seis
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(( ☕ ))
―¡JeongGuk-ie! ―chilló Jin al verle entrar por la puerta. Se acercó al menor con emoción―. Ya me cansé de ser el juez ―agregó con un poco de fastidio y alivio―. Te toca.
―¿Juez? ―JeongGuk adoptó una expresión confusa.
―Estábamos jugando a la mafia ―le expliqué.
Levantó un poco la cabeza y abrió la boca, demostrando que había entendido la situación.
―Ven, HaeBi ―dijo TaeHyung, palmeando el lugar a su derecha.
Fui hasta ahí sin meditarlo. Estando sentada, distinguí la expresión oscura de JeongGuk. En ese momento empecé a pensar de forma sería que podría ser bipolar. Esa actitud tan voluble me intrigaba un poco.
―Bajen sus cabezas, voy a escoger la mafia.
(( ☕ ))
Cuando el juego de la mafia se volvió aburrido, pasamos a otro. La conclusión del último fue que NamJoon tendría que comprar carne para todos. Poner penitencia fue su idea, aun así, no podía ignorar que eso saldría bastante caro. Aunque, bueno, NamJoon era de palabra, por lo que no quiso que le levantáramos el castigo y prometió que lo cumpliría algún momento.
―Deberíamos irnos por hoy ―dijo YoonGi para todos después de haber visto la hora―. Es tarde.
―Cierto ―concordó NamJoon y luego me miró directamente―. ¿Te parece si me das tu número para que te mande los nuestros?
No estaba segura, pero él tenía aire de ser el líder. Es decir, dejando de lado que podía ser torpe, era ese tipo de persona que se ve capaz de manejar las cosas.
―Claro, sunbae-nim.
Una vez que le di mi número y lo guardó, salimos todos juntos del edificio.
En la calle pude notar una van estacionada. Supe que era para los chicos cuando empezaron a subirse en ella a medida que nos despedíamos.
Solo quedaban TaeHyung y JeongGuk.
―Te acompaño ―se ofreció el primero.
―No es necesario. ―Moví mis manos y negué con la cabeza―. Puedo irme sola.
Se tomó la licencia de revolver mi cabello.
―Está bien ―dijo antes de subir a la van también.
Pensé que JeongGuk se despediría sin más e iría detrás de TaeHyung, sin embargo, no hizo nada de eso. En cambio, le pidió a JiMin que le pasara una gorra y un barbijo.
Después de ponerse ambos, me dijo:
―Vamos.
―En serio puedo volver sola.
Primero, no quería ser una molestia y, segundo y muy importante, no quería que JeongGuk supiera dónde vivía. Tampoco se trataba de la gran cosa, pero no quería que nos involucráramos otra vez.
―Llega temprano ―recomendó NamJoon y después cerró la puerta de la van.
«¿Qué no ven que se les está olvidando alguien? ―pensé―. No me ayudan».
Tan solo me quedó ver como la van salía de la calle y desaparecía de mi radar.
―No te estaba preguntando. Vamos. ―Se estiró para tomarme de la mano, pero la aparté antes de que pudiera.
―JeongGuk, debiste irte con ellos. ―Señalé la dirección por donde se fueron―. No deberíamos volver a acercarnos.
―En serio quiero acompañarte ―confesó―. Quiero hablar más contigo.
―Pero no tenemos de qué hablar.
―Claro que sí. Hay muchas cosas. Solo tienes que querer hablar conmigo también.
Fruncí el ceño. Es decir, tenía un punto. La cuestión era que yo no quería.
Me quedé en silencio mucho tiempo.
―¿Por qué fuiste a buscarme hoy?
―Por impulso ―respondí sin dilación.
―Pero el impulso debió llegar de algún lado.
―Esto es extraño ―me referí a la situación en general, tratando de desviar el rumbo de la conversación.
Se encogió de hombros.
―Solo intento que estemos en buenos términos. Ahora que vamos a vernos a menudo, deberíamos arreglar nuestra relación.
¿Nuestra relación en qué sentido? No estaba segura y tampoco quise preguntar.
