30화
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Ya habían pasado varias semanas desde la confesión de JungKook. Nada había cambiado. Él no insistió al respecto ni exigió una respuesta y le agradecí mucho por eso, porque no habría podido darle una.
Ese día me quedé en el salón de clases con uno de mis cuadernos sobre la banca abierto en la última hoja. Había escrito dos monosílabos: sí y no. ¿Por qué? Estaba tratando de responderme a mí misma para poder darle una respuesta a Jeon. La pregunta no estaba escrita, pero la tenía en mente: ¿Me gusta JungKook?
Ponía la punta del lápiz que tenía en la mano sobre las opciones de forma intermitente. No tenía ni idea de cómo encontrar la respuesta. Podría parecer una pregunta simple con respuestas simples, pero, cuando no se tienen claros los sentimientos, no es fácil de responder.
Le tenía cariño y aprecio, seguro. Había sido la única persona que me hizo sentir bienvenida y me había defendido de SeMi ese día. Habíamos pasado muchas tardes jugando videojuegos y haciendo tarea. Me sentía bien cuando estaba con él, pero no podía discernir si era porque me gustaba o si solo era cariño de amistad.
―¿Por qué no estás en la cafetería? Te estaba esperando.
JungKook entró al salón. Ya no estaba sola, pues él había llegado.
―Es que intento responder una pregunta. ―Dejé el lápiz a un costado del cuaderno y me recargué en el espaldar de la silla.
Mi amigo tomó el asiento del puesto que estaba frente a mí y giró el cuaderno para leer lo que había escrito. Puso una clara mueca de confusión.
―¿Y cuál es la pregunta?
―No creo que debería decirte. ―Ladeé la cabeza―. Tal vez te enteres cuando logre encontrar la respuesta.
―Dime, por favor. No dejes a tu amigo con la duda. ―Se acercó y puso su mano a un costado de su rostro como si fuera a decirme un secreto―: Eso es muy cruel de tu parte.
―La pregunta es... hmm... Quiero... ―No, no era capaz de decirlo en voz alta y menos a él.
―Quieres... ―incitó.
―Quiero saber lo que siento ―solté muy rápido.
Me acomodé de nuevo y giré el cuaderno sobre su eje para ponerlo de vuelta en su posición anterior. Mis ojos vagaban de una opción a otra. No entendía por qué me resultaba tan difícil solo escoger una.
―¿Sobre qué? ―Tan curioso como siempre.
―Sobre ti ―dije de forma casi inaudible.
―HaeBi, no necesito que respondas a la declaración ―dijo nervioso.
―Sí, lo sé, lo dijiste. ―Suspiré―. Pero quiero saber la respuesta.
―¿Y cuál es la opción que más te llama? ―inquirió de forma inocente con claras intenciones ocultas.
―Esta. ―Puse mi dedo justo en medio del sí y no.
―Ahí no hay opción. ―Frunció el ceño.
―Ajá, porque no tengo respuesta. No es como si alguna fuera la correcta, pero siento que debo elegir bien.
―¿La respuesta puede ser no?
―No lo sé ―dije sincera―. No sé en qué debería basarme para escoger.
―En lo que sientes ―replicó.
―Sí, eso sí, pero incluso si repaso eso de izquierda a derecha y de arriba a abajo, no soy capaz de escoger algo.
―No le des tantas vueltas. ―Me sonrió y se acercó para acariciar mi cabeza―. Ya te dije que no necesitas responder.
Pude sentir como empezaba a sonrojarme, así que agaché la cabeza ocultando el hecho que, en unos segundos, resultaría evidente.
No sé trataba de que él fuera feo, en absoluto. Tampoco me parecía guapo en ese entonces, era muy normal. Tenía su corte en forma de tazón y sus dientes peculiares similares a los de un conejo o un ratón. No me guie de su exterior, sino de su interior. Del suyo y el mío.
Era tan obvio. Sabía la respuesta, pero no quería escogerla, porque no quería arruinar nuestra relación, nuestra amistad. JungKook era la única persona que tenía y no quería perderle.
Nervios era lo que sentía cada vez que demostraba sus sentimientos de forma sutil. Hacía que me sonroje sin esforzarse y me gustaba la sensación, incluso si nunca lo admitiría. Él sí me gustaba, tan solo no quería aceptarlo por miedo. Resulta un poco idiota de decir, pero no quería perder todo.
