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Capítulo 33

"Herencia"

POV ELLIE

Me recargo en la silla mientras observo a Andrea revisar las cuentas de Lauren y chequear si a tenido algún tipo de depósito que nos indique quien es el presunto comprador, pero todo parecía estar en orden y no poseía otra cuenta más que la que ya conocíamos.

Ningún depósito o alguna conversación extraña en su móvil, correo electrónico, nada.

—Estoy haciendo todo lo que puedo —me explica Andrea al ver mi rostro contraído de rabia y de impotencia.

—Se que sí. No dudaría de ti.

—Lo mejor es que vayamos a Eichen y le saquemos la verdad a como de lugar a esa mal nacida —opina Cora con impaciencia, lleva rato moviéndose de un lado a otro—. Si no hubo depósito, no tenemos nada, ¿acaso no logró hacer el trato? ¿Nos mintió?

—No nos mintió, lo más seguro es que no logro hacer el trato porque ustedes lograron llegar a tiempo —Alex se queda unos cuantos segundos pensativo—. Los hombres que estaban con ella, ¿eran todos cazadores? —Andrea asiente—. Tenemos su arma, eso nos hace más fácil la búsqueda, podríamos iniciar por ahí.

—¿Pero como identificarlos? Podrían ser de cualquier clan o unos mercenarios.

—Son cazadores —espeta Cora con algo de brusquedad hacia Isaac.

—¿Por qué tan segura? 

—Porque es fácil hacer la diferencia de un cazador a un loco homicida.

—¿Y ser cazador no los hace ser unos locos homicidas? Sin ofender, claro —dice rápidamente hacia nosotros—. Ser mercenario no es cualquier cosa.

—¿Y que relevancia tiene eso en estos momentos? No son mercenarios y punto.

—Bien, pero tal vez más de alguno no lo sea —se encoge de hombros y pareciera que yo soy la única en observar la conversación sin sentido de esos dos—. ¿Quién sabe si alguno se canso de la soledad y quiso ser parte de algo más? 

Las mejillas de Cora se tornan de un peligroso rojo. Aunque, la hacía ver más adorable de lo que ya era, pero siempre hay que recordar que es una Hale, por lo que, el pobre de Isaac esta a punto de sufrir.

Y algo me dice que él si era consciente de eso.

—¡Deja de decir estupideces en momentos así! 

—No puedo, es algo innato de mi.

—Déjame decirte que te hace ver como un estúpido.

—Eso no es verdad —sonríe con descaro y las mejillas de Cora se tornan más coloradas, pero parecía ser algo más que enojo—. Y bien que lo sabes.

Veo con asombro como Cora pierde el control y se le tira encima encestando golpes que Isaac intenta evitar a toda costa, pero más que causarle dolor, le parecía divertido, y eso provoco que Cora gruñera fuera de sus casillas.

 ¿Qué rayos está pasando?

Me volteo hacia mis betas que parecían más concentrados en la pantalla de la laptop que de la pelea a un metro de ellos.

—¿Ninguno va a hablar acerca de lo qué sea qué sea eso? 

Andrea niega con una pequeña sonrisa en su rostro sin quitar la vista de la computadora.

—Te sorprendería saber lo mucho que suelen terminar así.

¿Qué?

No tuve oportunidad de caer en cuenta de lo que en realidad pasaba porque toda mi atención se enfoco en el sonido de la puerta corrediza y Derek junto con mi padre hacen acto de presencia.

No tardo en colocarme de pie y me acerco a ellos viendo lo agotados que estaban, lo más seguro es que tuvieron muy agitada la noche. 

—¿Todo en orden?

Papá asiente y se acerca dejando un beso en mi frente.

—Nada que no podamos resolver.

Saluda al resto y no le da importancia al ya, pequeño, altercado entre Cora y Isaac, simplemente se sienta en el sofá individual soltando un largo suspiro. Es Derek quien les lanza una mirada de advertencia para que paren y ambos lo hacen de forma inmediata, como si hubieran sido pillados haciendo una travesura.

 —¿Eso quiere decir que se complicaron las cosas? —pregunto echándole una mirada a Derek cuando se acerca dejando un beso en la mejilla y me mantiene agarrada de la cintura— ¿Los chicos están bien?

—Hubieron muertos, la Bestia intento colocarnos una trampa, pero Parrish llego a tiempo y les perdimos el rastro —me explica Derek—. Todos estamos bien.

