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9 | Todo se vuelve complicado - Corregido

Emma

Comienzo a despertarme por el calor que siento. Trato de moverme, pero algo me lo impide. Vuelvo a intentarlo, pero obtengo el mismo resultado. Empiezo a moverme hasta que siento una respiración en mi cuello, lo que me detiene automáticamente. — No, no. ¿Qué hice ayer? Por favor, que sea Mía — pienso.

Con la poca valentía que tengo, doy la vuelta para ver quién es la persona que está durmiendo a mi lado. Y me encuentro con la grata sorpresa de que, de todas las personas del mundo, tuvo que ser Kyle.

— Debí hacer algo realmente malo para merecer esto — susurro.

Intento quitar su brazo de encima, pero Kyle pone una pierna sobre las mías, dándome cuenta de que estoy en bragas y sin sostén, con una chompa de algodón. — Necesito salir de aquí cuanto antes — pienso. Vuelvo a intentar quitar su brazo, y su reacción es abrazarme más fuerte. Trato de respirar y tranquilizar mi frágil corazón, pero todo se va al traste cuando siento un beso en mi cuello, lo que me provoca escalofríos.

En ese momento, me doy cuenta de que el estúpido escuincle ha estado despierto todo este tiempo.

Mientras me volteo, decido decirle un par de cosas no muy bonitas.

— Tú, tremendo idiota... — pero me veo interrumpida por sus labios. Abro los ojos, sorprendida. Trato de separarlo de mí, pero Kyle no me deja, acercándome más a él. Con intentos fallidos, comienzo a sentir un cosquilleo en el estómago; no puedo evitar dejarme llevar. Sus labios tienen un sabor a menta combinado con tabaco; son deliciosos.

Su toque en mi piel es suave y tibio, en contraste con la frialdad de la mía.

Su mano empieza a bajar hasta los finales de la chompa que llevo puesta, subiéndola poco a poco, provocándome pequeños escalofríos que se sienten como electricidad. Nunca había sentido tanto con tan poco contacto. Su mano se dirige a mi abdomen, dándome suaves caricias que me arrancan alguna que otra risa.

Apoya su frente contra la mía, llevando su mano a mi espalda, acercándome aún más a él.

— Me gusta tu sonrisa, Emma — dice sonriendo mientras me mira a los ojos. — Deberías sonreír más para mí.

No puedo evitar sonreír por sus palabras; se siente tan bien estar a su lado y, a la vez, tan extraño.

— ¿Por qué saliste así ayer? — Cuando me hace esa pregunta, una avalancha de imágenes llega a mi mente.

— Mierda — me levanto de un salto de la cama. — ¡Ouch! — me toco la cabeza.

— Échate, debes tener una resaca de la buena — dice con un poco de amargura.

— ¿Qué pasó ayer? — lo miro levantándose de su cama solo en bóxer, sonrojándome por completo mientras trato de mirar hacia la ventana. — No me acuerdo del todo, solo tengo unas vagas imágenes.

— ¿Y cómo te vas a acordar? — dice con ironía, lo que me hace mirarlo intrigada. — Encima de drogadicta, también alcohólica — susurra. A pesar de eso, logro leer lo que dice, haciéndome sentir un poco vulnerable.

Siento cómo mis ojos comienzan a aguarse y trato de mirar al techo para que las lágrimas no caigan. Me levanto de la cama y empiezo a buscar mis cosas, bajo la atenta mirada de Kyle.

— ¿A dónde piensas que vas? — exclama bruscamente, acercándose a mí mientras me coloco el vestido frente a él.

— A sembrar una planta — digo sarcásticamente. — ¿Qué crees que estoy haciendo, idiota? Poniéndome mi maldito vestido para largarme de aquí.

Kyle se acerca más a mí al ver que intento colocarme la parte de arriba, bajándome la chompa.

— No te irás de aquí, Emma — dice enojado. — Échate en la cama; te irás de aquí cuando se te baje el dolor de cabeza.

— Pero, ¿quién te crees, mi madre? — le digo furiosa. — No sé qué tanto te importa. — Frunce el ceño. — Digo, ¿quién querría tener a una drogadicta y alcohólica en su casa?

