Ni Juegos Ni Sonrisas
—Escúchame por favor.
Cruzó su cuerpo en un intento de no dejarlo avanzar.
—Apártate Tristán.
—No. No te dejaré pasar hasta que escuches lo que tengo que decir.
Cerró su paso aún sabiendo que Dimitri con muy poco esfuerzo podría apartarlo y seguir su camino.
Pero se quedó quieto y clavó sus ojos en los de Tristán con una feroz mirada de desprecio.
—Te amo, Dimitri.
Cerró sus ojos con fuerza y su rostro se contrajo en un gesto de dolor, pocas veces visto por Tristán.
—Sí, te amo. Con todo mi ser, aunque no me creas. Nunca te engañe, nunca he estado con otra persona, no sé qué es lo que estás imaginando, Dimitri, pero si dejas que te explique, podrás entender. Mírame, por favor. Mírame...
—No —expresó Mitri con la cabeza.
—Está bien, no lo hagas. No podrás ver en mis ojos que no te miento. Tengo el alma en carne viva, acabo de recibir la peor de las noticias, necesito de tu apoyo ahora, no me des la espalda.
Se moría por tocarlo, pero ante cada intento de acercamiento, Dimitri se retiraba en un impulso de mantener la distancia con el único hombre por el que ha sentido un amor inconmensurable. Por el único por el que es capaz de descender hasta el mismísimo averno para permanecer a su lado, pero hoy... hoy se siente morir.
—No sé qué es lo que crees haber visto. ¿Estaba en el auto de otra persona? Sí, pero no me has dejado decirte quién es él. ¿Puedes mirarme, por favor? Has contacto visual conmigo, Dimitri...
—¿Qué veré en tus ojos, Tristán? ¿Ellos me dirán por qué estabas abrazado en ese auto con ese tipo?
—Sí, verás la verdad en mí. Yo te amo. Te respeto y jamás te hubiera sido infiel. Nadie en esta maldita tierra es más importante para mí, que tú Dimitri.
El pequeño rubio terminó la frase a duras penas antes de que el llanto le obstruyera la garganta.
—¿Algo más? —Rompió el silencio Dimitri y abrió sus enormes ojos negros, dirigiendole una mirada vacía.
—Sí —contestó Tristán en un casi quejido.
—Me voy. Debo viajar muy lejos y tengo vuelo mañana a la noche.
—¿Con él?
—Sí, pero no es lo que piensas...
Dimitri sacudió su cabeza como si quisiera desprenderse de esas últimas palabras pero en lugar de darle lugar a que su novio le explicara los por qué, continuó en una postura intransigente.
—Por mí puedes desaparecer ya mismo de la faz de la tierra, Tristán. No me importa. No me importas tú y tus mentiras.
El chico bajó su guardia, aquel impulso que lo había llevado a detener a su pareja y enfrentarlo minutos atrás, ya no existía. Su pecho había comenzado a hipar en un llanto contenido al que intentaba controlar.
Las palabras de Dimitri fueron muy hirientes, profundamente vacías, pero nada se comparaba con el horror detrás de la noticia que había recibido minutos atrás.
—No miento. Nunca te mentí. Y puedes odiarme todo lo que desees. Pero qué te resuene hasta el infinito lo que voy a decirte. Te amo más que a mí mismo, Dimitri. Pero hoy necesito una mano que acaricie mi alma y solo estoy recibiendo arañazos.
No esperó a que Dimitri dijera nada, aunque hubiera dado todo lo que tiene para que su amado lo detuviera, lo abraza y le dijera que quería escuchar su versión de los hechos... pero no pasó.
Tristán giró para irse, sus piernas flaquearon y casi se va al suelo. Dimitri se interpuso y evitó la caída pero en el acto soltó su brazo, como si haberlo tocado se tratara de un error.
Sin siquiera mirarlo, Tristán siguió caminando hasta estar lo suficientemente lejos para permitirle a su cuerpo que dejara escapar el llanto contenido.