Hago una mueca.

—¿Les ofrezco una botella de agua?

Ambos asienten y me aparto de Derek para ir a la cocina.

—¿Encontraron algo? —escucho a mi padre preguntar y es Alex quien le explica lo que tenemos hasta el momento—. ¿Los tienen identificados?

—Solo a uno, y solo quedo su arma —le dice Alex.

—¿Puedo verla? —saco las botellas del refrigerador y vuelvo a la sala— Me lo sospechaba.

Me acerco a mi padre quien analizaba el arma en sus manos y le entrego el agua.

—¿Qué pasa?

Derek se acerca a tomar la botella que traje para él y ambos estábamos expectantes a lo que tuviera que decir.

—Este modelo solíamos ocupar hace años —menciona tenso y deja el arma en la mesa antes de voltearse hacia nosotros—. Era la favorita de ese entonces de Gerard.

Abro mis ojos con sorpresa y siento la sangre comenzar a hervir por la rabia.

—¿Estás seguro? —pregunto y asiente algo contraído.

—Tiene sentido —comenta Derek—. Si planea buscar su regreso con éxito a través de la Bestia, ¿quién le impide tomar más merito teniendo a los mellizos? Tal vez incluso debe estar planeando algo más grande.

Mi padre se queda de piedra, casi en blanco.

—Bueno, si logra matar a la Bestia va a tener la oportunidad de dejar su nombre por lo alto —dice Alex—. Dejara su nombre tallado en la historia por generaciones, será un héroe para muchos y un ejemplo a seguir. 

—Toda una leyenda —bufa Isaac a mis espaldas.

Trago saliva ante la mirada cargada de dolor de mi padre. La sensación no me gustaba y que la culpe lo este atormentando me hace dar un paso hacia él.

—¿Papá?

—Es mi culpa... yo lo salve sabiendo que esto podría pasar —espeta apretando su mandíbula y niega para si mismo—. Hija, lo siento tanto. 

—Papá, no tienes porque pedirme disculpas —doy otro paso hacia él, queriendo que me vea, que note que no estoy molesta con él—. Fui consciente de que lo necesitábamos, que aún lo necesitamos. Es el único que sabe sobre la Bête, el único que nos puede dar ventaja en todo este lío.

—Lo sé, pero no tenía que ser así. No ustedes, porque se que irá por ti.

Siento a Derek tensarse.

—Esto ya es peligroso, y no quiero correr más riesgos —toma mi rostro entre sus manos y me mira con tanta intensidad, con tanto amor, que por primera vez siento que todo su mundo soy yo—. No me importa él resto, solo tú y mis nietos.

Me quedo muda, sin saber que rayos decir y culpo a mis hormonas porque se supone que mañana me debe de llegar mi periodo. 

—Aún necesitamos a Gerard —agradezco tanto que Derek me conozca bien e intervenga en el momento preciso—. Si confirmamos que es él quien está detrás de todo esto nos va a salir más fácil mantenerlo en donde queremos que este. Nosotros llevamos la delantera esta vez, no él.

—Mañana podemos ir a Eichen para confirmar esto con Lauren. A como de lugar vamos a tener esa información para mañana—dice Andrea y Alex asiente.

—¿Papá? —mantengo mi vista en él, ya que aún mantiene mi rostro entre sus manos— ¿Estás de acuerdo con eso?

—No —niega y suspira dejando caer sus manos—. Pero no tenemos de otra que seguir con lo que ya tenemos.

—Vamos a estar bien, papá. Gerard no va a estar cerca de mis hijos. Ninguno lo va a permitir —declaro con seguridad y eso pareció hacerlo volver a su apariencia segura, la que todos estamos acostumbrados a ver.

 —Mañana tenemos que esperar noticias de Parrish —avisa él y destapa la botella del agua dando un sorbo—. Y tiene que ser mañana, no podemos dejar que la Bestia siga aumentando su inteligencia.

Todos asentimos de acuerdo con eso, a excepción de Alex, quien solo se queda absorto en sus pensamientos con la mandíbula apretada.

Es ya la tercera vez que lo noto tenso cuando se menciona a Parrish y me da curiosidad saber si él lo conoce de antes o simplemente tiene que ver con lo que él es en verdad. 

.
.
(...)
.
.

