-Disculpe quisiera saber a cuánto esta la libra de zanahoria?- dijo Severus al vendedor

El hombre le sonrió -Claro cuesta-

La pequeña Elizabeth Snape estaba aburrida su "Mami" aun no acaba de comprar, resoplo y comenzó a caminar.

Miró con curiosidad los puestos todos eran de verduras otros de frutas.

-Mamá mira es el nuevo peluche- dijo un niño rubio mentras señalaba con su dedo el escaparate de la juguetería del frente.

La pequeña Eliza miró en dirección del lugar que apunto el niño, una gran sonrisa iluminó su rostro infantil. Corrió hasta estar enfrente de aquél escaparate.

Posó sus manos enfrente del vidrio, el peluche que la niña observa era un conejo blanco con un vestido de color rosa pastel -Que lindo- murmuró la pequeña.

Severus terminó de hacer las compras de la semana, notó que su pequeña niña no está a su lado, se alarmó y comenzó a buscar a su hija.

-Elizabeth Eileen Snape dónde estás?- dijo con angustia el azabache.

Pasó unos 5 minutos que para Severus fueron eternos, encontró a su hija parada enfrente de la juguetería, caminó con pasos veloces.

Abrazó a su hija, mientras tanto la pequeña Eliza se asustó por el abrupto abrazo alzó su mirada arriba y vio a su Mamá

-Mami me aplastas-

Severus aleja un poco a su niña -Oh perdona, pero a mí casi me matas del susto- Miro con reproche a Eliza -Esperó que tengas una buena explicación del porqué no estabas a mi lado-

La niña miró a su madre con miedo -Pe-perdón, es que me aburría tanto... y - miró a los ojos a su mami solto un suspiró y agachó su cabeza -No volveré hacer lo mismo perdón-

Severus suspiró y miró a su hija, era una réplica exacta de Sirius, negó con su cabeza -Bien te perdonó- acarició el cabello rizado de su hija, levantó la cabeza de la pequeña y observó aquellos ojos grises que era igual al de alguna vez había amado con su vida y sonrió -ahora dime que observas con tanta adoración?-

La niña le sonrió alegremente -el conejo es muy lindo- dijo apuntando al aparador.

-me preguntó sí ay dinero suficiente cómo para comprarlo-

El azabache miró al muñeco sin duda era muy caro y con su sueldo no le alcanza -Cariño perdón no creeo tener el dinero para el muñeco- volteó a ver a su hija.

Eliza bajo su mirada con tristeza y asintió ante lo dicho -entiendo-

El muchacho la miró con pena -Vamos cariño tenemos que hacer la cena- le agarró de su pequeña manita.

La niña asintió y apretó el agarré, ambos Padre e Hija se fueron alejando del lugar.