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.Segundo.

C A P I T U L O  2:

"No daré más información"


Me resulta familiar ese llamado y es que hasta antes de las últimas vacaciones eso era algo normal en mi vida: Maze llamándome para pasar el receso con Sheril, los tres. Pero ahora, su voz era lo último que quería escuchar. No quería enfrentarlo, todavía estoy aceptando el hecho de que me gusta, no puedo simplemente ir y actuar como si nada me pasara, sé que no es un enamoramiento, pero igual me produce nervios, santo cielo es mi amigo y no quiero arruinarlo, por ello decido frenar y sin voltear digo lo primero que se me viene a la cabeza.

—Chicos, me ha venido la regla, las cosas se ponen feas por aquí, ¡Nos vemos luego!

¡Estúpida!

¿No pude decir simplemente: Me ha visitado Andrés?

Con la poca dignidad que me queda y sin esperar ninguna respuesta de su parte, acelero mi paso.

Que horror.

Recorro los pasillos, usando mi plan número uno. Mis pies caminan por si solos, dirigiéndose a cualquier cuarto del conserje. No estoy segura si es un buen escondite, o si sea buena idea en primer lugar, pero por ahora es mi única salida.

El año pasado no fue de este modo, no que yo recuerde, sin embargo, aunque esta sensación sea excitante, no deja de ser frustrante para mí, teniendo en cuenta que no quiero arruinar mi amistad.

Al llegar, cierro la puerta detrás de mí, encendiendo la luz y con cuidado de no chocar con nada, entro. Doy unos cuantos pasos más y brinco al ver un chico sentado casi en la esquina del cuarto, me sorprende que haya estado a oscuras, aunque ahora que la luz habita aquí, no hay mucha diferencia.

A él lo reconozco. Claro que sí... Es Dylan, el más callado del salón, nunca hemos hablado ni nada por el estilo. Llega al colegio y sale de el sin emitir palabra alguna, a menos que sea para intervenir en alguna pregunta que hacen los profesores. A Sheril siempre le ha parecido una persona muy atractiva y no lo negaré, lo es. Pero después de eso no sé ninguna otra información personal. Sheril decía que era muy misterioso y por eso le llamaba la atención. Pero eso fue hace dos años, aproximadamente.

Me acerco con cautela moviendo algunas cosas y sentándome frente a él, a unos cuantos centímetros. Dylan ignora todo el ajetreo que hago usando como principal arma su celular, yo no puedo hacer eso porque no lo he traído, así que me dedico a observarlo unos segundos más, veo como arruga la cara frente a la pantalla para después bloquearla y guardarla.

Bien, este es mi momento perfecto para no estar en silencio todo el receso que estaré metida aquí.

—Hola. —hable tímidamente, algo raro en mí pero creo que con este chico cualquiera se intimidaría.

Me observó por unos largos segundos. —Hola.

Su voz salió cortante, como si hablar le irritara. Me aclaré la garganta, esto era incómodo.

—Dylan ¿Cierto?

Se acomodó en su sitio. —el piso, básicamente— soltando una risa nada amistosa. Este chico no parecía amable.

—No estoy interesado. —fruncí el ceño.

—¿Interesado en qué? —pregunté acercándome un poco, hizo un sonido con su lengua evidenciando, al parecer, lo molesto que estaba.

—En lo que sea, Lola. —me sorprendió que sepa mi nombre, creía que Dylan no sabía el de nadie. —No eres la primera, ni quizá la última que se me acerca para... Solo déjame en paz y vete.

Mi quijada callo al piso, ¿Este chico está bien de la cabeza? ¿Quien se ha creído para hablarme de esa manera? No pude evitar que mi mirada tenga un poco de desprecio reflejado.

—No sé con quien te habrás cruzado pero yo solo intentaba ser amable.

Retrocedí los pocos centímetros que me había acercado volviendo a mi posición principal y murmurando 'imbécil' entre dientes. Jamás en mi vida me habían hablado así. Y no lo permitiré ahora.

—Nadie te lo pidió.

—Está bien, no te conozco y estás siendo muy idiota.

Suspiró desarreglándose el cabello. Estaba irritado, se le notaba. Creo que el cuarto del conserje no resultó ser una buena idea después de todo.

—No ha sido un buen día. —terminó por decir cambiando por completo su expresión.

—Eso no te da derecho a comportarte como un idiota. —respondí con sequedad e incluso ni siquiera le deje terminar lo recién dicho por él.

