C A P I T U L O. 34
Tres meses después.
Su cuerpo se estremece involuntariamente, mientras que su lobo se encuentra inquieto en su interior. Y no es para menos, está a solo unos cuantos minutos de finalizar de una vez por toda el proyecto. Estaba a solo unos minutos de entregar a su pequeño Gookie, quien se convirtió en parte de su vida durante todos esos meses, a tal punto que su lobo interno lo ve como su cachorro. El tener que entregarlo le está poniendo los pelos de punto y creando un gran conflicto en su interior que de no ser por las feromonas tranquilizantes que JungKook desprende para él, habría salido corriendo en dirección opuesta junto al cachorro mecánico.
—Sabes que debemos hacerlo, ¿cierto?—Jimin asiente a las palabras de su novio.—Lamentó que tengamos que entregarlo, pero no es un cachorro de verdad, manzanita.
—Pero, es nuestro.
JungKook suspira levemente, mientras aprieta levemente la mano de su omega con la suya. Lo entiende. Claro que entiende a Jimin, porque él y su lobo están igual de condiciones. Sin embargo, es él quien debe tomar la batuta en ese momento.
—Se siente como nuestro, pero no es nuestro, manzanita.—susurra sin detener el ritmo de sus pasos.—En unos años tendremos nuestro propio cachorrito. Uno que nadie podrá quitarnos, ¿de acuerdo?
Jimin asiente tratando de conformarse con las palabras de su pareja, pero le es imposible. Sabe a ciencia cierta que para que ambos tengan su primer cachorro falta mucho. Ambos han trazado sus metas y planes de vida juntos, que su prioridad es crecer como profesionales y oreja durante los primeros años, entre muchas cosas más que han dejado casi en último lugar el tema de los cachorros.
Tener cachorros era un plan muy a futuro para ambos, y eso se había dejado muy en claro en reiteradas ocasiones y que no cambiaria tan fácilmente.
Tras un par de pasos más, ambos llegaron hasta el pequeño auditorio, donde los corresponsales de la universidad se encontraban a la espera de ellos, para recibir al cachorro mecánico y entregarle sus resultados del proyecto.
—¿Estás listo?—JungKook preguntó hacia Jimin, quien tardó un par de segundos en dar una respuesta afirmativa.
A pesar de la simple respuesta no muy convincente, JungKook se obligó a abrir la puerta para que ambos pudieran ingresar. Al hacerlo, ambos jóvenes solo pudieron sentir como la sensación de angustia comenzaba a burbujear en su interior y como sus lobos aullaban en protesta. Ninguno quería entregar al pequeño Gookie, pero era un deber que de Ian cumplir.
Dentro de esa enorme estancia todo ocurrió con tanta rapidez que ambos se sintieron abrumados y descolócanos de toda la información que se les brindaba, pero sobre todo, por qué sus lobos se encontraba llorando tras haber entregado al cachorro mecánico. Aunque, Jimin se había despedido del pequeño muñeco con lágrimas en los ojos, JungKook se había mantenido fuerte y al margen de toda situación que pudiera ser contraproducente para su estabilidad emocional.
Tras cuarenta minutos en esa sala, la joven pareja la abandonó con una apabullante sensación en su pecho y una carga que avalaba su graduación en sus manos. Ambos había conseguido obtener la carta sellada que necesitaban para poder dar inicio a su proceso de graduación. Después de tantos años de esfuerzo y estudios habían logrado conseguir el último requisito para su graduación, pero la emoción de felicidad no estaba en ellos. Al menos, no en esos momentos donde el shock de emociones nublaban sus mentes.
—Quiero irme a casa.—fueron las únicas palabras que Jimin logró vociferar tras dar unos cuantos pasos lejos del auditorio.
JungKook sin pensarlo dos veces, guio a su omega hasta el estacionamiento de la universidad, donde su vehículo descansaba. Sin interrupciones o distracciones lograron llegar, para minutos después salir rumbo a su hogar.