―Estamos bien, JeongGuk. El pasado en el pasado. Déjalo atrás.
―Veamos al futuro entonces.
Me limité a observarle sin saber cómo responder. No quería sobrepensar al respecto y malinterpretar sus palabras. De hecho, no quería volver a caer.
―Ya estuvimos mucho aquí ―retomó―. Deberíamos irnos.
Asentí sin ser capaz de hablar. Me sentía aturdida. Odiaba mucho cuando mi cerebro decidía que analizar más de lo necesario las cosas era una buena idea. No me ayudaba a mí misma. La sensación incómoda en mi estómago que llegó cuando él tomó mi mano no mejoró el escenario en absoluto.
―¿Cuál debemos tomar? ―preguntó cuando llegamos a la parada de autobuses.
―La ruta 4419 ―respondí mientras le veía con disimulo.
Asintió y nos hizo sentarnos en las bancas del lugar. Titubeé un poco antes de pedirle que me soltara.
―Estemos así un rato más ―respondió, cerrando sus ojos y recargando su cabeza en el cristal a nuestras espaldas―. Dudo que vuelva a tener esta oportunidad pronto ―murmuró.
Un par de minutos después llegó una señora y se sentó a mi lado. De vez en cuando podía sentir su mirada, la cual pretendía ser disimulada. Me sentía incomoda y no entendía por qué nos veía. ¿Teníamos algo en la cara? Tan solo me quedé callada, porque no quería ser irrespetuosa. Es decir, esa señora lo estaba siendo, pero ya que era mayor, debía aceptarlo. Estúpida jerarquía.
Pero ella no nos veía, solo veía a JeongGuk. Bueno, al menos lo que la mascarilla no cubría.
El momento en el qué me desconcerté fue cuando, de forma descarada, sacó su teléfono y le tomó una foto. O al menos lo intentó, porque su pulso era un asco. Quise quejarme y decirle que eso estaba mal. Y estuve a punto de hacerlo cuando le vi enviar esa foto a la que llamó nieta. Le preguntaba si ese no era el idol que le gustaba.
Respiré profundo y tiré un poco del agarre de nuestras manos.
―Vamos caminando ―le dije cuando empezó a verme.
Nunca había sido consciente de lo peligroso que podía resultar para ellos salir a la calle sin seguridad. Tal vez JeongGuk también lo ignoraba o quería hacerlo. Era una falta de respeto a su privacidad, sin embargo, de lo que sí estaba consciente era de que los fanáticos no respetaban eso.
―¿Por? ―Frunció el ceño y ladeó un poco la cabeza.
En lugar de responderle, me puse de pie y le jalé para que se levantara.
―Estoy cansado, HaeBi.
JeongGuk me veía con mucha intriga, pero yo seguía fijándome en la señora. Estaba intentando tomar una foto más, cosa que él no notaba por mirarme con intensidad. «¡Bendito sea su mal pulso! ―pensé. También―: ¡Idiota, JeongGuk! Descuidado. Despistado. Inocente. Ignorante». Corté mis pensamientos antes de que pasara más tiempo y solo dije lo primero que se me ocurrió para sacarle de ahí:
―Es que quiero estar más tiempo contigo.
Bueno, muy en el fondo sabía que era cierto, solo que él no tenía que enterarse. Incluso si hubiera sido mentira, sus ojos se volvieron brillantes y más pequeños, como si sonriera. Me hizo sentir una punzada.
―Okay ―dijo, levantándose.
Empecé a tirar de él para guiarle. Me alejé lo suficiente de la estación de autobuses y me detuve. Giré a verle. Sus ojos expresivos me dejaban ver que estaba feliz y no pude contener la sonrisa traicionera que se me escapó.
La disimulé al instante cuando preguntó:
―¿Tu casa está muy lejos?
―Eh... ―Mi teléfono empezó a sonar―. Lo siento. ―Separé nuestras manos y contesté. Me di un poco la vuelta―. Hola, mamá.
―¿Dónde estás, Hae? Tenemos visitas. Date prisa ―la emoción en su voz me dijo quiénes eran las visitas.
