38화
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¿Saben que se hace al inicio de diciembre? Se decora la casa para navidad. Al menos con mi mamá era así.
―Cariño, ve a sacar las cajas del cobertizo mientras limpio la estancia ―ordenó cuando ya habíamos terminado de desayunar.
―Bien, mamá ―le respondí tomando mi celular y saliendo al patio para ir hasta la bodega.
Sabía que había una infinidad de cajas con adornos y luces. Cada año, mi progenitora, añadía un par de bombillos o guirnaldas. Era del tipo de personas que sentían la navidad desde octubre y, honestamente, no podía entender tanta emoción y anticipación.
Encendí la bombilla al llegar, pues la luz no entraba muy bien a la pequeña casa de madera. A simple vista se podía notar el polvo acumulado de todo el año. Era obvio, solo se movían las cosas de ahí cuando era navidad. Halloween era más interesante y divertido a mi parecer, pero mamá no disfrutaba de entregar dulces o tallar calabazas. Solíamos hacer eso en Canadá, pero es obvio que eran culturas distintas. Habrían cosas que nunca dejaría de extrañar.
Suspiré viendo las grandes pilas de cajas. Puse mis manos en mi cintura y recargué mi peso en una pierna. El simple hecho de pensar que tenía que hacer varios viajes hasta la casa y de vuelta para llevar todo, me daba muchísima pereza. Por eso intenté llevar dos cajas a la vez, pero eran muy pesadas y no era la idea que se me cayera alguna. Lo que hubiera dentro podía romperse y mamá me castigaría por eso el resto de mi vida.
Cuando estaba tomando el quinto cajón, mi teléfono empezó a sonar. Era un sábado cualquiera en la mañana a inicios de diciembre, por lo que no estaba esperando la llamada de alguien. No era como si tuviera una vida social enorme. Además, mi mejor amiga debía estar durmiendo aún.
Dejé la caja donde estaba y contesté sin ver primero. Sujeté el móvil entre mi hombro y la oreja y me acomodé para no tirar nada. Empecé el recorrido de nuevo con hastío.
―HaeBi, ¿a que hora vienes?
―Ah, hola, TaeHyung. ―Sonreí un poco por la sorpresa―. Hoy no iré, ¿por qué?
―Quería decirte lo que se supone que debo enseñarte.
―¿Tienes tiempo para eso?
―No realmente.
―Espera. ―Dejé la caja sobre alguna otra y tomé el teléfono alejándonos de mí―. ¿Cuántas más, mamá? Podrías decorar dos casas con todo lo que guardas en el cobertizo.
―Creo que faltan otras cinco. Luego iremos a comprar el pino para este año.
―Bien ―dije soltando aire con resignación. Llevé el celular cerca de mí oreja de nuevo y salí al patio―. Si no tienes tiempo, ¿cómo se supone que me dirías?
―Hablar no es la gran cosa.
―Touché.
―¿Decorando para navidad tan pronto?
―Si fuera por mi mamá, no quitaría los adornos en todo el año, créeme.
―¿Qué se supone que estás haciendo?
―Llevo las cajas con los adornos del cobertizo a la casa. Es lo más aburrido que he tenido que hacer en meses.
―Para tu suerte, no está nevando.
―No lo digas, no invoques la nieve.
―¿No puedes pasarte por la empresa al menos una hora?
―Hoy no. Sabía que mamá iba a decorar la casa, así que dije que estaba enferma. No sería lógico pasarme por ahí.
―¿Ni por JungKook?
―Oye, no juegues con mis intereses. ―Dejé el celular sobre una mesa que estaba en la pequeña casa y lo puse en altavoz―. Además, ha estado tan ocupado que casi no nos hemos visto de cualquier forma.
Decidí dejar las cajas que debía llevar junto a la entrada. Eran seis, no cinco, y cada año iban en aumento.
―Sí se lo pidieras, creo que JungKook haría que el día tuviera 25 horas para verte al menos una.