Yo tenia razón ¿Qué le había hecho a este chico para que me tratase así? Absolutamente nada.

Él me miró directamente a los ojos.

—Digamos que eso me sale natural. —una sonrisa de medio lado fue todo lo que me dedicó. Este chico era impredecible y eso generaba mal humor en mí. No contesté, me limité a jugar con mis dedos, no tenia ganas de hablar con chicos cretinos, aunque sea guapo y todo. Por que debo aceptarlo, este chico era guapo, pero, con la boca cerrada. Hubo silencio por muchos minutos, la tensión fácil se cortaba con un hilo. Me daba igual, solo estaba aquí para no tener que enfrentar a Maze mientras asimilo la atracción que siento por él. —¿Por qué estás aquí?

Sentada frente a él con la cabeza baja, ya que mis uñas al parecer eran lo más entretenido del mundo, decidí levantar mi mirada para poder responderle.

—Lo mismo me pregunto yo.

Retrocedió un poco apoyándose hacia atrás con sus manos y apareció otra vez. Esa sonrisa que, raramente, la imité.

—Yo pregunté primero.

Apoyé mis brazos en mis piernas que estaban cruzadas en modo indio para iniciar mi relato. Pero recordando, a este chico no lo conozco lo suficiente como para llenarlo de detalles que seguramente poco le interesan. Decidí solo resumirlo.

—Me escondo. Tu turno.

Levantó una ceja haciendo una mueca. Siendo sincera no quería decir: "Creo que me gusta mi amigo y me escondo porque soy una cobarde" Ay no. Si suena feo en mi cabeza, sonara peor si lo digo en voz alta.

—También me escondo. En mi caso es porque quiero evitar una futura pelea donde seguramente salgan personas lastimadas.

Lo mire expectante, esperando que diga más; sin embargo, no fue de ese modo. Movió la cabeza indicando que era mi turno de hablar, me removí en mi sitio sabiendo que si le hago una pregunta posiblemente la ignore ya que yo no le he dado ninguna información del por qué estoy aquí, esto era como un ping pong de información. Él me dice y yo le digo.

—Me escondo de un amigo porque no tengo ganas de verlo.

Bueno, era una verdad a medias. Muevo mi cabeza, como segundos antes él lo había hecho, tratando de obtener más respuestas. No obstante...

—No daré más información. —habló y al notar lo serio que estaba decidió sonreír de lado.

—Eso es injusto. —hice un puchero, Dylan soltó una carcajada que por un momento pensé que nos habían escuchado en otros salones, pero nadie llegó a revisar que estaba pasando en el cuarto del conserje.

—Entonces... ¿De quién te escondes?

—Ya te lo dije. De un amigo y yo tampoco daré mas información.

—Algo me dice que terminarás diciéndome hasta lo que no me importa.

Me crucé de brazos ignorándolo, seguramente después de clase termine diciéndole...

Oh por Dios, ¡La clase!

—Mierda, ¿Ya tocaron el timbre?

Él me miro unos segundos para después asentir poco convencido. —Hace rat...

—¡Me estoy saltando una asignatura el primer día de clases!

Me paré de inmediato haciendo que Dylan haga lo mismo. No podía hacer esto, necesitaba sacar buenas notas, este era mi último año y no podía desperdiciarlo, especialmente porque el próximo año entraba a la universidad.

—Calmate, es solo una clase.

Negué con mi cabeza repetidas veces.

—¿Cuanto tiempo llevamos aquí?

Él miró al techo por largos segundos para luego mirar su reloj de muñeca. Creo que lo irrite otra vez.

—Casi hora y media.

Comencé a maldecir en voz baja. ¿Tanto? Si apenas hablamos. Es ilógico que haya pasado todo ese tiempo. Apoyé mi cuerpo en unas cajas que habían detrás de mí, me acabo de resignar. Creo que tiene razón, solo es una clase, no se acabará el mundo.

—Entonces solo salgamos, entraré a la próxima. —me agache recogiendo mi mochila que estaba en el piso. —¿A que hora comienza el receso?

Volvió a mirar la hora. —En cinco minutos. Esta es nuestra última clase, el profesor de literatura canceló.

Bien, menos oportunidades para cruzarme con él.

Movió una caja que le impedía el pase hacia la puerta haciendo que sus brazos se le marcaran, me quede pasmada, esos brazos tienen masa muscular hasta para regalar, están muy bien ejercitados que casi se parecen a los de Maze.

Maze...

Mierda.

