11. Sagamihara. Parte 1.
Multimedia: Kaiju principal tipo hongo; Misión en Sagamihara.
⚠️ADVERTENCIA: Capítulo largo ⚠️
NARRADOR OMNISCIENTE.
«Raro... Totalmente raro.»
Los pensamientos de la peliblanca abundaban desconfianza a su máximo esplendor.
Desde que los altos mandos regresaron a la base siente más miradas en su nuca de la que por si ha sentido desde que pisó por primera vez aquel edificio, y en su vida.
Ichika miró por encima de su hombro discretamente para ver que dos líderes de pelotón la estaban observando disimuladamente, según ellos. El líder de pelotón Ikaruga era demasiado obvio para su gusto.
Sentía que su mirada la quemaba a donde quiera que ella fuese, si de por si sus cejas para nada discretas ya llamaban su atención con su mirada de fuego era mucho peor.
«Ay pero cuanta intensidad por el amor de Dios. Ya déjenme en paz locos inútiles de pacotilla, yo no estoy aquí por gusto.»
Un tic en la ceja derecha de la mujer se presentó al tener la atención que no debería encima de ella. En los días posteriores mandó a Garuda, su kaiju insecto, a recolectar algo de información sobre aquella situación extraña pero no ha vuelto a ella desde entonces.
Y solo han pasado 2 días.
«Que ya vuelva por favor... Ya no aguanto.»
Ichika, Kafka y Reno estaban en la cafetería almorzando a gusto, o al menos para dos de ellos, mientras planeaban que harán más tarde en el entrenamiento matutino. Ichika recibió un mensaje por parte de Kikoru (a saber como consiguió su número) para que pudiera tener una lucha con ella a lo que la mayor no tuvo opción más que aceptar.
Y por supuesto Kafka y Reno estarán presentes para evitar tragedias.
Tragedia: Kikoru media muerta.
Al acabar los tres se dirigieron hacia la sala donde Kikoru y ella acostumbran a tener sus combates pero un escalofrío le recorrió su columna para después mirar hacia atrás de si y toparse con un par de ojos curiosos quienes al ser descubiertos se fueron lo más rápido de ahí.
Eran los líderes de pelotón Ikaruga y Ebisu.
«¿Pero qué carajos fue eso?»
—¿Sucede algo Ichika? —le preguntó Kafka al verla detenerse y mirar hacia atrás.
Él quiso ver lo que ella estaba observando pero no captó absolutamente nada, cosa que le pareció extraño y preocupante a la vez.
—No, no es nada. Ya vámonos. —le dijo ella para retomar la caminata e ir hacia donde los esperaban la Shinomiya menor.
Detrás de la pared estaban los antes mencionados quienes miraban desde la orilla del muro como los tres desaparecían de su vista para posteriormente irse a reportarlo al vice-capitán.
—¿Lista? —le preguntó a la joven rubia mientras giraba la vara de madera entre sus manos para tomar posición de combate.
—¡Lista! —respondió determinada Kikoru tomando también una posición de combate.
Kafka y Reno se sentaron algo lejos para evitar que les llegasen golpes pero cerca por si debían de ayudar a Kikoru mientras uno de ellos distraía a Ichika.
—¡Ataca! —ordenó Ichika esperando movimiento de su parte a lo que la contraria la obedece avanzando hacia ella con intenciones de golpearla.
En cada bastonazo entre ellas se veía el aumento de velocidad que cada una proporcionaba en sus golpes.
La peliblanca bloqueaba todos y cada uno de los contraataques de Kikoru mientras la rubia aumentaba la fuerza y precisión conforme pasaban los segundos.
Ichika miraba las mejoras de la chica a lo que se sintió levemente orgullosa de su progreso.
Francamente le recordaba a su madre: Hikari.
Pero con el temperamento de Isao algo que le molestaba un poco. Solo un poquito.
Kikoru embiste el ataque al ver que Ichika bajó la velocidad viendo una oportunidad para golpearla pero la mayor se coloca de lado mientras que con una mano libre deja pasar la vara de la rubia quien se sorprende por el movimiento rápido de la peliblanca.