En la comodidad y calor de su hogar, Jimin se dejó fundir por la tristeza. Su pecho dolía como si le hubiesen arrebatado a ese cachorro que había formado en vientre por meses. JungKook se sentía afligido y preocupado por el estado emocional de su novio. Le dolía verle así, sobre todo, porque Jimin era un omega risueño y muy ocurrente que siempre llenaba sus días de risas y colores..., ese estado melancólico no eran tan propio del menor, ni por asomo.
JungKook tardó varios minutos en lograr obtener una idea suficientemente buena como para que le diera los resultados esperados.
—Arréglate. Iremos a una cita.—JungKook dijo desde el marco de la puerta de la habitación.—No voy a dejar que te deprimas. Tienes dos horas para ponerte lo suficientemente hermoso y sexy, ¿vale?
Jimin se sentía desconcertado y poco entusiasmado con la idea de salir, pero en su defecto, JungKook tenía razón. No podía quedarse ahí lamentando la pérdida de un cachorro que no tenía. Jeon Gookie no era un cachorro de verdad y sobre todo no era su cachorro.
Con eso en mente, Jimin se obliga a salir de su cama y dar inicio a su pequeño ritual de dar vueltas sin sentido antes de comenzar a prepararse. Algo un poco caótico de su parte, pero muy necesario en su defecto.
Tener una cita con su alfa ha sido gratificante y sobre todo restaurador para él. Su estado anímico ha mejorado casi un ochenta por ciento y todo se lo debe a JungKook, quien ha hecho todo lo posible para que mantenga su mente ocupada y lejos del recuerdo vacío que Gookie ha dejado en su interior.
JungKook lo ha llevado a comer a un bonito restaurante, donde han conversado de banalidades y han dilatado uno que otro comentario que los ha hecho reír casi a carcajadas; con sus estómagos satisfechos han salido a recorrer las calles tomados de las manos, hasta que sus pies los condujeron a un pequeño pub, donde ambos decidieron entrar y disfrutar de un poco de alcohol y buena música.
Durante la primera media dentro del local, Jimin y JungKook se dispusieron de disfrutar de un par de bebidas que les sirvió para relajarse y dejar un lado la pena. Solo un par de tragos que no llegaban a siquiera ponerlos en estado de embriaguez. Ambos estaban lo suficientemente lúcidos, como para estar consciente de lo que ocurría a su alrededor.
—¡Vamos a bailar!—Jimin exclamó sobre la música, para rápidamente jalar el cuerpo de su alfa.
JungKook se dejó guiar por Jimin hacia la pista de baile, donde rápidamente comenzaron a mover sus cuerpos al ritmo de la música, al mismo tiempo en el que compartían una que otra caricia íntima. Y estaba de más mencionar que la mirada de varios curiosos estaban sobre ellos. Algunos envidiosos por no tener la compañía y atención de Jimin o de JungKook, todo depende de a quién preguntarán.
—Sigue restregando tu exquisito culo contra mi polla y muy probablemente terminaré tomándote el maldito baño de este pub.—JungKook susurró contra la oreja de Jimin.
—Tal vez, ese sea mi plan de esta noche.
JungKook rio levemente al mismo tiempo en el que negaba con diversión.
—No eres bueno para mi cordura, manzanita.
—Lo sé, lo sé muy bien puchunguito.
Sin decir más, JungKook se animó a tomar la boca de Jimin con la suya en un angurriento y posesivo beso. Y tal vez, ese beso servía para apaciguar el hambre que sentía por su omega o para dejarle en claro a todo alfa que se atrevía a mirarlos que Jimin era su omega. Y únicamente solo él tenía el privilegio de tocarlo, de besarlo y venerarlo en la cama. Solo y exclusivamente él.
