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.Primero.


Hola. Aunque todavía no tengo muchos lectores, no quería esperar mas para publicar el primer capítulo. A los que lo leen, disfruten :)




C A P I T U L O  1

¿Encuentros?




Lola:


Suspiro.

Todos sabemos que siempre hay una primera vez para todo. Ya sea primeros pasos, primera palabra, primer celular, primera cita, tu primera vez —si sabes a lo que me refiero— y es que es así, piensas en eso y te das cuenta que las primeras veces son las mejores y luego... Luego es rutina.

Como hoy.

El primer día de clases. Esos siempre son los mejores, llegabas al colegio después de dos meses llenos de las mejores vacaciones, extrañando tus cuadernos e incluso al profesor más gruñón de todas tus clases, sí, incluso a él. Después, adiós a eso y hola al estrés que genera el querer aprobar todos los cursos, siempre.

Pero haciendo un paréntesis, lo mejor de todo era reencontrarse con tus amigos, aunque para mí, precisamente hoy, era lo último que quería radicando todo en una sola persona.

Bueno... Antes de hablar de todas esas cosas, primero hablaremos de las mejores amigas, las que siempre estaban ahí para ti. Aunque en mi caso es solo una, pero igual, es con ella con la que en estos momentos caminaba para llegar a nuestros casilleros, que casualmente, estaban uno al lado del otro.

Nadie dijo que estaba mal amenazar de vez en cuando al encargado.

—Cambia esa cara, asustas a las personas.

He ahí mi mejor amiga, o lo que queda de ella después de romper con su ahora ex novio Klens, un chico que su atractivo lo llevó a ser uno de los más populares de la preparatoria.

—Sheril, mi tan querida y preciada Sheril. —junté mis manos enlazándolas entre sí. —Esta cara, es la única que tengo.

Ella silbó y rodó sus ojos, sabiendo que no estaba de tan buenos ánimos.

Mientras yo seguía perdiéndome en mis pensamientos.

Como les decía, Klens alias patán engañador de mujeres, era el típico Badboy y mujeriego de la escuela, hace aproximadamente dos años, Sheril insistió en que podía cambiarlo, algo común en cualquiera libro cliché, todo iba supuestamente bien, pero les digo algo señores y señoras, esta es la vida real. Tan real como que Klens nunca cambió y, para colmo, la engañó con la plástica de la preparatoria. ¿Lo peor de todo? El mismo día de su aniversario ella misma los vio en una situación demasiado comprometedora.

Ella hace poco me confesó que nunca habían pasado a segunda base, ¿Quieren saber cual era él regalo de ese estúpido? Sí, tal como piensan. Era nada más y nada menos que la virginidad de mi mejor amiga, no saben cuanto agradezco que Sheril se quitara la venda de los ojos antes de hacerlo, ya que si les soy sincera, para ella eso era algo demasiado importante.

Tenemos opiniones distintas.

Recuerdo mi primera vez, fue con Pool, no era popular, pero claramente eso no me importaba. Él era muy dulce, tanto que empalagaba, creo haber herido un poco más de él, pero el recuerdo es borroso, su musculatura y sensualidad era su mejor arma, mejor dicho: Todo un galán. Claro, hasta que dormimos juntos, porque después de ello todo se acabó.

Sí, con el típico "No eres tú, soy yo" que obviamente quería decir: "No eres tú, soy yo y, además, la caliente chica con la ahora quiero salir". Já, es un tonto.

—Parece que alguien amaneció con mal humor. —una sonrisa se escapó de mis labios, claro que estaba de mal humor. —Vamos Lola, la que debería estar de mal humor soy yo, no todos los días te enteras que puedes ser cambiada por una plástica.

Suelta una risa triste, hasta ahorita no hemos hablado del tema en sí, quiero decir, sé lo que ocurrió, lloró conmigo, pero después de eso nada, no hablamos de sus sentimientos ni de lo que hará a partir de ahora, lo que si acordamos era no decirle nada de esto a Maze. No queremos ver correr sangre.

—Al menos te libraste de un imbécil. ¿No?

—S-sí. —parece que él tema le incomodó, tan solo darme cuenta como cambia de tema, me lo confirma. — ¿Me vas a decir el motivó de tu mal humor?

Eso es algo en lo que todavía no tengo una respuesta clara, ya que no sabía si era nerviosismo o mal humor.  Todo porque hoy lo volveré a ver.

