas y parte de su eyaculación cae en mi rostro.

—Te ves tan hermosa así —se inclina ante mi y me besa con vehemencia y gimo en sus labios, derritiendome por su toque.

Continua besándome mientras con una mano libera mis muñecas y me permite tocar su cuerpo. 

La ansiedad comenzó a embargarme, pero Derek se encargo inmediatamente de atender mis necesidades, o eso creí mientras se acomoda entre mis piernas y me penetraba, el muy maldito se encargo de mantenerme siempre al borde, tentándome en cada posición, pero se negaba a darme el orgasmo.

Por más que lo apretara en mi interior, por más que suplique, le llore, lo seduje, lo maldecía y por más que intente, no me dejo llegar.

¿Lo peor?

Es que el muy bastardo se corrió dos veces, ¡dos veces! Mientras que yo no pude hacerlo y estuvimos cuatro horas, ¡cuatro malditas horas! El muy mentiroso había dicho que solo iban a ser 20 minutos, pero termino extendiéndolo más de la cuenta.

Se que él quedo con las bolas azules, ya que solo se corrió con la rusa y con la penetración, y entiendo que no pudiera evitarlo, pero que me lo negara todo ese rato no me deja entenderlo.

Me siento frustrada, sensible por todas partes y con ganas de llorar toda la tarde, maldecirlo, tirarle cualquier cosa a la cabeza y seguir llorando.

—¿Vas a seguir ignorándome? —intenta tocarme mientras conduce, pero no se lo permito—. Amor, te dije que te lo iba a recompensar, pero no podemos llegar tarde, tienes que hablar con Melissa y luego ir al partido —me niego a contestarle y suelta un suspiro—. No lo hice con la intención de que te enojaras conmigo, solo para que aprendas a decirme las cosas.

Y lo entiendo, quise decirle, pero prefería mantenerme inmadura.

Se estaciona al llegar y mantiene las puertas bloqueadas, no permitiéndome bajar del auto.

Todo hubiese sido más fácil si me hubiese ido en mi auto, pero las malditas piernas no me respondían y no me podía mantener de pie sin que temblaran y comenzara a dolerme todo.

Putas hormonas.

—Ellie, mírame por favor —me pide y yo solo niego manteniendo mi vista por el vidrio.

Siento como comienza a acercarse a mi cuerpo y yo de manera inconsciente reacciono y busco de su calor. Su mano pasa por mi muslo cerca de mi adolorida entrepierna y yo me quejo como perra en celo deseando que me tome ahí mismo y me de lo que necesito.

—Voy a recompensarte bien —promete—. Te haré llegar prolongado y múltiples veces mientras te follo.

Asiento y busco sus labios necesitando cualquier cosa de él, necesitando todavía de su toque, pero no me permite seguir más allá recordándome que mi tía me espera y yo solo hago un puchero ante mi descontento, pero le hago caso.

Al llegar arriba me saludan por mi cumpleaños y converso con mi tía mientras jugamos con los niños. Se que debería haberme dado un baño antes, ya que se nota a kilómetros que vengo de una larga sesión de sexo, pero ella es tan amable de no darse cuenta y solo aclaramos el tema de la herencia y le explico que yo no tengo ningún drama en que lo acepte.

Ambas quedamos conformes con nuestras respuestas y pasamos a hablar de temas triviales hasta que le toca irse a su turno nocturno y a mi la ducha mientras ignoraba las ganas de tocarme yo misma.

Confió en que Derek hará lo que me prometió.

Al final, me concentro en lo que va a suceder está noche mientras me aseguro que tengo todo mi equipo en el bolso, como si hoy fuéramos realmente a jugar ese partido.

Sonrío. 

El show de está noche va a ser tan corto, que pronto Derek y yo estaremos en casa para que cumpla con lo que me prometió. 




  















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