
12/10/2018
Micro cuento
Estar en un parque infantil para un niño era simplemente lo máximo en el mundo, sin embargo; para Amelia no lo era tanto.
Sentarse sola en los columpios cada tarde, mientras veía a los demás jugar, era muy triste para ella.
En la escuela era igual, nadie le hablaba o se acercaba a ella, los maestros la ignoraban y no respondían a sus preguntas en clases. Eso la hacia sentirse fatal.
Sin embargo, en su casa todo era felicidad y luz; su familia era amorosa con ella, sus padres le demostraban mucho afecto y cariño, se encargaban de que nada le faltase, estuviera feliz y tranquila.
Un día, estando de nuevo sola, se percató de que un niño llegaba solo al lugar, se sentaba en una banca y comía un helado. Ese niño la veía desde su asiento. Algo incomoda por su mirada, Amelia decidió moverse a otro sitio, quizás el niño querría usar los columpios luego de comer, y por eso le miraba indirectamente con esa intención.
Contrario a eso, una vez que se subió al tobogán, el niño continuaba viéndola fijamente, como si analizara cada movimiento suyo con detenimiento. Amelia se sintió muy intimidada, así que una vez bajo del juego procedió a irse rápidamente a su casa.
Llegando allí, su madre le pregunto, el porque de su apuro al regresar a casa. Ella le comento lo sucedido, siempre le decía ese tipo de cosas a sus padres; su madre escucho atenta, y al acabar el relato exclamó.
"-Hija, te preguntaré lo siguiente ¿lo habias visto antes en el parque?-"
"-No mami, es la primera vez que lo veo.-"
"-Entiendo, bueno te propongo algo, usa lo que resta de la semana y ve como el te observa cada vez, y pasado el tiempo acercate a él y pregúntale cuál es su nombre.-"
"-Pero, ¿eso de qué me serviría mami?-"
"-Te ayudará a conocerle en la distancia, y así ver que le gusta y que no, para que cuando te le acerques, no te sientas tan incomoda o amenazada. Quiero decir con esto, que aprendas a sobrellevar su mirada.-"
"-Esta bien mami, lo intentaré.-"
Dicho esto así fue, cada tarde que Amelia iba al parque, ese niño le observaba, y ahora ella también lo hacia con él. Como si tuviesen un duelo de miradas, esto podía durar por largo tiempo, o hasta que el helado del niño se acaba derritiendo en sus manos, lo que significaba que el se marcharía del lugar.
Pasados los días, Amelia descubrió que él tenia cierto parecido con ella.
Ambos vestían la misma ropa para ir al parque, es decir, no cambiaban su misma camisa o pantalones, incluso las medias eran las que acostumbraban llevar al parque siempre.
Él, antes de comerse su helado, jugaba a los columpios, y luego se disponía a comer, lo curioso era, que Amelia merendaba galletas sentada en la fuente, mientras el niño jugaba en el columpio, era una coordinada sentencia mutua, de cambio de turno de parte de ambos.
Decidida a no seguir siendo solo una espía, nada disimulada; se acercó al niño justo cuando le correspondía su turno al columpio.
"-Hola.-" le saludó una vez llegó a su lado.
"-...-"
"-Te dije hola, al menos se educado y dime hola también ¿no crees?-" respondió Amelia algo molesta, por no ser saludada por igual.
"-No tengo porque saludarte, si no quiero hacerlo.-" respondió el niño, sin dejar de comerse su helado.
"-¡Qué grosero eres, yo que pensaba en ser tu amiga, como te llames!-" exclamo furiosa Amelia, yéndose de donde estaba el niño, del cual ya no quería nada.
"-¡Me llamo Nicolas, niña histérica!-" respondió riéndose por verla toda molesta.
Amelia llego a su casa, muy molesta, y su madre al notarlo se le acercó.
"-¿Pasó algo en el parque?-"
"-¡Si! ¡Ese niño fue grosero conmigo, y me llamó histérica!-"
"-Entiendo, igual ¿por qué razón te llamó así?-"
"-Porque le reclamé que era un grosero, por no responderme al yo saludarle.-" dijo simple.
"-Hija estás haciendo todo un drama por una tontería.-" respondió su madre tranquila.
"-¡Pero mami...!-"
"-Nada de peros, mañana inténtalo de nuevo y no seas tan enojona hija.-" dijo su madre mientras iba a la cocina a preparar la cena.
La niña se fue a su habitación y reflexiono un poco, no les daría la razón de que fue una histérica, pero si intentaría acercarse a él nuevamente.
Y así lo hizo, y para su sorpresa este fue más amable con ella, incluso le dijo como se llamaba, Nicolas era su nombre.
Con el tiempo ambos niños se hicieron cercanos, y juntos jugaban y merendaban en el banco o en la fuente, según se turnaban; con el columpio compartían turnos pero esta vez, se empujaban mutuamente, haciendo el juego más agradable y divertido.
Era muy lindo verles jugar cada tarde. Tanto así que ya era una costumbre el verlos por allí a los dos sonriendo, gritándose y divirtiéndose.
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Es una lastima que esto que les cuento, sea tan solo la historia de esos dos niños muertos. Que tras jugar con el columpio un día, siendo Amelia la que empujase a Nicolas.
Esta al hacerlo perdió el equilibrio y cayó al suelo, haciendo que con la fuerza de su empuje Nicolas saliera volando del columpio para caer al suelo, estrellando así su cabeza con el pavimento de la fuente.
Y, que al incorporarse Amelia, esta fuese golpeada en el cráneo con el columpio, matándola al instante.
Es triste saber que ahora sus almas inocentes, siguen viviendo en este parque, el cual en sus mentes sigue siendo igual, que sus vidas están intactas y son felices.
Cuando sobretodo sus almas no saben, que ambos llevan más de 15 años muertos.
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