Una sonrisa involuntaria se asomó en mis labios. También haría eso si pudiera, pero era imposible. Tampoco era algo esencial, sabía que era su trabajo, básicamente, pedirle tiempo sería egoísta.
Estaba viendo si había algún otro letrero que dijera algo relacionado a la navidad, pero no encontré nada más. Al menos no con relación a eso. Alcancé a ver una caja con una 'K' enorme y lo que supuse era una 'w'. Fruncí el ceño. Mi mente solo pudo formar mi apellido.
―Tampoco es como si quisiera ser una molestia para él. Ya tienen mucha presión encima.
Me estiré lo suficiente y tiré de ella con mis manos. La llevé hasta la mesa y leí la etiqueta varias veces. Sí, era mi apellido. Abrí las solapas y vi muchas cosas dentro de la caja. Eran objetos que nunca había visto antes.
―No serías una molestia, ¿qué tonterías dices?
―Es más importante su carrera. ―Saqué una sudadera bastante grande que tenía el logo de alguna universidad en el pecho.
―No importa cuan lejos o cuánto éxito alguien pueda tener, HaeBi. Si alguien está solo, nada lo vale.
―Están juntos los siete. ―Tomé un libro y ojeé las páginas. Sólo encontré flores aplastadas entre ellas. Parecía que llevaban mucho tiempo ahí.
―No es lo mismo que tener una pareja.
―Hmm, ya. Alguien en quien apoyarse, ¿no? ―Saqué un álbum de fotografías del fondo y lo puse sobre la mesa.
―Básicamente. JungKook se guarda mucho las cosas, deberías hablar con él de vez en cuando sobre cómo se siente.
―Ha sido así desde que lo conozco. Nunca ha sido muy expresivo con sus cosas personales.
―¡Cariño! ¿¡Todo bien!?
―¡Sí, mamá! ―Quité el altavoz y puse el teléfono cerca de mí oído―. Hablemos luego, ¿sí?
―Bien, HaeBi. Te enviaré un mensaje y será todo por mi parte. Nos vemos.
Colgué y metí el móvil en el bolsillo de mi sudadera. Decidí guardar todo lo que había sacado y primero llevar todas las cajas que tenían adornos navideños, luego regresar para llevarme esa caja extra que tenía mi apellido escrito. Era obvio que no tenía relación conmigo, porque nunca había visto las cosas de ahí dentro, por eso mi curiosidad fue enorme.
Fueron quince minutos. Ir y venir. Maldecir en mi mente por el aburrimiento y seguir. Ya estaba haciendo mi último viaje con los objetos que no tenían nada que ver con los requerimientos de mamá. Agradecí que estuviera en la sala cuando estaba entrando por la cocina. No me prestó verdadera atención, porque estaba sacando los adornos navideños y los ordenaba para acomodarlos luego.
―¿Cerraste el cobertizo?
Me detuve en seco y giré un levemente la cabeza con un poco de pánico, pero estaba muy metida en lo suyo. Suspiré con alivio de forma sutil.
―Todavía no. Moví algunas cosas para sacar todo, así que aún tengo que acomodarlo.
―Avísame cuando termines para irnos.
―Okay. ―Continué dando pasos, sin embargo, tuve que detenerme de nuevo.
―¿Has hablado con SeAh? No ha venido en mucho tiempo.
―Está ocupada estudiando, mamá.
―Podrías invitarle a almorzar o a cenar un día de estos.
―Se lo diré.
Le vi asentir y supuse que ya no diría algo más. Seguí el trayecto hasta mi habitación. Cerré la puerta a mi espalda con el pie y dejé la caja sobre mi escritorio. Saqué todo lo que había dentro y lo acomodé, después puse el prisma de cartón sobre el piso para que no hiciera bulto.