Tomé su mano deteniendo su acción y la puse sobre la banca con cuidado. Levanté la cabeza.
―¿Sabes? En realidad, tengo la respuesta, pero no quiero escoger.
Él apegó su mano a su cuerpo. Se quedó en silencio por un momento. De hecho, creí que no diría algo.
―¿Es no? ―indagó con nerviosismo.
―Independientemente de lo que sea, siento que cualquiera va a salir mal y no quiero eso.
―¿En qué sentido podría salir mal?
―No quiero arruinar nuestra relación. Justo como está ahora está bien para mí. ―Apreté mis labios y puse mi dedo sobre la opción negativa―. Si escojo esta, se va a arruinar al instante. ―Moví mi dedo a la opción contraria―. Si escojo esta, aunque podría empezar bien, también se puede arruinar.
―No voy a dejar que se arruine. Somos tú y yo contra el mundo, que no se te olvide.
―No es por ti. Si te digo que no, no sería capaz de seguir siendo tu amiga, porque eso te lastimaría. Si te digo que sí, tengo miedo de que no funcione.
―Funcionará. Si escoges que sí, voy a hacer que funcione.
―Eres la única persona que tengo ahora. No soportaría perderte y por eso no puedo escoger alguna.
―Siempre vas a tenerme, para lo que sea. No importa lo que elijas, vas a tenerme.
En ese instante lo decidí. Fue más un impulso de hacer lo que quería y de aceptar lo que sentía. Yo ya lo sabía, solo tenía que dejar que él también lo supiera, pero me costaba. Opté por no pensar más en eso y solo escoger.
―Cierra los ojos ―pedí―. No los abras hasta que te diga.
―Está bien. ―Se acomodó sobre su asiento e hizo caso a mi petición.
―¿Cuántos dedos ves? ―Hice la señal de paz frente a él.
―Descuida, no estoy viendo. ―Sonrió y le imité.
Tomé el lápiz que descansaba sobre la mesa con cuidado. Lo llevé hasta la opción que elegiría e hice un círculo a su alrededor. No estaba segura en absoluto, no me gustaba perder personas, pues me aferraba a cada una que llegaba. Volví a dejar el lápiz sobre la banca con cuidado. Suspiré. Había hecho mi elección.
Me levanté con cuidado de no hacer mucho ruido, porque no quería que se diera cuenta de mi intención de huir. Caminé despacio hasta la puerta y solo grité antes de salir corriendo:
―¡Listo! ¡Puedes abrir los ojos!
Claro que hubiera querido quedarme solo para ver su carita de sorpresa o cual sea que hubiera sido su reacción, pero no fui capaz. Era muy cobarde y lo seguía siendo. Hay cosas que nunca van a cambiar incluso si pasan siglos.
Estaba girando en la esquina del corredor, con la intención de resguardarme en el baño de chicas, cuando escuché el estrepitoso sonido de una silla siendo empujada hacia atrás.
―¡Kwon HaeBi, ven aquí!
JungKook no perdió el tiempo y empezó a perseguirme. Veía muy probable que lograra atraparme y aun así intenté escapar. Jeon practicaba taekwondo y yo solo hacía ejercicio en las horas de educación física, no era suficientemente rápida ni fuerte comparada con él. Fue divertido.
―¡No! ―respondí mientras divisé la puerta del baño.
Solo faltaban unos pasos, sin embargo, nunca llegué. Él me había alcanzado y me estaba abrazando.
―¿Por qué huyes de mí?
―Porque soy cobarde ―dije con la respiración entrecortada.
―Kwon HaeBi, ¿quieres ser mi novia?
Me separé con algo de brusquedad y le vi a los ojos. Incluso dudaba haber escuchado bien, porque lo había dicho de forma tan directa que me sorprendió.
―¿Qué? ―Pestañeé con rapidez.
―Te pregunté si quieres ser mi novia.
Él estaba sonriendo y sus ojos brillaban por la emoción. Mientras yo estaba parada como estatua sin saber qué hacer. Ya había aceptado que me gustaba y ya se lo había dejado saber, sin embargo, no esperaba que hiciera esa pregunta y menos que lo hiciera en ese instante.
