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.Décimo.

C A P I T U L O: 10

"Hola castigo"


—Mi-mierda.

Ah, a eso se refería.

Blanqueo los ojos con nerviosismo, observandolo con detenimiento puedo ver en su mano derecha una bolsa abultada color azul,  lo que me deja un poco de duda.

Paso cabello detras de mi oreja.—¿Pero qué pasó, Maze?

Él suspira en el piso. —Se me dio por volar, no salió bien.

Trató de reírse de su pésimo chiste pero al mínimo movimiento le produjo un dolor que le hizo cerrar por los ojos mientras que respiraba con dificultad, pero eso no me detuvo de darle un pequeños golpe en el brazo por el sarcasmo innecesario. Su queja ante mi acto me hizo ver que en realidad si le dolía, ¡Diablos Lola,  que no ves que se acaba de caer!

Con un poco de dificultad, me levanto del piso. Una vez establecida, estiro mi mano para que él la tome, al hacerlo halo del recién caído ayudandolo a pararse para que así se apoye en mí y su dolor sea menos. No sé si lo logré, pero al menos quería intentarlo.

—Eres un tonto, lo único que tienes que hacer es tocar la puerta, pero no... Decides trepar las paredes y atravezar el patio. Ahora que esto te quede de lección. —lo regaño cual madre mientras que Maze solo gruñe.

—Ya esta, Lola. Es solo un golpe, en la vida hay muchos, este solo forma parte del montón.

Suspiro pesadamente. Bueno, no quiero discutir porque a pesar de que le diga que no se vuelva a pasar por el patio, él no entenderá y más es lo que me voy a amargar en algo que no tiene solución. Siento como si fueramos los de antes, que discutíamos por todo pero que aun así se sentía bien. Por más raro que parezca.

Caminamos hasta la cocina, nuestro paso era lento por su reciente caída, así que llegar allí fue todo un reto para ambos. Mas aún si tenía que apoyarse en mí, ya que la torpeza era mi segundo nombre y podía hacerse presente justo en ese momento.

Ya en la cocina, lo senté con sumo cuidado para que no le doliera nada, sin embargo, sus quejidos no tardaron en llegar. Al despegarme de Maze, vuelvo a ver su herida en la frente, ahora con un poquito más de sangre, lo que me pone en alerta.

—Voy a ver algodón y alcohol, tu frente esta sangrando.—le aviso.

Maze agrandó lo ojos con tal velocidad que me causo un poquito de temor.

—¿Sa-sangre?

Mi ceño se frunce, lo miro dudosa y una sonrisa se escapa de mis labios.

—No me digas que le tienes miedo a la sangre. —digo mirandolo con los ojos entrecereados, esperando su respuesta, que por cierto era nula.

Una sonrisa juguetona volvió a escapar de mí. Tomando su silencio como una afirmación. Él había cerrado los ojos poniendo mucha presión en su acción, juntando sus cejas de tal forma que su expresión resultaba graciosa a los ojos de cualquier persona.

—No es miedo. Es respeto. —habló sin hacer ningun movimiento. —Por la sangre vivimos, sin ella morimos. Y a mí, Lola, se me esta llendo... Lo que significa–

Lo interrumpo acercándome a él y agachandome a su altura, me agarre de los extremos de la silla donde estaba él para no caeerme, creo que para mi mejor amigo es un poco más serio de lo que yo pensaba.

—A ver, Maze. —con mis pulgares abro sus ojos y sobo su ceño para que deje de fruncirlo. —No está saliendo mucha, si bien por la sangre vivimos, no creo que por un poquito que no tengas te lleve a tu lecho de muerte. —sonrío. —Ahora iré a ver el botiquín y curar esa pequeña herida que tienes ¿Sí?

Una sonrisa sale de él, niega con la cabeza suavemente. No entiendo... ¿No voy a ver el botiquín?

—No sé por qué siento que me hablas como si le hablaras a un bebé.

—Porque ahora mismo estas siendo uno, Maze. Pero tranquilo, es tierno si lo ves de mi perspectiva.

Me cubro la boca mentalmente despues de haber dicho eso.

Ok, esto se esta volviendo más personal.

Decido pararme de donde estoy e ir por el botiquín. Así que, básicamente, camino super lento para que las cosas se enfrien. Al llegar al baño de mi cuarto, lo saco del cajón de emergencias, salgo bajando las escaleras rápidamente al recordar su miedo a la sangre que recién acabo de enterarme, es curioso porque creía saber todo de él.