Cierro la puerta del edificio y camino por el estacionamiento mientras juego con las llaves de mi auto. Estaba algo distraída con tanta cosa que tenía en mi mente, principalmente eran los problemas y nada lindo que me permitiera mantenerme de buen humor y que mi periodo hiciera de acto de presencia justo esta mañana tampoco me ayuda.

Así es la vida y tristemente, también la de mis hijos.

Tenía en mi mente ya programado todo lo que tenía que hacer durante el día, de lo más principal o lo no tan principal, algo así como los problemas que puedo resolver en el corto plazo según en el lugar en que me encuentre hasta los que no puedo resolver porque son de largo plazo, por lo que no voy a poder resolver de forma inmediata. Por ejemplo, hoy debo ir a la escuela y el problema que puedo resolver ahí, es decidirme por una carrera, ya que pronto serán las postulaciones a la universidad y necesito tener claro eso para escoger una.

Se que a lo mejor las cosas no salgan como las tengo planificadas, pero tengo la facilidad de moldearme según lo requiera la situación.

De la nada me llega un olor desconocido y alzo la vista viendo a un señor de traje de alta costura cerca de mi auto. Poseía un maletín y todo en el gritaba que era abogado. 

Una vez que llego ni siquiera tengo el tiempo de abrir mis labios, ya que él se adelanta y me habla primero.

—¿Usted es la señorita Ellie McCall?

—Argent —le corrijo enseguida y me cruzo de brazos, me da muy mala espina esto—. Deje de usar el apellido McCall hace mucho.

—Disculpe señorita Argent, no tenía estipulado eso en los documentos que entrego su madre.

¿Qué?

Siento como si me hubieran echado agua fría a mi cuerpo, todo se congela y me siento algo nauseabunda a la mención de esa mujer, porque estoy clara con que no se refiera a mi madre biológica Victoria, sino... sino...

Trago saliva, incomoda.

—Su madre... siento tener que ser quien le diga esto señorita Argent, pero... su madre, Samantha McCall, a fallecido.

¿Y qué me interesa a mí?

¿Por qué tiene que aparecer y tener que hacer mención de esa mujer como si fuese mi madre?

Siento tanto asco, tanta rabia, tanto dolor... Miro de reojo hacia el edificio esperando que Derek aparezca por ahí y me saque de esta situación. 

Yo no deseo escuchar que esa mujer murió y menos lo que tenga que decirme el abogado. Quiero que se vaya, pero no encuentro mi voz como para decirle que no me interesa seguir escuchándolo hablar como si de verdad me estuviera doliendo lo que me esta diciendo. Siento su lastima, y como le cuesta tener que explicarme como murió, pero es parte de su trabajo el decirme toda esa mierda.

—Su madre supo hace seis meses que padecía de cáncer al páncreas. Lamentablemente no fue detectado a tiempo y la enfermedad pudo con ella —evalúa mi reacción y yo sigo sin poder mandarlo a la mierda, ¿que rayos me pasa?—. Viajo a Estados Unidos para hacer los tramites correspondientes y le dejo la mayor parte de su fortuna a usted. 

Algo oprime la boca de mi estomago y me siento horrible, como si en cualquier momento fuera a vomitar el desayuno.

—En su testamento dejo estipulado que usted recibiera todas las propiedades y el 70% del dinero que dejo en el banco. Su madre dejo en claro que no era necesaria su presencia en la funeraria o algún otro tipo de clausula que tuviera que cumplir para recibir la herencia; ella menciono que su relación no era cercana, pero que al final de cuentas, solo deseaba que su niña tuviera lo mejor de...

Dejo de escucharlo cuando menciona lo último.

¿Su niña? ¿Qué yo tuviera lo mejor cuando toda su vida me detesto?

—¿Qué clase de broma es esta? —las palabras al fin salen de mi boca y mi tono de voz era severo.

—Ninguna señorita Argent. Mire, aquí tengo los documentos que lo acredita todo. El 70% de su dinero es para usted, el 20% para su cuñada Melissa McCall y el 10% para su sobrino Scott McCall —alza su maletín dispuesto a abrirlo—. Si me permite un momento, podríamos ir adentro para firmar los papales...

—No voy a firmar nada.

—Pero su madre dijo...

—¡No es mi madre! —grito histérica—. Esa mujer me humillo, me maltrato verbal, física y emocionalmente siempre, y todo porque yo no era algo que ella quería en la vida, solo me aceptaba cuando le convenía, el único que quiso adoptarme realmente fue su marido. 