La vara de Kikoru pasa por encima del brazo de Ichika quien con la misma la golpea haciendo que el arma chocase con el cuerpo de la rubia causándole una auto lesión mandándola hasta el otro extremo de la habitación dejándose en el suelo tosiendo y retorciéndose del dolor.
Reno fue a revisarla rápidamente mientras Kafka miraba a Ichika entrecerrando los ojos a lo que la mujer desvió la mirada fingiendo demencia.
Creo que se le pasó un poco la mano.
Así fueron pasando los días hasta que Kikoru fue citada por el vice-capitán Hoshina para algo que, según él, era sumamente necesario.
Kikoru corría por los pasillos a toda velocidad con una sonrisa plasmada en su rostro mientras que sus ojos verdes buscaban desesperadamente a una figura en particular.
Al verla entrar a la cafetería aumentó el paso y pudo alcanzarla quien estaba acompañada de un hombre alto.
Eran Ichika y Kafka. Justamente las personas que quería encontrar.
Al llegar a su lado los adultos vieron como Kikoru recuperaba el aire a lo que confundidos le preguntaron si estaba bien y qué fue lo que le pasó ya que no estaba en el entrenamiento de la tarde.
Kikoru con una sonrisa confiable les responde que tenía un asunto con la capitana de la división.
—Supongo que eso es bueno, ¿no? —dijo Ichika mirando a Kafka quien asintió a lo su comentario.
—¡Claro que es bueno! ¡Por fin mostré mis capacidades delante de los capitanes así que estoy satisfecha con mi desempeño! —dijo ella entusiasmada por sus resultados.
—¿Es eso así? —la pregunta de la peliblanca la regresó a la realidad.
—¿Qué significa eso? —frunció el ceño levemente ante la cuestión.
—Nada, es solo que me sorprende que digas eso cuando ni siquiera sabes si diste lo mejor de ti porque no sabes los límites de tu propio cuerpo. Solo eso. —se encogió de hombros mientras miraba hacia otro lado. —Pero si estás contenta con lo que les mostraste entonces está bien. —dijo ella para empezar a caminar y poder comer algo.
Kikoru frunció el ceño mientras hacía un puchero y corrió para alcanzarla siendo seguida por Kafka.
—¡Por supuesto que lo estoy! ¡Incluso me dieron algo muy bueno para mi! Y... —dudó en comentar lo siguiente. —... quería comentarlo primero a ustedes. —desvió la mirada avergonzada por lo que había dicho.
Ichika y Kafka se sorprendieron con lo que les dijo la menor. Se miraron a lo que Kafka fue el primero en hacer el movimiento.
Puso una mano en su cabeza acariciándola cariñosamente con una gran sonrisa de boca a boca.
—No sé que fue lo que hiciste Kikoru pero nos alegra de que te haya ido bien. ¿Verdad Ichika? —se dirigió hacia la mujer a lo que ella suspiró y asintió estando de acuerdo. —Además estoy seguro que Ichika no te quiso decir eso de mala manera. Seguro que te lo dijo para que fueras consciente de algo, ¿no? —la mirada que Kafka le dio a Ichika demostraba que la entendía completamente.
La mujer no era mala, solo un poco estricta. Eso era todo.
Ichika solo asintió sin decir nada a lo que Kikoru la miró sonrojada por la acción del mayor.
—Kikoru. —la llamó por su nombre para que le prestase atención. —Si te dije eso fue para que no te vuelvas conformista, ¿de acuerdo? La tira que llevas en el rostro me es prueba suficiente de que te tomaron con la guardia baja. No sé qué rayos te hicieron pasar esos dos dementes pero me basta con solo verte de que no fue una "tarea sencilla" como nos dijiste. —hizo comillas en las palabras.
Ichika se fue acercando a la menor a lo que Kafka le dio espacio para que pasase. La mujer le tomó el rostro de manera delicada para que pudiera observar bien de cerca.
Notó que del lado derecho de su cara tenía raspones y debajo de la camisa blanca tenía vendado el brazo del mismo lado que inútilmente intentó ocultar a lo que suspiró resignada.
