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26화

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―¡Vaya! ¡Hasta que por fin llegas, Kwon HaeBi! ¿¡Cómo se te ocurre estar caminando sola por la noche!?

―Perdón, mamá.

―¡Una pelea no es motivo para que hagas una tontería como esta! ―Solo agaché mi cabeza―. ¿¡Y si te hubiera pasado algo!?

―Pero estoy bien, mamá.

―Sube a tu habitación, estás castigada hasta nuevo aviso. ―Tomó el puente de su nariz―. Vete, ahora.

SeAh se puso de pie y caminó hasta mí. Me agarró del brazo y me hizo subir antes de que sucediera algo más. Mi progenitora nunca antes se había enojado tanto conmigo, nunca me había gritado. Solía decir que no lo creía necesario, pero claro que las personas cambian.

Cuando llegamos a mi cuarto, SeAh se encargó de encender la luz y cerrar la puerta. Me llevó hasta la cama y nos sentamos.

―¿Qué le dijo?

―Que llegó tarde y tú te enojaste y te fuiste después de que pelearan. YoonJi sabe que no eres así y de todos modos le creyó a MinJae.

―Ella lo ama.

―Debió preguntarte por tu versión. Está siendo injusta contigo.

―Ya no quiero hablar de eso. ―Tapé mis ojos con las palmas de mis manos y me dejé caer sobre el colchón―. Durmamos, ha sido un día largo.

―No, ni se te ocurra. ―Se levantó con rapidez y tiró de mí para que me sentara de nuevo―. Aún no escojo la ropa que usarás mañana. ―Caminó hasta mi armario y abrió las puertas de par en par. Vio de izquierda a derecha y viceversa―. ¿Desde cuándo tienes ropa tan monocromática? Todo es negro, blanco y gris. ―Con sus manos fue pasando los armadores con la ropa―. ¿Dónde está Arcoíris?

Arcoíris era un unicornio que tenía estampado en una camiseta rosa pastel. En su momento me había gustado el diseño, pero ya empezaba a parecerme infantil. Sabía que ella pensaba que lo tiré, pero nunca sería capaz, solo lo guardé en el ático junto a otras cosas.

―Está en un lugar mejor.

―¿¡Te atreviste a tirar a Arcoíris!? ―Me vio con una cara de horror digna de una buena película―. ¡Eres un ser desalmado!

―Solo está en una caja en el ático. Nunca podría deshacerme de arcoíris. ―Negué y sonreí de lado.

―Está en un lugar frío y desolado, pero ¿tú dices que está en un lugar mejor? Arcoíris no se merecía eso. ―Drama por aquí, drama por allá, a ella le salía tan bien.

―Iba a regalar la camiseta ―abrió sus ojos como platos―, pero no fui capaz, por eso está en el ático. Ya olvídalo y escoge algo pronto, ya quiero acabar el día.

―Está bien. ―Regresó a hurgar entre mi ropa―. Porque no te gusta usar short y top a la vez, creo que esto está bien.

En sus antebrazos tenía colgado un pantalón deportivo negro con detalles blancos bastante olgado de tiro alto y una camiseta blanca corta que quedaba por sobre el ombligo. Dejó las prendas sobre la silla de mi escritorio y volvió a la cama para sentarse junto a mí.

―Te pones unas deportivas blancas y listo ―añadió.

―Pude escoger sola, no tenías que molestarte.

―Para mí no es molestia ayudarte. Eres mi mejor amiga.

Suspiré y agaché mi cabeza para jugar con mis dedos. Ella siempre estaba ahí para mí, pero yo sentía que nunca había hecho algo importante para SeAh. A veces me sentía como una mala amiga por no devolverle todo lo que ella me daba.

―Eres lo único bueno que me va a dejar el bachillerato ―confesé.

Ella me abrazó y acarició mi espalda antes de seguir hablando. ―Vas a ver que todo se va a arreglar. Todo a su tiempo. ―Se separó―. Ahora ponte el pijama, yo voy a cepillarme los dientes.

Se fue a hacer lo que dijo al baño y yo me puse la ropa de dormir. Cuando ella volvió yo me fui al baño y ella se cambió. Después de estar listas, apagamos las luces y nos acostamos a dormir.

