Micro relato

Conducir en la noche no es nada recomendado, y menos si se viene agotado de una larga rutina laboral.

Pero, antes de que esperen que al protagonista le aparezca algún fantasma, déjenme decirles que este no es el caso.

No, tampoco aparecerá un asesino caníbal o un psicópata, que lo secuestre y torture. Nada que ver.

Es simplemente un hombre agotado que maneja hasta su hogar, donde su amada esposa le espera con una humeante cena. Mientras que sus hijos, dos gemelos hacen su tarea antes de bajar a cenar.

No todo el tiempo deben de suceder cosas malas en la vida de las personas, digo más allá del constante estrés que se viven día a día, añadirles algo malo como lo que acabo de mencionar, es simplemente cliché e injusto para esas personas.

Tal vez mis argumentos no tengan sentido alguno o algún tipo de validez, pero trato de hacerles entender que no todo en la vida es malo y hay que disfrutar las pequeñas cosas que esta ofrece.

Como lo hace este padre de familia, el cual luego de aparcar su vehículo en el garaje, procede a entrar a la cocina, guiándose por el delicioso aroma de la comida recién hecha que su flamante esposa y compañera de vida le ha preparado.

Los pasos apresurados de los gemelos se escuchan en las escaleras, están ansiosos por cenar, pero más por ver a su padre.

Una vez estos llegan a su encuentro, lo abrazan piden la bendición, y le ayudan. Uno le quita su chaqueta, y el otro se lleva el portafolios al estudio, juntos le quitan sus zapatos y medias, y le colocan sus mullidas pantuflas.

Su esposa lo recibe feliz, con un plato lleno de guiso de carne con verduras, ensaladas hervida y arroz, con un gran vaso de jugo de frutas.

Juntos se sientan a cenar, orando y agradeciendo a Dios por los alimentos y la buena vida que les ha dado, una vez terminado comienzan a comer, y se preguntan animosos todos como les ha ido en su día hoy.

Los gemelos comparten sus buenas calificaciones en el examen que tenían ese día, ambos cursan 6to de primaria, su esposa, le comenta la nueva receta que había visto en un folleto de cocina y que pronto pensaba prepararla.

El padre de familia, comenta que su jornada a sido dura, con tanto papeleo pero, que con esfuerzo pronto obtendría la promoción que le correspondería por su arduo trabajo.

La familia subió al piso de arriba y se fueron a dormir, una vez terminaron de lavar y secar la loza, entre risas y bromas, subieron a sus respectivas habitaciones.

Todos al estar acostados, pensaban en su verdadero día. Y en lo afortunados que eran por tenerse como familia.

Los gemelos compartían habitación y cama, dormían en una litera; estos pensaban al unísono que era muy difícil sobrevivir cada día en el instituto, las agresiones físicas y verbales que recibían cada día eran peores. Como ese día, los habían obligado a tener sexo entre sí en los baños del instituto, y luego a dejarse follar la boca por cada miembro del equipo de futbol.

La madre, piensa en como añoraba tanto la compañía de un hombre en su cama, y en como le dolía el no ser suficiente como mujer. Así como también en como se le iba de las manos la situación económica en su casa, sin un sustento completo para cubrir todos los gastos. Los pocos ahorros que le quedaban y la ayuda que había recibido de sus familiares, mas los prestamos pedidos al banco, la estaban sofocando.

Tras dar  en la mañana la orden de desconectar, los gastos se reducirían considerablemente; aun así tendría que volver a retomar su antiguo trabajo como prostituta, el mundo de donde la sacó su esposo.

Y, el padre de familia, no pensaba. Soñaba, en su vida perfecta con familia unida y amorosa, ansiando ese aumento que necesitaban para poder seguir costeando las colegiaturas de los gemelos, seguir dándole a su esposa la vida que llevaban y que nunca les faltara nada.

Si, eso soñaba por última vez, mientras estaba postrado en una camilla unido a un aparato de pulsaciones que le mantenía con vida. Teniendo más de 2 años en coma.

Les dije que hay que disfrutar de las pequeñas cosas que da la vida...