Respiro de forma errática mientras lo fulmino con la mirada y se que no tiene la culpa por no saber nada, de solo estar haciendo su trabajo, pero no me voy a guardar lo que siento dentro, ya que duele, todo duele.

—Soy hija de Christopher y Victoria Argent. Ellos son mis verdaderos padres, así que le voy a pedir que no vuelva a mencionar a esa mujer como si fuera mi madre, porque no lo es.

Asiente luciendo incomodo, pero intenta demostrar dominio de la situación.

—Lamento en verdad mi imprudencia, no era mi intención incomodarla con mis palabras —se muestra sincero, pero no me calmo—. Mire, si quiere podemos hablar en otro momento. Si le interesa le puedo dejar mi tarjeta para que nos pongamos en contacto y...

—No quiero su maldito número o saber cualquier cosa de esa herencia —vuelvo a interrumpirlo y paso por su lado sintiendo como el nudo comienza a formarse en mi garganta, pero me muestro fuerte—. Ya tengo suficiente con toda la mierda que me hizo como para sentarme con usted a discutir sobre ella —abro la puerta de mi auto y me subo—. La verdad, es que me alegro que el cáncer terminara con ella, de verdad espero que sufriera antes de irse al jodido infierno.

Se que me escucho, ya que al encender el vehículo los vidrios los baje y él solo se acerca con una carpeta en manos.

—Al menos léalo y si no me llama dentro de tres días, entenderé que no desea firmar ningún documento y acepta perder todos sus derechos de la herencia de Samantha McCall.

Lo tomo dejándolo en el asiento de al lado con descuido, sin decir nada y solo piso el acelerador, saliendo de ahí como si en verdad estuviera escapando, como si volviera hacer esa niña que se escondía para no ser golpeada, pero que al final, ella siempre terminaba encontrando.

Ya no quiero esto.

No quiero recibir más golpes.

No quiero oírla nunca más.

¿Por qué nos dejaste papá? ¿Por qué?

Ella me va a encontrar, siempre lo hace.

Ellie, no es real.

Esta enojada, la veo perfectamente a la entrada del pasillo. Eso significa que otra vez le fue mal en el laboratorio y por eso viene a desquitarse conmigo.

Siempre me digo que ya no duele, pero cada golpe, ya sea físico o verbal, duele mil veces más que el anterior.

No, tú ya no vas a recibir más golpes de esa mujer —esa voz...—. Ahora estas con tu verdadera familia, la que te quiere de verdad y siempre va a cuidar de ti.

—Ella volvió —susurro sintiendo como mi cuerpo comienza temblar ante el miedo y cada vez la sensación de que voy a ser golpeada, crece con intensidad y quiero encogerme en mi lugar.

No tengo escapatoria.

¡Reacciona maldita sea! Eres el alfa, ella jamás iba a poder contra ti y solo se salvo porque está muerta.

Está muerta.

Está muerta.

Está muerta.

Oh mierda...

Piso el freno con el embriague de golpe haciendo que mi cabeza se vaya contra el volante al no haberme puesto el cinturón de seguridad y el golpe me deja algo aturdida, pero nada grave.

Menos mal que no se activo la bolsa de aire.

¡Ellie! 

—Estoy bien.

Me hecho para atrás con un jodido dolor de nariz y en el pómulo izquierdo.

Parece que me quebré la nariz.

Ellie, te ves horrible.

Llevo mi mano hacia mi nariz sabiendo que me va a doler como el demonio, pero de todas formas tomo el valor de acomodarme yo misma el hueso nasal y suelto un quejido de dolor cuando lo hago.

Muy bien, ahora quita la sangre de tu rostro y quedaras como si nada.

—Allison —me atrevo mirar hacia el espejo retrovisor en donde se reflejaba parte de su rostro, principalmente sus ojos, cejas, nariz y la parte superior de su labio—. Ya basta, en serio. No estoy de humor como para tener que soportar que vuelvas a aparecerte así.

Solo intento ayudarte Ellie, ya te dije que siempre voy a estar...

—Conmigo, lo sé. Hicimos una promesa de que íbamos a estar siempre juntas, pero hoy no es el momento para esto, hablo en serio —respiro hondo sintiendo mis ojos picar—. Gerard está detrás de mis hijos y hoy descubro que esa mujer siempre busca la manera de joderme la existencia, incluso muerta. Así que, al oír y ver a mi hermana muerta no está siendo de mucha ayuda aunque lo creas.