🍭

Con suerte dormí unas cuatro horas y no puedo decir que descansé, porque realmente me sentía intranquila. Mi mente trabajaba y trabajaba. Me martirizaba a mi misma aunque no quería.

Había estado despierta un buen rato ya. Mi atención estaba en el techo y mis manos se entrelazaban sobre mi torso. Al principio estuve pensando cómo terminar con MinJae de una vez por todas y no seguir sufriendo, pero esos pensamientos me llevaron a otros que me agobiaban el doble: decirle a JungKook lo que estaba sucediendo. Él merecía saberlo.

Le estaba mintiendo y, aunque en ese momento no pareciera, a futuro le lastimaría si llegaba a enterarse de mala manera. Sería peor a medida que el tiempo siguiera corriendo, porque no sabía cómo arreglarlo y ya no quería seguir con ese maldito juego. Se lo explicaría, lo tenía decidido, aunque no sabía cómo hacerlo.

Mi creatividad se encendió y muchos escenarios con diferentes posibilidades llegaban a mí. Pensaba en qué momento y en el qué le diría, no estaba segura de eso, pero incluso si lo estuviera, me pondría nerviosa en el momento y nada saldría como lo estuve planeando o practicando. Solo sería capaz de conocer los verdaderos resultados una vez que las cosas sucedieran.

Hacerlo durante el almuerzo, antes o después. Ir directo al grano o dar vueltas para suavizarlo (más para mí que para él). Hacerlo por mensaje, llamada o en persona. ¿Qué decir? La idea corta sonaba mal: tengo novio ahora y no puedo salir contigo, incluso si me gustas. No le había detenido al principio y ahora sonaba tonto. No detuve nada de lo que él hizo, como abrazarme, besar mi frente o tomar mi mano, cosas que, aunque parecieran simples y vanas, significaban mucho más por los sentimientos contenidos. Eran cosas que no debí permitir desde que empecé a salir con MinJae, porque aunque también disfrutará de esos pequeños actos, no los merecía en esas circunstancias. No después de dejar que alguien más me abrazara y tomara mi mano aún cuando no quería. No después de que me besara alguien a quien odiaba. Aunque suene tonto, me sentía sucia.

No fui consciente del paso del tiempo hasta que los rayos del alba empezaron a colarse por la ventana. Después de unos minutos mi habitación ya no estaba sumida en la penumbra y se llenaba de la luz del sol. A mi izquierda SeAh dormía impasible y ajena al hecho de que llevaba despierta, tal vez, desde las tres de la mañana.

Tratando de no hacer ruido, me levanté y salí de la habitación. Bajé hasta el primer piso con lentitud y caminé hasta el gran sofá que estaba paralelo a la televisión. Me tiré en él, tomé la cobija, me envolví en ella, y después agarré el control para encender la pantalla. Pasé de canal en canal, pero era tan temprano que ni siquiera las noticias habían empezado. Al final volví a apagar el aparato y me levanté de nuevo. Caminé hasta la cocina con la intención de comer o tomar algo.

Lo primero que llamó mi atención fue la cafetera y al instante ya estaba preparando las cosas necesarias para hacerme un café. Lo necesitaba para quitarme el sueño y para relajarme. No recordaba en qué momento empecé a tomar tanto café, pero ya era una costumbre. Pudo haber sido al inicio del bachillerato, cuando llegamos a Seúl.

Dejé que la cafetera preparara mi bebida y busqué en las alacenas por pan o galletas. Las encontré casi cuando estaba tirando la toalla. Opté por tomar un par de rebanadas de pan e hice tostadas. Después busqué la mermelada en la nevera y mi desayuno improvisado de las, tal vez, siete de la mañana estaba listo.

Me quedé comiendo en la isla de la cocina en total silencio y soledad. Se sentía como un respiro, como si nada más existiera. Como si yo no existiera.

Al terminar lavé lo que usé y lo acomodé. Fui a tomar una ducha y me vestí con lo que mi amiga había elegido, también me maquillé como siempre, natural y simple. Cuando terminé fui a despertar a SeAh y ella se alistó.

