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7 | Un día diferente - corregido

Emma (Perspectiva)

Me veo en el espejo y no me sorprendo de lo que refleja en él. Esta soy yo, mi yo real, no la que finge tener una sonrisa todos los días, ni la que pretende que todo está bien, porque la pura verdad es que nada está bien y nunca lo estuvo. Siempre me he preguntado: ¿cómo se recupera alguien después de haber perdido tanto? La realidad es agotadora y deprimente, sobre todo la mía.

Me miro, realmente lo hago, y no me gusta lo que hay frente a mí. Entiendo por qué Kyle dijo lo que dijo, sobre todo eso de que "las personas como tú infectan todo lo que tocan". Y lo entiendo, de verdad lo hago. Pero eso no significa que no duela. A raíz de todos estos años, no me he vuelto inmune a las críticas de las personas; más bien, me he vuelto más vulnerable frente a cualquier crítica y circunstancia. No sé cómo lidiar con ello; no he tenido a nadie que me guíe, siempre he sido yo contra el mundo.

Así que sí, me veo en este espejo y no me sorprende ni me gusta lo que hay en él: estas ojeras, mi piel pálida, mis labios cortados y deshidratados, mis ojos dilatados por la heroína que me inyecté hace poco en el brazo. Es lo que soy: una persona sin rumbo, perdida y solitaria. Es lo que hay y lo que me ha tocado. Hoy en día ya lo he aceptado—sin esperar, mis ojos se llenan de lágrimas.

—Es lo que hay, Emma —me digo, mirándome en el espejo.

De pronto, siento mi celular vibrar en el bolsillo trasero de mi jean. Al sacarlo, veo que es Mia.

Mensaje de Mia:

¿Cariño, dónde estás?

Emma, contéstame, por favor.

Perdóname por olvidarme, no fue mi intención.

Emma, contesta, por favor. También los extraño, cariño.

Por favor, Emma, ¿dónde carajos estás? Te he buscado por todos lados.

Decido contestarle sin muchos ánimos en mí. A pesar de todo, ella es mi mejor amiga.

Mensaje de Emma:

Estoy en los baños del primer piso de arte.

Y le doy a enviar.

Vuelvo mi vista al espejo y comienzo a lavarme la cara, sacando todo ese maquillaje ligero pero corrido por todas las lágrimas que han salido de mí. Una vez lista, escucho la puerta abrirse y sé que es Mia. La volteo a ver.

—Emma —susurra, con los ojos rojos y llorosos.

—Ni se te ocurra, Mia —la paro cuando quiere abrazarme—. Vámonos —digo, cogiendo mi mochila del suelo.

Paso por su costado y ella agarra mi temblorosa muñeca.

—Lo has vuelto a hacer, ¿no? —yo solo la miro a los ojos y sé que ella ya sabe la respuesta al llevarse la mano al rostro—. Emma, tenemos que volver con él...

No la dejo terminar. Estoy harta de todo esto, de hablarlo, de que me digan qué debo o no hacer. Siempre he sido yo sola contra todo pronóstico. Así que me suelto de su agarre y sigo caminando.

—Quiero ir a casa —digo, saliendo del baño. Mia se pone en frente mío.

—Vale, vamos a casa, Em —voltea y camina junto a mí hasta el estacionamiento, cogiendo mi mano.

Mia me hace parar al divisar a Thomy acercarse a nosotras. Al estar frente a nosotras, siento que me mira más de lo normal, con pena en su mirada, para variar. Con ello, me doy cuenta de que Kyle lo contó todo, a pesar de que le pedí que no lo hiciera. Bueno, las promesas hacia una drogadicta hoy y nunca han contado, al parecer. Debí imaginármelo.

—¡Emma! ¿Cómo estás? —dice, mirándome.

—Supongo que ya te fueron con el chisme —digo, sonriendo sarcásticamente.

—Em, no quise ofen... —no lo dejo terminar y, cortándole la palabra, le contesto.

—¡Qué va! —exclamo—. ¿Por qué me ofendería que se metan en mi vida?

—¡Emma! —dice Mia—. Pero, ¿qué ocurre contigo?

—Nada, déjalo estar —digo y miro a Thomy—. No me encuentro bien —simulo una "disculpa".

—No te preocupes —dice, restándole importancia.

Los dos comienzan a hablar entre ellos, mientras yo estoy en mi mundo. Aún me siento un poco drogada y en mi cabeza solo se repite toda la escena de Kyle conmigo en el salón de arte. Me pregunto si lo vio todo o solo la parte donde me inyecté. De pronto, siento otra presencia y ya no solo somos los tres. Al levantar la mirada, puedo notar que es nada más y nada menos que el rey de los juzgadores: Kyle.

Habla con Thomy, pero no lo miro a él, así que solo noto lo que dice Thomy.

—Bro, las llevaré a su departamento. —Veo cómo Kyle asiente con la cabeza y se va a su carro, donde lo está esperando Lee, creo que se llama.

—¿Vamos? —dice Mia, volteando mi rostro para verla. Solo asiento con la cabeza y la sigo al carro de Thomy.

Minutos más tarde, llegamos al departamento. Me despido y bajo lo más rápido que mis piernas me dan. Me siento mareada, con náuseas; no he comido en todo el día y solo quiero dormir.

Al entrar a mi departamento, tiro mi mochila en la sala, voy a la cocina por un vaso de agua y luego a mi habitación a descansar. Siento como si un camión me hubiese pasado por encima, así que, sin cambiarme ni quitarme los zapatos, me tiro en mi cama a dormir.

