.Cuarto.
Tengo exactamente dos razones para que ese premio sea mío. Ajá, esta vez vengo con fundamentos ¿Qué? Tengo mi lado creativo y alegre ¿Bien? Entonces...
Razón número uno:
Parecía una novia celosa.
Sí, lo parecía y mucho. Por mi forma de preguntarlo, creo que hasta un mono se habría dado cuenta. Lo peor es que no estaba celosa, ¿Por qué lo estaría?
Razón número dos:
Sabía perfectamente que el tema de Cristina, siempre le molestaba.
En si, la chica es molesta. Con tan solo nombrarla amarga el ambiente y aumenta la tensión, y es que a pesar de tener muchos 'amigos' ella es insoportable... Aunque eso está en segundo plano, tengo que concentrarme en la reacción de Maze. Que, ahora mismo, parece ser neutra, sin expresión. Y yo... Pues yo estoy Igual. Siempre supe esconder mis reacciones, tal vez sea bueno, o tal vez malo, la cuestión es que en momentos como este, digamos que me sirve, obviamente para no quedar como una estúpida, claro. En fin, muevo mi cabeza incentivando a que conteste. Ya saben, al mal paso darle prisa, y no pensaba poner cara de vergüenza o ignorar lo que dije, porque eso solo me haría quedar más estúpida de lo que ya me siento. Lo acepto, ya la malogré, pero ahora no me puedo retractar.
En su rostro se dibuja una pequeña sonrisa ladeada, si no estuviera cerca, como lo estoy ahora, quizá ni la hubiera notado.
—Supongo que si te digo que no, no me vas a creer.
Bloqueó su celular y lo guardó en la parte trasera de su pantalón. Esta vez soy yo la que sonríe, al menos no me dijo "Sí y no quiero hablar de eso" como siempre respondía cuando no quería hablar de nada en específico.
—Se nota que me conoces, ahora que pasó, ¿Te sigue molestando?
Lamió sus labios y segundos después comenzó a beber de su jugo. Yo observaba todo con paciencia, al igual que él, bebí de mi jugo sin apartar mis ojos de su rostro.
—Respecto a eso...
—¿Qué pasó?—resoplé.
Puse mis manos alrededor de mi cintura esperando su respuesta, deduje que por el silencio, no era nada bueno lo que saldría de su boca.
—En las tantas invitaciones que me hizo, decidí aceptar una. —mi rostro se desencajó y no pude evitar que la rabia recorriera mi cuerpo. Una presión en el pecho era lo que sentía y lo último que quería ¿Qué me está pasando? Sé que mi rabia es porque la lleva rechazando tanto tiempo para que caiga en un segundo. Y lo de mi pecho... Sacudo mi cabeza evitando cualquier pensamiento absurdo. —Fuimos a un bar, tomamos mucho y desperté en su cama al día siguiente.
Mi cara se congeló, esperando a que se riera y diga que todo era una broma. No fue así.
—¿Te acostaste con ella?
—No lo sé. Yo no... No lo recuerdo. —cerró sus ojos negando deliberadamente.
—Maldición Maze, sabes como es esa chica, no paró hasta que lo consiguió. —niego con mi cabeza, desaprobandolo. Sé muy bien como le costó sacársela de encima, no lo consiguió del todo, pero ahora si no lo conseguirá, acaba de cavar su propia tumba.
Algo dentro de mi me preocupaba, no solo me molestaba el hecho que hayan dormido juntos, sino también... Me dolía.
«Nada ha cambiado»
—¿Conseguir que? —su expresión paso de seria, a sumamente seria. Hice una mueca mostrándole lo obvio que era. Por Dios, durmieron juntos, eso consiguió, y no precisamente durmieron. —Lola, —se acerca un poco más. —No sé porque tengo la necesidad de aclarar esto, pero es como es, no lo recuerdo. Desperté con ropa, al igual que ella. No sé si en realidad pasó algo esa noche, ella dice que sí. Aún no estoy seguro. —palmeo el lado donde había guardado su celular. —Estábamos hablando de eso, o bueno, mensajeando.
