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.Décimo segundo.


En los últimos años, tener este estatus social, como dije en el comienzo, me ha traído problemas, tantos que no se puede contar con los dedos de la manos. Ajam, así de grande. Desde que la gente empezó a ver que podía pasarla bien conmigo, reírse un rato, sentirse bien, simplemente no me saltaron.

Ya deja el ego.

Me río. Ok, ok.

Bueno, en ese momento quiza era ingenua, hablo de que era popular, pero demasiado ilusa, sí, esa es la palabra correcta: Ilusa. No sé si por querer que nos llevemos bien todos o simplemente porque me veían la cara de tonta. ¿Se acuerdan cuando dije que las personas se acercaban a mí para "ascender socialmente"? Pues, me he encontrado con varios tipos, desde fingidas que no se soportan, hasta hombres que pretendían enamorarme... Básicamente, de todo. Y yo seguía en mi terquedad de creer que eran buenas personas. En fin, hoy en día puedo decir que identifico a todos con mucha claridad, al menos puedo diferenciar a los que se acercan a mí hipócritamente y a los que quieren ser verdaderente mis amigos.

Digamos que la chica que tengo en frente mío, es de las hipócritas. No me odien, pero con ellas tiendo a ser muy... ¿Cómo puedo decirlo? Pues será directo, muy perra. Y como la desaparecida de mi mejor amiga no está para hacerme entrar en razón, mi lengua venenosa hace lo suyo.

—Sabes querida, no estoy buscando amigas de reemplazo. Búscate alguien a quien le interese ser algo en tu vida, por mi parte puedes ir desapareciendo de mi vista, no tengo tiempo y menos para perderlo contigo.

Algo llamado ego me felicita interiormente, la cara de la rubiecita que tengo en frente era todo un poema. Su molestia pedía a gritos que se desatara y comenzara una pelea, sin embargo, no lo hizo. Tentando a mi suerte, moví mi cabeza y luego sacudi mi mano expresandole a través de esa acción que se largue.

—¿Alguien te ha dicho lo perra que eres?

Una sonrisa sale de mí.

—Todo el tiempo, querida. Ya sea por hablarles como te hablo a ti o simplemente por que me odian. —me acerco confidente. —¿Cuál es tu excusa?

Ella resopla y con un gruñido desaparece de  mi campo de visión, no me sorprendería que dando la vuelta al pasillo, lo siguiente que encuentre ella es a Sabrina o a Cristina  esperándola para que se unan a sus tantos grupos, donde se dedican exclusivamente a odiarme.

Ignoro las miradas de muchas, quienes niegan con la cabeza, otras chicas más a quienes no les caigo.

Camino sola por los pasillos, no encontrando a Sheril por ningún lado. Siempre nos vemos en el aula, pero ahora parece que ni ahí hablamos. Sheril así como entra al salón, sale de el con rapidez. La última vez que escuché su voz fue hace ya un tiempo, y ni siquiera en persona, sino en un vídeo de ella cantando que se viralizó.

Y entonces mis ojos la encuentran, está charlando con una chica que se ve bastante animada, puedo notar que es menor que nosotras, frunzo el ceño intentando ver un poco mejor, al no obtener resultados decido acercarme, estoy segura que le salen serpentinas de los ojos. Me acerco logrando escuchar un poco de su conversación.

—...es...  Es majestuosa, de verdad que sí, y gracias por tu autógrafo, eres fantástica. —la abraza con rapidez y con miedo a que mi amiga huya. Observo sus movimientos un tanto aturdida, pues luego que la abraza se escabulle entre la gente y desaparece como si de magia se tratase.

Sheril, que todavía estaba espaldas a mí, gira sobre sus talones dispuesta a irse, parece que a ella también le tomó por sorpresa el comportamiento de la niña. asi que cuando voltea, ahí estaba yo con la peor cara, esperándola.

Da un salto aguantando un gritillo, pero antes de que pueda hablar, le muestro mi palma para que se calle.

—No, es que esto es el colmo, Sheril. —enumero con mis dedos. —No respondes mis llamadas, me ignoras todo el tiempo, no te veo en el colegio. ¿Se puede saber que pasa contigo?

Se que se pone nerviosa, lo noto y es que la conozco tan bien que no me resulta extraño verla juguetear con sus dedos, suspirando cada segundo miemtras que sus pies parecen no hallarse en el piso. De pronto levanta la cabeza con una sonrisa nerviosa y como si de último minuto se le haya ocurrido, me abraza.

—¿Supiste del video?

Al soltarme, me mira con esperanza, decido aceptar interiormente que no respondió a mis preguntas, hoy se ve más feliz que de costumbre.

