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† III. Reunión Mikaelson †

Después de dos semanas en el instituto Salvatore Eira recibió la noticia que tanto había estado esperando: la familia Mikaelson iba a viajar a Mystic Falls para conocerla, aunque lejos de alegrarse por esa noticia solamente pudo sentirse indignada, dos semanas, eso le había tomado a los Mikaelson interesarse en ella, cuando por Hope tardaron minutos cuando apagó su humanidad.

— Debería matarlos a todos —protestaba la chica caminando alrededor de su habitación.

— No puedes matar a un original —le respondió Sebastian quien estaba acostado en la cama de Eira mirando el techo cargado de estrellas fluorescentes.

— Podría desecarlos y canalizar su poder para tener más.

— ¿Puedes hacer eso?

— En 1919 hubo un brujo: Alphonz Bellatunde Delgallo, las brujas de Nueva Orleans lo conocían como Papá Tunde, él practicaba magia de sacrificio, una vez canalizó a mi tía Rebekah y casi lo hace con su marido y el padre de Hope también, digamos que tuve un pequeño contacto con él en el que aprendí mucho sobre esa magia.

— ¿No dices que vivía en 1919 debería estar muerto?

— Ah, lo está. En 2011 o 2012 él revivió tomando el lugar de una bruja de la cosecha: Monique Deveraux, fue cuando canalizó a Rebekah y a cientos de vampiros para forjar la daga de Tunde, al final su sacrificio selló el hechizo, era una daga mágica que causa un dolor indescriptible a sobrenaturales, tan poderosa que incluso a un original se le haría insoportable.

— ¿Dónde está la daga?

— Dejó de existir, pero podría forjar un objeto similar usando magia de sacrificio, un evento celestial, sangre de doppelganger o algo así de poderoso junto a un poco de magia negra.

— Siempre he estado rodeado de brujas y nunca me acostumbraré a esas explicaciones.

— No te preocupes por eso, solamente estás aquí porque necesito pedirte un favor, no para que me hagas de psicólogo con la reunión Mikaelson. Debo hacer una proyección astral para hablar con mi tía abuela Dahlia, por eso las velas y la tiza, pero nadie debe saber que voy a contactar con ella, necesito que vigiles que nadie entre, si alguien trata de hacerlo haz cualquier cosa: apaga las velas, borra la tiza, rompeme el cuello, lo que creas que será más rápido.

Eira se sentó en medio del círculo de tiza y murmuró el cántico que la hizo aparecer en la guarida de Dahlia, una cabaña cerca del río Hudson. Dahlia estaba frente a la chimenea rodeada de velas y grimorios.

— Tía Dahlia —la aludida abrió sus ojos negros ante la mención de su nombre y los fijó en Eira—, los Mikaelson están camino a Mystic Falls para la reunión familiar, tardaron más de lo esperado pero ya deben estar llegando a Virginia, ¿qué pretendes hacer?

— De momento, acabo de vincular tu magia a la mía, lo cual nos hará el doble de poderosas.

Eira sonrío ante esa declaración.

— ¿Y con los Mikaelson?

— No te preocupes por eso, tu ve a esa cena, comida o lo que vayan a hacer, asegúrate de ser encantadora, lleva algún amigo y dos dahlias color coral que les regalaras a Freya y Rebekah.

— Perfecto, salvo por el tema del amigo.

La Mirada de Dahlia cambió, ella se levantó a una velocidad sorprendente para una bruja y en cuestión de segundos estuvo frente a Eira, obligandola a mirar directamente al pozo oscuro dentro de sus ojos.

— Llevo más de una semana retrasando esta estúpida reunión, Eira. Algún amigo debes haber hecho en la escuela, no estás ahí solo para molestar a Hope.

Eira suspiró y abofeteó la mano de Dahlia para que la soltara.

— Hay un chico, el vampiro que resucité como cortina de humo para traerte, pero es... complicado.

— Te gusta —aseguró Dahlia negando con la cabeza— y te sientes culpable por eso, ¿por qué?

— Sebastian está muy dañado y no quiero meterlo en el mundo Mikaelson, además él es para Elizabeth Saltzman.

— Vas a llevar a ese chico a la cena, Eira y si es necesario después te acostarás con él, debes parecer una adolescente normal cuyo único problema es haber vivido a la sombra de su prima para que nuestros planes funcionen, ¿entendiste?

— Sí, tía Dahlia.

— Pues adelante.

Eira cerró sus ojos y cuando los volvió a abrir ya no estaba en Hudson, sino en su habitación en Mystic Falls con un Sebastian mirándola fijamente desde la cama.

