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8 | Borrachera - Corregido

Kyle

Me encuentro jugando a la consola con los chicos; hace mucho que no compartíamos tiempo juntos, ya que el trabajo y la universidad nos tenían sumamente ocupados.

Observo a Thomas levantarse apurado con su celular en mano, y eso significa solo una cosa: "Mía", "Problemas" y "Emma" incluida. Así que me levanto del sofá y camino hacia él, escuchando lo que dice por teléfono.

— No entiendo una puta palabra de lo que dices, Mía —habla enojado, lo cual me sorprende, ya que es difícil que algo lo moleste. — ¿Qué van a hacer? —comienza a caminar de un lado para el otro—. No te muevas de donde estás, iré para allá ahora mismo. —Cuelga y me mira.

No entiendo nada de lo que está pasando, pero por la mirada que me está dando Thomas en este momento sé que no me gustará para nada, y sobre todo porque sé que incluye a Emma en la ecuación. La última vez que nos vimos, no reaccioné de la mejor manera.

— ¿Qué pasó? —pregunto.

Me mira enojado, pensando en cómo responderme de la mejor manera posible. Respira, se toca el puente de la nariz y habla.

— ¿Qué pasó? Pues, la santa Mía junto a Emma se han ido borrachas a un local para hacerse tatuajes —dice, revolviéndose el cabello—. ¡TATUAJES, IAN! —grita, mientras siento cómo el enojo comienza a subir por mi cuerpo—. Y lo peor de todo es que están tan tomadas que ninguna de las dos puede pronunciar su propio nombre. —Entonces me alerto.

— ¡Qué mierda estás esperando! —le digo, mirándolo—. Vamos a por ellas.

Thomy reacciona y me sigue a la camioneta. En el camino, comenzamos a llamarlas, pero ninguna de las dos contesta, lo que empieza a preocuparnos. Estando tan borrachas, prácticamente inconscientes, les puede pasar cualquier cosa; lo que me lleva a pensar en dónde demonios estaban para terminar así en un local de tatuajes.

Empiezo a seguir las indicaciones de Thomas y me doy cuenta de que han ido al local del idiota de Mark. De todos los lugares en el mundo, tenían que ir específicamente a este. Miro a mi acompañante, que tiene la misma cara de frustración que yo, y no es para menos. Bajamos de la camioneta y nos dirigimos a paso rápido hacia el estúpido local.

Apenas ingresamos, no puedo evitar mirar a mi alrededor buscando a Emma, pero solo encuentro a Mía "hablando", si es que se puede llamar así, con el hermano menor de Mark, Simón. Nos acercamos a ellos antes de que Mía cometa una estupidez.

— ¿Qué crees que estás haciendo con mi novia, Simón? —dice Thomas, arrebatándole a Mía de los brazos, quien no puede mantenerse de pie.

— Pues, ella no se estaba quejando, ¿o no, mi amor? —dice el idiota. Veo a Thomas tratando de calmarse, solo porque tiene a Mía en sus brazos, toda indefensa.

— Más te vale que cierres el pico y me digas dónde está Emma —hablo antes de que lo haga mi amigo.

— ¡Frijoles! ¡Emmita! ¿Dónde está mi Emmita? —dice Mía entrecortada.

— Ja, ja, ja, ja — se burla Simón. — Cariño, a tu querida amiga seguro le están dando duro en la habitación de aquí, justo como íbamos a hacer tú y yo. En ese momento, Thomas me lanza a Mía en los brazos y le propina un tremendo derechazo, dejándolo en el suelo.

— Imbécil, la próxima vez lo pensarás mejor antes de hablar de MI NOVIA — dice, furioso, mientras le paso a Mía y corro al cuarto donde se supone que tatúan a las personas.

Al abrir la puerta, me encuentro con una escena que jamás en mi vida pensé presenciar. Todo está absolutamente en rojo.

— ¿Qué demonios pensabas hacer? — reacciono al ver a Emma en ropa interior, luchando para que no le quiten los calzones.

Ambos se vuelven a mirarme; Emma, algo perdida, y Mark, sonriéndome como si hubiera ganado el mejor premio del mundo.

— Saca tus asquerosas manos de ella, ahora mismo — le grito, acercándome a ellos.

— Si no, ¿qué? — dice, poniendo su mano sobre el sujetador de Emma, que parece estar medio inconsciente. En ese instante, pierdo el control como nunca antes.

