Micro cuento

Practicar deportes es lo máximo, sobretodo si estos son extremos y algo forzados.

A mi en lo particular me gustan mucho. Los trofeos de mis victorias los conservo encima de mi chimenea, otros los cuelgo en repisas al rededor de mi casa.

Ser cazadora profesional, es algo que me molesta y enorgullece, detesto cazar animales porque ellos son indefensos y personas como yo nos aprovechamos de su carne y pieles.

No por nada, degusto tranquilamente este delicioso guiso de tripas y ojos, lo acompaño con una hogaza de pan; además de beber un rico jugo de verduras varias endulzado con sangre.

Mientras termino mi comida pienso.

Tal vez deba dejar mi oficio y centrarme en otras cosas, concentrar mi mente en otras actividades, que me sean igual de lucrativas como lo es esta.

En el mercado vendo abrigos, chalecos, cantimploras artesanales, sombreros y bolsos. Incluso alpargatas mullidas.

Pero, debo de cambiar, de lo contrario, si algún día me descubren las autoridades, me ira muy mal en prisión.

Si, eso haré.

Tomaré cursos en el pueblo de carpintería. Vivo en un bosque, y muchos arboles caen cada día, debido a la sequía, o a la vejez. Con ello podría lucrarme más de lo que lo hago con mi casería.

Una vez terminada mi comida me levanto.

Me quedo en silencio y escucho pasos, cerca.

Usando mis binoculares, me percato que es un excursionista.

"-Perfecto.-" Pienso.

Tomando mi fiel escopeta y mi cuchillo, salgo de mi casa, y muy sigilosa sigo a mi siguiente presa.

Al diablo con el cambio, esta noche cenaré estofado de verduras con costillas de excursionista.