Intento que su expresión dolida no me termine por romper, pero lo hace de todas formas. Me duele esto, me duele tener que verla porque no es una bendición, se siente todo lo contrario a eso, como si no fuera correcto.

—Estás muerta, hace tiempo que lo estas y no deberías aparecerte así como si fueras un jodido fantasma —saco un pañuelo desechable cuando comienzo a llorar a moco tendido—. Y no deberías serlo, se supone que estas descansando, no cuidando de mi.

Las lagrimas se pierden por sus mejillas y quiero correr la vista, ya que soy consciente de que no soy capaz de abrazarla, de protegerla, de hacerla feliz. Allison esta muerta, es inalcanzable para mi porque ya no pertenece al mundo de los vivos.

La promesa... no quiero romperla.

Yo tampoco. Quise decirle, pero aunque esto sea real o solo producto de mi imaginación, siento que no le puedo hacer eso, no puedo retenerla a mi lado.

—Pero debemos.

Me tiembla la voz cuando lo digo y me abrazo a mi misma necesitando de contención, porque me duele estar despidiéndome de ella, porque así se siente, como la despedida que nunca pudimos tener.

Hoy se supone que es nuestro cumpleaños y lo odio.

Lo sé, pero no quiero... no estoy lista Ellie.

Yo tampoco estoy lista, Allison.

Pero tenemos que hacerlo.

.
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(...)
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Siento que estoy mil veces peor que en la mañana mientras permanezco sentada enfrente del escritorio de la mamá de Lydia, quien me hace preguntas acerca de mis gustos, mis actividades, mis planes a futuro, etc. Todo esto lo estaba viendo para orientarme a escoger bien la carrera y así poder definir las mejores universidades según mi promedio (el cual, es uno de los mejores de la escuela), lo que me permite tener múltiples oportunidades y opciones para escoger.

—Podrías estudiar algo relacionado con la ciencia, pero eres tan práctica y metódica que siento que en el área de la medicina vas a poder desenvolverte bien —me aconseja—. Harvard es la mejor opción y dado a tus sobresalientes, vas a poder ingresar con facilidad. De hecho, podrías postular a un curso especial en donde puedes adelantar el primer año —sonaba muy emocionada, pero yo seguía apagada—. Tienes varias horas libres, puedes hacerlo si te inscribes ahora. 

—Sí... suena muy bien.

Asiente con una sonrisa.

—Lydia también va a hacerlo, pero me imagino que ella ya te comento sobre eso.

—Sí.

Suspira y se quita sus gafas viéndome con preocupación.

—¿Sucede algo, Ellie? Tienes un semblante horrible en tu rostro —se inclina en su escritorio sin apartar su mirada analítica de mi— ¿Es por la carrera? ¿Aún tienes dudas?

—Samantha... mi madre adoptiva era una gran neurocirujana —odiaba tener que llamarla así—, pasaba parte de su tiempo libre indicándome que estudiara anatomía en vez de leer novelas juveniles —la otra gran parte del tiempo estaba golpeándome, pero no iba a entrar en ese detalle—. Se que estoy capacitada para ser una gran medica, pero no deseo esa vida.

Asiente comprensiva.

—Entiendo. 

Agradecí en silencio que no insistiera.

—Entonces, ¿qué deseas? ¿Cuál es tu propósito en la vida?

—Mis hijos —respondo de forma inmediata—. Quiero lo mejor para ellos.

—Eso es comprensible, pero quiero que te enfoques en ti. Los niños crecen, hacen su vida, comenten sus errores y no siempre una madre debe dedicar su vida entera a los hijos y descuidar de la suya.

—Pero yo deseo hacerlo —respondo frunciendo el ceño— ¿Cómo no hacerlo? Si son mi vida entera.

Asiente siempre luciendo comprensiva, pero no puedo evitar sentirme frustrada y atacada de cierta forma.

—No deseo estar lejos de ellos, amó a mi familia y no quiero una carrera que me haga tener que estar lejos de ellos —explico tensa—. Ya estuve meses lejos y fue de lo más doloroso. Usted entenderá que no quiero volver a tener que vivir con esa sensación.

—Claro que lo entiendo y no esta mal que lo hagas —me sonríe de forma cálida y yo logro relajarme, algo —. Es por eso que quiero que vuelvas a replantearte la pregunta que te hice entorno a lo que deseas. Tienes múltiples opciones, y puedes encontrar algo que sea de tu agrado.