En la cocina él se encuentra espaldas a mí, sentado con la mirada perdida sobando sus dedos de manera exagerada, estaba nervioso, se le notaba. Me acerqué rápido cogiendo una silla en el camino, me senté  frente a él y comencé a curarlo sin emitir ruido alguno.

Moje un poco de alcohol en el algodón que traje sintiendo su mirada en mí. Trato de no mirarlo a los ojos mientras comienzo a pasar el algodón por su frente en la parte izquierda. Me sorprende cuando siento su mano apretar mi mano libre de tal forma que no me hace doler pero si sentir su tensión.

Mi vista pasó de su frente a nuestras manos para luego dirigirae a sus ojos, nuestras miradas se encontraron y sonreí con delicadeza. Creo que de verdad está nervioso por la sangre.

—Y... ya está. —sonrío dandole una ultima pasada de alcohol, para cortar un poquito de gasa y con un esparadrapo cubrirle la zona herida.

—Gracias. —asiento. —Aunque me sigue doliendo el cuerpo. Unos masajes no me vendrían mal.

Niego pegándole en el brazo, esta vez, más  suave que el anterior. —¡Oye! ya hice suficiente por ti hoy. No te acostumbres.

Lo señalo diciendo lo último y me paro del asiento para así poder servir la comida porque aunque yo ya había comido, tenía que alimentarlo a él. Lo cual es un reto ya que casi nunca se llena, es como un barril sin fondo o eso le decía la abuela a mi papá que tenia ese mismo mal. Una vez con todo listo, acomodo el plato en la mesa posicionandome, en esta ocación, al extremo de él.

Un silencio prolongado interrumpe mis "incontrolables ganar de hablar" ja, si claro. La verdad era que tener tema de conversación con alguien con el que ha pasado muchas cosas estos ultimos días...  Digamos que no sale natural.

Se aclara la garganta. —Y...  ¿Cómo te trata la vida?

Sin que acabe su pregunta, una carcajada ya se había formado dentro de mí, una carcajada a la que se une Maze, estabamos incomodos y eso nunca había pasado hasta el día de hoy y es que estoy empezando a creer que debo cambiar mi forma de comportarme con él. Cada que lo veo siento esas inmensas ganas de solo seducirlo,  y eso amigos míos, no está bien.

Mi risa se ve opacada por la de él,  que ríe mucho mas fuerte que yo, y luego su risa es opacada por la mía. Lo cual indica la gravedad del asunto. Así estuvimos por unos segundos más, largos segundos interminables, por cierto. Ambos compartiendo risas por lo incómodo que era todo desde que iniciaron las clases.

—¿Desde cuando somos así? Quiero decir, me encantaría volver a lo de antes. —una mueca se forma en el rostro de Maze después de haberle dicho equello.

—Supongo que yo también lo quiero. —se mete una cucharada a la boca e intenta pasarla rápidamente. —Volver a ser los mejores amigos.

Su tono fue casi como pregunta lo que hace que mi ceño se frunza.

—¿Cuando dejamos de serlo?

Un suspiro sale de él. —Creo que nunca ¿No?

Asiento,  nunca dejamos de serlo,  simplemente confundimos un poco las cosas y en mi borrachera se confundieron aún más.

—Solo que ahora sin darnos nada de besos ¿Eh?

Él sonríe mirandome con picardía. —Sin nada de escenas.

—Si lo dices por lo que paso en la discoteca , justifico mi comportamiento con la borrachera.

Se mete un poco de comida a la boca mientras sonríe. —Creí que no lo recordabas, así como no recordabas el beso.

Me mira unos segundos y vuelve a comer. 

¡Diablos, Lola! ¿Qué acaso no sabes cuando callarte? Está bien, me atrapó. Aclaro mi garganta antes de responder.

—Vienen lagunas. Uhm,  la verdad no recuerdo mucho.

Una risa sale de él.

—Yo lo recuerdo perfectamente y también recuerdo lo que pasó después de eso. Bueno, en fin. Como dijimos en un principio. —se torna serio. —Nada de sentientos.

—Exacto. —apoyo lo que dijo asintiendo con la cabeza. —Ahora sí. Ya que volvemos a como fuimos quiero platicarte de algo.

Su seriedad perduró, esta vez con un poco de amargura. —¿Qué hiciste, Lola?