La sudadera, unos tres libros, el enorme álbum de fotografías y cartas, muchas cartas. Deshice el nudo que las mantenía juntas y las distribuí sobre el espacio libre. No tenían estampillas ni nada por el estilo. Eran simples sobres de papel oxidados con el tiempo. Pensé en abrir uno en ese momento, pero acabé por contestar mi celular y salir de mi habitación. Aún tenía que acomodar y cerrar el cobertizo.
―¿Cómo va la decoración? ―SeAh sabía como era mi mamá y sabía que ese día era el día.
―Aburrida, como cada año. ―Bajé los escalones sin prisa y escuché ¿villancicos? Apenas era 10 de diciembre. Hice una mueca.
―¿Crees que pueda ir hoy? Para cambiar de ambiente, ya sabes. Mis padres están un poco pesados.
―Puedes venir cuando quieras. De hecho, mamá dijo que te invite algún día de estos. Ustedes deben tener una conexión cósmica o algo así.
―¿A qué hora puedo pasarme por ahí?
Aparté el celular un poco y me dirigí a mi madre: ―SeAh quiere venir hoy, pregunta que a qué hora.
―Podría venir ahora y vamos con ella a comprar el pino.
Asentí acercándome el celular a mi costado. ―¿Quieres ir a escoger un pino con nosotras? Si es así, ven ahora.
―En media hora estaré ahí.
Sonreí y colgué dejando mi celular en la mesa del comedor. No iba a usarlo de cualquier forma y no creí que alguien más pudiera llamar. En diez minutos ya estaba de vuelta con el cobertizo cerrado. Apenas atravesé la puerta de la cocina, ya pude notar algunos adornos acomodados por aquí y por allá.
No, no odiaba la navidad, tan solo no me provocaba un entusiasmo tan grande como para entender la forma en la que mi progenitora se sentía vez tras vez.
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Seré honesta, no fue aburrido este año. SeAh lo arregló todo solo con haber llegado. Era la primera vez, desde que llegamos a Seúl, que podía decir que me divertí decorando la casa. Ella ya se había ido y yo estaba en mi habitación poniéndome ropa de dormir. Aún era temprano, pero no iba a salir de cualquier forma.
Tomé mi celular solo para leer el mensaje que TaeHyung me había enviado temprano.
TaeHyung_10:46
Solo sé tú misma sin importar nada. Nunca finjas para agradarle a alguien o para encajar en algún sitio.
«Ser yo misma», pensé. Seguramente lo sería por el resto de mi vida. Fingir era, incluso, agotador.
Iba a bloquear mi celular para dejarlo cargándose, sin embargo, no lo hice. Contesté en menos de un segundo cuando vi el nombre de JungKook en grande llenado mi pantalla. No pude evitar sonreír, era automático.
―Hola ―le escuché decir. Hace un par de días que no habíamos hablado.
―Hola. ¿Pasó algo? ―pregunte solo porque sí.
―¿Tiene que pasar algo para que te llame?
―No, en realidad.
―Solo te extrañaba y, ya qué no podemos vernos, pensé que escuchar tu voz bastaría por ahora.
―Sabes que si me lo pides, voy a verte. Es más fácil, para mí, acomodarme a tus horarios.
―No quiero molestarte.
―Nunca lo haces. De hecho, me gusta estar contigo.
―Pero algunas veces solo has estado viéndome practicar o acompañándome sin que hablemos de algo.
―Ajá, lo sé y no me molesta. Me gusta verte hacer lo tuyo.
―Seguro debes aburrirte.
―En realidad, es entretenido. Solo deja de pensar que me molesta estar contigo, porque no es así.
―Entonces cambio de tema: ¿Harás algo en navidad o en nochebuena?
―Como que te fuiste al otro extremo. ―Solté una risita―. No he hablado con mi mamá sobre eso, ¿por qué? ¿Quieres hacer algo?
―Tal vez.
―Avísame, ¿bien? Si tienes tiempo, podemos hacer algo juntos.
―Solo de pensar que podríamos tener una cita me emociono, HaeBi. No hemos tenido una en todo este tiempo.
―Es verdad. Ya ha pasado mucho. ¿A dónde vas a llevarme?