―Humm... sí, sí quiero.
―Genial, ahora eres mi novia. ―Volvió a abrazarme. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y le devolví el gesto―. Yo... en serio creí que ibas a rechazarme.
―No. Solo dejé pasar tanto tiempo porque me da miedo perderte ―confesé.
―Ni en un millón de años vas a perderme. Nunca voy a dejarte. Lo prometo.
Fue lindo creer algo que a posteriori se convirtió en una promesa rota. La inocencia hizo que la realidad pareciera impoluta, no fui capaz de ver las formas en las que se arruinaría. Solo viví y disfruté junto a la persona que me gustaba antes de que se fuera, antes de que lo que estábamos construyendo se derrumbara por perder una parte fundamental.
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―¿Qué quiere hacer hoy mi novia? ―inquirió JungKook mientras salíamos del edificio de la escuela tomados de la mano.
Otros estudiantes y también maestros nos veían, seguro pensando "qué sinvergüenzas", pero daba igual. Si a él no le molestaba, estaba bien para mí. Sabía que era tímido, por eso habían pasado semanas antes de que decidiera hacer algo tan simple como tomar mi mano frente a cualquiera. También tenía claro que las muestras de afecto públicas no eran bien vistas, pero ese no había sido mi mundo hasta ese entonces y por eso no me importaba.
―¿Hoy? ―repliqué mientras pensaba―. No sé. Deberíamos hacer tarea.
Le vi hacer una mueca y me reí en silencio. Cada vez me gustaba más, suponiendo que eso era posible.
―Eres muy aburrida.
―Hay prioridades en esta vida.
―Yo debería ser tu prioridad, soy tu novio. ―Sonreí.
―Creo que la escuela está primero ―dije con la clara intención de molestarle.
―Si ya no te gusto, deberíamos terminar ―actuó dramático.
―Yo no dije eso. ―Ladeé la cabeza―. Hagamos tarea y luego podemos hacer cualquier otra cosa.
―A sus órdenes ―dijo en tono serio.
Ese día no fuimos a mi casa, sino a la suya. Jeon había insistido en ir ahí y al final acepté. Ya había ido antes, pero las visitas las tenía contadas, habían sido cinco. Lo que sucedió y la razón de que me hiciera ir ese día fue que se le escapó decirle a su hermano que tenía novia, porque estaban peleando. ¿Por qué pelearon? Nunca supe, pero me hizo gracia. Después JungHyun había ido corriendo a decirle a su mamá la reciente noticia. Ella le obligó a llevarme.
―¡HaeBi querida! Hace tiempo que no venías de visita ―dijo la mamá de JungKook mientras salía de la cocina.
―Buenas tardes. ―Hice una reverencia.
―JungKookie, ¿es ella? ―le preguntó con normalidad.
―Sí, mamá.
La mujer sonrió complacida por su respuesta y regresó a verme. ―Deberías venir más seguido. Eres bienvenida, como si fuera tu casa.
―Intentaré hacerlo.
―Seguro a tu mamá le molesta que JungKook pase tanto tiempo en tu casa.
―Oh, no, no le molesta. JungKook le agrada. ―Le sonreí por educación. Estaba demasiado nerviosa.
―Igual, querida, ahora eres parte de la familia. Deberías visitar a tu suegra.
Sí, estaba siendo incómodo y tenía ganas de meterme en algún hoyo para evadir la situación. Agradecí que, básicamente, me recibió con brazos abiertos, pero lo estaba haciendo penoso en todo sentido. Si fuera un avestruz, ya habría clavado mi cabeza en la tierra.
―Mamá, la vas a espantar ―le dijo JungKook.
―Lo siento. ―Se rio un poco de forma nerviosa―. Solo estoy feliz de que esté pequeño haya encontrado a una chica tan linda.
Apreté mis labios sin saber qué responder e hice una reverencia. No había un manual que me dijera qué hacer en una situación así y claramente tampoco había pasado por algo similar. Estaba perdida.
―Mamá ―rezongó―, vas a hacer que termine conmigo.
La mujer vio a su hijo con ternura y soltó una risita. ―Bien, bien. ―Se acercó a él y revolvió su cabello despeinándolo―. Ya me voy ―le dijo y empezó el trayecto de vuelta a la cocina―. La comida estará lista pronto.