—Negocios.

Alza sus cejas con sorpresa y por un momento, me sorprendo ante la seguridad de mis palabras. 

Fue un impulso, ni siquiera lo pensé antes de decirlo en voz alta.

—Negocios —vuelvo a decir y me siento recta en la silla, intentando que los dolores menstruales no me afecten—. Las matemáticas se me dan bien. No estoy segura de que carrera aún, pero necesito una que me permita en el futuro ser mi propia jefa, a no tener que depender de nadie y que nadie maneje mis tiempos más que yo.

Sonríe volviendo a lucir entusiasmada y teclea algo en su computadora.

—¡Eso suena genial! Y Stanford es la mejor opción —mueve el mouse sin despegar su vista de la computadora y luego hace una mueca antes de volver su vista a mi—. Lamentablemente, ya no hay cupos para adelantar el año en Stanford en ninguna de sus carreras.

—No importa —me encojo de hombros para restarle importancia—. Soy consciente de que tarde en decidirme.

—Esta bien. Ahora debes estar al pendiente de tu correo, ahí te mandare la información para que postules sin ningún problemas y tengas en claro los requisitos y las carreras que ofrecen en torno al negocio.

Asiento y me coloco de pie mientras gesticulo un gracias.

—Por cierto Ellie —me detiene antes de que salga de su oficina—. Feliz cumpleaños.

Le sonrió por cortesía y salgo de ahí sintiendo que me quite un ligero peso en los hombros, pero aun así, no podía estar relajada y los cólicos estaban haciendo que me sintiera peor y debo confesar, que agradecí que Derek cayera rendido anoche y no me sintiera cuando me levante por la mañana, porque se que hubiera preparado algo especial para mi y siendo sincera, no deseo celebrarlo. Hay muchas cosas que resolver como para pensar en que cumplí otro año más de existencia.

Sueno como una cobarde, pero simplemente siento que hoy no es un día bueno. Tal vez, solo si todos se ahorran la parte del feliz cumpleaños y solo se dedicaran a darme mimos me sentiría algo mejor, porque sin duda necesitaba mimos, de eso mimos en donde te dan un gran abraso afectuoso y te regalaban chocolate a montones. 

Sí... sonaba tan bien eso en mi mente, y cuando vi a Scott, estaba lista para entrar en mi rol de niña caprichosa en busca de afecto, pero siento como mi cuerpo se congela al ver los papeles que trae en su mano y como me estaba viendo, intentando ser cauteloso, tal vez, intentando en su mente encontrar las palabras adecuadas para poder decirme que él ya sabía.

¿Por qué?

¿Por qué mi día tenía que haber empezado con el pie izquierdo?

—Hola... —se para enfrente de mi y algo nervioso me envuelve en sus brazos—. Feliz cumpleaños.

Hago una mueca, no pude evitar el gesto.

—Gracias. Aunque la verdad, no tengo muchos ánimos de que me estén felicitando y diciéndome el típico: "feliz cumpleaños", cuando la verdad es que ni siquiera es un feliz día en lo absoluto.

Se aparta haciendo una mueca, incomodo y eso me hace sentir fatal.

—Pero aprecio el abrazo, ¿sabes? Eso es lo que más necesito, sobre todo si viene de ti.

Sonríe de medio lado y esta vez, con más seguridad, me atrae hacia el abrazándome a mitad del pasillo de la escuela. No me quejo, los brazos de Scott siempre han sido de lo más amorosos, sinceros y cálidos que existen, por lo que, me dejo atrapar ante las sensaciones positivas que me brinda su presencia.

—Quiero saber como estas —dice sin soltarme y acaricia mi cabello con la mano que no sostiene esas estúpidas hojas—. La noticia no debió caerte muy bien, a ese abogado habría que ponerle una orden de restricción —comenta medio serio medio bromeado—, aún estoy sorprendido que me interceptara a penas llegue a la escuela.

—No me cae bien, pero se que está haciendo su trabajo.

Me sorprende que esa mujer le dejara algo a mi tía y a Scott, pero no me quejo. 

—¿Qué harás? Con mamá no vamos a aceptar nada de esa mujer si tu no lo deseas —aclara enseguida.

Suspiro. Todo era un lío en mi mente en estos momentos.