Ya haría pagar a esos capitanes por meterla en problemas.
—Vamos. —la tomó de la mano para irse a una mesa siendo seguidas por Kafka quien las miraba con una sonrisa suave.
Kikoru confundida por sus acciones se dejó llevar por ella, llevándola a una silla donde la sentó sin más.
—Pero...
—Pero nada, llegaste tarde así que debes de tener hambre, ¿no? —antes de responderle el estómago e Kikoru contestó antes que su boca, delatándola con los mayores y avergonzándose en el proceso. —Si, lo imaginé. Ya vuelvo, por mientras Kafka cuida de la niña.
Kafka se sentó al lado de la menor mientras esperan que Ichika regresara con una bandeja de comida para Kikoru.
Por mientras la rubia procesaba lo que había ocurrido hace unos momentos.
¿Qué acababa de pasar?
Es decir, si, quería presumir que ella había obtenido su propia arma personalizada por parte de los capitanes por la prueba que le habían puesto para ella.
Aunque más bien fue una trampa que prueba por parte del vice-capitán Hoshina pero ya lo pasado pisado. O eso pensaba ahora.
Ambos adultos procuraban que comiese algo antes de irse a cualquier lugar, Ichika a pesar de que no le gusta estar cerca de otras personas siempre le aceptaba el combate diario por las tardes para poder mejorar sus técnicas.
Que si lo pensaba bien, algunas le funcionaron contra el cangrejo gigante.
Kafka sin importarle que descubrieran su verdadera identidad como kaiju la protegió en el examen junto con Ichika quien se aseguró que no le llegase ningún escombro cuando estaba totalmente herida.
Ser salvada le era más que irritante. Pero si eran ellos dos puede que no le molestase tanto.
Aunque jamás lo diría en voz alta.
Miró a Kafka que se encontraba a un lado a lo que este al sentir la mirada de la Shinomiya le sonrió gustosamente a lo que ella se sonrojó y desvió la mirada.
Minutos después Ichika llega con una bandeja llena de comida para dejársela frente a Kikoru quien la miró sin saber qué decir o hacerlo.
—Solo come y cuéntanos como te fue hoy. —exclamó la peliblanca a lo que Kikoru miró ahora la bandeja y empezó a comer.
Los adultos se miraron y Kafka sonrió más de lo que lo hacía e Ichika solo suspiró para luego acariciar los cabellos rubios de la chica.
[Biblioteca de la base de Tachikawa.]
Era de noche, ya pasada de la media noche. Por la tarde Ichika nuevamente entrenó con Kikoru sobre control del equilibrio en combate donde Kikoru experimentó en carne propia que sin importar cuantos estilos aprendiese por lo largo de los años, Kikoru jamás pudo rozar un cabello de la mayor.
Ichika había ganado su victoria número 70 ante Kikoru, cosa que la rubia refunfuñó a más no poder.
Todos se encontraban durmiendo mientras que dos camas se encontraban vacías. Dichas camas eran las de Kafka y las de Ichika quienes se encontraban en la biblioteca estudiando sobre la historia Kaiju.
Bueno, más Kafka que Ichika quien solo le hacía compañía en la fría noche.
—¿Sabías que hace 600 años hubo una masacre en varios pueblos cerca de una aldea llamada Greshit en donde se reportaron más de medio millón de pérdidas humanas? Aunque actualmente ahora es una ciudad que se encuentra en Rumanía. —Ichika lanzaba datos sobre lo ocurrido en otros países hace cientos de años.
Kafka agradecía que le ayudase en estudiar para evitar que fuese expulsado de la tercera división. Por lo que le dijo el vice-capitán un día, si no mostraba resultados dejaría el cuerpo de Defensas en tres meses.
Y ya habían pasado dos.
Si Kafka sale, ella también. Ya estaba decidido.
—Te agradezco mucho que me estés ayudando ahora. Ya no tengo mucho tiempo así que debo de esforzarme el doble para poder seguir aquí. —el hombre se talló un ojo para quitarse el sueño y así seguir leyendo.