―Estoy yendo. Llegaré pronto.
―Okay ―canturreó y me colgó.
Guardé el celular en mi bolsillo pensando que, en realidad, no quería llegar. ¿El motivo? La emoción de mamá, la cual significaba que los Han eran la visita. Si bien el señor Han me era indiferente, MinJae me fastidiaba. Detestaba su estúpida sonrisa de superioridad y su cara en general.
―¿Quién era?
Curioso, curioso. Jeon JeongGuk era muy curioso.
―Mi mamá. ―Me encogí de hombros―. ¿Seguimos? ―Apunté la calle a mi espalda.
―Sí. ―Tomó mi mano sin dudar.
La contradicción de eso era que detestaba que lo hiciera, porque me gustaba como se sentía.
Empezamos a caminar.
―¿Quieres un helado? ―pregunté sin motivo―. Mi heladería favorita está de camino.
―Seguro, HaeBi. Hagamos lo que quieras.
(( ☕ ))
Y JeongGuk seguía quejándose.
―Tú, literalmente, dijiste que hagamos lo que yo quiera y yo quería pagar por los helados. Ya. ―Empecé a comer el cono.
―Pero yo quería pagar. Yo podía pagar. Yo debía pagar.
―A ver. ―Me detuve y me toqué la frente, suspirando―. Lo hecho, hecho está. Deja de hablar de lo mismo. La siguiente puedes invitar tú.
―¿Habrá siguiente?
―Puede haber.
―Bueno, me callo. Pero es una promesa.
―Okay, una promesa.
Atrapó mi mano y seguimos caminando. La situación me hacía recordar. Era nostálgico. Nuestra versión a los trece era tan lejana. Se sentía tan lejos que la había añorado, sin embargo, nuestra versión a los dieciocho recreaba la escena.
―¿HaeBi?
―¿Hmm? ―Al regresar a verle, noté que él no me veía.
―Gracias.
―¿Por?
―Solo gracias.
―Ehm, okay ―respondí sin entender el objetivo de JeongGuk.
(( ☕ ))
―JeongGuk, mi casa. Mi casa, JeongGuk.
―Es un gusto, casa de HaeBi ―me siguió el juego, haciéndome reír.
―Hablando en serio, gracias por acompañarme. No tenías que.
Acarició el dorso de mi mano con su pulgar.
―Si pudiera, te acompañaría todos los días. ―Me miró a los ojos y sus labios se curvearon un poco. No había vuelto a usar la mascarilla después del helado, porque no nos cruzamos con mucha gente―. Espero verte seguido.
Clac. La puerta principal se abrió y sentí su mirada en mi espalda. Ella se acercó y puso su mano sobre mi hombro. Supuse que me había escuchado llegar.
―Si MinJae ve esto, se puede enojar ―susurró en mi oído.
Alejé la mano de JeongGuk y apreté los labios.
―Buenas noches ―saludó él, haciendo una reverencia de noventa grados.
―¿Jeon?
Que mamá lo recordara me sorprendió un poco.
―Sí, señora. Jeon JeongGuk.
―Que gusto ―fingió que le entusiasmaba―. Te invitaría a pasar, pero tenemos visitas.
¿Fue grosero? Sí. ¿A mamá le importaba? No. Ella solo estaba buscando que JeongGuk se largara.
―No importa. Ya me iba. ―Volvió a hacer una reverencia―. Te veo luego ―me dijo, despidiéndose con la mano y caminando hacia atrás.
―Nos vemos ―le respondí.
Con eso, se dio la vuelta y se marchó. Cuando su silueta casi se perdía en el horizonte, mamá dijo:
―No quiero volver a verte con él. No puede ser bueno para tu relación con MinJae.
No quise llevarle la contra, así que me limité a asentir antes de entrar en casa. Desde el recibidor se veía la mesa puesta y también al señor Han y a su hijo. Ambos se sentaban de forma cómoda en nuestro sofá. Saludé a ambos por pura cortesía.
―Empezaba a preguntarme dónde estaba mi futura novia. ―Se levantó y me abrazó con mucha –demasiada– fuerza.
