15/10/2018
Relato Verídico
Recuerdo que, cundo tenia 6 años, mi madre solía cuidar a unas vecinas por las tardes, mientras sus padres estaban en el trabajo. Ella me llevaba para que no me quedara sola en casa y para que conviviese con esas niñas.
Un día, cuando ya era algo tarde, a lo sumo las 8 de la noche; mientras mi madre veía una película con las niñas a mí me comenzaba a dar sueño, por lo que preguntándole a mi mama, si podía dormir un poco antes de irnos, me dio el permiso, y me fui a la habitación de los padres de las niñas.
Me acomodé entre las almohadas, mi madre encendió el aire acondicionado, apagó las luces y me dejó durmiendo allí.
Afuera, además de estar oscuro, llovía torrencialmente. Por eso los padres de las niñas no habían llegado todavía a causa de tal precipitación.
Mientras trataba de dormir me puse a detallar toda la habitación, para hacer que eso me diera sueño. En casa siempre funcionaba.
Noté entonces, que en el clóset que daba a la pared derecha de la habitación, justo arriba de la zapatera; vi un muñeco del dinosaurio Barney.
Lo detalle como pude, pero debido a la oscuridad y a que los rayos traspasaban las persianas de la ventana, solamente veía su silueta borrosa.
Me quedé observándole pensando en si debía tomarlo o no, para ayudarme a dormir. Pero, esos pensamientos no duraron mucho, porque tras haberse visto un rayo tras las persianas, vi de forma muy clara como el muñeco se movió.
Parpadee perpleja, y me limpie los ojos con las manos. Quizás habia visto mal seguramente.
Esperé a que otro rayo apareciera, y cuando este llegó vi aterrada, como el muñeco del dinosaurio morado, se movió rápidamente entre la ropa del closet, avanzando hacia la cama.
Asustada grité y llamé a mi mami pero, contrario a lo que esperaba de que ella entrara por la puerta, simplemente no lo hizo.
El muñeco se movió cada vez más cerca a la cama, sus ojos me veían fijamente, y muy asustada, salté de la cama corrí hacia la puerta, y salí de la habitación.
Puedo jurar, que esa cosa me sujetó de la pierna por un momento.
Cuando salí mi madre y las niñas me miraron sorprendidas por como salí tan asustada.
Le conté inmediatamente a mi mama, lo que ese muñeco estaba haciendo, ella me miro mal regañandome por ser mentirosa, y las niñas simplemente se rieron.
La obligue a entrar a la habitación, convencida de lo que había pasado; afuera ya no llovía, y había mucho silencio salvo por la televisión de la sala; y me dijo que entrara luego de ella.
Cuando lo hice, vi estupefacta, que el muñeco estaba en su mismo lugar de siempre.
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