¡Sal de mi cabeza!

—He estado muy despistada hoy.

Desvié la mirada, no quería que me encontrará observando sus músculos.

—¿Te gusta lo que ves? —definitivamente no funcionó. Le regale una si risa sarcástica.

—En realidad me desanima. —cuando creo que gané él enfrentamiento,  mi bocota no lo creia así. —Los de Maze están más ejercitados. A parte, no lo quiero recordar, suficiente tengo con que me guste.

Esperen. ¿Eso lo dije en voz alta? Oh no. Lo que menos quería era decirle quien me gustaba. Dylan sonrió sabiendo que le revele más de lo que tenía planeado, justo como él lo predijo, pero no importa. Le dije quien me gustaba ¿Y? tampoco es importante, es solo un gusto.

—Así que Maze... no me extraña, pasan demasiado tiempo juntos.

Maze me gusta, listo. Lo había dicho en voz alta, es más se lo había dicho a un desconocido, precisamente. Esta vez decidí cambiar de tema.

—¿Sabes? Estamos perdiendo tiempo. —me aclaré la garganta. —Hay que salir de aquí, no quiero que cuando toquen la campana y queramos salir nos castiguen por pensar que estamos haciendo otras cosas. Suficiente tengo con haber faltado a una clase.

—Esta bien. Ya hay que salir, el break comienza en unos segundos.

Asentí caminando unos diminutos pasos hasta llegar a la puerta, la abrí apagando la luz y la atravesé esperando que Dylan salga detrás de mí.

Caminamos por los pasillos totalmente tranquilos y en silencio. Justo cuando pasábamos por el baño el timbre sonó y todos los alumnos aparecieron a los pocos segundos. No me quería cruzar con Sheril, por ende, no me quería cruzar con Maze, ya que siempre andabamos juntos y no creo que, porque yo no esté, eso haya cambiado, así que jale a Dylan para llevarlo a los jardines del colegio. Lo cual implicó bastante fuerza de mi parte, Dios, este chico pesaba demasiado, me tomó regular tiempo llegar ahí, casi nadie iba, era un sitio seguro, o mejor llamado como "El sitio donde no van profesores y las parejas pueden hacer cositas". Lo sé, no hay mucha originalidad aquí.

Al llegar me senté y él hizo lo mismo.

—¿Por qué estamos aquí? —estaba molesto, creo que me estoy acostumbrando a su molestia constante. —No tienes que esconderte, Stuart. Solo enfrentalo. Yo tendré que enfrentar el que por fin he socializado. Ya me imagino los rumores que ocasionará esto.

—Me da igual lo que hablen, además aquí casi no viene mucha gente soltera, que son los que normalmente hacen rumores estúpidos. Quédate tranquilo.

—¿Y piensas esconderte todo lo que queda del año? Dile tus sentimientos y punto.

Detuve cualquier tipo de movimiento. —¿Sentimientos? ¿Quién habló de sentimientos? Es sólo un gusto, Dylan. Ya se me pasará, es mi amigo, no quiero arruinar las cosas.

Creo que eso ya quedo claro, Lola.

—¿Sólo gusto? ¿Sin ningún tipo de sentimientos? Já. —algunos chicos habían llegado haciendo que Dylan baje un poco la voz. Estaba siendo muy precavido con eso y lo agradecía, las personas eran muy chismosas, ahora más al vernos sentados uno al frente del otro, todos murmuraban cosas mientras yo, yo solo rodaba los ojos, se me daba bien.

—Sí, nunca he tenido ningún tipo de sentimiento amoroso por nadie.

Trató de ocultar una sonrisa, no lo logró. —Vaya, tenemos una cosa en común.

Puse los ojos en blanco de una forma divertida. —De ti no me sorprende.

—Que curioso. —sonrió. —De ti tampoco.

La estaba pasando bien, quien diría que Dylan no era mudo después de todo. Los rumores en esta preparatorias son abismales, con solo decir que le pusieron mudo a pesar de que interviene en clases. Ya me acostumbré a esto, después de todo, de mí han dicho lo que han querido. Hasta dijeron que yo me acostaba con los profesores para obtener mis buenas notas. Pero cada persona que lo dijo se llevó su merecido.

Disfruté tanto la venganza...

Bueno, es otro tema.

