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Por debajo de la mesa

- ¡Todo el mundo a lavarse las manos y a preparar la mesa! Hemos llegado tardísimo... Sabía que tenía que haberme encargado yo de todo, estos niños...

La señora Weasley continuó despotricando mientras iba hacia la cocina. Ginny, Hermione y yo subimos a nuestra habitación para cambiarnos. Me puse un pijama corto, pues el ambiente en la casa era caluroso y no quería ponerme a sudar durante la cena.

- ¿No tienes nada que contarnos? - dijo Hermione mientras se sentaba en la cama, abrazando una de las almohadas.

- ¿Yo? - pregunté alzando las cejas, sorprendida.

- No, la reina de Inglaterra - contestó Ginny con ironía - ¡Pues claro que tú, Black! ¿Qué tal la tarde con mi hermano? Volvisteis los dos muy sonrientes...

Me sonrojé mientras mis dos amigas me miraban expectantes. Parecía que no se habían enterado de mi escapada nocturna, sino ya me hubiesen acribillado a preguntas sobre el tema. Es verdad que salimos del bar gastándonos bromas y continuamos hasta la casa, pero me había parecido todo muy casto y amigable. No pensaba en que los demás lo interpretarían de otra manera.

- No ha pasado nada. Nos hemos hecho amigos, ya esta. Nos hemos divertido haciendo los recados - dije intentando disimular colocando mi ropa.

- Entonces... ¿ya está todo bien entre vosotros? - preguntó Ginny

- Eso parece - contesté con una sonrisa tímida - Pero solo eso, amigos.

- Por ahora...

- Hermione...

- Vale, vale... Es que creo que haríais buena pareja. Nada más. Y las dos queremos que formes parte de la familia - dijo mirando a Ginny mientras esta asentía.

- Ya somos familia, Herms - dije abrazándolas - Ya no tenemos 15 años, sabes que forzar una relación no es buena idea, ¿verdad?

- Tienes razón - contestó mientras se liberaba de mi abrazo para ir hacia el baño - No me meteré más en el tema. Pero a cambio nos tendrás que contar con todo detalle si hay algún avance. ¿Lo prometes?

- Lo prometo - dije pensando en que tendría que contarles en algún momento lo de la noche anterior. Más adelante, ahora me quitaría bastante credibilidad...

- Tampoco es necesario saber todos los detalles - dijo Ginny con cara de asco, arrancándonos una carcajada.

Cuando estuvimos listas bajamos al comedor. El señor Weasley había llegado y charlaba animadamente con Harry, preguntándole sobre algún artilugio muggle del que no alcancé a escuchar el nombre. La señora Weasley los interrumpió, presentándome. Me hizo varias preguntas sobre el mundo muggle, yo no supe contestarlas pero le dije que estaba muy interesada en todo eso. Quedamos en que al día siguiente me enseñaría unos cuantos chismes que tenía guardados para saber si podía adivinar para que se utilizaban. Me cayó bastante bien, cosa que creo que fue mutua.

Me senté al lado de Hermione y en frente de Harry, que seguía con cara de resaca a pesar de haber pasado todo el día en la casa descansando. Le guiñé un ojo cuando me miró, lo que hizo que se pusiese colorado y apartase la mirada. Reí disimuladamente, seguro que se acordaba de algunas cosas de las que me había dicho anoche y, si no, Ron se las había recordado. 

Mientras estaba perdida en mis pensamientos con el bullicio de la cena no me di cuenta de que George se había sentado a mi lado. Llevaba una camiseta blanca de manga corta, unos pantalones de pijama granates y tenía el pelo mojado, como si acabase de salir de la ducha. Olía a manzana verde y canela. Me lanzó una sonrisa nada más sentarse que me derritió completamente, me descoloqué y no sabía a donde mirar. 

Comenzamos a cenar y cada uno se adentró en una conversación. Hermione me enumeraba los diversos motivos por los que deberíamos llamar a más magos para que ayudaran con el Torneo, no quería dejar nada a merced de la suerte. La charla se tornó demasiado aburrida. Quería mucho a Herms, pero cuando se adentraba en tecnicismos...