Jimin disfrutó cada segundo de ese exquisito beso que le había robado el aliento. JungKook siempre lograba robarle el aliento con cada beso, asegurándole que nadie, absolutamente, nadie le besaría de esa forma tan devastadora y caótica, y tampoco quería que ningún otro alfa le besara. Para él y para su lobo solo exista un único alfa y ese era Jeon JungKook.
JungKook era todo eso, él necesitaba para sentirse completo y pleno.
Cuando se vio obligado a abandonar los labios de su alfa, Jimin escondió su rostro en el pecho de este. Necesitaba unos cuantos segundos, para recuperar el aliento y calmar a su alborotado lobo. JungKook por su parte sonoro levemente.
—JungKook.—Jimin llamó al Alfa mientras tomaba una pequeña distancia y posaba sus ocelos sobre el apuesto rostro del mencionado.
—¿Sí?
—Te amo.
En cuanto JungKook escuchó esas palabras, sintió cómo el mundo se detenía a su alrededor y pasaba a un segundo plano. Era la primera vez que Jimin le decía con palabras que le amaba y no era que dudará de ellas, porque Jimin le demostraba todos los días con acciones y gestos cuanto lo amaba, pero escucharlo decir era mil veces mejor. De eso no había duda.
Su lobo al escuchar tales palabras dio un fuerte aullido a la luna.
—Yo también te amo, manzanita.—dijo tras un par de segundos.—Estoy plenamente y profundamente enamorado de ti, que no hay fuerza alguna que pueda cambiar este sentimiento.
Jimin sonrió de oreja a oreja y su lobo aulló eufórico en su interior.
Con las palabras sobrando entre ellos, Jimin selló ese momento con un lento y profundo beso. Uno que volvía a conectar sus corazones de una forma mística y poderosa.
Un año después.
Los meses habían transcurrido con tanta rapidez y con ellos muchos eventos importantes tuvieron lugar en la vida, Jimin y JungKook, pero de todos ellos solo tres destacaban y se posicionaban como los más importantes para ellos.
El primero era que a tan solo tres meses de haber finalizado el proyecto de cuidar a un cachorro mecánico, habían decidido mudarse a un nuevo departamento, el cual era más grande y se adaptaba perfectamente a sus nuevas necesidades como pareja. Sin embargo, ambos no se habían querido deshacer del pequeño departamento donde habían vivido, así que tomaron la decisión de ponerlo en renta, cuál les beneficiaba, porque era un pequeño negocio que les daría una entrada de dinero fija todos los meses.
El segundo fue la graduación de Jimin, quien ese día había estado demasiado nervioso y todo le resultaba casi irreal. El pobre omega no se creía el hecho de que se estaba graduado, pero al final del día había caído en cuenta de que no era un sueño. Había sido uno de los mejores momentos de su vida, claro estaba, pues JungKook había estado ahí en el público mirándolo con adoración y orgullo; tras su graduación, Jimin había recibido una propuesta de trabajo que le fue difícil rechazar y ahora contaba con un buen trabajo en una academia de baile, donde le remuneraban generosamente su labor, lo cual les había servido para elevar un poco más su estilo de vida y darse ciertas comodidades junto a su alfa.
Y el último, pero menos importante, estaba teniendo lugar en ese preciso momento. JungKook se encontraba recibiendo su título universitario. En pocas palabras se estaba graduando.
La emoción vibraba en el pecho de JungKook y podía sentir como su cuerpo se estremecía sin control alguno y todo a causa de los nervios. Moviéndose sobre la pequeña plataforma, JungKook saludaba y agradecía a todos los corresponsales de la universidad que se encontraban en la mesa, hasta que llegó a donde se encontraba la rectora, quien con una sonrisa le felicitó y entregó su título.
Con sus piernas sintiéndose como gelatina, JungKook bajo y volvió a su lugar, donde esperó a que toda la ceremonia acabará. Lo cual para suerte suya no tuvo que esperar demasiado.
Cuando la ceremonia llegó a su fin, JungKook se encontró siendo abrazo por su omega.