Caminaba con sus ojos empapados en lágrimas y un sollozo fuerte le atravesaba las cuerdas vocales con un punzante sabor a quemadura.
Lloraba desconsolado sin detener su marcha.
Mitri lo vio alejarse de él. No necesitaba ver que lloraba para adivinar que lo hacía.
Empezó a caminar despacito, detrás de su novio sin que éste lo notara. No quería que se fuera. Lo ama con locura, sí, pero él lo había visto bajar del auto de un hombre desconocido y eso le taladraba, sin descanso, la cabeza.
Su orgullo herido no le estaba permitiendo que Tristán le diera explicaciones sobre el hecho.
No se autorizó a sí mismo, verlo a los ojos cuando su amado se lo pidió. Sabía que iba a sucumbir frente a ellos, porque no hay nada en este mundo que Dimitri ame más, que esos luceros de miel.
Tristán siguió caminando hasta llegar al pequeño parque donde ellos se dijeron por primera vez que se querían.
Se detuvo debajo del enorme jacarandá cuyo estallido violeta es capaz de estremecer hasta el mismísimo cielo.
Sonó su móvil. Dejó que quién estuviera detrás de la llamada se cansara y cortara. Pero volvió a sonar. Tristán detesta que lo llamen pero tomó su teléfono para ver quién estaba detrás del llamado.
«Podría ser algo importante» —pensó y decidió atender.
Mitri amado, le gritaba la pantalla.
Las manos le temblaron y el celular se le cayó de los nervios.
Lo levantó rogando que la llamada no se hubiera cortado.
—Hola —dijo agitado por el llanto que había detenido abruptamente y por sus intentos de recuperar el dispositivo tras las numerosas volteretas que había dado por los aires.
—Hola —respondió Dimitri
—¿Q-que p-aasa? ¿para qué me llamás...? —contestó un Tristán inseguro de lo que escucharía.
—Yo también te amo —susurró a su oído, Dimitri, quién ya se encontraba pegado a su cuerpo y lo había tomado de la cintura.
Tristán cerró sus ojitos y el llanto fue más fuerte (como si esto fuera posible) y el teléfono volvió a caer de sus manos rebotando vigorosamente contra el suelo.
Dimitri giró para ponerse frente a la bella criatura que ama con locura, y por más que él se sintiera inseguro tras el episodio con el otro hombre en el auto, su corazón le decía que debía escuchar lo que Tristán tenía para decirle. Lo atrajo a su pecho y lo abrazó con ternura.
—Shhh, Shhhh —le canturreaba mientras lo acunaba. Sus palabras también se agolparon en su garganta y dolían por salir.
—Tristán, te amo. No te vayas. No es verdad lo que te dije, sí me importas. Si te vas, sufriré lenta y dolorosamente.
Tenía a su chico abrazado mientras acariciaba su espalda.
—No soporto verte triste. Mírame amor, dime, dime lo que no quise escuchar.
Los dos lloraban sobre el hombro del otro.
—Dimitri, el hombre que me viste abrazar, es el doctor Melnyk. Iván Melnyk. Es el compañero de mi hermana.
—La hermosa Dra. Vanniah —sonrió Mitri al nombrar a su cuñada.
—Sí. Vanniah y él son parte de Médicos sin Fronteras en la zona de Stanitsa Luganska.
—E-e-eso es Ucrania, ¿Vanniah está en Ucrania? —tartamudeó.
—Estaba... —susurró Tristán.
Dimitri no dejaba de mover sus ojos, recorriendo de arriba a abajo la cara de su chico, sin sospechar que el próximo párrafo desataría una escalada de sentimientos desgarradores en él.
—Un bombardeo atacó un jardín infantil, hubo civiles que resultaron víctimas fatales. Una de esas víctimas, es mi hermana.
Mitri llevó sus dos manos a la boca y ahogo un grito.
