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¿Un Ángel o un loco?

Eliza camina por aquel lote baldeó era su lugar favorito, la primera vez que lo encontró fue cuando ella escapaba de Mary y de sus amigas para que no le hicieran daño.

Fue hasta su escondite, unas cajas esconden un oyó en la pared de un almacén abandonado, entra mira con orgullo su lugar favorito, tenía solo unas pocas cosas unas mantas unos libros. Abrió su mochila sacando unos papeles y crayones.

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-Cariño ve adormir ahora- Severus acaricio la mejilla de su hija. Eliza asintió bajándose de la silla y preparándose para un día nuevo.

Las estrellas brillan con intensidad en el cielo nocturno era la una de la mañana cuando en las nubes se miran una ráfaga en el viento. Unas alas torpes apresuran el vuelo.

-¡Detente!-

El ser alado hace caso omiso, mira por el rabillo del ojo chasqueando su lengua al notar a su persecutor -¡Ocúpate de tus asuntos Miguel!- grita molesto, apretando más su mano para no soltar la esfera pequeña, lucho tanto para conseguirlo no quería perderlo.

-¡Mi asunto es contigo!- De su mano hace aparecer una lanza, este sin pensarlo demasiado la arroja directo hasta una de las alas blancas.

Este de inmediato pierde el equilibrio, con el amago intento hace que una de sus alas no mal heridas le ayude pero es inevitable, cae al vacío nocturno, Miguel de inmediato se deja caer en picada, pero ya no ay nada.

-¿Dónde se escondió?- pregunta frustrado a uno de sus subordinados

Uno de los alas blancas miran las luces de la ciudad –Tenemos que separarnos para encontrarlo-

Miguel chasquea la lengua enojado -¡Busquen de inmediato, no debemos perderlo!-

La mañana siguiente Eliza se despide de su Papá, Marcus tuvo que irse aún asunto de trabajo así que esta sin clases privadas por algunos días. Camina rápido para ir a su escondite, al llegar al lote, recoge unas flores le pareció bonitas serian bueno para adornar el escondite.

Se mete en el oyó, tapa con cuidado con las cajas, al voltearse sus ojos se sorprenden, delante de ella una persona herida esta, mira como la sangre envuelve a su alrededor.

Ella se dirige preocupada por aquel extraño hombre, levanta un poco su camisa blanca, mira confundida no hay heridas algunas.

Con cuidado y esfuerzo mueve el cuerpo de la persona aun lugar más limpio alejado de la sangre, lo recuesta en el suelo.

-Extraño te traeré comida-


*****


Parpadea confundido por el lugar, se levanta del suelo frío mirando aquel sucio lugar, escanea con su mirada si no hay nada sospechoso, intenta levantarse pero no puede maldice al maldito, no ha hecho nada para merecer ese trato pero claro que se puede esperar a la farsa que han montado.

Levanta su mano derecha abriéndola con cuidado, la extraña esfera roja que tiene el tamaño de una canica brilla, una sonrisa arrogante se muestra en su rostro al sostener aquello –Y decías que podrías conmigo- levanta la esfera al cielo –No es gracioso como estas ahora Bel yo sosteniendo tu pobre y mísera existencia-

Fue una suerte que Samael aun tenga sentimientos hacia su persona, suspira aliviada –Ahora solo tengo que esperar a que mi herida sane-

Un ruido hizo eco a sus oídos, alerto miro enfrente, una niña entra al lugar confundida mira a la extra cría humana.

Eliza mira aquella persona –Estas despierto- dice ella feliz, se levanta del suelo y corre hasta la persona –Te traje comida- abrió su mochila sacando de esta un poco de pan –No es mucho pero espero que te guste- lo deja en el regazo del extraño.

-Largo-

-¿Eh?-

Frunció el ceño al ver que la cría no sale -¡Largo! ¡Vete de aquí!- dijo con un tono elevado esperando que le tuviera miedo.

Eliza frunce el ceño molesta -¿Por qué debería irme? Tu- apunta al extraño con su dedo –Estas en mi escondite así que el que debería irse eres tu-

Entre cierra sus ojos –No me iré de aquí-

-Pues yo tampoco me iré- ella se sienta en el suelo.

Un gemido frustrado sale de los labios, tendría que soportar aquella niña molesta espera que sus heridas sanen rápido para que no pueda estar lejos de aquí.

Eliza mira al sujeto -¿Estás perdido?-

-No-

-¿Entonces qué haces aquí? ¿Quién eres?-

-Soy un Ángel que busca resguardo-

Parpadea incrédula ante aquellas palabras una risa sale de sus labios –Los Ángeles no existen, usted es extraño señor-

Rodo los ojos, no le dio importancia ante las palabras incrédulas de la niña, era obvio que nadie le creería después de todo es inusual que un Ángel se muestre delante de los humanos.

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