La razón principal de todo esto que tengo, tiene nombre y apellido, Maze Prum. Nuestro reciente, no tan reciente, amigo. Entró el año pasado, con su aura de nadie se me acerque, a lo que Sheril y yo no hicimos caso. Debo decir que, aunque es mi vecino —lamentablemente para mí, debido a mi situación—, el chico tardó demasiado en decirnos un simple "No me molesten" que, aunque suene raro, fueron sus primeras palabras al dirigirse a nosotras, aun así con todo eso, no nos rendimos. Y bajo todo pronóstico terminamos siendo amigos.

Mi principal error.

Lo que yo no podía permitir era tener algo con uno de mis amigos, tenía claro que eso sí o sí terminaría mal.

El hecho que nuestros patios estén unidos tampoco me ayuda, porque lo veo todo el tiempo y eso solo hace que me guste más de lo debido.

Maldición, eso no lo dije.

En mis vacaciones, donde se supone que me tengo que distraer fuera del país, un único pensamiento vago que cruzaba por mi mente eran sus tan perfectos labios, carnosos y tan rosados como un algodón de azúcar.

Estoy jodida.

Mi amiga chasqueo los dedos frente a mi ojos. Al parecer ya estábamos en nuestros casilleros y yo estaba apoyada en el mío mirando a la nada.

—Tierra llamando a Lola.

Dejé de divagar para prestarle atención a mi mejor amiga. Me aclaré la garganta.

—Hola, tierra.

Sheril blanqueo los ojos, haciendo que una tímida sonrisa se asomara en mis labios, esto solo lo hago para ganar tiempo y prepararme a mí misma para decir lo que siento en voz alta. Ya que, tanto mi mejor amiga como yo, sabíamos que iba a terminar por decirle todo lo que me estaba pasando.

—Deja de esquivarlo y sueltalo de una vez. Sabes que después de clase no puedo, tengo... ¡una cita con el dentista! —parecía más una escusa, pero lo dejé pasar haciendo un gesto raro evidenciando lo incómodo que esto sería para mí. —Ven con mami y cuéntaselo todo.

Extendió sus brazos en mi dirección, giré mi cabeza mirando a ambos lados por si habían muros en la costa, y por muros en la costa me refería a Maze, cuando me congelé al verlo venir en nuestra dirección, sentí mi mundo caerse.

Aún no estoy lista.

—Sheril, me olvidé que tenía que pedirle mi cuaderno a Nestor.

Ella bajó los brazos lentamente mirándome, de alguna manera, rara. Lo siento pero estaba desesperada y tenia que salir de aquí.

—¿Qué cuaderno? Lola, es primer día de clase.

Mi cara se desencajó, nunca he sido buena bajo presión.

—¿Dije cuaderno? Quise decir libro, tu sabes mis libros son sagrados.

Ella frunció él ceño y de reojo vi como Maze se iba acercando.

—¿Libro? Pero si a Nestor no le gusta leer.

Me golpeé la frente mentalmente, de todas las personas que pude haber escogido, me decidí por el que no leía. Genial, y Maze cada vez estaba más cerca.

—¿Dije Nestor? Pero que tonta, en realidad era Patty.

—Pero...

Antes de que siga hablando, gire sobre mis talones y me fui. ¿Ahora donde me voy? Caminé por los pasillos de la escuela, si bien la extrañaba en un comienzo, ahora solo pensaba en irme a mi casa. Nada bipolar.

Saludé a cada persona que pasaba frente a mí, me topé con muchas sonrisas hipócritas, eso es lo malo de ser 'popular' a veces solo se juntan con uno para ascender socialmente y luego de la nada, te odian. Apresuré mi paso sin rumbo alguno, hasta que me decidí por ir al baño.

Estaba a solo pocos metros de llegar cuando escuché como gritaban mí nombre, ignoré a quien sea que fuera, necesitaba un momento a solas. Pero parece que la persona que me llamaba no lo veía así, y me di cuenta cuento algo me detuvo, o más bien alguien que cogió de mi brazo haciendo que voltee.

—Lola, ¿No me escuchaste? Te estaba llamando.

Esperen...

Esperen...

Esperen...

Ahí esta. Esa sonrisa de pasta dental, tan característica de Derek, siempre aparece tres segundos después de mirarte directamente a los ojos.

Derek es el típico chico popular con calificaciones bajas del promedio pero que irá a la universidad gracias a su genialidad en el campo jugando fútbol. ¿Porque no hay un deporte de mujeres que te de acceso a la universidad?

—¿Me estabas llamando? No escuché.

Mentirosa.