La mujer de cabellos blancos le sonrió suavemente mientras masajeaba sus mejillas de manera delicada para que Kafka estuviese más cómodo.
Llevaban horas ahí por lo que el mayor estaba resintiendo el cansancio acumulado del día e Ichika le ayudaba a estar despierto hasta no poder más.
—Me sigo sorprendiendo lo mucho que sabes sobre la historia kaiju extranjera. Ver que tienen similitudes con la japonesa me ayuda a comprender que no solo aquí hay problemas, sino en otras partes del mundo. Y por lo visto son más graves... —la miró con una sonrisa amigable. —En serio me alegra tenerte aquí.
Ichika lo mira para luego corresponderle la sonrisa. Le gustaba la forma en que sus labios se arqueaban hacia arriba expresando gratitud y alivio por su presencia.
La peliblanca le encantaba ser vista por Kafka.
—No hay problema Kaf. Soy un libro abierto para ti y lo sabes. Si tienes alguna duda sobre algo no dudes en llamarme. Siempre estaré disponible para ti. —con la misma sonrisa en su rostro le dedicaba esas palabras en apoyo incondicional.
Kafka tomó las manos de ella que se encontraban en su rostro para acariciar sus dorsos con sus pulgares, momentos después las colocó en su pecho haciendo presión en ellas para que no se alejasen de él.
—¿Sientes algo? —lo dijo más en un susurro que nada.
La peliblanca tomó aire y cerró sus ojos para poder concentrarse. Poco a poco percibía una leve energía fluyendo desde el interior de Kafka y se traspasaba hasta su cuerpo y volvía hacia el cuerpo del hombre.
Como si fuese un riachuelo en un bosque. Circulando sin detenerse.
—Solo te siento a ti y a Parca que anda de curioso. —dijo ella para abrir sus ojos y tomar las manos de Kafka y ponerlas en la mesa para que no se preocupase. —Me alegra saber que ya esté entrando en confianza conmigo. Me gusta verlo a través de ti y observar como se está acoplando a esto.
—Pues se siente algo raro pero si dices que está bien entonces no me tengo que preocupar. —suspira mientras empezaba a jugar con los dedos de la mujer entre sus manos. —Pero a todo esto, ¿tú estás bien? —le pregunta con preocupación en su rostro.
La menor no entendía a qué venía la pregunta.
—Si claro, ¿por qué lo dices?
—Porque hoy es luna llena. —ahora entendía la preocupación del hombre.
La mujer miró sus manos aún entrelazadas con las de Kafka sintiéndose tranquila. No había nada de qué preocuparse siempre y cuando él estuviese cerca de ella.
Sonrió para sí misma y después miró hacia el hombre que la miraba expectante y a la vez paciente en su respuesta. Kafka era el tipo de hombre que siempre esperaba lo suficiente para poder escucharla como correspondía sin ninguna queja y eso la mujer lo apreciaba con todo su ser.
Era el único en el mundo con el que podía bajar la guardia sin preocuparse de lo que los rodea.
—Si Kaf, estoy bien. —le regaló una leve sonrisa. —Me siento bien.
Kafka la observó por unos minutos para luego sonreírle de vuelta. Si ella decía eso entonces le creía.
Siempre le creería sin importar qué.
—A propósito Kaf... —le llamó esta a lo que el mencionado le prestó atención. —Hay algo de lo que tengo que hablar contigo aprovechando que estamos a solas.
El pelinegro la miró confundido. ¿Por qué tanta necesidad de que se quedase entre ellos?
—¿Recuerdas cuando te enfrentaste al Caecus Taurus en el examen de admisión?
—¿El qué? —frunció el ceño al no saber de qué hablaba la mujer.
—El kaiju toro que mataste para salvar a la niña.
—Ah, ese. —recordó al momento. —¿Qué pasa con eso?
—Bueno... —ordenó sus pensamientos antes de decirle directamente. —¿Recuerdas haber sentido algo ese día?
Kafka se lo pensó por momentos recordando todo lo que pasó aquel día. Su transformación, ek ataque con el que mató al kaiju, la onda que expulsó al momento de tener contacto con este para luego poder responderle a la chica.
