Capitulo doce: Ebrios.
Después de cambiarse y ponerse ropa más abrigadora, los cuatro omegas decidieron partir a por sus alfas. Jisung y Seungmin iban en el auto del primer mencionado, Felix y Jeongin iban en el auto del último mencionado, decidieron solo usar dos autos porque los ocho cabían perfectamente en estos. Al llegar se toparon que era un bar de muy mala muerte, al bajarse de las camionetas un terrible miedo les surgió a los cuatro omegas, puesto que habían demasiados alfas que los vean como carnada. Al primero que identificaron fue a Changbin seguido de Minho, estos traían cargado a Hyunjin de las piernas y los brazos, muy atrás venia Chan cantando thunderous de stray kids a todo volumen.
En cuanto vio a Jisung, Minho soltó las piernas de Hwang para correr a abrazar a Han. Changbin tambaleo un poco, pero Chan rápidamente se apresuró a cargar a Hyunjin. Los omegas estaban shockeados sin saber qué hacer, en cuanto los alfas por fin se acercaron a los autos, Changbin y Chan dejaron a Hyunjin en el piso, Seo se sacó la chaqueta que traía y se la pasó a Felix por los hombros. Chan comenzó a repartir varios besos por la cara de Seungmin, acción que avergonzaba al omega. Minho al ver que Jisung se dejó abrazar lo alzo un poco del suelo dándole vueltas. Jeongin caminó hasta su esposo intentando levantarlo del duro y frio suelo, este muy mareado se reincorporo como pudo.
A casi rastras los tres alfas metieron a la parte trasera del auto de Jeongin a Hyunjin, Felix también metió al alcoholizado Changbin al auto de Yang, ambos se subieron a la parte delantera esperando que Kim y Han subieran a Chan y Minho a la otra camioneta, cuando por fin lo lograron todos partieron para sus casas.
Los primeros en llegar a su destino fueron Felix, Jeongin, Hyunjin y Changbin. Jisung aún debía manejar un poco más lejos para dejar a la familia Bang, cuando vieron la bonita casa roja del abogado y escritor, Han estaciono permitiéndoles bajar a la pareja internacional. Seungmin con mucha dificultad abrazo el cuerpo de su esposo para llevarlo a su casa, Chan solo se limitaba a reír y lazarle piropos muy pervertidos a su marido.
Jisung vio por el espejo retrovisor como venía el antes dormido Minho, percatándose que al detener el auto este se había despertado, ahora se encontraba viéndolo detenidamente, balbuceaba unas cuantas incoherencias pero Han no lograba comprenderlas del todo.
— Amor, ¿ya vamos a casa?
— Si, Minho, te llevare a tu casa y yo me iré a la mía.
— Pero yo quiero dormir contigo.
— Lo lamento, es imposible.
— ¿Seguro? — Puchereo el alfa olor menta.
Entre Changbin y Felix como intentaron meter a casa de los Hwang a Hyunjin.
— No quiero entrar si Innie ya no me quiere más.
— Cariño, te amo, pero ya pásate a la casa. Muero de frio, los pies me están matando y también tengo mucho sueño. — Comento Jeongin resignadamente.
— Bien, pero yo quiero ser el alfa.
— ¡Claro!, serás el alfa, ahora pásate de una maldita vez a la casa.
— Innie, no me regañes. — Chilló Hyunjin pero se pasó a la casa.
Jeongin agradeció al cielo, se despidió de la pareja Seo, cerró la puerta y busco con la mirada a su esposo. Al no encontrarlo, subió al segundo piso hasta su habitación, este yacía en la cama desparrado, el omega soltó un sonoro suspiro, se desplazó hasta la cama donde descansaba su marido, lo levanto un poco quitándole la apretada camisa que traía, después le desabrocho el botón y la cremallera del jean para quitarle los apretados pantalones.
La piel del pelicastaño se erizo debido al frio, Jeongin camino a su gran ropero, agarro un pantalón de pijama y se lo coloco a Hyunjin.
— Alfa, hazte un lado, estas sobre la cobija y no me puedo acostar.
Acatando las órdenes como pudo el pálido se recorrió dejándole el suficiente espacio al embarazado. El presidente se acostó al lado de su esposo, al poco tiempo sintió los manos inquietas de Hyunjin abrazarlo por la cintura, descaradamente el hombre metió sus manos frías entre la playera de Jeongin, tocando deliberadamente el abdomen (aún plano) del omega.
— Yeji. — Susurro Hwang somnoliento.
— ¿Qué? — Yang se viró a su marido pero este ya se encontraba dormido.
Jisung no sabía como pero ahora estaba atrapado en la casa de soltero de Felix, más específicamente en el cuarto. Minho bloqueaba la puerta impidiendo que el omega se saliera.
— Te lo juro que no me iré, solo ven a acostarte a la cama, ya casi son las cuatro treinta de la mañana.
— Ponte el pijama y te creeré. — Sentencio.
— Acá no tengo pijamas.
— Puedes usar mi ropa.
— Bien, solo date la vuelta.
Haciendo caso, Lee se dio la vuelta y cerro fuertemente los ojos, solo escucho el sonido como su ropa era ultrajada y lo leves quejidos de Han por el desorden que Minho tenía.
— Listo
Abriendo los ojos y dándose la vuelta, Minho vio a Jisung con una playera blanca simple y un short viejo, se acercó al omega y lo cargo, haciendo que ambos cayeran a la cama
— Deberías ponerte la pijama. — Dijo Han.
— No, si te suelto, ¿qué me asegura que no te iras de mi lado?
— No me iré.
— Igual, no me apartare de tu lado. — Minho aspiro fuertemente en el cuello del omega maravillándose por el olor a coco. — Hueles delicioso.
— ¿En serio?, creí que te gustaba más el olor del algodón de azúcar. — Suspiro molesto.
— Omega, ¿crees que sería capaz de engañarte?
— No fue un engaño, Minho, al estar separados tú puedes disfrutar tu vida sexual libremente.
— Hannie, en mi vida he estado con alguien más que no sea tú.
— Eso ya no importa.
— ¿Podrías guardar silencio un segundo y escucharme?
Un silencio sepulcral se instaló en la habitación, dándole pie a Minho para continuar hablando.
— El jueves en la noche una omega toco a mi puerta, le abrí y aunque era bonita, no eras tú, así que le pedí por favor que se fuera, ella lo único que hizo fue soltar feromonas y se fue de la habitación. — Pauso. — Como estoy en mi celo las feromonas se me pegan aún más y juro que fue todo, no podría estar con alguien que no seas tú, mi lobo se vuelve loco sin ti, ¿m-me crees?
— Lo hago. Yo sé porque lo hizo esa omega, pero si te lo digo te molestaras.
— No fue mi padre, Jisung.
— ¿Lo ves?
— Hablemos de otra cosa.
— Bien, dime, ¿cuál es el momento más feliz de tu vida? — Inquirió Jisung curioso.
— Podría mentirte y decir que fue el día que te conocí, pero tengo dos momentos completamente felices.
— ¿Cuales?
— El día que Heeseung y Riki nacieron, creí que jamás había amado a nadie más que a ti, pero el día que sostuve a esos pequeños cachorros entre mis brazos supe que no te amaba siquiera la mitad de lo que los amaba a ellos. — Contesto con toda honestidad.
— Vaya, tenemos algo en común.
— Hanji, ¿te acuerdas cuando...
Y así entre recuerdos, mimos y abrazos, ese par de esposos pasaron una agradable madrugada.
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