Ambas bajamos conversando y nos encontramos a mamá en la cocina, lo más seguro, preparando el desayuno. Tarareaba una canción que no pude reconocer y se movía de lado a lado. Al parecer había amanecido de buen ánimo. SeAh sonrió al verle y yo no hice nada.

―Oh, ya bajaron ―dijo al notar nuestra presencia―. El desayuno ya casi está listo.

―Ya comí ―repuse más seca y fría de lo que hubiera querido.

Al instante mi progenitora borró su sonrisa y me vio de manera fría. ―¿A dónde vas tan arreglada?

―A la calle.

Fue como si nuestra relación se hubiera quebrado. Literalmente dos días atrás todo estaba bien.

―Estas castigada, que no se te olvide. Si no te doy permiso, no sales. ―Se cruzó de brazos y me vio con autoridad―. Mira, Sky, no sé que te está sucediendo, pero ya puedes detenerte.

«¿Ella dijo Sky?», dudé en mi mente por un momento. Ese era mi nombre de nacimiento. Desde que nos mudamos a Corea, ella había dejado de usarlo por completo. Me extrañó mucho que lo dijera. Vi a SeAh de reojo y frunció el ceño, era la primera vez que oía el nombre por el que todos me llamaban antes de venir de Canadá.

―Tengo que salir.

Por supuesto que tenía que ir, era la evaluación mensual.

―Dime una buena razón. ―Levantó una de sus cejas.

Me quedé en blanco. Ella no sabía lo que había estado haciendo desde hace más de un mes y si le decía en ese instante, se enojaría más.

SeAh notó mi falta de ideas y ayudó: ―YoonJi, mi tía nos pidió que trabajáramos hoy todo el día.

Mi progenitora puso su atención en mi amiga y suavizó su gesto. Incluso le sonrió de manera cálida. Era obvio, ella solo estaba molesta conmigo. Que ni siquiera se hubiera molestado en preguntarme mi versión dolió.

―Hm, bien, entiendo. ―Asintió con su cabeza de manera lenta y tranquila―. Debes estar aquí a las diez máximo. Le diré a MinJae que les recoja.

―Oh, no es necesario ―repuso SeAh con rapidez―. Creo que... ―se detuvo y tragó saliva antes de continuar―: Creo que, con lo que pasó ayer, no sería una buena idea. Necesitan calmarse y hablar las cosas. ―Puso su mano alrededor de su boca y fingió susurrar―. No queremos otra tragedia.

Mi mamá pareció concordar con mi mejor amiga. Sin ella, tal vez ya lo habría echado a perder.

―Tienes razón. ―SeAh sonrió con victoria disfrazada de inocencia. Persuasión debería ser su segundo nombre―. Pero en serio debes volver temprano, HaeBi. ―No tardé en asentir para ella como respuesta―. Ahora, a desayunar.

―De verdad, yo ya comí. Me levanté hace unas dos horas.

SeAh me veía con confusión y, seguramente, con varias preguntas formándose en su cerebro. Dos estaban claras para mi, incluso si aún no las decía: uno, ¿por qué tu mamá te llamó Sky?, y dos, ¿por qué madrugaste si nunca te levantas temprano? Claro que le contaría, pero cuando estuviéramos solas.

―Bien, bien, no comas nada. SeAh, siéntate, por favor.

🍭

Incómodo, no podía darle otro adjetivo al desayuno. Mi progenitora parecía ignorarme mientras hablaba con SeAh de manera animada. Aunque, siendo honesta, tampoco estaba poniendo empeño en unirme a su conversación. Estaban hablando de las nuevas tendencias que esperaban para otoño y, con toda sinceridad, no me interesaba, tenía más cosas en las que pensar.

―A ver, respira, entra ahí y dalo todo. Eres buena, solo tienes que creerlo.

SeAh me animaba con una sonrisa y con sus manos en mis hombros. Trataba de infundirme confianza, pero era un cúmulo de nervios. ¿Y si fallaba? No podría aceptarlo.

―Tengo miedo de arruinarlo.