—Fueron muchas cosas las que sentí ese día. Fue más por parte del kaiju dentro de mi más que nada. —dijo ahora separando una de sus manos y haciéndola puño para reflexionar. —¿Por qué lo preguntas? —volvió a mirar a la mujer.
—Kafka, aquel día cuando derrotaste a ese kaiju hubo algo que me llamó la atención. —menciona seriamente a lo que el varón tragó con pesadez al oírla en ese tono. —Tú...
Pero antes de que pudiera decir otra palabra un sonido proveniente de la puerta los hizo voltearse topándose con una figura conocida.
—Qué aplicados. —al captar quien era la persona que los interrumpió la mujer frunció el ceño y la miró enojada.
—¡Vice-capitán Hoshina! —exclamó Kafka al verlo ahí cruzado de brazos.
—Dormir también es parte del trabajo. —les dice a ambos con su sonrisa habitual.
«¿En serio? ¿Justo ahora, hijo de tus mil espadas?»
Ichika le da un pequeño tic en su ceja derecha al ver al vice-capitán recargado en el marco de la puerta.
El joven segundo al mando notó que las manos de sus subordinados estaban entrelazadas a lo que le dio un leve tic en su ceja izquierda.
«¿Por qué están tomados de las manos? Y sobretodo, ¿por qué están solos en un lugar aislado y sin nadie a la vista?»
El joven se fue acercando a pasitos rápidos para intentar separarlos pero no fue necesario.
Kafka se levanta y lo saluda como corresponde mientras Ichika solo volteó la cabeza todavía estando enojada.
«Y justo cuando estaba por decir algo sumamente importante aparece este desgraciado.»
Ichika bufa resignada ante la situación.
—Discúlpenos vice-capitán solo estábamos tomando apuntes sobre la historia kaiju, y... —dudó unos momentos antes de poder excusarse. — ...no puedo permitir que me echen. —explicó Kafka serio hacia al más bajo en estatura pero de mayor estatus.
Hoshina al escuchar eso dedujo que, al menos por parte de Kafka, lo hacía por la capitana Ashiro. Ichika terminó frunciendo más el ceño que antes al oír aquello por lo que bufó con rabia.
Cosa que Kafka terminó confirmando este preguntándole sobre cómo lo sabía a lo que Hoshina confesó que lo había escuchado decirlo en el baño sorprendiendo a ambos mayores.
—Consideren que todas las conversaciones en este dormitorio son escuchadas por mí. —aquello los dejó helados.
«¿Cómo dices que dijiste?»
Ichika se preocupó demasiado al pensar que el vice-capitán los había escuchado minutos previos a su inesperada y molesta visita.
—¡Qué miedo! —exclamó Kafka sin poder creerlo.
—Pervertido... —susurró algo fuerte a propósito para que este la escuchase obteniendo un sobresalto por parte del de ojos rasgados.
—¡Sólo escucho las conversaciones nada más! —se excusó este rápidamente al creer que ella tiene una mala imagen de su persona.
—Ah, pervertido y chismoso. —a través de sus goggles Hoshina pudo sentir la mirada juzgadora de la mujer a lo que rápidamente negó todo lo anterior haciendo suspirar a la peliblanca.
—¡Que no es así! ¡Además de que acabo de llegar! —Hoshina inexplicablemente quiso disipar aquellos malos juicios de su persona de la mujer antes de que pasase otra cosa. Ichika alzó la ceja ante su último comentario.
«Si lo que dice es cierto, entonces él está aquí poco después de que iba a hablar sobre el kaiju por lo que cronológicamente no pudo escucharnos en ningún momento. Que suerte.»
Ante ello Ichika se aliviana. Garuda todavía no había vuelto a su lado por lo que dejó sin vigilancia a Hoshina más tiempo del que tenía planeado.
«A todo esto, ¿dónde demonios está? Ya tardó...»
Siendo algo ajena a la conversación de ambos hombres no prestó mucha atención sobre lo que estos se dijeron en sus caras con respecto al puesto que ocupa Hoshina. Hasta que un golpe en seco la sacó un poco de sus pensamientos y notó que el joven de ojos rasgados dejó la llave de la biblioteca a Kafka.