Siento cómo me tocan el hombro y me mueven, hasta que abro los ojos.

—Emma —dice Mia—. Levántate, cariño.

—¿Qué pasó? —contesto, adormitada entre susurros.

—Son las—mira su reloj de la muñeca—nueve y media de la noche. Levanta ese hermoso culo que tú y yo vamos a salir.

Me quedo un poco pasmada de la impresión; esta vez no me ha venido con el sermón del año, que cada vez me da durante esta fecha que es difícil para ambas. Mia se da cuenta de lo que estoy pensando por cómo la miro.

—Emma, eres mi mejor amiga, o mejor dicho, hermana. Jamás te juzgaré, a pesar de que me duele en el alma lo que te haces —dice, lagrimeando—. Solo quiero que sepas que ya no estás sola, que me tienes a mí siempre. No te aísles, ¿okey? —Solo asiento y ella saca una sonrisa triste—. Bien, ahora levanta el culo, que tengo una idea increíble.

—¿Qué tienes en mente? —le digo, levantándome de la cama y cambiando completamente de tema.

—Nos haremos un piercing —y la miro como si estuviera loca—. ¿Qué? Siempre quise uno —dice, levantando los hombros—. Y tal vez nos hagamos hasta un tattoo.

—Ahora sí creo que estás loca —le digo.

—No me jodas, levántate y cámbiate.

—Pero si le tienes miedo a las agujas.

—Por eso tengo esto —saca una botella de tequila—. Nada como esto para que nos dé valentía, bueno, más a mí que a ti.

Diciendo eso, sale del cuarto para cambiarse. Comienzo a escoger lo que me pondré: un jean azul rasgado en las rodillas, un top rosado con tiras y unas sandalias blancas que se amarran en los tobillos. Dejo mi cabello suelto y me coloco solo lo básico de maquillaje. Una vez lista, cojo dinero y salgo a ver a Mia.

—¿Lista? —dice, sacando dos chupitos y poniéndolos en la mesa con los limones ya cortados y la sal esparcida—. Hoy tomaremos por ellos y por nosotras —me sonríe melancólicamente—. Y cada vez que llegue este día recordaremos el hoy, el día en que hicimos locuras y tomamos como locas por ellos. —No puedo evitar que se me salga una que otra lágrima y me acerco a abrazarla.

—Te quiero —le digo.

—Y yo a ti, hermana —me sonríe y comienza a servir los chupitos.

Una hora después...

—Hip... hip. Mierda, esto sí me ha dado fuerte —dice Mia.

—No en... ti... endo lo que dices, ja, ja, ja, ja —digo, tartamudeando, mientras que Mia mira, vierte todo el tequila en un término junto con el limón y la sal—. ¿Qué estás haciendo? —logro articular bien las palabras.

—El taco ha llegado —dice.

—¿El taxi?

—Mierda —dice, acercándose a mí y poniendo un brazo alrededor de mi cuello—. ¡El taxi, cariño! Mueve el culito, vamos por ese piercing.

Salimos del departamento y nos subimos al taxi. Siento mi móvil vibrar y lo saco.

Número desconocido:

¿Dónde estás? He venido a tu casa y no te encuentro.

¿A ver quién carajos es este? Miro a Mia y está atenta a su teléfono.

—¿Me has escrito? —le pregunto y ella me mira inmediatamente.

—¿Por qué carajos te escribiría si te tengo acá al costado? —dice, y después se ríe.

Vuelvo a sentir el móvil vibrar en la mano.

Número desconocido:

¿Hola? ¿Me dirás dónde estás?

Decido contestarle esta vez.

Mensaje de Emma:

¿Y tú quién eres?

Número desconocido:

¿Qué carajos? ¿Estás borracha?

Decido ignorar el mensaje cuando veo que llegamos al local donde nos haremos el tattoo y piercing. Bajamos, le pagamos al taxi y caminamos hacia el local.

—¿A que no sabes quién me ha hablado? —dice, creo yo, susurrando. Madre mía, sí que estamos pasadas de copas y con ese pensamiento me río.

—¿Quién? —le pregunto.

—Pues Kyle —dice, subiendo las cejas hacia arriba y abajo—. Le ha quitado el teléfono a Thomy y me ha escrito que a dónde te he sacado, borracha. Jajajaja, ese hombre cada vez está más loco que una cabra —y no puedo evitar reírme de lo que dice.

No puede ser que Kyle le haya hablado, simplemente no puede ser verdad. Después de todo lo que me dijo, dudo que siquiera hable de mí.

—Vamos adentro, que me muero por hacerme una de estas cosas —dice Mia, jalándome.

Buscamos dónde queremos hacernos el piercing. Yo escojo hacerme dos aretes en la oreja, además del que ya tengo, solo que el último lo quiero en forma de aro en el medio de la oreja. Mia se decide por uno en el ombligo.

Luego de un par de gritos y uno que otro coqueteo de parte del tatuador hacia mí, me dice que me hará el tatuaje gratis y no puedo dejar de gritar de la emoción —reacciones de la borrachera que tengo—. Decidida a hacerme el tatuaje, acompaño al chico hacia la habitación donde me lo hará. Escogí una luna en la parte baja de mi espalda. De repente, alguien me jala, y al girar me encuentro con un pecho duro y unas manos que me voltean.

—¿Qué mierda pensabas hacer?

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