Prólogo
Algunos años atrás
Una pequeña niña de no más de ocho años, se encontraba en una habitación observando unas heridas en sus brazos en silencio con unas cuantas lágrimas deslizándose por sus rosadas mejillas, ¿el motivo? El motivo no era más que el hecho de que el hombre que se hacía llamar su padre, otra vez la había maltratado, otra vez la había golpeado, de nuevo llegaba de un bar manifestando sus agresiones contra su hija, lamentablemente biológica, ¿su madre? Se desconocía el paradero de esta, pareciera que se hubiera esfumado junto con los momentos felices de la pequeña.
—¡VOY A SALIR Y MÁS TE VALE QUE CUANDO REGRESE HAYAS HECHO LO QUE TE MANDÉ O TENDREMOS UNA CALUROSA CHARLA TÚ Y YO! —Desde abajo se oían los gritos del hombre que se había convertido en el tormento de la infante y sus dos hermanas menores, después de esos gritos se oyó la puerta de la entrada ser golpeada fuertemente, indicando así que el tan llamado jefe de la familia, había abandonado la casa.
En la habitación de al lado, ajenas a todo lo que pasaba a sus alrededores, dormían dos niñas más, contaban con siete y tres años aproximadamente cada una, Estefanía, a pesar de sus malos días se ocupaba de ellas lo mejor que podía, la situación la había hecho madurar un poco antes. Los pocos años que su madre habitó en la casa podría decirse que fueron unos de los mejores, la mujer le había enseñado aspectos de la vida y cómo realizar varias cosas con el objetivo de no tener que depender de absolutamente nada ni nadie, a pesar de su corta edad, Estefanía comprendía muchas cosas y su mamá estando ahí se daba cuenta de ese detalle, cosa que la enorgullecía cada día un poco más.
La niña mayor se dirigió entonces a la cocina y preparó una comida sencilla para las tres, sabía que su padre no llegaría quizás hasta muy tarde en la madrugada o hasta el otro día y como sería de esperar no llegaría bien en sus cabales, con suerte saldría ilesa de todo, pero lo dudaba fervientemente; una vez estuvo lista la comida que intentaba hacer la distribuyó en tres platos y calentó adicionalmente un poco de leche para verterla en un vaso de plástico, puso todo en una bandeja y con cuidado llegó al cuarto en el que sus hermanitas estaban.
—Isa, Sel —llamó suavemente, Isabella como un resorte, se levantó de la cama y sonrió de forma suave cuando vio a su hermana mayor ahí parada, esta última le devolvió la sonrisa y se sentó a su lado con la bandeja.
—¡Hiciste tortilla con jamón y queso! —Exclamó la hermana del medio con una notable emoción en la voz.
—Así es —se sentaron las dos y comieron como solían hacer, mirándose y esbozando alguna que otra sonrisa, unos momentos después la más pequeña de las tres despertó un poco sobresaltada y empezó a llorar, ambas hermanas se miraron y luego a la bebé que lloraba, si era posible, más fuerte—. Dios, ¿tiene grito supersónico o qué? —Estefa se tapó los oídos mientras Isa sacaba a Selena con sumo cuidado de su cama y la mecía entre sus brazos, curiosamente estaba dando resultado.
—Creo que tiene hambre —dijo Isa minutos después.
—Ah, sí, traje algo de comida para ella también y algo de leche —respondió distraídamente y le pasó el plato, con una mirada de agradecimiento, Isabella comenzó a alimentar a Sel hasta que esta estuvo satisfecha y se volvió a dormir. Selena ya podía decir algunas palabras pero con su corta edad todavía lloraba, era algo normal y las mayores eso lo sabía—. ¡Al fin! —Dijo algo fuerte recibiendo un leve "shhh" por parte de Isa—. Lo siento.
Soltó una risita por lo bajo y dejando a Selena de vuelta en su cama, las dos hermanas restantes salieron al patio para jugar un rato. Estos eran los lindos momentos que pasaban las hermanas sin importar la frustración frecuente que les tocaba soportar casi a diario, horas de felicidad que no les duraban mucho, hora y media después se oyó la reja del jardín y los pesados pasos.
—Hijas queridas, ya regresé —dijo el hombre de la casa con una sonrisa de lo más gélida y por supuesto, con una falsedad camuflada, se mostraba de esa manera para no levantar las sospechas de los vecinos, los cuales lo creían un padre ejemplar y dedicado a sus hijas, dentro de casa, sin embargo, la realidad era otra—. Niñas, ¿no saludan a su padre? —Volvió a preguntar el hombre mayor cuando estuvo frente a las niñas.
Isa entendiendo el mensaje que en silencio su hermana mayor le daba, se fue a su cuarto y cerró la puerta, su progenitor volteó momentáneamente hacia esa dirección la cabeza con un semblante infranqueable, girándose hacia su hija mayor unos segundos después con una seriedad imperturbable.