—Sí, y... ¿Qué tal tus vacaciones?

Y así amigos míos, es como se debe empezar una conversación. —nótese el sarcasmo—.

Salí con Derek el año pasado, y sí, todo acabó unos días después de haber terminado en su cama, que puedo decir, había perdido mis papeles y él lo aprovechó bastante bien. Cabe aclarar que Derek es la segunda persona con la que me he acostado. Nadie más y pretendo que así sea por un buen tiempo. Debo aceptar que lo hice por atracción sexual y es lo que posiblemente tenga con Maze. Digo, jamás me he fijado en un chico en el sentido amoroso. Por lo que puedo decir que no he tenido novio. Y no, ningún chico me rompió el corazón de tal manera que ahora solo los veo a todos como objetos sexuales. Simplemente ninguno me atrae tanto como para tener una relación amorosa, en pocas palabras, hasta el día de hoy puedo decir con total sinceridad que nunca me he enamorado. ¿Triste? Tal vez sí, teniendo en cuenta que soy una lectora empedernida, pero ya acepté que no existen esos hombres que te pintan en los libros, y no lo pasé por experiencia, bastó para mí, el ejemplo de mi mejor amiga.

Ay, eso sonó muy cruel.

Y por si las dudas... el nerviosismo que tengo por Maze, es solo porque no quiero arruinar nuestra amistad, en serio él se ha vuelto muy importante, pero no me ayuda en nada que el chico sea ardiente.

, claro.

—No tan buenas como esperaba. ¿Y las tuyas?

Me sonrió como si ese hubiera sido su plan, el que yo le preguntase eso.

—Pues yo me la pasé pensando en ti.

Una sonrisa se asomó en mis labios. No pude evitar coquetearle, ¿Será por qué tuvimos algo?

—Vaya ¿Y que pensabas?

Me acerqué a su rostro susurrando aquello, yo tenía el control, siempre lo tenía y eso me encantaba. Se acercó a mí poniendo una de sus manos en mi cintura.

—En la gran noche que pasamos hace unos meses.

Cada palabra que salió de él, fueron susurradas cada vez nos acercábamos más, y aunque tenía él control, realmente esto no lo tenía planeado.

—Fue estupendo.

Y vaya que lo fue.

Justo cuando estábamos a solo unos centímetros, alguien me separó de él, pero no de buena forma.

—¿Se puede saber que está pasando aquí?

La chillona voz de Sabrina hizo eco en el pasillo, llamando la atención de la mayoría de transeúntes.

Mi cara molesta e irritada salió a la luz.

—Estábamos a punto de darnos un beso ¿Qué no es obvio?

Esa pregunta tan estúpida que hacían las personas, ¿Con que sentido? Si lo están viendo, ¿Para que preguntar algo que ya se sabe?

Ella prácticamente me fulminó con la mirada. ¿se acuerdan cuando les hablé de las sonrisas hipócritas? Pues ella es una de esas chicas que solo se acercó a mí para ascender socialmente y al parecer ahora, por arte de magia, me odia.

—Derek ¿Me quieres explicar que significa esto?

Mi ceño se frunció cuando Sabrina dijo aquello, haciendo que yo a los pocos segundos también hable:

—Sí Derek, de paso también me explicas por qué ella te tiene que pedir explicaciones.

Lo que más odiaba en todo el mundo, era que un hombre jugara con los sentimientos de las personas, y aunque a mí no me afectará, sé que sí le afectará a la chica de mi costado. Me da pena a pesar de que ella sea una interesada.

—Sabrina, solo salimos una vez y ni siquiera fue una cita, tu y yo no tenemos nada.

Derek se rascó la parte trasera de su cabeza mientras que Sabrina habría y cerraba la boca sin saber que decir. Ya me estaba comenzando a dar lástima ajena, ¿Porque seguía aquí, torturándose? Un enigma que, a pesar de ser mujer, no resolveré hasta que me que haya pasado. Lo cual espero que no pase en realidad.

Ella posó su mirada en mí, esa mirada no me gustaba para nada. Voy retrocediendo poco a poco y caigo en la cuenta que los transeúntes que nos miraban teniendo una vista gratis de un drama estupendo, ya no estaban.

Mi mirada volvió a caer en ella, que por cierto, no me había quitado la vista de encima.

—Creo que esto lo tenemos que conversar, Derek. —¿Eso es una indirecta? —A solas.

, definitivamente era una indirecta.

Asentí regresando mi mirada a Derek que me suplicaba con sus ojos que no me fuera. Sonreí para mis adentros.

