Micro cuento

Las influencias que causan cosas nimias en un ser, son relativamente altas según este sea expuesto a dicha influencia.

Es decir, si expones a alguien al fuego y comienza a quemarse, es claro que aprenderá que el fuego quema y causa dolor al hacerlo. Pero también, podrá aprovechar dicho conocimiento para su beneficio, como por ejemplo, que gracias al fuego se pueden cocinar los alimentos.

Lo mismo sucede con los programas de televisión, la política, los artistas; incluso en el ámbito religioso esto sucede con creces.

Para Nathan, crecer en un hogar estrictamente religioso, era un martirio.

Todo era censurado para el, inclusive la prensa. Sus padres decían, que esos sucesos no eran obras de Dios, si no de la humanidad al ser castigada por el Diablo.

Un día, cuando salió a buscar el correo al buzón, encontró una revista diferente en la usual pila de cartas que recogía cada mañana, resulto ser un folleto de una convención.

Presuroso la guardo en el bolsillo de su pantalón, entro a su casa y diciendo que tenia que repasar la biblia, se encerró en su cuarto. Como ya se sabia de memoria algunos párrafos del libro sagrado, los fue diciendo en voz alta mientras ojeaba el folleto.

En el se visualizaban muchos dibujos diferentes, junto a personas disfrazadas, o como el folleto les decía "cosplayers"  le llamó más la atención un titulo en letras grandes color negro:

"GRAN TORNEO DE BATALLA, DEMUESTRA QUE TAN BUENO ERES PARTICIPANDO EN LAS RONDAS PRELIMINARES, PARA OPTAR POR EL PRIMER PREMIO"

Con ese encabezado, quedo totalmente convencido. Tenia que ir a esa convención.

Al día siguiente, salió a por la ventana de su habitación, tomando sus ahorros, y su bicicleta, el único juguete no diabólico aprobado por Dios según sus padres, emprendió camino hacia la dirección que apuntaba el folleto. Dejó una nota, diciéndole a sus progenitores que saldría a pasear hacia la naturaleza, para encontrarse con Dios.

Esa excusa siempre funcionaba.

Pedaleando rápido llegó al centro del pueblo, la comunidad donde vivían era modesta y simple, por lo mismo era reservada en ciertos aspectos. Así que una convención de este tipo en una zona como esta, era algo inusual pero muy esperado.

Los niños de la comunidad y algunos jóvenes, anhelaban tener lo que en la gran Capital tenían, y que la convención de ese año fuera al pueblo, era una noticia mucho más increíble que los macarrones con queso, los cuales ahora, irían acompañados con un budín de chocolate de postre que servirían en la cafetería de la escuela.

En fin, Nathan pedaleo hasta mas no poder para llegar a tan aclamado lugar. Una vez estaciono su bicicleta, fue a la entrada y solicito un pase, afortunadamente, el dinero que tenia ahorrado de su mesada era suficiente para cubrir el gasto de la entrada a la convención.

Una vez adentro del establecimiento, alucino.

Niños corrían por todos lados, viendo por aquí y allá, cada puesto y cada zona de juegos disponible. Y Nathan no fue la excepción. Caminando presuroso, recorrió cada centímetro del lugar, quedando fascinado con todo lo que veía, sin embargo, el constante martilleo de su consciencia recordandole que estaba mal que estuviera allí, sin el permiso de sus padres, era algo que le hacia no disfrutar del todo la experiencia.

Pero, todo se fue al olvido, cuando un joven se le acercó y le pregunto si quería jugar con el una partida amistosa. Él se negó, alegando que no sabia jugar siquiera, el chico sonrió, y le explico que el podía enseñarle a jugar.

Juntos fueron a la zona de juegos, y comenzaron una partida de práctica, el muchacho le explico al encargado que practicarían un poco, antes de entablar una batalla o duelo como tal. Este simplemente asintió, total a él le pagaban por simplemente asentir y ya.

Él joven que respondía al nombre de JacK, coloco un juego en la consola donde tenias que sobrevivir con lo primero que encontraras mientras luchabas contra monstruos y demonios. Nathan, se asustó bastante con los monstruos, estos eran enormes, grotescos y bastante horripilantes. Gruñían sonidos espantosos, que le helaron la sangre.

Sin embargo, para no quedar como un cobarde al lado de su nuevo amigo, jugo hasta que aprendió a sobrellevar el ritmo del juego.

"-¿Habías jugado antes un juego tan grandioso?-" había dicho Jack.

"-No, nunca.-" respondió Nathan.

"-¿Por qué no? ¿No tienes consola propia?-" indagó.

"-No, no tengo consola propia.-" respondió simple.

"Eso si es raro. ¿Por qué no tienes una?-" volvió a preguntar, mientras asesinaba a uno de los monstruos degollandole.

"-Mis padres dicen, que ese tipo de juegos son del diablo. Y que a Dios, no le gusta que los niños juguemos con eso.-"

"-Eso es estúpido, mis padres dicen que Dios nos quiere como somos, y nos da libertad para decidir que hacer y que no con nuestras vidas, para aprender de nuestros éxitos y errores.-"

Nathan reflexionó sobre eso, tenia mucho sentido; en algunos párrafos de la biblia esta decía exactamente lo mismo que decía Jack.

¿Estarían sus padres equivocados?

"-Oye Jack...-" le llamó, mientras esquivaba un ataque, y lo respondía usando un arma de fuego.

"-¿Sí, dime?-" respondió el otro.

"-Si una persona, que nunca antes ha experimentado nada fuera de su zona de confort. ¿Significa que esta mal?-"

"-Eso depende... ¿Otras personas, impiden que sea él o ella misma?-"

"-Hipotéticamente, si.-"

"-Entonces está muy mal, de hecho quienes le impiden ser el mismo o ella misma, son monstruos que deben ser eliminados de este mundo.-" respondió inocente, sin saber que esa respuesta hizo <click> en el cerebro de Nathan.

El pequeño miro fijo la pantalla, en su lado de la misma se leía en letras rojas

"GAME OVER"

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"-Buenas noches Mamá, Papá; los amo.-"

Susurró el pequeño Nathan, mientras que con un cuchillo de la cocina apuñalaba sin miramientos el pecho de ambos directamente en el corazón. Así como lo había aprendido en ese juego, aquella tarde.