—Pregunté si no me ibas a saludar, mocosa —el hombre repitió siseando entre dientes, odiaba que se lo desafiaran.
Sin embargo la niña se quedó callada mirando al suelo, Niko se le acercó y bruscamente la tomó del cabello levantándole la cara para que lo viera, ella contuvo un quejido tragándose su llanto. Sin ningún tacto el hombre le asestó un golpe en la mejilla.
—Esa fue solamente para que aprendas a escuchar y hablar cuando te lo piden. MÍRAME CUANDO TE HABLO SI NO QUIERES PROBLEMAS —ella lo miró y soltó un sollozo, no se creía que le tocaba pasar ese mal trago a ella sola, aunque no podía dejar que él se desahogara con sus hermanas si estaba ella para evitarlo—. Eres una niña llorona, despreciable, no me vales —escupió con furia a centímetros de su rostro mirándola con esos ojos fríos muy característicos de él, solo atinó a mover afirmativamente la cabeza antes de darse media vuelta y disponerse a irse—. ¿A dónde crees que vas? No he dicho que te puedas retirar —le agarró el brazo fuertemente dejando sus dedos marcados en su tersa piel.
—P...Papá, me lastimas —murmuró con hilos de lágrimas descendiendo desde sus cachetes, fue inútil esa frase, puesto que el sujeto apretó un poco más su agarre.
—¿De verdad? Lo lamento mucho —dijo con un falso y superficial tono lastimero sacando una pequeña daga de su pantalón, la nena abrió sus ojos como canicas observando dicho artilugio.
Era una delicada y pequeña daga de plata, de igual forma, el filo de esta no perdía su nivel de riesgo, y mucho más si la mano que sostenía su empuñadura era perteneciente a tan oscuro ser como lo era Nikolaos Androutsopoulos, para una criatura tan inocente.
—¿Conoces este objeto? —Aproximó el arma blanca a los ojos de Stef, haciendo relucir la hoja de plata con un rayo de luz que entraba por la ventana, por supuesto su hija negó con la cabeza, solo sabía que era algo parecido a un cuchillo, o eso creía ella en su mente—. Esto se llama daga —le dio vueltas en su mano con despreocupación y prosiguió—, dicen que es lo suficientemente afilada como para herir casi al mínimo toque y yo quisiera probar esa teoría —sonrió de forma un poco maliciosa.
La niña retrocedió sin darse cuenta que en ese lugar estaba una estantería llena de cristales, algunos libros, adornos de toda clase y uno que otro marco de fotos que estaban distribuidos por las finas tablas de roble que conformaban la susodicha estantería, entonces chocó contra ella y unos cuantos cristales se cayeron al marmolado suelo llenando el mismo con millones de fragmentos, Estefanía, en ese momento, apretó los ojos por el estruendo que resonó en toda la casa, cuando los volvió a abrir vio a su padre con el ceño fruncido y empuñando todavía la daga en su mano.
—¿Ves lo que ocasionas? —Su voz estaba más grave, expresando de esa forma su enojo, cogió a la niña del mentón un poco tosco y apenas apoyó ligeramente la plateada hoja en su mejilla, de esta surgió un casi imperceptible punto de sangre que se fue mezclando con sus lágrimas—.¡Limpia eso pero ya! —Vociferó cerca de su cara que aún conservaba un tono rojizo por el golpe que había recibido minutos antes.
—S...Sí —musitó con voz queda.
Él la soltó mientras se dirigía hacia una barra surtida con todo tipo de licores caros, sacó una botella con un líquido color dorado vertiendo un poco de este dentro de un vaso para subir hasta su oficina y cerrar la puerta tras él.
—MÁS TE VALE QUE CUANDO YO VAYA A MIRAR YA TODO ESTÉ IMPECABLE —gritó desde adentro de su oficina.
Estefanía se puso entonces a recoger como pudo todos los pedazos rotos con un cepillo, echándolos en una bolsa para tirarla. Cuando hubo terminado fue al cuarto de sus hermanas y entró caminando en puntas, por si acaso dormían.
—¡Tefi! ¿Qué ocurrió?
La nombrada se sentó en la orilla de la cama de su hermana y la miró, Isa por sí sola adivinó lo que pasaba.
—Te volvió a golpear —afirmó mientras la mayor se quedaba callada—. Yo debiera estar en tu lugar —buscó unos implementos en una esquina de su cuarto y se sentó frente a Stef, le pasó un algodón con alcohol por el pequeño corte y le puso una pomada a su mejilla, desde muy pequeña, Isabella había tenido cierto interés por ayudar a los demás—. ¿Te hizo algo más? —Esta negó aunque sabía que no podía ocultar nada—, dame tu brazo —dijo suave, Estefanía derrotada se lo dio, enseñando un gran hematoma en donde Niko había dejado presionados sus dedos. De forma leve, Isa pasó las yemas de los suyos por la superficie del moretón, luego le puso también algo de crema.