―¿A dónde quieres ir?
―No me importa a dónde, solo tienes que estar tú y estará bien.
―Cuando te vea, voy a abrazarte y no te soltaré.
―Iremos pegados por la vida entonces.
―No me molestaría.
―A mí tampoco ―murmuré.
―Mi tiempo se acabó por hoy. Ya tengo que seguir practicando.
―No te olvides de descansar, ¿sí?. Nos vemos luego.
―Nos vemos.
La llamada terminó ahí.
Luego me senté frente a mí escritorio y encendí mi lámpara. Tomé el primer sobre de la pila y lo abrí. Desdoblé el papel en su interior y empecé a leer. Era una carta de 1990, yo ni siquiera existía, además, era dirigida a mi madre. No tenía remitente. Tal vez era un admirador secreto o algo así. Mamá nunca me contó sobre sus días en la universidad, ni siquiera sabía cómo conoció a mi papá.
Me cansé después de la tercera carta. No habían muchas cosas interesantes. Todas hablaban de lo mucho que a esa persona le gustaba mi mamá por A o B, ninguna reveló su identidad. Al final sólo firmaba con dos letras: HB. Pensé que serían sus iniciales y fue curioso que fueran las mías también.
Pasé al álbum de fotografías. Lo abrí en la mitad y vi ocho fotografías distribuidas en ambas páginas. Todas eran de 1993. Me llamó la atención una en la que pude reconocer con claridad a mi progenitora. Estaba abrazando a alguien que le abrazaba de vuelta, ambos muy felices. Un hombre. Saqué la fotografía de detrás del plástico transparente y la observé con más detalle. Era de año nuevo y había algo familiar en ese extraño, como si lo hubiera visto antes.
Volteé el pedazo de papel fotográfico por curiosidad y tenía algo escrito ahí:
"Kwon HyunBin & Kim YoonJi.
Nuestro primer año nuevo juntos".
Giré de nuevo la imagen y noté el parecido con mi tía. Me quedé observando el retrato por un largo tiempo sin saber si estaba en lo correcto. No sabía si estaba viendo cosas que no eran. No era imposible que hubiera más personas con mi apellido, ¿no?
Después decidí ver más fotografías. En algunas pude ver con más claridad el rostro de ese hombre. Sí se parecía a mi tía e incluso al abuelo. No quería precipitarme, pero acabé encontrando una foto donde estaba mi madre, ese hombre, mi tía y su esposo. Esa fotografía era de 1996.
Quería ir corriendo donde mi mamá y preguntarle si era él, si ese hombre era mi padre, sin embargo, no lo hice. En el fondo sabía que no sería honesta conmigo. Pensé en preguntarle a mi tía, pero ella nunca se vio muy involucrada. Al final estaba la opción de hablar con la abuela y también descarté eso. Ella no era tan amiga de los teléfonos inteligentes, aún se le hacía bola hacer una llamada.
Básicamente estaba yo sola lidiando con mis ideas que no podían ser confirmadas ni desmentidas. Estaba sola pensando y sintiéndome feliz por al menos conocer su cara sin saber si, en efecto, era quien yo creía.
Durante varias horas más seguí dándole vueltas a las páginas del álbum y leí una que otra carta. Antes de irme a dormir tomé uno de los libros con flores secas en su interior y empecé a leerlo. Era una edición de 1994, sus páginas estaban algo amarillas y tenía anotaciones en los márgenes, también estaba subrayado.
Nunca había visto un libro tan vivido. Claro que los que usaba en el instituto acababan así, pero no era por las mismas razones ni con la misma intención. Fue interesante leer los comentarios y ver qué partes estaban resaltadas. Mi mente les daba algún significado que podría estar bien o mal y nunca lo sabría.
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Perdón por la demora en actualizar. Intentaré hacerlo pronto. Si mi mente no me traiciona, acabaré LB el 17 de agosto, el día de su primer aniversario.
Con amor y cariño, Bi. ♡
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