—Felicidades, mi puchunguito.—Jimin susurró contra su cuello.—Estoy muy, muy, pero muuuy orgulloso de ti.
—Gracias.—fue lo único que JungKook era capaz de articular, porque las emociones que lo embargaban lo tenían levemente atontado.
Por varios minutos, JungKook se permitió estar entre los brazos de su omega, pero cuando tuvo que separarse de esto, se encontró con sus padres, sus suegros y alguno de los hermanos de Jimin. Todos estaban ahí para verle dar ese último paso hacia una de todas sus metas. Rápidamente, todos los presentes se dedicaron a felicitarle y abrazarle.
Sin embargo, todo eso pasó a segundo plano cuando un muy embarazado Jung TaeHyung hizo acto de presencia. El omega vestía su toga y venía acompañado de su alfa.
Por qué sí, TaeHyung ya contaba con casi siete meses de embarazo, y estaban a la espera de una cachorrita. La noticia del embarazo había emocionado a todos, pero sobre todo a Hoseok y a su familia, quienes se habían vuelto locos consintiendo y cuidando de TaeHyung al punto que casi no le dejaban hacer ningún esfuerzo innecesario. Claro, todo para cuidar que ni TaeHyung, ni la pequeña Jung que venía en camino corrieran ningún riesgo.
—Felicidades, Tae.—JungKook dijo hacia su mejor amigo y colega.—Fue maravilloso que hayamos sigo compañeros, que nos tituláramos juntos, y ahora es maravilloso que seamos colegas.
—Lo mismo digo, Gguk.—TaeHyung hizo, mientras que en su rellenito rostro se formaba una sonrisa.—Y felicidades a ti también colega. Espero que en el futuro fundemos nuestra propia constructora.
JungKook se carcajeó levemente.
—Lo haré, lo haremos.
Por varios minutos más mantuvieron una amena conversación, hasta que llegó la hora de marcharse hacia sus hogares, donde se tomarían un tiempo para descansar antes de asistir a la pequeña cena de celebración que los Jeon y los Park habían preparado para JungKook.
En la privacidad de su hogar, Jimin se permitió ser lo demasiado empalagoso con su alfa. Quería transmitirle todo el amor y lo orgulloso que se sentía de él.
—Venga, manzanita, hay que arreglarnos o llegaremos tarde a la cena.
Jimin quiso negar, pero no podían faltar. Era la cena de festejo de la graduación de su alfa. A regañadientes se levantó de la cama y comenzó a vestirse con las prendas de ropa que había comprado para esa ocasión. Realmente se había esmerado en elegir las prendas más bonitas, para poder estar tan bonito como le fuera posible en esa noche tan importante.
Jimin realmente quería estar bonito para su alfa, y esperaba lograrlo.
Para cuando termino de arreglarse, Jimin observó su reflejo y se sintió demasiado satisfecho con lo que miraba. Estaba bonito y todo gracias a que había acertado con la ropa y el maquillaje.
—¿Listo?—JungKook preguntó mientras entraba a la habitación.—¡Wow!—fue lo único que JungKook logró gesticular al ver a su omega.
—¿Estoy lindo?
—¿Bromeas?—Jimin negó.—Estás jodidamente hermoso. ¡Por la sagrada luna, manzanita estás hermoso! Sin duda eres el mejor regalo que la luna me brindó.
Tanto Jimin como su lobo se sintieron satisfechos.
—Ya que hablas de regalo.—Jimin dijo con cierto nerviosismo.—Tu regalo de graduación te lo daré esta noche al regresar a casa. No es algo que los demás deban ver, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, manzanita, ¿nos vamos?
Jimin asintió. Y tras tomar sus cosas, se apresuró a salir de su hogar en compañía de su alfa. Sin duda, JungKook iba a disfrutar mucho esa noche, pero sobre todo podía asegurar que disfrutaría de su regalo de graduación y eso podía darlo por hecho.
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