—Eso me hace sentir mejor. —sonreí con sarcasmo. —No quiero arruinar mi amistad diciéndole que me gusta, es sólo un gusto, tampoco quiero que se ilusione, o peor, que se aleje por algo que es temporal. —suspiro. —Esto me pasa seguido, luego salgo con el que me gusta y listo, se acaba. No quiero eso con Maze. He leído tanto que estoy traumada por la posibilidad de que sienta algo por mí. Creo que los libros me ponen paranoica.

—No soy bueno dando consejos. Pero lo que yo hago es simple, todo lo dejo claro desde un comienzo. Sin sentimientos, regla principal.

Levanto mi dedo índice. —Mi lado de lectora empedernida, me está advirtiendo que a la larga eso no funcionará.

Soltó una carcajada. —Oye, sí estas paranoica. Pero me agradas.

—Y tú, cuando no te comportas como un patán.

Terminé la oración y en segundos sonó el timbre. Me levanté sacudiendo mi ropa, haciendo que Dylan me imite.

El montón de gente y su bulla no nos dejaban hablar. Llegamos al salón y no encontré a ninguno de mis amigos. Dylan se sentó al fondo y yo lo seguí sentándome a su costado y ganando las miradas de muchas personas.

—Dime que no te me pegarás como chicle. —su queja me saco una sonrisa. Creo que no dejará de ser patán. Por mi parte no quiero que Maze o Sheril se sienten conmigo y ahora tengo una opción para sentarme con alguien más ¿La iba a desaprovechar? Ni loca.

Gruñe desacomodándose el cabello y al parecer rindiéndose.

Pobre Dylan, se acaba de ganar un dolor de cabeza nuevo.

⊂(・(ェ)・)⊃ ⊂(・(ェ)・)⊃

—¡Apurate! No me lo quiero cruzar, ya te lo dije. —lo jalé con más fuerza, mientras él solo murmuraba palabras que no entendía.

Estábamos en los pasillos de la escuela, caminando lo más rápido posible para no cruzarme con Maze, aunque lo veía un poco difícil ya que él y yo somos vecinos. Luego esta el hecho de siempre irnos juntos después de clases y, como dije hace rato, no estoy lista para verlo.  Según Dylan piensa que si lo veo y hablo como si nada hubiera pasado  conmigo, todo se calamará, pero ¿Y si no sucede? Además solo atrasaré un poquito el suceso ya que Maze irá a mi casa, como todos los días porque su mamá tenía un trabajo donde le era imposible poder estar en las noches, por lo que Maze siempre cenaba en mi casa. Todos sabemos que el puede hacerse su propia comida pero queremos evitar un futuro incendio, y es que mi amigo no podría ni calentarse su propia comida porque de seguro quemaba su casa.

Jalé a Dylan con más fuerza.

—Basta, no soy un muñeco. Aunque lo parezca. Además, no sé por qué me jalas, ni siquiera vivo por tu casa.

Me detengo.  Tiene razón, creo que me había acostumbrado a siempre ir acompañada hasta mi hogar, tanto así que me había olvidado que Dylan no es Maze.

—Cierto. Lo lamento, lo hice por inercia.

El niega con la cabeza sonriendo y tocándose el puente de la nariz.

—Bien, si quieres puedo ir a dejarte a tu casa, en mi moto. —mira hacia atrás señalando la otra parte del colegio. —Está por allá.

Sonrío. —Gracias, después de todo no eres tan malo, ¿no?

Da media vuelta ignorándome y caminando hacia el estacionamiento de la preparatoria. Lo sigo y me coloco a su costado, rayos, camina muy rápido.

—Ni se te ocurra jalarme, hoy has pasado todos mis límites. No pienso permitir nada más. ¿Entendido?

Su mirada cayo en mi mientras seguía caminando, rodé los ojos.

—Esta bien, D. —sonrío con sorna, solo por decir eso mi sentido de molestar se ha activado. De mi no te salvas, querido.

Llegamos hasta su moto y una vez estuve arriba con mi casco puesto, aceleró y salimos sin problemas. Me agarré de su chaqueta —porque como todo motociclista, tiene su chaqueta de cuero— cerrando los ojos, por la velocidad. Generalmente me gustaba, pero ahora mismo, me aterrorizaba. Madre mía, gracias a Dios salí viva de esta. Bajé de la moto entregándole el casco.

—Gracias... Por no matarme, claro.

Se saco el casco desarreglándose el cabello. —Eres una exagerada.

Reí agradeciendo poder pisar tierra

Ok, si estas siendo muy exagerada.

Nos vemos en la escuela.

Se puso de nuevo el caso y aceleró la moto muchas veces.

