C A P I T U L O. 31
Con su mirada posada sobre su reflejo a través del espejo del cuarto de baño, su lobo interno y el mismo se encontraba con sentimientos encontrados, y no era para menos, porque sobre la porción de piel entre su clavícula y su cuello yacía una marca de apareamiento permanente. Una marca que indicaba que estaban totalmente enlazado con un alfa..., con su alfa.
Sin dar créditos a lo que observaba y sentía a través del lazo, llevó sus dedos hasta su marca para recorrerla con suavidad, pero el simple toque de la yema de sus dedos hizo que la herida de la marca ardiera y doliera. Sí, efectivamente estaba enlazado.
¡Por la sagrada luna estaba enlazado! Y no de cualquier alfa, sino del alfa del cual estaba enamorado y del que sobre todo también le amaba, le respetaba y protegía. Era todo lo una vez soñó y que creyó que jamás llegaría a su vida. Su lobo aulló eufórico y en él se formó una gran sonrisa de oreja a oreja.
Mientras observaba su reflejo, los recuerdos de la noche anterior llegaron a su cabeza haciéndole sonrojar. Y es que, la noche anterior, luego de haber asistido a un pequeño pub en una cita doble, habían regresado al departamento un poco pasados de copas y con el libido un poco elevado, al punto que habían tenido varías rondas de sexo, hasta que llegaron a la cuarta ronda de sexo, donde con la excitación totalmente elevada, él le había pedido a su alfa que lo marcara y llenara de cachorros.
Y es que, tal vez, el alcohol le había dado el valor para pronunciar esas palabras que expresaba lo que tanto añoraba desde hacía meses. A pesar de los grados del alcohol en ellos, ambos habían consensuado esa marca. Sin embargo, al despertar había pensado que había sido un simple sueño.
—No puedes irte de la cama, así como así, ¿sabes?—la voz de su alfa resonó a su costado, obligándolo a girarse hacia él.
Había estado tan absorto en sus pensamientos que no había prevenido la presencia de su alfa.
—Mi lobo y yo casi nos volvemos locos cuando no te encontramos al despertar.
—Lo siento.—susurró.—Me levanté porque necesitaba usar el baño y luego..., me distraje un poco...,
El alfa suspiró con levedad, para a continuación caminar hacia su omega y posicionarse tras de él.
—¿Te distrajiste viendo la marca que puse en ti?—el omega asintió.—¿Te gusta?
¿Cómo no le iba a gustar? Si para él era la marca más bonita que podía tener. Y es que, durante todos sus años de vida, había visto infinidad marca de apareamiento y no todas eran bonitas. Unas no eran uniforme en cuanto a la forma de los incisivos, otras parecían haber sido hechas a la carrera, otras carecían de amor y otras simplemente quedaban como una fea cicatriz que parecía nunca curar, pero la suya era bonita. Era uniforme, desbordaba amor y sobre todo ya había comenzado a curar.
—Sí. Es bonita..., parece un sueño.
—Pero no lo es. Ahora eres mi omega y yo soy tu alfa.—esa última oración hizo que una corriente eléctrica recorriera toda la espina dorsal del omega.—Somos una pareja oficialmente enlazada. Creo que nuestro siguiente paso debe ser el matrimonio.
¿Matrimonio? ¿Su alfa quería una ceremonia matrimonial? ¿No era un jodido sueño? Esperaba que no, porque realmente le hacía mucha ilusión el preparar la boda de sus sueños.
—¿En serio te quieres casar conmigo?—la pregunta, brotó de él casi sin aire.
—Sí. ¿Por qué no? Estamos enlazados de manera permanente y la boda solo sería algo simbólico, para lo que ya somos. Además, creo recordar que una vez mencionaste que deseabas tener una boda de ensueño. Como tu alfa quiero cumplir cada uno de tus sueños, anhelos e impulsarte a cumplir tus metas.
Esas simples palabras lograron que el aire le faltara y que su lobo interno aullara a la luna en forma de agradecimiento por haberle permitido conocer a tal maravilloso alfa. Y es que, no podía creer que entre los millones del alfas que había en el mundo, él había sido el afortunado de estar predestinado a Jung Hoseok. Era inverosímil incluso para él a pesar de portar su marca.
—Tal vez no nos casemos mañana o la próxima semana, pero sé que lo haremos cuando los dos estemos listos, pero sobre todo cuando llegue el momento indicado.—Hoseok agregó con una pequeña sonrisa y transmitiéndole el amor que le tenía a través del lazo.
Con sus ojos inundándose con lágrimas de emoción y con su pecho latiendo desbocadamente, TaeHyung se giró hacia su alfa, para rápidamente enrollar sus brazos sobre el cuello de este.
—Te amo demasiado Hobi.— dijo con suavidad antes de unir sus labios con los del mencionado.
Los labios de Hoseok no tardaron en corresponder ante la caricia de su omega, dando inicio a un suave y tierno de beso donde sus labios se movían con parsimonia y sus sentimientos comenzaban a transmitirse a través del lazo. Sin embargo, la danza que sus labios habían formado se vio obligada a terminar, cuando el falta de aire llegó a sus pulmones.
—Yo también te amo Jung TaeHyung.
—¿Jung TaeHyung?
El alfa sonrió levemente.
—Ahora que estamos enlazados, mi apellido te pertenece, justo como mi corazón y mi ser lo hacen.—Hoseok respondió encogiéndose de hombros.—Desde ahora es mi apellido el que usarás.
¿Utilizar el apellido Jung en lugar de su apellido? Sin duda era algo a lo que debía aprender a acostumbrarse, porque el estar enlazado no solo conlleva a portar una marca en su cuello, sino también al hecho de que debía votar su apellido familiar, para usar el de su ahora alfa. Algo que a pesar de los jamás cambiaría en la sociedad.
Y es que, aunque muchos no se atrevieran a aceptarlo, para la sociedad un omega enlazado era ahora propiedad del alfa en cuestión y por ende este debía "olvidarse" de si familia, así como todos los omegas lo había hecho durante décadas en el pasado. Y ahora en el presente seguía casi igual, solo con algunas pequeñas modificaciones que parecían y hacían creer que eran totalmente distintas a esa época.
—Venga, vamos a desayunar, para que luego podamos continuar con nuestro ritual de apareamiento.—la voz de Hoseok le saco de su pequeño letargo.—¿Quieres que te prepare algo en específico para desayunar?
—Tortitas de huevo, bacon y un jugo de naranja.
—Bien. Tu alfa se encargará de hacerte ese desayuno.
TaeHyung sonrió con levedad. Y tras compartir un pequeño beso, se encaminaron hasta la cocina del departamento, donde ambos se dispusieron a preparar el desayuno, pero este paso a segundo plano cuando sus lobos exigieron por el cuerpo del otro, convirtiendo así la primera comida del día en una desenfrenada y salvaje ronda sexual de la cual se podían escuchar los jadeos, gemidos y choque sus pliegues por todo el departamento y probablemente por todo el edificio.
Y no estaba de más mencionar que la nueva pareja no abandonó el departamento hasta que el lobo interno de Hoseok dejó de sentir que cualquier alfa era una amenaza para él y su omega.
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