Me lanzo sobre él, y mil puñetazos vuelan por todas partes. No puedo contenerme; escucho a Thomas acercarse a mí y siento que me derriban al suelo, recibiendo un puñetazo primero en la boca y luego en el ojo. Salgo de debajo de él y me levanto, agarro a Mark del cuello y lo empotro contra la pared, apretando con todas mis fuerzas. Solo puedo pensar que tipos como él no deberían existir. Intentar aprovecharse de Emma en su estado es caer demasiado bajo. Así que no puedo parar, lo veo ponerse azul por la falta de aire.

— Kyle, suéltalo de una vez — escucho a Thomas. — ¡MIERDA! ¡QUE LO SUELTES DE UNA PUTA VEZ! — comienza a jalarme. — ¡KYLE, LO VAS A MATAR! — grita desesperado, tratando de detenerme, pero en este momento lo que más deseo es que este imbécil se muera. — ¡SUFICIENTE CON ESTA MIERDA! — siento como Thomas pasa su brazo por mi cuello, haciéndome una llave para soltarlo.

— ¡LA PRÓXIMA VEZ QUE TE LE ACERQUES TE CORTO LOS HUEVOS, OÍSTE PEDAZO DE MIERDA! — no puedo evitar gritar, completamente fuera de mí. Me acerco a Emma, que todavía está echada en esa camilla como si nada pasara a su alrededor.

— ¿Dónde está tu ropa? — le pregunto, mientras ella abre los ojos soñolientos y me mira con confusión.

— No... sé dónde está mi ropa — murmura, tocándose la cabeza como si tratara de recuperar la cordura. Miro a mi alrededor, pero no veo su ropa por ningún lado. Decido quitarme mi casaca y ponérsela encima para que no salga desnuda.

— Me las pagarás caro, cabrón — dice el imbécil de Mark. Ignoro su comentario mientras cargo a Emma hacia la camioneta, junto con Thomas y Mía. Las acomodamos en los asientos traseros y tomamos rumbo hacia mi departamento.

— No puedo tener un día de tranquilidad desde que la conozco — murmuro mientras manejo, sintiendo aún la adrenalina recorrerme.

— Bienvenido a mi mundo — dice Thomas, revolviéndose el cabello. — Desde que conozco a Mía, todo ha sido tan diferente; ella es tan distinta al resto.

— La quieres — le digo, mirándolo mientras espero que el semáforo se ponga en verde.

— Y eso se queda corto. ¿Y tú? — me pregunta, mirándome.

— ¿Yo, qué?

— No te me hagas el idiota. Te he visto como miras a Emma. Hoy casi matas a alguien solo porque la estaba tocando — dice, observándome.

— La miro como a todas — respondo, aparcando el auto.

— Sabes que no es así. — Se baja del coche, dejándome con la palabra en la boca, para abrir la puerta trasera y cargar a Emma hacia el departamento.

Abro la puerta de mi habitación y la acuesto en la cama. ¿Quién iba a decir que algún día una mujer estaría en mi cama solo para dormir? La tapo con las sábanas y el edredón de plumas para que no pase frío. Camino hacia la puerta para ir a la cocina, pero me detengo y vuelvo a acercarme a ella.

No voy a negar que es guapa y tiene un buen cuerpo; pude apreciarlo por completo hoy, pero aún me cuesta creer que ella esté sorda. Si no me lo hubieran dicho, simplemente no me habría dado cuenta.

Entonces, una idea un tanto estúpida, pero que me ayudará a comprobar si realmente es sorda, me viene a la cabeza. Me acerco a su oído, sin apoyarme en la cama, y grito: — ¡¡Emmaaaaaaaaa!! ¿ESTÁS AHÍ? — La observo para ver si se mueve, pero no reacciona en absoluto, permanece tal cual la dejé. Eso confirma que, efectivamente, es sorda.

— Me estás volviendo loco — susurro, y camino hacia la cocina, encontrándome con Thomas sin camisa, tomando jugo de naranja en un vaso.

— Ya me iré a descansar, bro — dice, dejando el vaso en el lavaplatos. — Te veo mañana. — Me da la mano y se va.

Repito su acción, sirviéndome un poco de jugo, y luego me encamino hacia mi habitación. Me quito toda la ropa, quedándome solo en bóxer para dormir más cómodo.

Una vez que me acomodo en la cama, siento cómo Emma se acerca a mí y me abraza con sus brazos helados, junto con sus piernas. Pero eso no es lo peor; lo peor es que siento sus bragas de encaje en mi pierna derecha.

— Mierda, no podré dormir — murmuro. Me revuelvo el cabello, tratando de hacer lo mejor que puedo para no pensar en sus bragas y poder conciliar el sueño.

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