—Muy bien. —exclamó algo irritado. —Les daré dos horas a los dos. Apaguen las luces y cerrar la puerta cuando se vayan. —se estaba preparando para irse de ahí y dejarlos nuevamente solos hasta que se detuvo en el marco de la puerta y mira sobre su hombro a Kafka. —No te entregaré tan fácilmente la posición para estar al lado de la capitana Ashiro.
Ichika le volvió a dar el tic en su ceja derecha al saber de lo que estaban hablando recientemente. Lo bueno fue que ni siquiera les hizo caso a ninguno.
«Insisto, ¿qué tiene de especial? Solo sabe disparar y fuera de eso admito que es algo bonita pero ¿qué más? Sinceramente no entiendo qué le ven.»
Kafka estaba a punto de agradecerle pero nuevamente es interrumpido por el de ojos rasgados.
—Otra cosa, ser amistoso con los compañeros de la tropa, debería ser hecho con moderación. —advierte Hoshina sin mirar a ambos. —Ya que es un trabajo en el que no es anormal que le pase algo a alguien en cualquier momento.
«Dilo por tus subordinados porque es distinto en nuestro caso. Aunque tiene algo de razón.»
Kafka no dice nada por unos segundos e Ichika ni hace el mínimo esfuerzo en contestarle para nada, sin embargo, presintió que ese comentario iba para ambos a lo que por esa única vez lo dejó pasar.
Antes de que alguien más dijese algo la alarma sonó en todo el edificio avisando que había trabajo que hacer.
Un kaiju apareció en ese momento por lo que debían de prepararse.
—Hablando del diablo. —exclamó Hoshina volteándose hacia los más altos. —Vamos. Será su primera misión. —les sonrió tranquilo para empezar a moverse.
Los otros dos le siguieron sin más.
Ya todos estando en los convoyes con sus trajes y sus armas listas, el vice-capitán les explicaba la situación actual a los novatos para estar al tanto mientras los observaba con tranquilidad desde su asiento.
—¿Están listos? —les preguntó a todos. —Es hora de exterminar kaijus.
Hoshina veía a cada uno de sus novatos controlando sus emociones ante su primera misión. Comprendía por completo la sensación ante tal presión en su primera expedición.
Unos apretaban sus puños, otros solo cerraban sus ojos a la espera del momento. Todos y cada uno de ellos lo manejaba a su manera, pero lo que más le sorprendió fue ver a una en específico.
Ichika, quien estaba entre Kafka y Reno, se encontraba leyendo un libro de lo más tranquila en el mundo, como si en unos minutos no se va a enfrentar a criaturas más grandes que una casa común.
Sin querer, se recordó a sí mismo cuando tuvo su primera misión con la tercera división hace unos años e hizo exactamente lo mismo que ella cuando el líder de pelotón Ebisu se encontraba explicando la situación en aquel entonces.
—¿Era necesario traer el libro? —preguntó de manera delicada Haruichi quien se encontraba al lado de Reno hacia la mayor al verla tan tranquila de la vida.
—Me quedé en la mejor parte y obviamente no pienso quedarme con la intriga sobre esta trama. Es muy buena. —dijo mientras cambiaba de página estando tan inmersa en su mundo de lectura.
«Si, pero hay niveles.»
Pensó Haruichi al ver que ella ni se inmutó.
Kikoru, la cual estaba sentada enfrente de Kafka, Ichika y Reno observó detenidamente al mayor de los tres que tenía los ojos cerrados sobre que aún le sorprendía el hecho de que fuese el kaiju no. 8 para después pasar su vista hacia Ichika quien estaba totalmente en su libro todavía preguntándose el como es posible que pueda controlar a un kaiju así como así.
«No me decepcionen, Hibino Kafka, Ichinose Ichika.»
Pensó Kikoru seriamente pero eso cambió cuando ve a Kafka haciendo una cara rara.
«¿Eh?»
Un grito se hace resonar en el convoy.