Él me mira sorprendido, dejándome terminar de cambiarme. Una vez vestida, comienzo a buscar los zapatos y mi teléfono. En ese momento, me viene a la mente Mía, pero ya me imagino con quién debe estar ahora.

— ¿Dónde están mis zapatos y mi teléfono? — le pregunté, cruzando los brazos.

— En la encimera de la cocina — respondió, mientras se ponía la ropa.

Salgo del cuarto y empiezo a buscar dónde está la cocina. Este departamento es enorme; podríamos vivir aquí Mía, yo, el idiota de Voldemort que tengo al lado y el imbécil del chico que le gusta a Mía. O mejor dicho, imbéciles; con ella, siempre es mejor hablar en plural.

Una vez que encuentro la cocina, veo mi cartera en la encimera, tal como dijo Kyle. Reviso si he recibido alguna llamada o mensaje, y efectivamente, todos son de Mía, excepto uno: es de un número desconocido. Sin embargo, al pasar y revisar los mil mensajes de Mía, me encuentro con un mensaje del "desconocido no tan desconocido".

Número desconocido:

Hola Emma, soy Ian Myers.
No sé si te acuerdas de mí; tropezamos por casualidad en la universidad. 9:00 am

Número desconocido:

Me olvidé de pedirte el número, así que se lo pregunté a esa amiga que siempre está contigo. Te quería preguntar si te gustaría ir a desayunar o comer algo. 9:10 am

Miro mi reloj y me doy cuenta de que el último mensaje fue hace solo cinco minutos.

— ¿Con quién hablas? — se para frente a mí Kyle.

— ¿Y a ti qué te importa con quién está hablando esta alcohólica? — le señalo con el dedo.

Cojo el teléfono, tratando de mandarle un mensaje a Ian para ver si puede recogerme de este lugar, y digo "trato" porque el idiota que me acompaña me arranca el celular de las manos.

— ¿Pero y a ti qué te pasa? — comienza a leer y levanta una ceja, mirándome enojado.

— Acabas de dormir conmigo hace apenas unos segundos y vas a salir con un idiota. — me mira indignado.

— Devuélveme el teléfono — estiro mi mano.

— No te devolveré una mierda, Emma — levanta el brazo para que no lo pueda alcanzar.

— Es mi teléfono; devuélvemelo ahora, Kyle — trato de controlarme para no perder la paciencia.

— No te daré una M.I.E.R.D.A., ¿no entendiste? — dice tocándome la cabeza. — O es que tanta droga te afectó el cerebro.

A la mierda con la paciencia.

— ¡¿PERO A TI QUÉ JODIDOS TE PASA CONMIGO?! — lo empiezo a empujar. — ¡DEVUÉLVEME MI PUTO CELULAR, KYLE!

— YA TE DIJE QUE NO TE DARÉ UNA MIERDA — se acerca a mí y pega su frente a la mía. — No irás a ningún puto lugar con ese idiota, ¿entendiste? — aprieta su mandíbula.

— Me iré a donde carajos quiera con él — le digo retándolo.

— NO TE DAS CUENTA DE QUE SOLO QUIERE COGERTE; NO LE INTERESA UNA PUTA SORDA DE MIERDA — dice, tratando de herir mis sentimientos.

— ESO DEBERÍA VALERTE MIERDA, KYLE; AHORA DAME EL CELULAR, QUIERO IRME A MI CASA.

— Yo te llevo — dice, caminando hacia la puerta.

— ¡NO! — él se detiene y se voltea furioso, caminando hacia mí, logrando asustarme un poco.

— ¿Quieres largarte con él? ¡Bien! — me entrega el celular bruscamente en la mano y luego me aprieta el brazo, llevándome hacia él. — Me acabo de dar cuenta de que, además de ser drogadicta y alcohólica, también eres una tremenda puta — finaliza.

Al terminar de decir eso, le tiro un tremendo golpe en el rostro, lo empujo y ya no puedo aguantar más las lágrimas; comienzan a salir por sí solas, sin parar.

— ¡Nunca más en tu vida te vuelvas a cruzar en mi camino! ¡¿OÍSTE, TREMENDO IMBÉCIL?! — lo miro completamente destruida. Kyle aprieta la mandíbula, con los ojos abiertos y furiosos.

— Será un placer. Ahora lárgate de mi casa — camina y me abre la puerta. — ¿Qué esperas? ¡Vete!