Frunzo el ceño, pero no solo por su cercanía, si no por lo tonto que es su método, según mi poca experiencia, las cosas no se arreglan por mensajes. Mirando hacia otro lado y usando mi vaso de jugo para crear una distancia, así sea mínima, le planteo mi cuestionamiento.
—¿Tú crees que eso se arregla por celular?
Retrocede confundido. —¿Me estás diciendo que salga con ella y hable de esto? —se agarró el puente de la nariz. —Ella dice que sí, Lola. Pero sinceramente no le creo, no quiero que ella sea la... —se calló suspirando. —Olvidalo.
Tomo más de mi jugo, examinando sus palabras, termino por asentir un poco dudosa.
—Deberías decirle que no quieres nada con ella, que estabas borracho y que ella abusó de tu estado para aprovecharse de ti, si es que se aprovechó.
Cambié de tema, no quiero crear más tensión de la que hay, el sarcasmo me está ayudando. Al terminar de decir eso, lamí mis labios para ocultar la risa, dándole solamente una mueca juguetona. Levanto la mirada encontrándolo con la sonrisa a flor de piel, no la oculta, más bien, me atrevería a decir que disfruta esto.
—Claro y después le digo que la llevaré a la comisaría porque ya presenté mi denuncia. —me mira con obviedad. —Lola, eso no me lo van a creer jamás.
—¿Entonces? —me agarro la cabeza, de repente este tema ya me tenía irritada. —Ya olvidalo, es una chica más en tu lista. Además si te acostaste con ella es porque te gusta de algún modo, ¿no?
Sus cejas se juntaron y negó repetidas veces. —Diablos no, ¿Cristina? —llevó su mano a mi hombro. —Estamos hablando de Cristina, Lola. No me gusta.
Rodé los ojos, no tenía ganas de hablar de esto, o discutirlo, solo tomé el ultimo trago de mi jugo, me volteé ignorándolo y llevando el vaso al fregadero para así dejarlo con los demás trates sucios. Resoplo al darme cuenta que la flojera se quiere apoderar de mí, no quiero lavar todo esto. Maze no ha dicho nada, sólo dejó su vaso en el fregadero al igual que yo y simplemente se abstuvo de hablar, me volteé nuevamente a seguir mis preguntas.
—Supongamos que Cristina no te gusta, esta bien. También supongamos...
El timbre interrumpió lo que estaba a punto de decirle. Intenté ignorarlo y seguir con la conversación, pero justo cuando estaba abriendo la boca para hablar una sinfonía de timbres, me interrumpió.
Negué con la cabeza limpiándole las manos para abrir la puerta. Estaba atravesando los muebles y justo cuando otro sonido de timbre se escuchó en toda la casa. La abrí olvidándome que tenía que preguntar y ver quien era antes de lo que había hecho, podría ser cualquier ladrón, pero mi corazón se calmó al ver al chico que tenía delante, ese cabello y especialmente esa sonrisa eran tan reconocibles.
—¿Derek? ¿Qué haces aquí?
Él dio un paso adelante atravesando la entrada, invitándose a entrar sin mi consentimiento. Retrocedí el paso que el avanzó creando una distancia prudente entre los dos.
—¿Podemos hablar?
Ya lo venia venir ¿Se acuerdan de Derek? ¿Con el que hablé está mañana? sabía que vendría a darme explicaciones que no necesitaba, ya había pasado. Cuando salíamos juntos, él me informaba de cada paso que daba. No la pasábamos mal, es más, disfrutaba su compañía pero para mí era innecesaria tanta información. Me trataba como su novia, o eso creo.
Nunca he tenido un noviazgo, pero los libros, amigos míos, ayudan bastante.