—Él vino a traerme esa noticia de muerte, mi hermana, Dimitri, la única familia que tengo...
Tristán comenzaba a hiperventilar.
—Necesitan mi presencia como único familiar para repatriar su cuerpo.
Dimitri cayó de rodillas y abrazo las piernas de su amado. Lloraba como niño, a los gritos y sin consuelo.
—¡Perdón mi amor, perdón! ¡Dios mío, no puedo creerlo... y yo haciéndote escena de celos!
Tristán también cayó a su lado y abrazados, lloraron hasta hacer arder las gargantas.
—Debo viajar mañana a la noche. Iré a buscar el cuerpo de mi hermana y regresaré a darle sepultura.
—Iré contigo. No irás solo a esa zona de guerra.
—No, no te pondré en peligro. Iré solo y regresaré pronto.
—Escúchame tú a mí ahora, Tristán. Perdóname por dudar de tí. No merezco que me ames. Pero lo haces, y por eso estoy esposado a tu alma. Te amo infinito —hipaba entre palabra y palabra.
—Juntos iremos a buscar a Vanniah, y juntos regresaremos, sanos y salvos. No estás solo, mi amado, yo soy ahora tu familia.
Se quedaron abrazados bajo el árbol, testigo silente de su historia de amor, hasta que sus respiraciones y latidos se sincronizaron.
El añejo jacaranda erguido sobre sus cabezas respiró hondo antes de batir sus brazos con fuerza e iniciar una copiosa lluvia violeta sobre sus molleras.
—Nuestro árbol también está llorando, Mitri.
—Creo que puede sentir nuestro dolor. Nos está regalando sus brotes, mi amor.
Dimitri levantó un puñado de pimpollos y formó una coronita sobre las sienes de Tristán.
—Con florcitas te corono: dueño de mi corazón.
Tomó la mano de Tristán y emprendió marcha para enfrentar junto a su amado, el descenso al infierno que se tragó la existencia de la carne de su carne y la escupió sin vida en un jardín de niños en el que, sobre sus escombros retumbará un sombrío silencio capaz de ensordecer por la eternidad, el hermoso sitio al que nunca más lo habitarán ni juegos ni sonrisas.
Fin
Un cuento de Caracola - 2022
(1555 palabras)
¡Hola! Son exactamente las 07: 25 del sábado 28 de mayo y estoy a punto de publicar este escrito.
Les cuento que para este segundo reto del concurso, me costó bastante encontrar inspiración en esas 45 palabras de la canción propuesta como disparador.
Intenté no caer en lugares comunes, pensé variadas formas de escribir este desafío evitando apegarme textualmente a la letra.
Finalmente decidí ser fiel a mis ideas y de a poco fueron surgiendo estas líneas. Quise mostrar que el infierno en una pareja no siempre viene de la mano de una de las parte que la conforman.
Me hice una pregunta: ¿Frente al peor de los escenarios, como quisiera que reaccionara mi pareja?
Así surgió este Tristán que elige esperar a que su novio esté dispuesto a escucharlo y a creer en él sin que supiera aún el desgarrador cuadro.
Y es así que surge este Dimitri que se brinda a sí mismo la oportunidad de escuchar lo que el amor de su vida tiene para decirle y no juzgar antes de tiempo.
Tristán y Dimitri son personajes que aparecieron en mis líneas hace ya un tiempo y este es el segundo cuento que ellos protagonizan.
El tema de la guerra me abruma tanto que decidí traerlo hasta acá porque lo considero, literalmente, el infierno en la tierra. Duele. Me duele mucho. Y hay personas dignas de rendirles pleitesía como son los MSF. Mi homenaje y gratitud hacia ellas y ellos.
Escrita en Cordoba, 25 de mayo de 2022.
Día Patrio, día de frío, día de locro.
Nieve en las altas cumbres y en el hermoso Champaquí.
Día blanco, soy feliz.
Caracola
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