―No pienses eso. Mira, es solo el principio, aún te queda mucho por recorrer. ―Eso me dio más ansiedad―. Olvida todo y haz lo mejor que puedas. Disfrútalo, porque si no, ellos no lo van a disfrutar tampoco.

―Si lo arruino, podría ser mi último día aquí.

―No pienses eso, tonta. ―Me dio un zape a forma de juego―. Solo entra y hazlo. Cuando termines, avísame.

―Lo haré.

―Listo, me voy al trabajo. Nos vemos.

Se alejó por la derecha de la calle y agitó su mano. Me quedé ahí parada como estatua en medio de la puerta hasta que no pude distinguir su figura. Tomé una gran bocanada de aire. Debía hacerlo, no importaba si estaba nerviosa o tenía miedo. Ya no podía escapar de ello.

🍭

―¿Terminaste? ―preguntó un hombre que no había visto antes. Le respondí afirmativamente con la cabeza.

Había cantado la canción que practiqué y había bailado con todo lo que tenía. Esperaba que fuera suficiente para ser la primera vez.

Frente a mí había cinco personas, de las cuales solo conocía a tres: Bang PD, MiEun y GeoNu. A los otros no los había visto antes. A mis espaldas estaban otros trainees, en su totalidad eran chicos. Algunos parecían menores y otros mayores a mí. Podía oír pequeños murmullos de su parte mientras las personas frente a mí conversaban. Yo tenía el micrófono en la mano que me habían dado y lo hacía girar para distraerme un poco.

El mismo hombre que confío en mí y me dejó entrar tomó su micrófono y empezó a hablar:

―HaeBi, HaeBi, HaeBi. ―Revisaba unos papeles que tenía en la mesa―. No tengo nada que decirte, ni bueno ni malo. No siento que hayas mejorado mucho en este tiempo.

«Eso es... malo, ¿no?», pensé después de oírle. Empecé a morder mi labio inferior y a sacar pequeños pellejos que sentía. Mis labios estaban secos y no tenía agua.

Le siguió el hombre que preguntó si ya había terminado. Su expresión no me decía mucho, así que no podía anticiparme a lo que diría.

―Kwon HaeBi ―remarcó cada sílaba de mi nombre―, es un placer. ―Respondí con una reverencia―. Yo no pude verte en la audición, pero vi el video de ella... ―Dejó de revisar sus papeles―. En efecto, creo que hablo por todos, tienes potencial ―me incliné varias veces―, pero eso no es suficiente si no sabes aprovecharlo. ―Se acomodó en su lugar―. MiEun y GeoNu han estado hablando bien de ti, aunque, al verte hoy, no siento que hayas tenido un progreso significativo.

Tragué nerviosa. «Ya lo arruiné, ya lo arruiné», me repetía a mi misma. Mis nervios fueron tantos que sentí el sabor de la sangre, me había lastimado los labios. Incluso sentí un pequeño ardor.

El hombre, quien poseía una barba peculiar, continuó: ―Realmente estaba esperando más. Quiero decir, lo haces bien, tienes la chispa, pero no es suficiente ―repitió―. Todos entendemos que aún estás en el bachillerato y que el último año es el más duro y, no tomes a mal lo que te voy a decir, deberías considerar que es lo que quieres. Es difícil manejar la escuela y el entrenamiento, así que sería mejor si escoges alguno y lo pones como prioridad ―terminó y dejó su micrófono de vuelta sobre la mesa.

Le siguió una chica, se veía agradable, pero tal vez sus palabras no lo serían. Estaban tratando de decirme, de manera cordial, que lo hice mal y que no pareciera que llevaba más de un mes practicando. Tal vez tenían razón y no le había puesto el suficiente interés. Tantas cosas pasaron y no pude manejarlo todo, pero esa no era una excusa válida, lo sabía.

―Hola. ―Hice una reverencia, ella ya me estaba viendo desde el segundo uno―. SungDeuk ya te dijo casi todo, pero quiero añadir algo. Mira, HaeBi, si has mejorado, pero en un nivel casi nulo y es una ofensa para el resto de trainees aquí, algunos ni siquiera duermen por practicar. ―«Van a echarme», concluí―. Pero también debo admitir que, cuando estás actuando, captas la atención y eso es bueno. Tu voz es bastante melodiosa y tu baile, aunque básico, es preciso. Mi recomendación para ti es que te esfuerces más, dos, tres o diez veces más, ¿si? ―Asentí―. Fighting ―animó y dejó su micrófono sobre la mesa.