—¡Vice-capitán! ¡Kafka-senpai está a punto de vomitar! —avisó asustado Reno hacia el mayor al verle la cara morada.
—¡Perdón! Comí demasiado por los nervios. —se excusó este sintiéndose peor.
—¡Normalmente no deberías ser capaz de comer! —se queja este.
—¡Que alguien abra la ventana! —pidió Iharu al ver la situación.
—¡Si vomitas, te mato! —le advirtió Kikoru molesta a lo que Ichika le manda tremenda mirada inquisidora haciéndola mirar hacia otro lado.
—¿¡Qué haces, viejo!? —Iharu se alteró al verlo tambalearse.
—No me maten por favor, no me siento muy bien. —pidió compasión el mayor ante los comentarios de los demás.
Ichika suspiró para después sacar de un compartimiento que ofrecía el traje unas bolsas de basura color negro para dárselas a Kafka.
—Ay gracias. —dicho eso procedió a vomitar a gusto mientras que la mujer acariciaba su espalda sin interrumpir su lectura.
Todos los presentes no articulaban absolutamente nada al ver dicha escena frente a sus ojos. Es decir, ¿quién lo haría?
La mujer estaba previamente preparada como si supiese que eso iba a ocurrir y jamás perdió la calma ante tal horrenda situación.
Hoshina sonrió complacido al ver que la fémina era alguien completamente capaz en toda la extensión de la palabra.
[Lugar de subyugación; Sagamihara; 4:00 am.]
Todos estaban en sus posiciones listos para recibir instrucciones por parte del vice-capitán Hoshina quien este estaba observando al kaiju principal tipo hongo que se encontraba lejos de ellos.
Cada novato estaba al cargo de un líder de pelotón o en su defecto del vice-capitán. En este caso, solo Kafka, Kikoru e Ichika estaban en el pelotón del hombre de las espadas.
—Todos presten atención. —pidió en el auricular Hoshina. —El problema son los residuales que nacen sin cesar por lo que debemos de encargarnos de ellos lo más rápido posible mientras que el kaiju principal se hará cargo la capitana quien está liderando otro escuadrón para subyugarlo. —comenzó a explicar la misión.
Todos los escuadrones se encontraban arriba de los techo de los edificios para tener una mejor vista panorámica y abarcar más terreno. Hoshina les mostró las zonas de subyugación para que tomasen en cuanta la cantidad masiva de residuales que nacieron a partir del principal.
—Su trabajo es eliminar a los residuales sin que escape ni uno solo de la zona. Lograrlo o no influirá en los daños finales a gran medida así que como los costes y el tiempo de reconstrucción. Y por supuesto, los pelotones con novatos son colocados detrás a lo que quiere decir que ustedes son la última línea de defensa. —miró a sus novatos para que comprendiesen la situación.
Kafka y Kikoru lo miraron seriamente, señal de que se lo están tomando como en verdad es. Una misión importante. Ichika lo miraba de reojo solamente.
—¿Alguna pregunta? —preguntó al aire sin recibir ninguna sola respuesta. —Bien, no importa lo bien que lo hagan en el entrenamiento, eso no salvará ninguna vida. Muestren su poder en el campo de batalla, novatos.
Ante sus palabras los soldados gritaron de emoción al estar determinados a acabar el trabajo.
«Jo... Buenas palabras vice-capitán. Se nota que tiene experiencia en motivar a sus soldados. A diferencia de otros...»
—Bien, entonces buena suerte~. —exclamó este sonriente mirando a todos ellos.
Un sonido proveniente de los auriculares de Kafka y de Ichika les hicieron llamar la atención.
—Llegó la hora, senpais. —era Reno quien se contactó con ambos en privado.
—Si. —le respondió Kafka. —Y si no consigo hacer un buen trabajo hoy... —recordó las palabras de Hoshina. —No tendré otra oportunidad.
Kikoru lo observa hablar por el auricular. Ichika se acerca desde atrás y le toma su mano en señal de apoyo. Kafka al sentir su calidez aprieta su mano de regreso.
—Recuerda que si tu no estás aquí, yo tampoco. —le dijo ella para que no se sintiese solo.