Él sabía de sobra que, debido al público, no le daría un golpe en la entrepierna como respuesta. Era astuto. Aunque en mi mente le estaba insultando.
―Tomé el camino largo de regreso. ―Sonreí con falsedad.
Subtexto: quería demorarme en llegar a casa. Así que, en efecto, escogí la ruta larga. También fue porque sabía que no mucha gente pasaba por ahí en la noche. Tampoco era peligroso, pues la comisaría estaba cerca.
―Me haces anhelarte ―respondió liberándome del abrazo.
―Hablemos en el jardín, ¿sí?
Actuaba como si me cayera bien, empleando un tono de voz dulce, pero por dentro estaba muriendo. Si mamá no se daba cuenta, significaba que yo debía ser buena actriz, ¿cierto?
―Seguro.
Me ofreció su mano y, debido al público, no me quedó más remedio que tomarla. Después podría, ya saben, amputarme la extremidad porque MinJae la infectó con su ADN.
―Les avisaré cuando esté lista la comida ―canturreó mamá mientras nos alejábamos.
Al estar en el patio trasero, me zafé del agarre de Han y fui a sentarme con la espalda apoyada en el tronco del imponente árbol de la casa. Me imaginaba que era más viejo que yo. Ya estaba ahí cuando nos mudamos. MinJae no tardó en sentarse a mi lado.
―¿Qué debo hacer para que me dejes en paz? ―inquirí con exasperación y viéndole con molestia.
―Ya lo sabes. ―Me atrajo hasta él por los hombros―. Sé mi novia y listo. ―Besó mi mejilla.
Cerré los ojos y arrugué la nariz. Debería lavarme la cara con lejía.
―¿No te avergüenzan todas las veces que ya te he rechazado? ―indagué con incredulidad.
Su sonrisa me enfermaba. Quería darle un golpe y borrarla.
―No, porque vas a ser mi novia tarde o temprano. ―Se encogió de hombros y acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja.
Pensé en raparme. Así de fastidiada me tenía.
―Estás muy seguro de eso.
Rio con sarcasmo.
―Pues verás, lo tengo muy claro. ―Adoptó su típica mirada arrogante―. Al final de la cena te pediré ser mi novia. Si me rechazas, tu mamá no recibirá su ascenso. ¿A qué es simple, nena?
Abrí los ojos e intenté contenerme.
―Eres un maldito. ―Me alejé de él con asco.
―¿No dicen que en la guerra y el amor todo se vale?
―Sí, pero esto no es amor, MinJae.
―Pues yo siento que te amo.
―Yo no siento nada por ti.
―Como sea. ―Rodó los ojos―. Si no aceptas, sabes la consecuencia. Hazlo por ella ―agregó en tono condescendiente―. Sé mía por ella.
―No soy un objeto ―me quejé―. Deja de ser imbécil. ―Crucé los brazos.
―Queda en tus manos. Pero piénsalo, YoungHa se sentiría mal si no le dan el ascenso por el que ha trabajado tanto.
Estuve a nada de empezar a gritarle insultos y de pegarle en la entrepierna. A nada.
―¡La cena está lista! ―anunció mamá desde la puerta trasera de la cocina.
MinJae se levantó y me miró con burla.
―Quita esa cara. Tu mamá no sabe que me odias.
Me ayudó a levantarme en contra de mi voluntad y me obligó a entrar.
Miren, podía jurar sin duda que mataría a MinJae y botaría su cuerpo a un barranco si alguien me diera la oportunidad. Eso beneficiaria al mundo, así que no tendría remordimientos.
(( ☕ ))
2/4
Es un placer presentarles a MinJae. Aunque probablemente a nadie vaya a agradarle.
Por otro lado, les tiro el dato de que la ruta 4419 es una mención a SKZ. Para quienes no sean STAYs o no sepan, era el autobús que los chicos tomaban juntos cuando eran trainees. Luego ya se le añadió otro significado, pero ese es el original.
Con amor y cariño, Bi. ♡
-Bi (Rain.y) 🌧
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