—Claro que sí. ¿Quién no?

Mi respuesta parece satisfacerla, da un pequeño salto en el piso. —Exacto. No sé quién lo subio pero estoy muy, muy agradecida.

Recuerdo cuando vino Danna, una compañera del salon, y me lo mostró. Fue un día que Sheril no había asistido a clases. Si mi memoria no me falla, en el vídeo, ella estaba en un escenario cantando, se parecia mucho a esos karaokes que tiene la ciudad.

—¿A ese sitio es a donde te pierdes todas las tardes?

Ella asiente entusiasta.

—No sabes lo que pasó días después del vídeo.

Esto desconcentra mucho mi enojo, pero verla saltando prácticamente de alegría, me pone feliz, después de lo que pasó con Klens sentía que iba a tardar tiempo en recuperarse.

Me terminó por contagiar de su alegría. Ya sabes lo que dicen, si no puedes contra ellos, uneteles.

—¿Qué pasó? —estoy en la espectativa de que pueda ella decirme, siento que no me ha contado nada hace ya mucho tiempo. Sus suspenso me aloca, estar callada no es algo que le agrade a Sheril y siento que disfrusta dandome incertidumbre, sus ojos brillan y mi desesperación aumenta, abre la boca, se calla, la vuelve abrir poniendo mis esperanzas al límite, pero la cierra con cierta mofa ¡Dios como le encanta el suspenso! —¡Diablos que desesperante, Sheril!

Ella ríe ante mi comportamiento y coje mis manos.

Se aclara la garganta. —No es seguro ya. Pero se corre las voces que es posible que una disquera esté buscándome.

Me suelta y abraza, todo seguidamente. Mi desconcierto es tanto que parece que fuera a mí a la que le pasa eso, no obstante, es a mi mejor amiga. Pero la alegria es igual.

Ambas comenzamos a saltar, mientras geitabamos. No me importaba si me veían los chicos del colegio o si me veía como niña o si dejaban de verme como una influencers del colegio. Me valia verga, la verdad.

Al sotarla comencé a bombardearla con preguntas.

—¿Quién te dijo todo eso? ¿Lo saben tus padres? ¿Alguien ademas de mí, lo sabe? ¿Como te sientes? Dimelo, Sheril. —cuando me callo, me río de mí misma.

Ella suspira. —Me lo dijo... —se queda callada unos segundos. —Un amigo del karaoke. Uhm, nadie más que tú y Maze lo saben. Y ESTOY TAN FELIZ QUE PUEDO EXPLOTAR.

Río al darme cuenta que subió mucho la voz y casi todos nos quedaron mirando, ocasionando que ella mire a todos lados avergonzada, resultaba graciosa, sys mejillas tomaron un color rojo carmesí que no ocultaban su notable vergüenza. Entonces su mirada pasó atras mío y cualquier rastro de vergüenza se esfumó,al menos el color, por que el nerviosismo seguía ahí.

Quiero girarme y mirar que fue lo que la perturbó, pero ella fue mas rápida que yo cojiendome de los hombros haciendo imposible que mire hacía atrás. Así que, con sus manos en mi hombros, me mueve ligeramente.

—Y Lola, tienes que contarme todo lo de Maze. —mi ceño se frunce ¿Ah? —Mi cabeza duele tratando de cranear bien como pasó todo... Será luego ya. Las clases comienzan ¿Oíste la campana?  Pues yo sí y tienes que entrar al salón.

Habla tan rapido que apenas entiendo todo.

Me empuja hacia el costado, unos metros más dándome el último empujón, haciendo que termine dentro del salón. Un salon que no era el mío, la maestra y todos los alumnos quedaron mirandome, como una completa extraña, en realidad era una completa extraña, así que sonreí en modo de disculpas y salí sin emitir palabra alguna.

Iba a matar a Shril de eso no había duda.

Estando en el pasillo, trato de buscarla con la mirada, pero no la encuentro por ningún lado ¿Cómo es posible?  Hace tan solo segundos estaba aquí. Me rindo después de varios minutos y cuando por fin escucho la campana sonar, me dirijo al salón. Fue muy raro el comportamiento de Sheril. Primero dijo que había sonado el timbre cuando nunca fue así, y luego me mandó a un aula que ni siquiera era el de nosotras. Por último, hubieramos ido juntas, después de todo estudiamos en el mismo salón. Se me hacía todo muy raro.

Al entrar, casi todos los asientos estan ocupados, recorro con la mirada cada espacio de todo este pequeño territorio de clases, suspiro al darme cuenta que en ninguno estaba Maze ni Sheril. Aunque me alivia que no este Maze, en cierto modo.