Asentí con expresión no tan seria, después de todo quiero distraerme con él un poco. Y supongo que el quiere lo mismo.
Caminé hacia la sala y nos sentamos en los muebles, uno al frente del otro. Lo único que nos separaba era una pequeña mesa de noche.
—Lola, ¿Vas a querer esa lasaña que está en el refrigerador? Tengo hambre.
Maze entró de sorpresa haciendo que me sobresalte, Derek lo miró ceñudo y yo solo me puse un poco de cabello detrás de mi oreja con nerviosismo.
—Comelo si quieres.
Susurré sabiendo que el habiente estaba tenso, especialmente porque Derek fulminaba a Maze con la mirada. Aún no somos nada y ya esta fulminando a mi amigo, Derek si que es intenso.
Me levanté del mueble al ver que Maze no se iba y, para colmo, lo único que hacía era sonreír. Derek también se levanto del mueble, haciendo una seña de "Yo lo puedo manejar"
—Hola.
Vaya, como manejas las situaciones...
Mi amigo le regresó el saludo con un movimiento de cabeza. —Esta bien, de todos modos me lo comeré.
Creo que Maze no escuchó cuando dije que podía comerlo, pero eso era lo de menos. Derek se aclaró la garganta, regresando toda su atención a mí.
—¿Podemos hablar afuera? —cuando estaba por responder, él se me adelantó. —Me refiero a un café, quiero hablar contigo.
Maze silbó con una sonrisa sacarrona en su rostro, rodeando el comedor y se adentrandose a la cocina.
—Voy a hablar con Maze y ver si salgo.
Él levantó las cejas. —¿Le tienes que pedir permiso?
Fruncí el ceño. —No, solo tengo que hablar con él.
Antes de que hable caminé hasta la cocina y cerré la puerta, la razón por la que iba a hablar con Maze no era precisamente para pedirle permiso, era más que todo para convencerlo de que lave los trastes por mí. Lo encontré con una cuchara gigante en la mano y el plato en la otra. Sonreí sentándome en una silla.
—Hola, Mazesito...
Maze levantó la mirada dejando de meterse lasaña a la boca, solo dedicándose a masticar para poder responderme, tragó para luego beber de un solo trago, lo que parece ser, un vaso de jugo de pera.
—Oh no, ¿Ahora que?
Me levanté del asiento acercándome a él. Maze también se levantó soltando el plato y comenzando a caminar hacia atrás, asustado. Esto era cómico.
—Mi queridísimo amigo Maze, tan lindo, tan bueno, especialmente bueno.
Sonreí mientras me acercaba, llegó un momento en el que dejó de caminar, pero yo seguía avanzando, de repente su rostro se ponía más serio a medida que me iba acercando. Sentí mi pulso acelerarse, no sabia exactamente que estaba haciendo, solo me estaba dejando llevar. Puse ambas manos a los costados de su rostro haciendo que su mirada se encuentre con la mía. Me perdí en sus ojos por unos segundos, mi vista recorrió lo que tenia en frente, era imposible no hacerlo. Esos ojos tan profundos. Sus labios, oh Dios, sus labios. Una sonrisa se formó en ellos haciendo que regrese a la realidad. ¿Qué estoy haciendo?
—Sigue. —susurró.