De repente, noté como una mano se posaba en mi mulso y empezaba a apretarlo con delicadeza. Me quedé petrificada y esperé que nadie se hubiese dado cuenta. Miré disimuladamente al pelirrojo, que seguía hablando con su padre, disimulando. Como si ese roce fuese algo natural para él. Pero yo no podía evitar ponerme a sudar.

Podría parecer una tontería, pero a pesar de que ya nos conocíamos en otros aspectos más íntimos ese tipo de caricias me hacían sentir mariposas en el estómago. No sabría como explicarlo, es muy... ¿de pareja? No se. Además, había demasiada gente en la habitación y como alguna de mis amigas se diese cuenta iban a montar una escena, eso estaba claro.

Una sonrisa apareció en la comisura de sus labios. Una sonrisa pícara, sabía que ese contacto me estaba poniendo nerviosa y lo disfrutaba. Le gustaba tener ese poder en mí, se le notaba. Pero a este juego podemos jugar los dos.

- Señor Weasley, Ginny me contó algo sobre un pato de goma que utilizan los muggles. ¿Qué es exactamente? ¿Es verdad que todos son amarillos?

- ¡Es curioso que lo preguntes! - me contestó el señor Weasley, animado - Justo hace unos días tuvimos un incidente...

Mientras me contestaba, disimuladamente posé mi mano en la pierna de George, sin dejar de mirar y asentir a lo que Arthur me estaba contando. Noté como pegó un respingo en su asiento, no se esperaba que contraatacara. Con el sobresalto quitó la mano que tenía en mi muslo, cubriéndose con ella la boca mientras fingía toser. 

- ¿Estas bien, hijo? - dijo la señora Weasley - No deberías comer tan rápido, te vas a atragantar. 

- Estoy bien, mamá - contestó mientras miraba fijamente su plato y seguía comiendo.

El señor Weasley continuaba hablando sobre los patos. Yo estaba un poco inclinada hacia al pelirrojo, con una mano apoyada en el mentón y asintiendo concentraba a lo que me decía. Mi otra mano comenzó a subir por la pierna de George, despacio, hasta llegar a una zona peligrosa.

Suavemente acaricié su entrepierna por encima del pantalón. Noté como su miembro comenzaba a despertarse, palpitando mientras se hacía más grande, sintiendo la tensión por encima de la tela de sus pantalones. Lancé una mirada al pelirrojo, que estaba cada vez más colorado y mirando hacia delante. 

Con mis dedos recorrí la forma que marcaba, suave, despacio. Sabía que para él estaba siendo una tortura y me sentía poderosa. Por una vez era yo la que le estaba dominando. Tenía el control de la situación. Los demás seguían conversando, ajenos a lo que estaba pasando debajo de la mesa. 

- George, ¿tienes calor? - preguntó Ron - estas colorado. Bueno, más que de costumbre.

- Es...estoy bien - dijo tartamudeando y aproveché para aumentar la presión sobre miembro - Bufff..

Resopló al terminar debido a mis movimientos, que eran más rápidos y rudos. Yo seguía mirando al señor Weasley, que parecía no tener fin en su conversación sobre los patos de goma. Noté su respiración más acelerada y palpitaciones debajo de mi mano. A pesar de que estaba intentando mantener la compostura, me estaba contando. Notar su miembro tan duro me estaba poniendo a mil. 

- Bueno - dijo la señora Weasley en voz alta - les toca a los chicos recoger, así es que no quiero que salgáis de aquí hasta que esté todo como los chorros del oro.

Hermione y Ginny se levantaron dirigiéndose hacia el salón. La señora Weasley las siguió y me hizo señas para que me levantase. Paré con el movimiento, haciendo que el pelirrojo soltase un suspiro. Me miró con una mezcla de ternura y pasión, le había dejado a medias y eso no le gustaba. Pero fue él quien empezó con este juego. 

Cuando salía por la puerta, me di la vuelta al escuchar a Ron.

- ¡Vamos George! Levántate, no te vas a librar de limpiar.

- Esto... quiero repetir postre, hermanito. Dejadme algo, luego lo recojo. - contestó mientras no me dejaba de mirar a los ojos.

Le sonreí mientras le guiñaba un ojo, sabiendo que esa noche era muy probable que tampoco durmiese en mi cama. 





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