Salgo corriendo de su departamento, comienzo a bajar las escaleras rápidamente, quitándome los zapatos. Una vez fuera, me doy cuenta de que está lloviendo. — Lo que me faltaba; mi vida es una completa mierda. — Miro al cielo y solo puedo pensar que ellos ven en lo que me he convertido.

— Sé que no les gusta en lo que me he convertido — miro mis pies mojados. — A mí tampoco — susurro, con lágrimas en los ojos.

Siento cómo vibra mi bolso. Busco mi celular y me doy cuenta de que tengo dos mensajes de Derek. No puedo evitar pensar que es justo lo que necesitaba.

Derek:

Me llego de la buena. 10:15 am

Derek:

¿Pasó por ti? 10:16 am

Emma:

Me encuentro al lado de la tienda donde comprábamos dulces. 10:17 am

Derek:

Espérame ahí, linda. 10:17 am

Me siento en la vereda. Después de unos minutos, completamente mojada, veo la camioneta negra y polarizada de Derek frente a mí. Corro y abro la puerta.

— ¿Qué carajos pasó contigo?

— Me fui de fiesta, eso pasó — me abrocho el cinturón.

— ¿Y no invitas? — me mira. — Jamás olvidaré nuestras fiestas — sonríe. — Mandaste todo a la mierda por tu amiguita. — Ruedo los ojos.

— Deja a Mía en paz — le digo, quitando su mano de mi pierna.

— Es la verdad, Emma. Esa estúpida es como una plaga; dejaste de juntarte conmigo para volverte una total mojigata.

— Deja ya el tema, estoy contigo ahora, ¿o no? — él me mira sonriendo.

— Así me gusta. Abre el compartimiento frente a ti; tengo una sorpresa para ti, y debajo del asiento tengo mi casaca que siempre usas — le sonrío.

Derek siempre ha estado para mí en las buenas y en las malas. No sé cómo describir la amistad que tenemos, ya que es un poco extraña. Pero podría decir que con él puedo ser quien soy; sabe todos mis secretos y temores. He hecho de todo con él; de hecho, perdí mi virginidad con él y otras cosas más.

Abro el compartimiento y me encuentro con una botella de vodka sabor limón (mi favorita) junto a una bolsa.

— Ábrela; te alegrará el día, cariño — dice, dándome un beso en los labios.

Al abrir la bolsa, me encuentro con metanfetaminas y heroína.

— Sé que lo necesitas, así que agarra un poco y guárdatelo. No te lo acabes todo tan rápido como la última vez.

Me hace recordar cuando me llevó un poco a la universidad, la vez que Kyle me botó la droga.

— ¿Tu "madre" sabe que sigues consumiendo? — le pregunto.

— Sabes que no; si no, volvería a internarme. Y ella no es mi madre; llámala por lo que es: madre adoptiva. — Derek no se lleva del todo bien con Úrsula, aunque ella es un amor de persona.

— Al menos tienes a alguien que te quiere — digo, mirando por la ventana.

Derek se estaciona frente a mi residencia y me vuelve a mirar.

— Yo te quiero, lindura — sonríe — Y no dejaré que nadie te aparte de mí — termina besándome salvajemente.

Lo miro y le sonrío; él es la única persona que de verdad ha estado para mí en todo momento, la única que no me juzga por lo que soy. Mi teléfono comienza a vibrar.

Mensaje de Mía:

Hoy no duermo en casa, mi amor, jaja; me quedaré en la de Thomy. 1:00 pm

Mensaje de Emma:

Jaja, que disfrutes tu noche de sexo. De nuevo. 1:02 pm

Al querer guardar mi celular de nuevo, me llega otro mensaje.

Mensaje de Kyle:

¿Dónde estás?
Me exalto un poco.
Hablemos, Emma.
No hagas ninguna estupidez.

Al mirar el mensaje, no puedo evitar reírme un poco de su hipocresía. ¿Ahora le importo?

— ¿Quién te habla?

— Nadie — le contesto automáticamente.

— Entonces, vamos — bajamos del carro y caminamos hacia mi departamento.

Y me doy cuenta de que estoy jodida, pero es lo que hay.

Al menos tengo a Derek a mi lado.

Como si eso fuera algo bueno...

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