¡Vecinos de dos manzanas más abajo! ¿Escucharon? ¡Porque aquí mi amigo puede acelerar más para que escuchen!

—No te emociones, me agradas pero prefiero mantener mi reputación. —Su voz salió amortiguada por el casco.

Solté una carcajada, estaba a punto de responderle pero el maldito se fue a toda velocidad. Caminé lo que quedaba de la acera y entré a mi casa

—¡Ya llegué!

Normalmente no anunciaba mi llegada porque... ¿A quien le anunciaría? Y es que mis padres no están en casa. Casi todo el día se la pasan en su trabajo, ser médico era difícil, pero hoy era un día especial... Para mi mamá. Digamos que tenía la tradición de hacerme el desayuno, almuerzo y cena. Eso era algo que yo lo hacía, pero hoy era mi excepción.

—¡Esta bien, cariño!

Caminé hasta la cocina sacando un vaso del repostero y sirviéndome agua del grifo, era mi preferida pero mi madre siempre me regañaba por hacerlo, dice que es agua contaminada y supongo que es verdad pero igual me encanta.

Al verme me hace una mueca molesta, esas muecas que tienen las madres en donde sí o sí tenias que hacerle caso, automáticamente baje el vaso y lo dejé en el fregadero, le dedico una sonrisa en forma de disculpa, cada vez que me encontraba así le sonreía, me servía de mucho.

—¿Y papá?

—Está de guardia, hoy me tocaba a mí pero me cubrió para que esté hoy en casa, mas tarde me iré para el hospital a acompañarlo.

Asentí y salí de la cocina dirigiéndome a mi cuarto para cambiarme. Amaba mi habitación porque era lo más privado que tenía y el sitio donde podía reflexionar, también el sitio donde me di cuenta que me gustaba...

Deja de pensar en eso, maldita sea.

Bajé las escaleras y mi mamá estaba ya estaba en el comedor con todas las cosas puestas.

—¿Qué tal te fue el primer día de clases? —me preguntó sentándose en la mesa.

—¿Te acuerdas del chico que no hablaba mucho? —ella asintió mientras cortaba un pedazo de carne y se lo llevaba a la boca. —Él y yo hablamos, estaba en el cuarto del conserje, me cayó bien.

—¿Es el muchacho que te trajo hoy? — asentí. Luego cambió su expresión—¿Se puede saber que hacían en el cuarto del conserje?

Rodé los ojos divertida. —Me escondía de Maze.

A la única persona a la que le he hablado de esto es a mi madre. Ella es mi segunda mejor amiga, lo digo así porque hay algunas cosas que no le cuento, pero igual siempre me apoya y cuando le comenté lo que tenía me dijo lo mismo que Dylan, que lo enfrente, y lo haré, esta misma noche para ser exactos.

—Cierto... Ya sabes lo que pienso acerca de eso.

Asentí y así pasó mi tarde: Mi madre y yo almorzando juntas y platicando mucho. Me encantaban estas tardes en las que podía estar con ella, madre e hija, esto solo pasaba en los día festivos, así de rara es mi vida.

Ya me he acostumbrado.

Después de escuchar música un buen rato, comencé a arreglar las cosas que estaban tiradas en el piso de mi cuarto. Luego de unos momentos me entraron las ganas de comer, lo que me lleva a que tengo que cenar en un par de minutos y Maze siempre llegaba antes de que la cena este lista... Demonios, el timbre acaba de sonar. Salió una sonrisa de mis labios, estaba obvio que era Maze, pero he de suponer que esta vez no puede entrar por la parte trasera como de costumbre. La razón principal: mi madre, ya que de seguro le daba un patatús si lo veía entrar como Pedro en su casa.

Mi mamá casi nunca para en casa, al igual que mi padre, ellos están muy enfocados en su trabajo, por lo que Mase entraba y salía de mi casa cuando se le daba la gana sin ellos haberse enterado. Aunque esta vez no y eso me hace reír, es la segunda vez que va a entrar por la puerta, la primera fue hace tiempo después de hacernos amigos, vino porque estaba aburrido, le enseñé mi casa y apenas se dio cuenta que nuestros patios estaban unidos, no lo volvió a hacer.

—¡Lola, abre la puerta! —el grito de mi madre proveniente del piso de abajo me puso en alerta.

Salí de mi habitación pasando por el pasillo, exactamente al comienzo de las escaleras me detuve.

¿Estaba lista para enfrentarlo?

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