La primera luna llena
- Marta... despierta... por favor
Abrí lentamente los ojos y la luz me cegó al instante. Intenté taparme la cara pero me dolía el brazo, por lo que lo único que hice es soltar un quejido.
- AHHH! Estas bien! - escuché a Hermione mientras me abrazaba.
- Eso parece - dije intentando incorporarme, ya sintiendo un poco mejor mis extremidades - pero si no dejas de aplastarme no puedo prometerte nada.
Se levantó rápidamente pidiéndome disculpas. Tomó una pose más profesional y me explicó que la caída me había provocado un desmayo, pero que según la señora Pomfrey no era nada grave. Me había dado una poción para que mi cuerpo sanase y pudiese recuperarme del todo. La enfermera llegó para preguntarme por mi estado y darme el alta, pero me dijo que no hiciese esfuerzos y que al día siguiente acudiese a una revisión. Me dio una poción para dormir mejor y nos despidió a las dos de la enfermería. Ya fuera, más tranquila, me di cuenta de que estaba empezando a anochecer.
- ¿Cuánto tiempo he estado dormida? - pregunté a mi amiga.
- Unas horas. El partido se suspendió y esas cosas. No se en que momento pensé que sería buena idea aceptar la propuesta...
- No es tu culpa. Ha sido un accidente de Quidditch, ocurren muchos y más graves. Tu has visto bastantes.
- ¿Fue un accidente? Me pareció ver que Angelina... - se quedó pensando, como si quisiese elegir mejor sus palabras - Marta, sabes que te apoyaré en cualquier cosa. Si alguien ha intentado hacerte daño aposta debes decírmelo. Ya no somos niñas.
Se quedó mirándome mientras cruzábamos los portales. Estaba claro que Angelina había provocado mi accidente, pero tampoco tenía pruebas y no quería inmiscuirme en una batalla que me agotaría mentalmente. Lo único que quería era seguir con mi vida tranquila.
- Fue un accidente, Herms - me miró con suspicacia - No te preocupes, me mantendré alejada de las escobas por un tiempo. Mi cabeza lo agradecerá.
- Y tu trasero - dijo tomándome del brazo - Oye, has hablado ya con George de...?
- No he hablado con él, ni creo que lo haga. De todas maneras, solo fue una tontería.
- No creo que lo fuese para ti - contestó Hermione con una nota de preocupación en su voz - Sabes que puedes contar conmigo si necesitas hablar de algo.
- Lo se - dije apretando el brazo con el que me tenía agarrada - Tengo que ir a los invernaderos a por ingredientes que me faltan para la poción. Se acerca San Valentín y toca enseñarles la Amortentia a los de sexto año...
- No entiendo como sigue eso en la programación - dijo Hermione más enfadada de lo normal, con razón - Tengo que hablar con la directora para ver si podemos suprimirlo en los años futuros de los TIMOS.
Se fue en dirección contraria a donde me encontraba. Verla así me hizo sonreir. Odia esa poción desde que Lavender utilizó alguna parecida de sortilegios Weasley para intentar enamorar a Ron. Pero creo que es importante que los alumnos de mi clase conozcan todo tipo de pociones y esta, dentro de su campo, es la más potente y poderosa que existe. Tendría que tenerla vigilada, pero creo que podría servir para una buena lección.
Llegue a los invernaderos y busqué a Neville, pero como ya era muy tarde no lo encontré. Seguramente estaría preparándose para la cena. Cogí lo que necesitaba y como tenía aun tiempo libre me fui al jardín secreto que me había enseñado Neville. La noche era fría, pero conjuré uno de mis jerseys y gracias a que Herms me había traído una muda no tenía que cambiarme. De todas maneras en el jardín se estaba bastante bien, no corría nada de aire y el suave aroma de los arboles daba una sensación de paz. La noche estaba abierta y era la primera luna llena del año, que se podía ver entera. Eso me hizo recordar al profesor Lupin y me puse muy triste...
Escuche un ruido fuerte detrás de mi. Me giré asustada, colocándome con la varita rápidamente en posición de defensa. Escuche a alguien maldecir en voz alta, parecía que se hubiese hecho daño. Me acerqué y vi a George Weasley frotándose la espinilla, mientras agachado el pelo rojo caía sobre su cara y se podía ver su cicatriz.
- ¿Estás bien? - dije con voz neutra poniéndome a su lado - Deja que te ayude a sentarte.
Me miró con cara de enfado pero accedió. Colocó su brazo sobre mis hombros y lo llevé hasta uno de los bancos. La luz de la luna se reflejó en su cara y pude ver sus facciones muy marcadas, las líneas de expresión tan atractivas que se adivinaban en sus ojos y comisura de sus labios. Me hizo sonreír con ternura, eso solía significar que era una persona que había sido muy feliz: Se marcan de tanto reir.
- ¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?
No me había dado cuenta de que me había quedado embobada y bajé la mirada avergonzada. Él seguía tocándose la pierna con gesto de dolor y me puse de rodillas delante de él. Levanté sus pantalones de chandal, él no lo impidió y vi que tenía en la espinilla un golpe que ya estaba cogiendo un color morado.
- Creo que no tienes nada - dije tocándolo con cuidado.
- Ah! Me duele...
- Es normal. Los golpes en esa zona son muy dolorosos y durará un rato más. Tendrás una marca fea pero creo que la puedo tratar.
- No tienes porqué...
Pero ya me había levantado. Fui al invernadero y cogí algunas hierbas que mastiqué, me coloqué otra vez arrodillada delante de él y puse la mezcla sobre el golpe.
- Con esto no te saldrá tanta marca y te aliviará un poco.
- Marta... ¿Estás bien? Deberías estar en la enfermería. La caída de esta tarde ha sido dura.
- Estoy bien. Me han dicho que puedo salir, pero que no haga esfuerzos. Solo venía a coger unos ingredientes que necesitaba para las clases - me acordé de que había sido todo por culpa de Angelina y eso me enfureció - Aunque creo que eso no debería importarte.
Me levanté para irme, pero George sujetó mi mano impidiéndomelo. Fue con rudeza pero cuando me volví para mirarle bajó la fuerza. A pesar de estar sentado, estábamos casi a la misma altura. Me acercó un poco hacia él y me puse nerviosa. No sabía porque el pelirrojo tenía ese poder en mi.
- Marta, siento haberme comportado como un capullo. Lo que pasó el otro día en el baño...
- No tienes por qué darme ninguna explicación - dije nerviosa. Pensaba que ya no íbamos a tener esta conversación y me pilló desprevenida.
- Si tenemos que hablar de ello, Black - contestó pasándose la mano que tenía libre por el cabello - Mira, yo no soy así. La verdad, hacía mucho tiempo que no tenía un contacto tan íntimo con alguien, con Angelina no iban muy bien las cosas desde hace meses y te pusiste encima de mi con tan poca ropa...
- Yo no me puse encima de ti - dije enfadada - me pusiste tu porque tu exnovia nos estaba buscando para matarnos...
- Si bueno, tienes razón. El caso es que la situación y lo caliente que me pon... que me pusiste - se le veía azorado, lo que me hizo poner una sonrisa divertida - Ya sabes lo que pasó. No somos amigos, pero creo que te mereces una explicación.
Su semblante seguía serio. Se dio cuenta de que me estaba sujetando la mano y la soltó. No pegaba mucho con lo que acababa de decir que estuviésemos tan cerca, como dos buenos compañeros.
- No te preocupes - dije con indiferencia - todo está bien. También tuve culpa.
Se levantó para irse al castillo, levantando una mano a modo de saludo y me quedé sola en el jardín. Había dicho que yo le pongo caliente? Me quedé sentada sonriendo, rozando mi pecho con los dedos. Me excitaba muchísimo pensar en que ejercía ese poder en un hombre, más aún en un hombre tan atractivo con el pelirrojo. Su espalda, sus manos grandes, esa voz tan grave cuando se enfadaba... recordé su pene presionando mi sexo en los baños...
Estaba demasiado caliente, el roce de mi ropa interior y los recuerdos hacía que me empapase. Miré alrededor, no había nadie. Ya era de noche y pocos conocíamos este lugar. Puede que fuese una locura o el golpe que me había dado en la cabeza esta tarde había acabado por trastornarme del todo, pero comencé a frotar mis dedos contra mi sexo. Llevaba ropa de deporte lo que facilitó que pudiese meter la mano dentro de estos y jugar con mi clítoris. La otra mano la introducí debajo de mi jersey y comencé a rozar mis pezones. Estaba tan mojada que todo fue bastante rápido, aumenté la velocidad a medida que notaba que estaba llegando al climax, imaginándome al pelirrojo susurrandome que le mirase, recordando su miembro contra mi, palpitando...
- George... - dije entre susurros.
Me corrí en pocos segundos, nunca me había pasado. Abrí los ojos, colocandome bien la ropa e intentando recuperar la respiración. Me dirigí al castillo más contenta que nunca, esperando que quedase algo de cenar.
Si me hubiese mirado hacia la izquierda antes de salir, hubiese visto unos ojos casi negros observándome desde la puerta del invernadero...
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