—Pero tu tienes más oportunidades de estar aquí que yo. —le dice Kafka a ella mientras que Reno también escuchó esa parte tomándolo por sorpresa al igual que Kikoru.
«Si Kafka-senpai se va, Ichika-senpai también...»
«Si Hibino Kafka es echado entonces tendrá dificultades para poder mantener su identidad oculta, y si Ichinose Ichika se va...»
Kikoru movió la cabeza de lado a lado para quitarse esos pensamientos y centrarse en lo importante.
—No me importa, no quiero estar en un lugar en donde tú no estés. —dijo con franqueza mirándolo a los ojos. —No sería divertido sin ti.
Kafka la miró expectante por lo que dijo. Sinceramente él deseaba que se quedase en las Fuerzas, sin embargo, recordó que fue él quien le insistió en hacer el examen a lo que comprendió la razón de quererse ir.
—Entiendo. —en tono comprensivo la miró sereno. —Pero ahora, siento los nervios y la presión me está consumiendo a más no poder, pero lo más curioso es que estoy súper emocionado. —apretó su puño y lo miró sonriendo.
Reno e Ichika se sorprenden de su comentario. Pero a fin de cuentas lo entienden.
Después de todo es el trabajo que ha deseado por tanto tiempo.
—¡Hagamos de nuestra primera misión un éxito, senpais! —le dijo determinado a ambos adultos siendo correspondido por estos.
—¡Si! —Ichika solo asiente en apoyo a Kafka.
Reciben notificación sobre los residuales en movimiento a lo que se preparan para su llegada.
—¡Vamos, Kikoru, Ichika! —le dijo a la menor y a su amiga quienes estaban a su lado.
Ambas le sonrieron.
—¿Por qué me estás dando órdenes? —dijo la rubia al momento de saltar del edificio para llegar al asfalto.
—Solo hazle caso, ¿quieres? Es mayor que tú. —Ichika la lanzó una mirada de advertencia a lo que la rubia asentía frenéticamente.
Todavía le daba algo de miedo cuando se enfadaba.
—No mueras Ichikawa. —le dice el mayor al menor.
—Usted tampoco. —le responde.
—¿Y por qué me dices solo a mi? ¿Por qué no se lo dices también a Ichika? —le pregunta ofendido.
—Ella no me preocupa para nada, senpai.
—Ay gracias, Reno. —dijo enternecida por su respuesta.
—¡Mocoso grosero! —se quejó Kafka para después estar en la orilla del edificio. —¡Voy a terminar mi primera misión con éxito! —gritó a los cuatro vientos.
Se bajó del edifico de poco a poquito al no ser capaz de saltar como los demás a lo que Ichika lo miraba todavía desde arriba del edificio.
—¿Necesitas ayuda? —le pregunta ella.
—No gracias. Puedo solito. —dijo este convencido y yendo con cuidado al bajar del edificio.
Ichika suspira por su terquedad a lo que ella de un salto cae bien al suelo para mirar a Kafka que todavía no ha podido llegar.
—Anda salta. —le estiró ambos brazos hacia él. —Yo te atraparé, caerás en mis brazos sano y salvo.
Kafka se lo pensó por unos momentos, él quería bajar por su propia cuenta pero rara vez Ichika lo consiente a lo que debía de aprovechar.
—De acuerdo, pero atrápame bien, ¿si? —cedió este a lo que la mujer sonrió detrás de la máscara.
—Siempre.
Kafka tomó aire de su nariz para dejarlo salir por su boca para después soltar ambas manos cayendo hacia el suelo, cosa que no ocurrió porque sintió unos brazos que lo envolvieron de forma segura.
Kafka era cargado al estilo nupcial.
La atrapada fue un éxito.
Mientras ellos estaban en su propio mundo, desde el techo Hoshina los observaba fijamente al ver como ella cargaba al hombre como si nada y este no se sentía para nada incómodo o avergonzado.
Ciertamente le causaba curiosidad y a la vez molestia.
Escrito: 26/12/2024.
Publicado: 01/01/2025.
-Alessa.
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