Sentía como si hubiera recibido una paliza, aunque no me habían tocado, sus palabras dolieron. Parecía que podía llorar y no de tristeza sino de rabia conmigo misma. Era mi culpa y no se la podía poner a alguien más, porque eso solo dependía de mí.

―Yo confío en ti, HaeBi. Sé que aún tienes más que dar ―Bang PD retomó las observaciones―. Esfuérzate más y quiero ver una mejoría notable para el mes que viene. Aún te queda mucho por el camino y sería una pena que te cayeras, incluso, antes de haberlo empezado.

MiEun y GeoNu no dijeron algo, como si estuvieran decepcionados y prefirieran no hablar. Se sentía como si estuviera decepcionando a todas las personas en mi vida aun cuando no quería hacerlo.

Los comentarios para mí terminaron con Bang SiHyuk. Volví a sentarme y vi el resto de presentaciones. Esos chicos eran buenos y se notaba la pasión en cada movimiento. Me sentí pequeña, como si ni siquiera pudiera llegarles a los talones. Incluso la idea de solo abandonar se cruzó por mi mente, pero la deseché en ese mismo instante. No me iba a dejar vencer cuando ni siquiera había empezado, sin embargo me sentía mal.

Aguanté mis lágrimas hasta que todo terminó y las personas empezaron a salir de la sala. Me quedé sentada y observaba a los chicos y adultos irse. Quería quedarme sola.

―¿Te vas a quedar? ―habló alguien a mi izquierda.

Era un chico bastante atractivo y, para añadirle perfección, fue el mejor en las evaluaciones. Solo dijeron cosas buenas de él. Seguro que en el ranking mensual obtendría el primer lugar, se lo merecía y nadie podía refutarlo.

―Si, necesito pensar.

―Tranquila, no es el fin del mundo. ―Me sonrió dándome apoyo―. Toma. ―Extendió una botella de agua y se sentó a mi lado. Recibí el envase y él continuó hablando―: Creo que lo hiciste bien para ser tu primera vez ―consoló.

―Gracias. ―Intenté sonreírle, pero solo hice una mueca extraña que se mezclaba con descontento.

―Vas a ser la mejor, lo puedo ver. ―Puso sus índices en sus sienes como si tuviera poderes psíquicos―. Espero que no mejor que yo, pero si lo serás.

―No creo llegar tan lejos.

―Tonterías, lo harás. Solo espera y verás. ―Sonrió para conformarme―. Bueno, ya me voy, tengo cosas que hacer. No olvides apagar las luces cuando te vayas. ―Se despidió con la mano y desapareció.

Por fin estaba sola.

Me quedé viendo el piso y jugando con la tapa de la botella con agua que no había abierto. No sentía energía en mi cuerpo, como si fuera un celular que sólo tuviera cinco por ciento de batería y entra en modo de ahorro. Incluso moverme sonaba tedioso.

Dejé la botella en el piso después de unos minutos y me levanté. Me paré en medio de la habitación y me vi al espejo. Escruté mi reflejo. Vi mi cabello, mi rostro, mi cuerpo entero. Se sentía ajeno, como si la persona que estuviera viendo no fuera yo, aún cuando sabía de sobra que si lo era. Me veía cansada. No había dormido bien y mi mente estaba agotada. Hace dos meses no me veía tan mal.

Las lágrimas de rabia empezaron a salir y no traté de contenerlas o limpiarlas. Me dejé caer al suelo y me acomodé con las piernas cruzadas, mis codos apoyados sobre ellas y mi rostro sobre mis manos. No era solo por la evaluación mensual, también era por la actitud de mamá, por ser tan cobarde para no decir la verdad por tratar de hacer feliz a alguien más antes que a mi. Por tratar de hacer feliz a alguien que ni siquiera se preocupaba por mi versión de la historia. Quería gritar para desahogarme un poco, pero no lo haría.