— ¿Todo bien? —cuestionó, Eira asintió, se levantó del suelo y le sonrió.

— ¿Te apetece ir a una cena?

•°•‡•°•†•°•‡•°•

— Es raro que me traigas a tu reunión familiar —comentó Sebastian deteniéndose frente a la casa que los Mikaelson habitaban en Mystic Falls.

— ¿Por qué? Solo sé encantador y disfruta el espectáculo.

Dicho eso Eira llevó las palabras de Dahlia a un nuevo nivel cerrando sus ojos y abriendo las manos haciendo que el jardín delantero se llenara de dahlias que al florecer iluminaron el lugar con pequeñas luces de colores, entonces el coro de With me de Sum 41 comenzó a escucharse por toda la casa. Cuando los ojos avellana de Eira volvieron a abrirse no tuvo tiempo de apreciar su creación porque estos se enfocaron en cada uno de los miembros de la familia Mikaelson frente a ella.

Todo estaban allí: Hope, Rebekah, Marcel, Kol, Davina, Freya, Kathleen, Niklaus, el hijo de Freya, e incluso Vincent Griffith, algo que le pareció muy irónico a Eira teniendo en cuenta que Finn lo había habitado durante un tiempo.

— Nunca habrá una segunda oportunidad para causar una primera impresión —habló Eira con una sonrisa después de hacer que la música parara—, esta tenía que ser imborrable.

— Es un hermoso hechizo, Eira —dijo Freya—, pero ¿por qué dahlias?

— Porque son sencillamente hermosas, ¿debería haber una razón oculta? Veo que la paranoia es algo propio de los Mikaelson. Él es Sebastian, mi amigo, supongo que no os importará que lo haya traído, ¿verdad?

— Es un gusto conocerte finalmente, Eira —esa fue Rebekah—. Cuando Kol nos dijo que tenía una hija de dieciséis años no lo pudimos creer.

Rebekah se acercó a Eira para abrazarla y luego saludó a Sebastian, entonces con un brazo por encima del hombro de la chica le presentó a cada miembro de la familia Mikaelson.

— Eira debemos hablar —aclaró Davina antes de que ella pudiera entrar a la casa.

— Espérame dentro —pidió a Sebastian y la chica junto a sus padres se alejaron del vampiro de ojos azules.

— ¿Es que acaso enloqueciste? ¡Robar la sangre de Hope para ser un híbrido! ¿en qué estabas pensando?

— En causar una gran primera impresión, justo como ahora y... ¡Chist! Los vampiros dentro de esa casa están escuchando.

— ¿Como...? —la pregunta de Kol fue interrumpida por un movimiento de la mano de Eira entonces una nueva melodía comenzó a sonar: Back to Black.

— ¿Mencioné ya lo mucho que amo a Amy Winehouse? Madre tienes que relajarte, al final todo salió bien.

— Si por bien te refieres a robar la sangre y los poderes de tu prima mientras obligas a sus mejores amigas a traicionarla bajo amenaza de muerte---

— Promesa de salvación —interrumpió Eira—, las gemelas Gemini están destinadas a fusionarse y yo puedo evitar ese destino, lo curioso de mi transición es que me siento hasta agradecida con ellas, por eso reviví a Sebastian aunque también se ha magnificado todo el odio que siento por Hope lo cual no es poco y francamente padre no eres el más idóneo para dar lecciones de moral, no cuando descuartizaste a todo Cádiz en 1702 atrayendo a Mikael y haciendo que Niklaus te clavara una daga en el pecho y cuando te la quitó más de un siglo después la cagaste de fea manera matando a más de sesenta personas y luego cometiendo atrocidades frente a su protegido para que te la volvieran a clavar.

»Y... ¡Ah, sí! También causaste la ira del pequeño Gilbert y ¡te mató! Sé controlarme mejor de lo que piensas.

— Algo más, Eira —pidió Davina.

— Dijiste que había un hechizo para convertirte en una bruja Siphoner —comenzó Kol—, lo queremos.

— Imposible, no existe tal hechizo, mentí porque sabía que la sangre de Hope funcionaría y quería que no os preocuparais por como perdería mis poderes siendo una bruja tan poderosa.

— Y narcisista —añadió Kol.

— Herencia Mikaelson supongo.

— Eira, ¿por qué quieres destruir a tu prima?

— Arruinó mi vida, tuve que vivir oculta por dieciséis años por su culpa y su padre era un capullo que no le daba libertad al mío y le clavaba dagas en el pecho, no sería la primera vez que los padres inician una guerra que los hijos terminan.