Entonces mi vista recorre los ultimos asientos, era obvio qur ahí iba a estar Dylan, en su burbuja negra. Puedo ver una chica a su costado, una zamba que trata de hablarle pero a él parece no interesarle. Resulta gracioso de ver, ya que al menos no soy la unica con la que es borde. Me acerco decidida a sentarme donde esta la zamba, ya había pasado la semana y ni siquiera le había avisado a Dylan de su propia fiesta.

Llego y los dos me miran con atención.

No quería sonar grosera, así que recurrí a la educación. —Disculpa, es que este es mi sitio.

Ella me miró frunciendo el ceño.

—Pues nunca te he visto sentada aquí.

Sonrío mirando hacia otro lado, no quería recurrir a mi mala forma de hablar, pero ella lo busco.

—Solo desaparece de aquí, que voy a sentarme.

Señalo el sitio y ella blanquea los ojos cogiendo sus cosas para luego irse.

Sonrío al salirme con la mía.

—Hola. —saludo.

Dylan, ni se inmuta en contestarme. Siempre tan educado. Estos últimos días lo he visto más enojado que de costumbre, quisiera preguntarle por qué pero creo que no me diría nada de todas formas.

Pasan los segundos y el prosefor de artes hace presencia juntos con mi amejorrs amigos y tres personas más. Lo que me hace apresurarme a decirle, no podía esperar más tiempo, ya era viernes y su fiesta es mañana.

Que sea lo que Dios quiera.

Aclaro mi garganta. —Uhm, Dylan. ¿Si sabes cuandl es tu cumpleaños, no?

Al parecer el tema llamó su atención, ya que voltea en mi direccion balnqueando los ojos, probablemente es la pregunta más estúpida que hice en mi vida, pero fue lo unico que se me ocurrió.

Ay, que exagerada.

—Sí, mañana.

Sonrío.

—Pues, que pasa si te digo que hay una fiesta.

Su expresión cambia, de estar enojado con la vida a estar enojado con el mundo. Creo que la noticia no le sentó bien.

Trata de controlarse. —Lola, te pedí específicamente que no hagas nada.

El profesor deja de escribir en el pizarrón y se voltea, Dylan había hablado un poco más fuerte de lo normal haciendo que el maestro recorra todo el salon en busca del susodicho. Dylan y yo nos erguimos en el asiento, tratando de pasar desapercibidos. Cuando por fin este se voltea, seguimos en lo que estábamos.

—Mira, iran bastantes personas, he visto que hablas mucho con Razzet, el de la sección B. A él también lo invité. Bueno, basicamente a todos, pero él irá.

Pasa sus manos por su cara.

—Diablos, Lola. —apoya sus codos en el pupitre y se agarra la cabeza, pensando.

Mientras el medita, yo presto atención, se lo esta tomando mejor de lo que pensé.

Estaba escribiendo mis apuntes, no podia dejar de prestar atención, así sea artes, algo que no tiene que ver con mi carrera, tenía que sacar los mejores promedios si quería si quiera ver la luz de la Universidad. Y también, para pasarle los apuntes a Dylan, que por mi propuesta no prestó mucha atención.

La clase había acabado, estaba recogiendo mis cosas, dispuesta a decirles a cada uno que informé de la supuesta fiesta, que lamentablemente había sido cancelada.

Cojo el hombro de Dylan, masajeandolo, en modo de aliento o bien, de disculpas, por haber hecho una fiesta sin consultarle.

Entonces me levanto, de la silla con mochila en mano.

—No, Lola, espera. —me volteo en su dirección.

—¿Sí?

El sonríe a medias. Espera... ¿Dylan esta sonriendo, de verdad? O sea, me refiero a una sonrisa sincera.

—Gracias por la fiesta. —se aclara la garganta. —Iré.

Una sonrisa brota de mí, no había nadie en el salón, yo creo que él esperó eso para decirme.

Levanto mi palma para que choque los cinco conmigo, dudó pero al final lo hizo.

—Muy Bien, la pasaremos genial. —me volteo aseguir caminando. —¡Ah!  Es en la casa de Maze, al lado de mi casa, sde todas maneras mas tarde te envío la dirección.

Y sigo mi camino.

Bien. Los preparativos comenzaban desde ahora. Aunque todavía no sabía como iba a hacer, estoy castigada, o eso dijo mi papá en nuestra conversación que tuvimos hace días, tengo suerte que no me haya quitado el celular, sé lo extremista que puede llegar a ser.

Marco un número en mi celular y me dirijo hacia allá.

Proxima parada, casa de Maze.

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