La mujer desapareció y JungKook se acercó más a mí solo para tomar mi mano. Me llevó directo a la sala. Dejamos las mochilas en el sofá y nos sentamos en el suelo frente al televisor. Esa era una costumbre extraña que se me había pegado; sin importar si había o no sofá, acabaríamos sentados en el piso apoyando la espalda en el sillón.
―Lo siento ―casi podía decir que susurró. Estaba avergonzado.
Negué con mi cabeza y le sonreí. ―Está bien, no importa.
―No creí que fuera a reaccionar así.
―Pudo salir peor. ―Ladeé la cabeza y me encogí de hombros.
―Sí, pero fue incómodo. ―Desviaba su vista a cualquier lugar, no le gustaba el contacto visual; qué irónico―. ¿Quieres ver televisión?
Se estiró tomando el control del aparato y me vio esperando que respondiera. Por supuesto que quería, a esa hora daba un programa que veíamos todos los días, pero dije algo opuesto.
―No. ―Hizo un mohín―. Deberíamos hacer tarea ―fingí hablar en serio.
―Pero, HaeBi, está dando nuestro programa.
―Ya te dije que no. ―No era buena mintiendo, ya sentía como se me escapaba una sonrisa.
Me estiré y le quité el control remoto. Se veía claramente decepcionado. Festejé en mi interior y solo encendí la TV saliéndome con la mía.
JungKook frunció el ceño un segundo. ―Jugaste con mis sentimientos. ¿Cómo vas a compensar mis heridas? ―Se llevó la mano al corazón.
―Hay respuestas que siempre van a ser sí, no necesitas preguntarme. No seas exagerado.
―Mi corazón, me duele. ―Actuó una mueca de estar sufriendo.
―Yah, no hagas eso.
―Necesito un beso para sentirme mejor.
―¿Por qué siempre te gusta jugar de esa manera?
―Me estoy muriendo. HaeBi, sálvame.
Me reí por su manera de exagerar la situación. ―Bien, bien. ―Solo me acerqué y le di un beso en la mejilla.
―Aquí. ―Señaló sus labios.
―Ya usaste el beso, debiste ser específico antes. ―Sonreí de forma burlona y empecé a cambiar de canal.
―Si no me lo das, te lo robo.
―Oh, mira. ―Señalé la televisión evadiendo la situación―. Ya empezó.
Me acomodé mejor y me recargué sobre su hombro. JungKook suspiró con derrota y tomó mi mano.
―¿Sabes que me gustas mucho? ―Apoyó su cabeza en la mía.
―También me gustas mucho.
―Entonces, ¿por qué no me das un beso?
―Te daré todos los que quieras, pero cuando se acabe el programa.
―¿Los que quiera? ¿De verdad?
―Sí, es una promesa.
―¿Incluso si alguien más nos ve?
―Eso depende de ti, ¿quieres que alguien más nos vea?
―No, que no nos vea nadie.
―Bien, será solo nuestro. ―Entrelacé nuestras manos―. Ahora haz silencio, porque es un capítulo nuevo. ―Me concentré en la televisión.
JungKook pasó su brazo libre por detrás de mi espalda y simplemente dejó su mano sobre mi cintura. Nos quedamos de esa manera hasta que terminó la serie. Después de eso, su mamá gritó que la comida estaba lista. Por instinto y, tal vez, vergüenza, nos alejamos al instante. Lo hicimos antes de que su mamá llegara. Suerte o así tenía que ser, no importaba.
Lo cierto era que las cosas que hacíamos nunca cambiaron mucho cuando empezamos a salir. Éramos muy pequeños como para tener una relación más compleja. Actuábamos como amigos, bromeando y jugando, sin embargo, también había momentos en los que había abrazos y pequeños besos para demostrar nuestros sentimientos. Lo habitual era entrelazar nuestras manos, algo muy inocente; tampoco se podía pedir más en aquel entonces. Todo fue suficiente hasta que terminó.
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¿Saben? Me da una tristeza conmigo saber lo que va a suceder, pero que mi cerebro no tenga ganas de escribirlo. He estado así la última semana. Send for help. TnT
En fin, les amo. Manténganse sanos. ♡
-비🌧
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