Decepción
Si tengo que explicar en palabras como me sentí al día siguiente no sería capaz. Es imposible plasmar mis emociones, siempre me ha sido difícil explicarme y con el tiempo me había creado una coraza a la que no había dejar entrar a nadie. Pero la noche anterior me abrí a una persona, a la que menos me esperaba. Y no solo eso, sino que compartí con él una intimidad que hasta ese momento solo me había reservado a mi misma.
Explicar como me sentía físicamente era más fácil: agotada y dolorida. No había podido pegar ojo en toda la noche, pensando en nuestro encuentro. Y, bueno, mis partes íntimas me dolían bastante. Me notaba inflamada y cuando me duché noté un poco de sangre que antes no había visto, pero por todo lo demás bien. Noté en el espejo unas pequeñas marcas moradas en la cintura, con la forma de los dedos del pelirrojo. Las acaricié sonriendo, me gustaban esas marcas, no me habían dolido ni había sido incómodo, fue fruto de una pasión consensuada.
Mientras me dirigía a las clases pensaba nerviosa en como sería volver a encontrarme con George. No sabía cual sería la actitud más acertada, ¿ser distante y despreocupada?¿tratarlo con calidez?¿ser cariñosa? Todo era nuevo para mi. Mis pensamientos durante la clase de pociones me hicieron despistarme un poco, los alumnos se revolucionaron de más con las pociones de amor. Tomé la decisión de evitar a George de la mejor manera posible durante el día, no tenía que acercarme a sus clases en el bosque para nada, y por la noche podría hacer una lista con las mejores ideas para tratar el asunto. Esto hizo que volviese a concentrarme y la mañana pasase sin ningún imprevisto más. Guardé las pociones que había hecho realizar a los alumnos para luego valorarlas. Lógicamente no les enseñaba a hacer amortentia, era una poción horrible y peligrosa. Pero llegando San Valentín hacíamos unas parecidas, más suaves y con efectos pasajeros. Aún así siempre las recogía al acabar la clase, ya habían provocado demasiados problemas este tipo de pociones en la escuela. Cogí la amortentia que les había enseñado como muestra. Hasta ahora siempre me había olido a lino y menta, pero noté como por encima de estos podía adivinar un olor nuevo, que parecía... ¿canela?
La guardé en su sitio y me dirigí hacia el gran comedor. Saliendo por el patio me encontré con Draco.
- Marta! - dijo tomándome del brazo - ¿me acompañas a los dormitorios antes de ir a comer? Tengo que cambiarme la camisa...
Llevaba una camisa negra bien abotonada, con unos pantalones negros y un cinturón del mismo color. No se como lo hacía, pero hasta para dar clase estaba elegante. El rubio tenía un cuerpo de supermodelo y sabía aprovecharlo, tenía a todas las alumnas persiguiéndole como las colegialas enamoradas que eran. Incluso había escuchado a algunas de Ravenclaw decir que le prepararían unos pasteles para San Valentín.
- Claro - contesté siguiéndole - además, tengo que hablar contigo de algo.
Quería contarle lo que había pasado. Era mi mejor amigo y seguro que me sabría aconsejar de la mejor manera posible. Lo que pasó en el baño era más difícil de explicar, pero mi primera vez teniendo sexo tenía que contarselo. Él siempre me había contado sus escarceos, antes de Pansy, qué a mí normalmente me ponían muy celosa pero agradecía que confiase en mi. Ahora que tenía novia no hablábamos mucho de su relación. Sabía que ella y yo no nos llevabamos muy bien y creo que no quería ponerme en un compromiso opinando en contra de su pareja.
Llegamos a la sala común y hice ademán de esperarle en el sillón pero tomó mi mano y me subió a su habitación. Era del mismo tamaño que la mía, con una enorme cama con un dosel negro y unas sabanas de satén verdes, el color de nuestra casa. Todo estaba pulcro y organizado, una ventana daba al bosque, pero estaba cubierta por unas cortinas verdes que atenuaban la luz y le daban un aspecto más lúgubre a la habitación.
- Qué puedo decir - dijo dándose cuenta de mi expresión - hecho de menos las mazmorras.
Sonriendo se quitó la camisa y yo me sonrojé, mirando hacia otro lado. Estos años habían hecho que su delgadez se transformase en musculatura. Su piel blanca hacía que se marcasen más sus abdominales con un fino vello rubio que se podía apreciar con esa luz y la uve que bajaba hasta...
Me di cuenta de que sin querer había vuelto la vista hacia él de nuevo y lo miraba demasiado fijamente, como una psicópata, menos mal que no se dio cuenta y pude disimular, carraspeando. Me había estado hablando pero no me había dado cuenta.
- ¿Qué? - dije intentando parecer despreocupada
- ¿Qué tenías que contarme?
- Pues... - tragué saliva, pensaba que esto iba a ser más fácil - anoche... en la sala de pociones... me acosté con Weasley.
- ¿Qué? - dijo poniendo cara de sorpresa - ¿Con Ron?
- No! - dije poniéndome más colorada aún - con George. ¿Cómo me voy a acostar con Ron? Herms es de mis mejores amigas.
- ¿Te acostaste con él? ¿Así, sin más? No sabía que estuvieseis juntos... No me habías contado nada - su tonó se estaba volviendo demasiado cortante. Me pregunté si había sido buena idea contarle.
- No estamos saliendo ni nada...solo surgió, sin más... había tensión... No se. - contesté sonriendo - El caso es que ya no soy tu amiga virgen, Draco. ¿qué se siente al no poder meterte más conmigo por ese tema?
Draco no contestó, se limitó a mirarme fijamente con cara seria. No sabía que estaba pasando, porqué no me estaba felicitándome y preguntándome, o gastándome bromas sobre el tema. Como siempre que habíamos hablado de sus conquistas. Me descoloqué un poco, quería que reaccionase y me dijese algo, estaba siendo demasiado incómodo.
- ¿Draco? ¿Por qué me miras así? ¿He dicho algo malo?
- ¿De verdad me preguntas eso? Te has acostado con el tío que más se ha metido con todos nosotros desde que pasó lo... Nos desprecia, Marta. Encima así, de buenas, a la primera vez que te hacen caso...
- A la primera vez que me hacen caso, qué? ¿Qué, Draco? - las lágrimas estaban comenzando a correr por mi rostro. No esperaba que esta conversación acabase así.
- Ya eres lo suficientemente mayorcita para saber a lo que me refiero. No has pensado que a lo mejor quiere gastarte alguna broma? Vengarse de lo que supuestamente le hicimos en el pasado? - dijo mientras golpeaba el escritorio con fuerza, lo que hizo que pegase un respingo.
- Claro, porque es imposible que yo le guste a alguien ¿verdad? Solo hay que verme.
- No es eso lo que quería decir y lo sabes.
- Se perfectamente lo que querías decir - dije mientras me levantaba y salía de allí.
Mientras subía a mi habitación escuche a Draco llamarme, pero se dio por vencido.
- Dios, Marta. No entiendes que lo que no quiero es que te hagan daño...
Cerré de un portazo y me tumbé a llorar en la cama. Se me había pasado el hambre, me quedaría allí a recomponerme antes de las clases de la tarde. No sabía porque Draco había actuado así, él era mi mejor amigo. Debería haberme apoyado y alegrarse por mi. Pero, además de no hacerlo, pensaba que la única manera de que un chico se interesase por mi sería por venganza o para gastarme una broma. Que no podía resultarle atractiva a nadie. Me sentí muy decepcionada e insegura. En ese momento, solo quería desaparecer.
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