Hice caso a su petición, al fin y al cabo ambos estábamos demasiado cerca y nadie hacia nada por desaparecer el momento. Lentamente su rostro se acercó al mío, sus manos tomaron vida propia y se posaron en mi cintura haciendo que pequeñas corrientes se disiparan en todo mi cuerpo, su agarre era seguro, firme, provocando que mi cuerpo y el suyo estuvieran con una distancia casi nula. Solo basto eso, un roce y ya me temblaban las piernas, pero lo disimulaba bastante bien, repito: ¿Qué estoy haciendo? Mis manos dejaron su rostro y pasaron a entrelazarse al rededor de su cuello, ese minúsculo movimiento hizo que nuestras frentes se pegarán, abrí solo un poco mis ojos, encontrando los suyos fuertemente cerrados. Seguí inspeccionando su rostro, aún teniendo nuestras frentes pegadas, deteniéndome en sus labios y sintiendo una sonrisa formarse en los míos, sabía que los segundos pasaban lentos, más ahora que estábamos así, nuestras respiraciones eran un solo sonido melodioso, Maze apretó su agarre en mi cintura haciendo que nos acercamos más —algo casi imposible— ahora sí, nuestra distancia era nula, eso hizo que nuestras narices se tocaran, mi cabeza estaba inclinada hacia arriba, Iba a pasar, estaba a punto de besar a Maze, estaba a punto de, posiblemente, arruinar nuestra amistad. ¿Pero importaba? Importaba pensar en eso ¿Justo en este momento? No lo creo. Mi razón ya estaba perdida, pero mi corazón, mi corazón solo latía como un loco.
Como bien dicen, ellos nunca están de acuerdo. Y aunque sabía que en un principio no quería que esto sucediera, ahora mismo solo pienso en que suceda, en que él tiempo no se detenga y me bese de una maldita vez. Y sentí eso, el roce de nuestros labios, que de repente ya no estaban ahí.
—¡Lola! ¿Irás?
Derek.
De un salto me despegué de Maze. Empujándolo lejos de mí como si me hubieran atrapado infraganti, como si él me repeliera. Un silencio inundo en la cocina, mientras yo miraba a todos lados, menos a él. Derek estaba en la sala, por lo que no ha podido ver lo que estaba sucediendo aquí, que oportuno de su parte llamar justo en ese momento, justo cuando ya lo tenia tan cerca, pero su llamado solo hizo que la realidad golpeara mi cara vilmente, ¡Ya lo he dicho! ¡Es mi amigo! No puedo hacer esto... Puse un poco de cabello detrás de mi oreja y me digné a mirarlo y decirle a lo que venía desde un comienzo.
Aclaré mi garganta. —Maze, ¿Podrás lavar los trastes por mí? Es que Derek quería hablar conmigo y... Pues... ¿Podrías hacerlo?
Le dediqué la mejor de mis sonrisas. Su rostro otra vez serio me hizo dudar si su repuesta iba a ser afirmativa. Se relamio los labios y toco su barbilla moviendo su cabeza.
—Déjame entenderlo, ¿Vas a dejar pasar esto? Y en cima quieres que lave los trastes para que tu salgas con... Espera ¿Vas a tener una cita con él?
—No, Derek solo quiere hablar conmigo. Tu mismo lo oíste.
—Pensé que le dirías que no. —se acercó peligrosamente. —No importa, lavaré los trastes y me iré, creo que veré a Cristina. Seguiré tu consejo.
Con la sola mención de su nombre hacía que se me revolviera el estómago, nunca me llevé bien con ella. Decidí no me apartarme, él no me intimidaría.
—Creí que no te gustaba.
Sonrió de una manera nada amistosa, se acercó más a mí haciendo un sonidito molesto con su paladar y su lengua como negación, juntó los labios haciendo mi vista se dirija a ellos, no era tan difícil, la cercanía me descontrolaba. Al darse cuento en donde estaba posada mi mirada volvió a sonreír maliciosamente.
—No me gusta, pero tengo sexo gratis y sin tener que involucrarme con otra loca.
Sus palabras tan cortantes y frías hicieron que se me ponga la piel de gallina. Pero sobre todo, me revolvieron el estómago ¿Ahora que le sucede?
—Bien. —giré sobre mis talones atravesando y cerrando la puerta de la cocina con un gran sonido debido al portazo, al salir encontré a Derek el la sala esperando. —Starbucks está un poco lejos de aquí ¿Trajiste tu auto?
El asiente, pero yo no puedo dejar de pensar en que a partir de ahora mi amistad no será lo mismo. Al menos que actúe como si nada pasara.
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