09/10/2018
Micro cuento
Actualmente es triste ver como muchos niños no tienen hogar, padres o aunque sea un lugar tibio, cómodo y estable donde descansar.
Eso lo sabe de viva experiencia, Rosalina. Siendo ella una huérfana de padre y madre, creció siendo una nómada en casas de hogar y en orfanatos nada aptos para el cuidado infantil.
Una vez ella logro salir de allí, siendo mayor de edad, se decidió a tomar medidas desesperadas de las cuales, ella pudiera emplear para salir adelante y ser exitosa.
Vendiendo su cuerpo en cada esquina mal iluminada de las calles, juntaba el dinero suficiente como para costear la estadía en un hotel de segunda, y uno que otro bocadillo que la mantuviese cuerda y activa. Lo demás lo ahorraba.
Con pinturas o temperas, maquillaba su rostro, salia en las noches con su mejor y único vestido provocativo, un escote color negro con encajes en rojo, que no dejaba nada a la imaginación, lo había comprado en una tienda de descuento de segunda mano; salia descalza porque decía que con tacones no era práctico correr, por si algún imbécil se propasaba de listo con su servicio.
Ella jamas consideró, comprar métodos anticonceptivos, porque primeramente se aseguraba de que su cliente de ocasión los tuviese, para simplemente relajarse, mirar al techo, y proceder a transformarse en esa fiera pasional y seductora que era al momento de abrirle las piernas a un desconocido.
No había nunca probado sustancias ilícitas o alucinógenas, por lo que se vio sorprendida con un cliente que le ofreció una de ellas una vez. Temerosa la probó, pero no sintió nada al momento, soltando un suspiro, miro a su acompañante, sonriendole coqueta, por lo que siguiendo con su rutina de dar placer omitió aquel cosquilleo en su garganta y el mareo en su cabeza.
Tras haber el hombre acabado de satisfacerse con su cuerpo, dejo en la mesa de noche unos cuantos billetes, una nota y otro de esos cigarros.
Salió de la habitación, y dejo a Rosalina allí, la cual procedió a moverse en dirección al baño para quitarse los restos de sudor y saliva de ese tipo.
Con el tiempo logro reunir el dinero suficiente como para salir de esa zona de bajos recursos y pasarse a un modesto apartamento de soltera en un área mas agradable y segura.
Consiguió trabajo atendiendo una librería y limpiando pisos en un restaurante de comida rápida; salia agotada, pero valía la pena el esfuerzo.
Compro muebles, cuadros, plantas, e incluso un cachorro, su única familia y compañía.
No conversaba con nadie, sus limitadas platicas, no superaban los "buen día, ¿qué libro desea?" "permiso, debo limpiar esta zona" mas allá de ello, se quedaba callada y no contestaba a nadie, salvo que fuese estrictamente necesario.
Su mascota Tod, un perrito callejero al que cuidaba con mucho ahínco, estaba acostumbrado a verla suspirar humo cada noche.
Porque si, conservó el número de ese cliente, al cual frecuento mas seguido no solo por su placer sexual y los buenos pagos en efectivo de su parte, también porque él le ofrecía, esos cigarros que ella en su casa luego de un largo día, consumía.
En las mañana amanecía lucida, sin reparo alguno o secuela de que había estado fumando. En las noches sin embargo, todo ese efecto era inmediato.
Tras tanto tiempo en soledad, solo con Tod de compañía, Rosalina, sintió la necesidad de formar una familia; debido a sus experiencias pasadas, no creyó que un hombre la amaría de verdad como ella se lo merecía. Por consiguiente se fue por el camino mas difícil, adoptar a un niño.
Era complicado que le dieran la tutela de un infante considerando sus recursos, y falta de tiempo, pero con gran esfuerzo y mucha paciencia, que recuperaba fumando en las noches, logro llevar a Angel a su casa.
Con 3 meses de nacido, Angel era la luz en su hogar, ademas de Tod claro. Seguía trabajando en sus turnos regulares, y con su salario costeaba a una niñera. Se podría decir, que trabajaba mas por el pago de la nana, que para su propio beneficio.
Conforme avanzaba el tiempo, ella se apegaba más al bebe y dejaba en el olvido a Tod, este siendo un perro simplemente gemía de tristeza, pero se quedaba tranquilo.
Rosalina pasaba tiempo con su hijo, en las noches que llegaba del trabajo, y luego de despachar a la cuidadora, se metía en su papel de "madre primeriza" lo alimentaba con su leche en formula, limpiaba sus necesidades, le hablaba o cantaba.
¿Mencioné que Rosalina seguía fumando, mientras "criaba" al bebe?
Según entendía, lo hacia para no verse tan agobiada por su rutina de trabajo y por consiguiente aparentar mayor lucidez ante el infante. Con el tiempo comenzó a actuar diferente, faltaba a sus empleos, se desanimaba con facilidad, en otras era agresiva, inclusive le reclamaba cosas al niño o a su perro, sin siquiera recordar el porqué lo hacia.
En ocasiones, se encontraba tan ida, que ni siquiera recordaba alimentarse tanto a ella, como a Angel y Tod.
perdió sus empleos por faltas constantes y maltrato a los clientes, debido a esto tubo que dejar de solicitar una niñera. Así que se quedaba en casa. lo curioso es que nunca dejó de llamar al hombre que le daba los cigarrillos.
Se determinó, que Rosalina poseía depresión alta de nivel 3, la cual trataba de llenar con el amor hacia su hijo y mascota, pero sin embargo esta se completaba era con el consumo de sustancias estupefacientes.
Eso era lo que su terapeuta había citado en una orden médica, donde determinaba su caso y posterior a eso recetaba una prescripción con un psiquiatra.
Quisiera poder decirles más, pero solo soy una pasante de forense, y simplemente leo el expediente del caso. Donde se describe: "Brutal asesinato en primer grado de infante y mascota, con posterior suicidio"
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