Sonrío.

—No, no he hecho nada malo, bobo.  —suspiró con alivio. —Lo que sucede es que este fin de semana es el cumpleaños de Dylan.

—Ok y qué tengo que ver yo ahí.

—Pues que yo soy su amiga y mis padres justo estarán en mi casa ese día. —aclaro mi garganta y él solo me mira con detenimiento. —Quería saber si podíamos... usar tu casa.

Esto lo había pensado ahorita,  justo en este instante, una fuerza mayor me llevo a decircelo, pero su ceño fruncido y su claro mal humor por tan solo nombrar Dylan hizo que esa fuerza mayor se hiciera nada. Creo que no le agradó mucho la idea.

—Lola, él y yo ni siquiera somos amigos. Mejor dicho, él no es amigo de nadie, no entiendo como quieres hacerle una fiesta sabiéndose que posiblemente iran personas que ni conoce o peor aún que no irán personas.

Pongo los ojos en blanco. —A ver,  Maze. Tampoco estamos hablando de un amargado y sabes que iran personas. ¡Es una fiesta! ¿Quién no asiste a una? —lo observo juguetona. —Como sea, ¿Vas a poder? —mi cara adopta una mueca de ruego mientras mis manos se juntan a la altura de mi pecho. Me funciona con mamá, me funcionará con Maze. —¿Sí?

Maze cierra sus ojos unos segundos.

—Diablos.  —suspira. —Esta bien,  pero limpiaras todo.

Sonrío. ¡Sabía que funcionaria!

—Como quieras, bebé.

Lo último se me escapa sin poder detenerlo y él lo nota. Demonios, siempre malogro todo,  Maze me observa confundido y yo solo trataba de no mirarlo, de hacer como si fuera normal y cuando ya no me quedaba más que apechugar, fueron los toques en la puerta los que me salvaron.

Cierto...  Mi padre. Me había olvidado por completo de él.

Le dedico a Maze una sonrisa y salgo en dirección a la puerta, ay Dios. Para colmo, no preparé nada de lo que le diré.

Mientras llego, siento mis manos sudar como si de ellas emanara agua, las sobo en mi short de pijama arreglandome de paso el cabello para finalmente abrir la puerta.

Pero...  Con una mano en la perrila de esta mi mente comienza a preguntarse porqué mi papá tendría que tocar si tiene llave propia. Mi ceño se funce confundida y me obligo a empiñarme un poquito para alcanzar el hueco de la puerta, el cual me da una vista perfecta del perfil de Derek.

Diablos...  ¿Qué hace aquí?

Me debato entre abrirle o no. No quiero que luego aparezca Maze, y Derek confunda las cosas, además tampoco tengo ganas de hablar con él ahora mismo.

Mientras que mi cabeza sigue deliverando qué haré, otros toques se hacen presente.

—Dios ¿Que no se cansa? —susurro para mí misma.

—Imagino que tocará hasta que le abras. —doy un salto en mi sitio volteandome hacia Maze que se encontraba atras mío.

—No. Vuelvas. a. Hacer. Eso. —lo regaño.

—Bien,  bien. —levanta una mano ya que la otra la trae ocupada con la bolsa azul de antes solo que ahora se deja ver que dentro hay ropa. Espera...  ¿Esa es mi ropa? —La dejaste en mi casa.

Se carca a mí,  hasta quedar a solo pocos centímetros.

Trago duro mirando cada movimiento que hace con detenimiento, su mano pasa cerca de mi cintura, rozandola, pero sin detenerse ahí, lo cual me hace mirarlo extrañada ¿Qué esta haciendo? De pronto un crack hace que mi cerebro procese lo que acaba de pasar, o lo que está pasando en si.

Un despreocupado Derek entra cuando Maze abrió la puerta.

—Lola, ya que no pudiste...

Las palabras se Derek se quedan en el aire al encontrarnos en una posición demasiado comprometedora.

Maze con una mano en la perilla sosteniendo la puerta aun abierta, de paso con su brazo rozando mi cintura,  acorralandome entre él y la puerta, su otra mano sosteniendo mi ropa, mientras que yo estoy en mi pijama que consiste en un mini short con unos tirantes —osea, paños menores—, trantando de no pensar que esto traera más de un problema con Derek, y cuando pienso que ya nada puede ir mal veo a mi papá entrar por la puerta.

Adios, vida social.

Hola, castigo.

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