—Realmente no lo sé, pero... no quiero que nieguen su parte si realmente lo necesitan —le respondo dando un paso hacia atrás para verlo—. A ti te vendría bien para la UC Davis y a tu mamá para seguir estudiando y formalizarse como médico, siempre a sido su sueño.

—Aún no estoy seguro si voy a quedar en la UC Davis, pero no me siento cómodo aceptando algo de esa mujer.

—Es tu decisión, Scott —le digo siendo lo más comprensiva posible, porque para ser sincera, no me afecta que reciban el dinero—. Al igual que tú mamá. Solo depende de ustedes, no de mi.

Me mira no muy convencido.

—Soy consciente de cuanto le serviría ese dinero, y si lo reciben, no me va a afectar en lo absoluto porque no me afecta que esa mujer nos dejara parte de su dinero, es lo menos que pudo hacer luego de haberme hecho tanto daño.

—Comprendo.

—Cambiemos de tema, ¿si? —le suplico con la mirada—. Por hoy no quiero pensar en eso, solo quiero mimos y que estos malditos cólicos se vayan, ¿si?

—Te puedo ayudar en eso —me toma la mano y me hace caminar junto con él mientras siento como absorbe mi dolor—, es más, hasta te compraré todos los dulces que tu quieras —me sonríe afectuoso y me es inevitable no devolverle la sonrisa.

.
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(...)
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Al llegar a la biblioteca, nos encontramos con Lydia y Stiles juntos, parecían estar absortos en su conversación hasta que Lydia es quien me capta primero y su semblante cambia de forma automática, pero fui capaz de notar lo decaída que estaba. 

Preferí guardar silencio respecto a eso y ambos me desean un feliz cumpleaños. A diferencia de Scott, no me queje y solo lo acepte intentando no ser una malagradecida e intentar que no se note mi humor deprimido. Por suerte llega Liam y nos insta a sentarnos en una mesa para explicarnos sobre la iluminación que tuvo Mason esta mañana. 

—Mason dijo que no es solo transmitir una frecuencia. Tiene que ser una frecuencia alta y una señal muy fuerte —explica Liam, quien estaba sentado junto con Stiles, mientras que Lydia y yo estábamos enfrente de ellos y Scott se mantuvo de pie.

—¿Y eso causa que se transforme? —pregunta Lydia.

—No, no creo que sea solo eso —comenta Scott pensativo—. Anoche Derek dijo que se está haciendo más listo. ¿Y si los Doctores del Terror intentan que la Bestia crezca más rápido?

—¿Con frecuencia? —frunce el ceño Stiles teniendo su atención a lo que dice Scott, como todos.

—No, transformándose. La frecuencia es el detonador —explica—. Lo importante es transformarse en hombre lobo.

—Como Peter.

—Sí.

—Cuando Peter era un alfa, se fortalecía cada luna llena —comento mientras pienso en esa temporada—. Sus quemaduras habían sanado por completo.

—Entonces los doctores no quieren esperar la luna llena —dictamina Liam.

—Quieren que sea lo más fuerte posible cuanto antes —dice Scott—. Por Parrish.

—Si sucederá esta noche, ¿qué vamos hacer? —pregunta Lydia.

—Tenemos una pista para continuar —menciona Stiles y de su mochila saca una fotografía—. Esto llegó del hospital.

Todos miramos la huella que dejo el zapato de este misterioso adolescente en el hospital.

—Quien acecha dentro de la Bestia, usa talla diez de marca indeterminada. 

—¿Indeterminada? —pregunta Lydia hacia Stiles, como esperando una respuesta más amplia que eso.

—Es una huella parcial.

—Es todo lo que se puede conseguir hasta el momento, ¿verdad? —Stiles asiente a mi dirección y yo ya me lo suponía, cuando le pedí a Alex que investigara no pudo hacer mucho.

—¿Cuantas tallas 10 deben haber allá afuera? 

—Solo uno con sangre de Parrish en la suela —le responde Stiles a Scott.

—¿Eso quiere decir que vamos a intentar cancelar el juego? —pregunta esta vez Liam y yo inclino mi cabeza sin entender.

—¿Juego?

Todos voltean a verme y Stiles me veía casi incrédulo.

Ay, no.

—Lo olvide —me defiendo ante su mirada y me encojo de hombros.

—Bueno, de todas formas vamos a jugar —retoma la conversación Stiles—, pero de verdad esperemos que no se convierta en una gran masacre.