«Te lo tienes bien merecido»

Giré sobre mis talones sabiendo que más tarde mi amigo iría a mi casa a darme explicaciones que para mí eran innecesarias. Después de todo, no somos nada y me gusta así.

Debo decir que después de salir con Derek, no he salido con ningún otro chico. Aunque la verdad escondida detrás de todo esto, es que nadie me ha llamado la atención, claro que Maze es otro tema. Por cierto hasta ahora no me lo he cruzado, bueno... O al menos no he dejado que se cruce conmigo.

En el pasillo, la ausencia de alumnos era evidente, un aire de tranquilidad lo invade. Rayos, ya todos están en los salones, camino sigilosamente, no me quiero encontrar con ningún profesor, porque además de no tener pase para el baño —el cual usaría como excusa por estar fuera de clase—, me mandarán a detención por llegar tarde a mi próxima clase. Química.

Es que, a pesar de que mis calificaciones son más bajas del promedio en esa materia, mi principal razón para no querer entrar es que me toparé con Maze.

¿Por qué no estudie en el extranjero? Donde tus clases son tan diversas y separadas que con suerte te toca una amiga en al menos una de tus aulas. Pero no, estoy en Perú, donde si bien no me toca estar en un aula todo el día, mis compañeros son los mismos, en todo el año. Por lo que, mi queridísimo amigo Maze y yo, compartiremos todas y cada una de las clases.

Después de todo creo que voy a aceptar que Derek me invite a salir, es una buena distracción para quitarme esto que tengo.

Ya lo sé, ¿Es aquí donde me dicen perra? Porque si le dejo las cosas claras desde un comienzo, no lo sería. Y eso haré, o bueno, ya hice.

La puerta marrón frente mí, me saca de mis pensamientos y con suaves golpes, le doy a conocer a mi futura maestra o maestro que ya he llegado.

Un señor de tez blanca, con una barba oscura al igual que su cabello, abrió la puerta frente a mí saliendo del salón, lo más preocupante era su mirada fría ¿Este iba a ser mi profesor de química?. No sé porque parece más un dictador que un profesor.

—Adelante. —hizo un movimiento con su mano indicándome que entre. Caminó hasta llegar a su escritorio para así sentarse en el. Lo seguí en todo el transcurso, cerrando la puerta detrás de mí y consiguiendo de paso, las miradas de todos mis compañeritos. —Carné por favor.

Claro, me olvidaba, como en mi colegio no existen los uniformes. Siempre nos piden nuestros carné de estudiantes. Sin emitir palabra alguna lo saqué de mi mochila y se lo mostré.

—Muy bien señorita Lola Stuart Florencia. —sí, ese es mi nombre, tal cual, no es ningún diminutivo. Al parecer a mi mamá le gusta la originalidad. —Le informo que está terminantemente prohibido llegar tarde a mi clase. —dejó de mirarme para darle ese privilegio a todos los que estaban sentados en el salón. —Y esto no solo va para usted, sino también, para todos sus compañeros. Ahora, tenga la amabilidad de ir a sentarse.

Me entrega mi carné mientras mi mirada se posa en los tres únicos asientos vacíos que quedaban: Sabrina, Derek y yo. Parece que ellos aún no terminan de hablar.

Las carpetas eran de dos, pasé mi vista por todo el salón, encontrándome a mi amiga sentada junto a Maze. Bueno, al menos la regla número uno de todos mis vagos conocimientos acerca de lo cliché, se ha tachado. Al parecer por esta clase no me sentaré con Maze.

Les sonrío a ambos para parecer normal y paso a sentarme en uno de los tres asientos libres poniendo atención a la clase ya comenzada e ignorando por completo a mi compañera de carpeta.




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La clase está apunto de acabar, lo sé porque estoy revisando la hora cada segundo faltando así solo cinco minutos para ser libre —por veinte minutos—. Mi entusiasmo se hace presente, ya quiero salir de aquí. Además, tenía que irme, no quería cruzarme con Maze, no por ahora.

Reviso una vez más él reloj, solo faltan tres minutos ¿Servirá de algo que salga corriendo y me esconda en en cuarto del conserje?

Lo intentaré.

La campana suena indicando la salida. Como mis cosas ya estaban listas, solo cojo mi mochila y salgo disparada a la puerta, justo con un pie fuera del salón preparando mi huida, una voz hace eco en mis oídos, llamándome.

—¡Oye, Lola!

Rayos.

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