Pude haber estado así el resto del día, aunque no sucedió. Escuché que la puerta se abrió y sentí como alguien caminaba dentro. No hice el intento de ver quién era por la simple razón de que había estado llorando sin parar. Ojos rojos, nariz roja, mejillas húmedas y un nudo en la garganta. Ese nuevo intruso se sentó junto a mi y estuvo en silencio un rato antes de decidirse a hablar.

―¿Te dormiste o qué?

Mi cuerpo entró en alerta, era JungKook. Maldije en mi mente mientras negaba y me secaba las lágrimas tratando de que no se diera cuenta. Que miserable debía verme.

―No, solo estaba pensando.

―Te estaba llamando.

No había sentido la vibración del celular en ningún momento. Empecé a hacer memoria y me di cuenta que no había tomado el aparato antes de salir de la casa. El día estaba siendo un completo desastre.

―Olvidé mi celular en casa. ―Seguía sin levantar la cabeza.

―¿Puedes verme? Tu voz suena... extraña.

Se movió hasta quedar frente a mí y quitó mis brazos de repente haciendo que mi cabeza cayera de golpe, porque estaba apoyada en ellos. Le empujé como reflejo y volví a mi posición, escondiéndome.

―No me toques.

―¿Qué te sucede?

―Lo hice mal.

―¿Qué cosa? ¿La evaluación mensual? ―Asentí de manera casi imperceptible―. Descuida, la siguiente será mejor.

Puso sus manos sobre mis brazos y me jaló un poco. Iba a abrazarme, lo sabía y no le dejaría, aunque si lo quería. Retiré sus manos de nuevo.

―En serio no quiero que me toques.

―Al menos mírame. ―No me moví―. Te he extrañado todos estos días, apenas puedo verte y te comportas así, ¿de verdad?

―Lo siento.

―No, no, no quiero que te disculpes. Al menos déjame abrazarte.

―Que no. ―Suspiré y tragué con nerviosismo. En definitiva ninguna de las posibilidades que imaginé en la madrugada se parecían, pero lo haría―. Quiero decirte algo.

―Después de comer o, si me dejas abrazarte, puede ser ahora.

―JungKook, en serio necesito decirte algo, ¿puedes tomártelo en serio?

―No me puedo tomar las cosas en serio si ni siquiera me miras.

―Debe ser una broma ―murmuré.

―¿Qué dijiste?

Me levanté ignorando su pregunta y fui hasta tomar la botella de agua. Me terminé todo su contenido en un abrir y cerrar de ojos. Dejé la botella en una silla y me restregué el rostro. Sentía como mis ojos se habían hinchado.

―No sabes lo mucho que estuve pensando y cuando por fin quiero decirte las cosas, no me dejas. Maldita sea. ―Peiné mi cabello hacia atrás y giré sin levantar mi cabeza.

―Entonces dime.

Y justo cuando iba a empezar a hablar, su teléfono sonó. «¿Acaso no debo decirle o qué diablos?». Empezaba a desesperarme. Nada estaba saliendo ni remotamente como quería. Él contestó y se alejó un poco para poder hablar. No demoró más de dos minutos.

―Tengo que... ―dudó como si fuera a decir algo malo―... tengo que irme. Dime lo que ibas a decir antes.

―Olvídalo, no creo que sea bueno decirlo ahora. Solo vete.

―¿Segura? Puedo quedarme.

―No, tienes cosas que hacer, lo entiendo, de verdad. Te lo diré otro día cuando tengas tiempo y yo no esté tan mal.

―Está bien.

Se acercó, me dio un corto abrazo, encontró la manera de dejar un beso en mi frente y luego se fue. Era como si el universo gritara que no era el momento de decirle, pero seguía pensando que debería hacerlo pronto. Las cosas estaban empeorando a pasos gigantescos y yo exteriorizaba mis emociones negativas con agresividad, no sería bueno para nadie que las cosas siguieran de ese modo.

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Llegamos a las 1k leídas TuT. Que emoción me da. Gracias a todas las personitas que son parte de esto. Les amo, como no tienen una idea, de verdad. ♡♡

-비🌧

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