— Tenías que haber conocido a Elijah, comprenderías algo muy importante.

— ¿El qué?

— Que la familia es poder, Eira Isabelle —completó Davina lo que sabía que Kol iba a decir—, no puedes estar contra tu prima, no cuando juntas podrían cambiar el mundo.

— Una contra la otra podríamos destruirlo lo cual me parece mucho más entretenido y, siendo sinceros, bajarle los humos a la trihibrida estaría muy bien, desde que mató a un Dios está muy creída.

Eira cerró el puño y la canción que se había estado repitiendo en un bucle único dejó de sonar, entonces ella se adentró en la mansión y localizó al resto de la familia Mikaelson en el comedor.

Como siempre todos lucían perfectos, usando ropa elegante y charlando animadamente con copas de champagne en sus manos. Ver a Sebastian con Hope causó un mini ataque en Eira que hizo que las luces parpadearan antes de que los dos demás se dieran cuenta de su presencia y Rebekah le pidiera respirar para controlarlo.

— Estoy bien —sentenció agarrando una copa.

— Por hoy puedes beber, pero no te adaptes que eres menor de edad —habló Kol.

— E inmortal —fue su respuesta vaciando la copa de un solo trago.

— ¿Haces muy seguido lo de la música, Eira? —preguntó Kathleen, sencillamente encantadora.

— Solo cuando quiero privacidad y estoy rodeada de vampiros —sonrió la chica acercándose a Sebastian.

— Lo de las flores fue genial —alabó Niklaus—, podrías enseñarmelo.

— Huh no es complicado, lo de las luces y la música fue un pequeño toque personal pero encantada te enseño, Nik.

— Cenemos —propuso Rebekah haciendo que todos se sentaran a la mesa.

Se puede decir que la Reunión Mikaelson iba muy bien hasta que Eira hizo la pregunta incorrecta.

— Según tengo entendido, ¿tú mataste a Finn, verdad, Marcellus? Seguro te sentiste muy poderoso mordiendo y matando a un original. ¿Por qué me miran así? Yo soy la menos indicada para dar lecciones de cosas contra naturas, después de todo estoy aquí por magia, así que te entiendo. Debe ser increíble ser la criatura más poderosa del universo ¿o esa es Hope? No lo tengo muy claro.

»¿Podría tu mordida matar a un trihibrido?

— Eira —regañó Davina.

— ¿Qué? Es simple curiosidad, tengo el artefacto de roble rojo y magia de dioses que podría matar a Hope en mi poder y no lo he usado.

— ¿Tu qué? —preguntó Hope hablando por primera vez—, esa lanza está en Bélgica con---

— Josette Saltzman, lo sé, pero no te sientas mal querida prima.

— El único artefacto que puede matarme está en el poder de la psicópata que me robó sangre, magia y ahora pregunta si la mordida de Marcel puede matarme.

— Tus poderes te fueron devueltos, tu sangre fue para una buena causa y si quisiera matarte ya lo habría hecho, genio.

— ¿Para que la quieres? —cuestionó Kol.

— Voy a canalizar su poder y luego destruirla.

— No puedes hacer eso.

— ¿Por qué, Hope? ¿Porque tú no puedes?

— ¿Para qué quieres tanto poder, Eira?

— No sabía que esto iba a ser un juicio, me habría vestido con un uniforme de prisión en lugar de con un vestido de treinta y cinco mil dólares y tenis en lugar de estos maravillosos Louboutin quiero la magia por una razón, para ayudar a mi familia.

»Si canalizo ese objeto podría volver a convertirlos en humanos sin usar la cura que corre las venas de Damon Salvatore y todos tendrían su vida humana feliz y simultáneamente, pero ya veo que esto es una cena para juzgarme por lo que le hice a Hope, ¿no es así?

Silencio.

»Solo quería una familia, así fueran los Mikaelson, pero veo que ellos no están dispuestos a aceptarme en su familia así que si hago algo que no debería hacer quedará en sus conciencias. Quizás si anulo mi humanidad tendré más su atención.

»¿Tratarías de salvarme, tía Bex? ¿o tú tía Freya? Quizás así mis padres no planeen perderse el día de mi cumpleaños número quince porque la niña milagro mató a su novio de barro y perdió su humanidad. Ya veo que todos los Mikaelson son basura y lo siento pero a este vertedero no me interesa pertenecer. Queden bien o pudranse.

Y con esas últimas palabras Eira abandonó la casa.

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