—Esta bien, pero... —se acomoda en su silla Liam y se inclina más hacia la mesa—, ¿no perdemos una oportunidad para atraparlo? No sabemos quien, pero sabemos donde y cuando.

Scott y yo compartimos una mirada ante lo que quiso decir Liam.

—Es mucha gente —Scott se voltea hacia Liam.

—Y aún no sabemos si realmente va a suceder —intenta ser optimista Lydia—. Puede terminar siendo un juego normal de lacrosse. 

Todos nos mantuvimos en silencio sabiendo que eso no iba a ser posible.

—Es posible, ¿verdad? —vuelve a insistir Lydia y entiendo su preocupación.

Ella también a pasado por mucho, y esperar tener una noche de juego normal y tranquilo es lo que se espera luego de un episodio traumático que vivió en la casa Eichen.

—Es muy posible —habla Stiles intentando ser delicado con sus palabras.

—¿Aún lo cancelaremos? —Liam voltea a vernos, específicamente se dirige a Scott y a mí.

—Lo vamos a cancelar —declaro.

Scott, Liam y Stiles toman sus cosas con rapidez y salen disparados fuera de la biblioteca mientras que con Lydia somos más civilizadas al momento de tomar nuestras pertenencias. 

Se supone que ahora debería dirigirme a las gradas de la cancha de lacrosse para hablar con mi psicóloga, pero quiero darme un momento con Lydia para asegurarme que todo estuviera en orden.

—Tu mamá me comento que ya te inscribiste en el MIT para adelantar el primer año.

No quería ser directa y voy por un terreno neutro.

—Así es, daré exámenes libres. Pan comido —me sonríe de costado mientras avanzamos hacia la salida—. ¿Tú ya te decidiste?

—Negocios, Stanford.

—Vaya, eso es genial.

—Lo es —observó como su expresión decae—. Pareces algo decepcionada.

—Pensé... que tal vez íbamos a ir juntas al MIT —explica y asiento comprensiva.

Hemos ido a todas las clases avanzadas juntas, la mayoría entorno a la ciencia y siempre nos hemos complementado en clases en muchos aspectos, como hacer los trabajos juntas, estudiar juntas, sentarnos juntas y hablar en el mismo lenguaje cuando de estudios se trataba y ahora vamos a estar a no se cuantos kilómetros de distancia, ya que yo iba a estar en el oeste de california y ella al este, por Massachusetts.

Antes de que pudiera decirle algo, ella se detiene con el semblante contraído, como si una sensación horrible le recorriera y no quisiera sentir. Da unos pasos hacia atrás con la vista en el suelo y avanza hacia unos estantes a nuestro costado izquierdo. 

No digo nada mientras la sigo y veo cuando se inclina hacia el suelo.

Todo era extraño, pero soy consciente de que Lydia estaba sintiendo algo de lo que yo no era capaz de percibir al ser una mujer lobo y no una banshee.

—¿Lydia?

Ambas nos enderezamos al oír la voz herida de Parrish y avanzamos hacia el otro pasillo en donde lo vemos sentado en el suelo con graves heridas por todo su cuerpo. 

Derek había mencionado que habían perdido el rastro en la persecución de anoche y estaba claro que la Bestia estaba obteniendo más fuerza y ganando ventaja sobre Parrish. Cada vez lo encontraba con más heridas en el cuerpo, más débil.

—Va a terminar matándote si esto sigue así —me inclino hacia él para evaluar las heridas mientras que Lydia se mantiene a nuestro lado con una cara de horror—. No puedes seguir así.

—No es algo con lo que tenga control, Ellie —se queja entre dientes, cada respiración parecía que le dolía más.

—¿Qué podemos hacer? Hay que sacarlo de aquí.

—Lo mejor que podemos hacer es llevarlo con mi padre —miro a Lydia y ella asiente nerviosa—. Ve tú, yo tengo cosas que hacer ahora, pero mi padre va a estar esperándolos.

Ayudo a Parrish a que se coloque de pie y Lydia se lo lleva intentando pasar desapercibidos. Por suerte, la biblioteca no estaba repleta y la mayoría estaba en clases a estas horas, por lo que iban a poder llegar al estacionamiento perfectamente sin llamar la atención.

Le aviso a mi padre que Lydia iba a llevarle a Parrish, así hace tiempo para que deje todo listo para cuando lleguen y él haga lo que sea que fuese hacer con el oficial.

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