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30/10/2018


*Capitulo Especial, por el Cumpleaños de @LyssandraDarkness FELICES 16 PRECIOSA, TE AMODORO *



Relato Verídico


Hoy vengo a contarles una historia diferente. Porque no sólo tiene algo de mi experiencia paranormal, o que quizás yo catalogaría como deja vú en el tiempo.

Tal vez, les guste tal vez no. Pero esto es algo que realmente quiero relatar.

Esta relato se basa, en como viajando puedes encontrar lugares maravillosos, ricos de historias que contar tras cada muro, puerta o ventana que lo conforman. Incluso los pisos y techos tienen algo que decir.

Esto paso cuando tenía 8 años, viajé a la Isla de Margarita, lugar donde reside mi padre.

Un día una tía, hermana de mi abuela paterna. Fue de visita a casa de mi abuela. Le pidió el permiso a mi padre, de llevarme a pasear el fin de semana y a conocer la isla. Yo ni corta ni perezosa acepte ir, a pesar de que la conocí ese mismo día.

Pero vamos, ¿A quién a esa edad no le gustaba que lo sacaran a pasear? Y más si te habían prometido un helado.

Por lo general cuando viajaba, buscaba la forma de conocer mejor los sitios a donde iba.

Gracias a esa tía, a la cual no trato desde hace muchos años, por ser yo una sobrina terrible, pude conocer lugares históricos de Margarita, Estado Nueva Esparta.

Si, acá mismo en Venezuela.

Me llevó a lugares maravillosos, una iglesia y dos Castillos.

Visitar ambos Castillos fue lo que más me gustó conocer. Acá entrando a un poco de la historia venezolana de la época de 1810.

La fachada era impresionante.


*Foto actual de la entrada al Castillo San Carlos de Borromeo, Isla Margarita. Edo Nueva Esparta, Venezuela.*
*Créditos a su respectivo autor*

En el cartel se apreciaba un breve reseña histórica del castillo, así como también quienes habían habitado sus muros.

Sus vistas eran hermosas, ver desde allí el mar e imaginar como se defendían con los cañones de los enemigos; fue de verdad una experiencia maravillosa.

*Créditos a su respectivo autor*


Antes de irnos al siguiente castillo pasamos antes por una iglesia cercana al Castillo San Carlos de Borromeo.

Esa iglesia tiene por nombre Santuario del Santísimo Cristo del Buen Viaje.

*Créditos a su respectivo autor*

Aunque yo tenía ocho años apenas, recuerdo muy bien una cosa, y esa era la imagen enorme de Jesús crucificado que estaba en el altar de esa iglesia.

Recuerdo pensar, mientras mi tía oraba, y el párroco daba misa, que nunca había visto a Jesús tan lleno de sangre. Mi tía me vio mirarlo con tanto detenimiento y me dijo.

"-¿Se ve muy doloroso verdad mi niña?-"

"-Si tía, de hecho siento como si me picara el cuerpo, al ver tantas heridas sangrantes.-"

"-Eso es bueno mi niña, porque así sientes en carne propia el sacrificio que hizo Jesús por nosotros.-"

Asentí, y seguí observándolo; mi tia dijo que no estaba mal que lo viera tanto, pero que disimulara un poco porque otras personas podrían verlo ofensivo y maleducado por no prestar atención a la misa.

Ella sabía que yo desde esa edad no era (ni soy) muy devota de el catolicismo, o alguna religión; pero sabia que mi curiosidad por aprender era mayor, y por eso me llevaba a recorrer lugares así.

Para conocernos con apenas 3 días de anterioridad, antes de la salida. Nos conocimos un miércoles y la salida fue un sábado, y nos hicimos muy unidas.

En fin, recuerdo mirar mucho su rostro y ver como en su mirada decaída, me devolvía la mirada, porque si. Lo hizo. Quizás fueran imaginaciones mías por mi corta edad, pero varias veces me miró, no parpadeaba, pero lo vi mover sus ojos, a mi simplemente me devolvía la mirada.

*Imagen de Santísimo Cristo del Buen Viaje.*
*Créditos a su respectivo autor*


Una vez dejamos la iglesia, procedimos a ir al carro, y nos fuimos al siguiente castillo. Y aprovechamos de comprar helados para el camino.


El otro que visitamos fue el Castillo Santa Rosa.

*Fachada de la entrada del Castillo Santa Rosa de la Eminencia. Isla Margarita. Edo nueva Esparta. Venezuela.*
*Créditos a su respectivo autor*

*Muestra en 3D del Castillo Santa Rosa de la Eminencia*
*Créditos a su respectivo autor*

Al entrar, un guía turístico del lugar, se nos acercó, y comenzó a llevarnos por todo el lugar contando su historia y mencionando a las personas importantes que allí habían estado cautivas.

Una de ellas fue Luisa Cáceres Díaz de Arismendi.

*Créditos a su respectivo autor*

Ella fue prisionera en este castillo a la edad de 16 años, y duró 3 meses allí cautiva. Residía en un calabozo oscuro. Allí recibió maltratos y vejámenes (humillaciones) ante los cuales nunca cedió. Un centinela vigilaba hasta sus menores movimientos y era obligada a comer el rancho que le daban como único alimento.

*Celda de Luisa Cáceres de Arismendi*
*Créditos a su respectivo autor*

Lo que no muchos saben, es que ella estaba embarazada, y dio a luz el 26/01/1816 allí a una niña, la cual murió debido a las condiciones del parto y de la celda misma.

Tiempo después ella fue liberada.

Actualmente en el castillo se alza esta placa en su celda.

*Créditos  su respectivo autor*

Cuando entré a su celda, me sentí sofocada. Sentí mucho frio, y afuera había un sol arrasador.

Curiosamente, entre y salí varias veces para comprobar si era yo, o de verdad cambiaba la temperatura entre el patio principal y la celda.

Se lo comenté al guía y el sólo sonrío y me dijo.

"-No te preocupes, se pondrá peor.-"

Eso realmente me asustó mucho.

Porque de un momento a otro, ante mis ojos todo se puso negro. No, no me desmaye. Simplemente mi vista se nubló, y como si estuviera encerrada en esa celda, comencé a sentir mayor frio.

Me percaté entonces que no estaba sola. Llamé a mi tia, gritando su nombre.

Curioso es, que mi tía también se llama Luisa. Y una Luisa me respondió, pero no era mi tía.

Y ahí vi con dificultad debido a la falta de luz de la celda, en la esquina de esas cuatro paredes a una muchacha, blanca, con ropa sucia y dañada, en posición fetal tratando de mantener el calor con un simple trapo que no le cubría nada.

Cuando me acerqué a ella, la detallé. Cabellos negros, tez muy pálida y maltratada. Un hilo de saliva salía por sus labios, seguro tenía sed además de frio.

Esa joven me miró, pero no me veía a mi. Sino a una sombra se vislumbraba tras la puerta. Y cuando esta se abrió, yo me encontraba de nuevo en la celda con mi tía, la cual estaba hablando y haciendo preguntas al guía.

Mire a todos lados, específicamente al lugar donde había visto a la joven.

No me creía lo que me había pasado.

Tal vez haya sido un producto de mi imaginación, o tal vez no lo fue.

Cuando salimos de la celda y comenzamos a ver la maravillosa vista, me concentré en los barcos allí anclados, en las lanchas de los pescadores y pensé en lo que sucedió hace un momento.

Temía decírselo a alguien y que me tomaran por loca, o simplemente creyeran que jugaba o algo parecido.

Pero, estoy segura de que la vi a ella.

A Luisa Cáceres de Arismendi, allí prisionera en su celda.


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