—Gracias —musitó la mayor.
—Por nada —sonrió mostrando su dentadura, faltante de un incisivo de la parte superior.
***
Habían pasado tres años ya, las cosas en la gran mansión seguían iguales o peores para las tres hermanas, parecía que a medida que crecían, aumentaba el deseo de su padre de querer desquitar o desahogar su furia con ellas, diariamente conseguía excusas diversas para hacerlo.
—Y doscientos millones, sumados a los setecientos de la otra vuelta serían novecientos —decía el hombre mientras contaba, sumaba y distribuía el dinero de sus negocios. Era uno de los narcotraficantes más influyentes y temidos internacionalmente conocidos y por supuesto, el principal de toda Grecia.
En ese momento, se levantó de su silla giratoria de cuero color caoba y caminó hacia una gran caja fuerte, puso el código de la bóveda de gran tamaño y esta se abrió dejando ver una impresionante cantidad de billetes, poco a poco fue llevando el dinero de la mesa hacia la caja, ordenándolo meticulosamente, no había dudas de que era un sujeto bastante perfeccionista con respecto al trabajo.
Luego de que hubo acomodado cada fajo de billetes cerró la caja fuerte de nuevo camuflándola con la puerta del armario en el que la misma se ubicaba, estratégicamente en toda la mansión había puntos escondidos en los que Niko y su equipo guardaban drogas, dinero e incluso armas, la casa podría decirse que era muy bonita y espaciosa, toda completa estaba llena de misterios que solo el jefe conocía en su totalidad.
—¿Dónde está? —Buscaba por todos lados un paquete que se le había perdido de Marihuana, no encontrarlo le molestaba, puesto que era material puro, traído desde México y solo poseía cincuenta, por lo menos hasta que tuviera que encargar más—. DIMITRI, VEN ACÁ, EN ESTE INSTANTE —gritó, el nombrado entró casi sin aliento.
—Dígame —respondió con voz queda.
—Estoy buscando un paquete de mercancía, más concretamente de Marihuana, ¿tienes idea de donde puede estar? —Preguntó con la vena de la frente a punto de estallar. El trabajador realizó un movimiento de negación—, pues te tengo un dato, me buscas esa mercancía pero para ayer, MUÉVELO —le volvió a gritar, Dimitri salió con paso acelerado para encontrar el susodicho paquete.
—Estefi, ¿qué es esto? —Apareció la pequeña Selena de cinco años, sosteniendo un envoltorio conocido, era el que el jefe de la casa buscaba con desesperación.
—¡Sel! —Se acercó a ella rápido y tomó la bolsa de las manos de su pequeña hermana—. Esto es de papá, si se entera que lo tenías se molestará —su preocupación era notable, pues sabía que si su padre se enteraba de eso podría llegar a hacer cualquier cosa, incluido lastimar a Selena, eso ella no lo podía permitir.
—¿Papi es malo? —Preguntó viéndola con sus grandes orbes cafés, a ella se le desencajó ligeramente el rostro y pensó en cómo explicarle ese detalle a su hermanita.
—No, Sel, tranquila —le sonrió para disimular, seguidamente se excusó para ir al salón y prácticamente casi aventar el paquete en la mesa para luego salir como una exhalación del elegante salón.
Pasados unos minutos, Dimitri había encontrado el envoltorio que su jefe le había mandado a buscar, diciéndole que por alguna desconocida razón este había aparecido en la mesa del salón, lo cual puso en alerta al hombre de la casa, quien enseguida llamó furioso a su hija.
—ESCUINCLA, VEN AQUÍ AHORA MISMO —se oyó fuertemente la voz de Niko, que retumbó por toda la casa debido al eco con el que la propia contaba.
Estefanía, que en esos momentos había corrido a su habitación no tuvo más remedio que salir con absoluta discreción y hacerles una seña a sus hermanas –quienes habían asomado la cabeza por el marco de las puertas que correspondían a sus alcobas– de que se mantuvieran en silencio y en sus lugares, no quería que su padre se enojara más y las acabara culpando a las tres y sus hermanas menores pagaran por ella los platos rotos. Salió entonces y bajó con paso ligero la escalinata de mármol del gran salón, el hombre mayor, dándose cuenta de su presencia se volteó hacia ella con el ceño fruncido soltando un gruñido.
—Voy a ser claro y quiero que me escuches muy bien porque no lo repetiré—. Se acercó a la niña con aire intimidante, ella pasó saliva y se limitó solo a mover su cabeza con afirmación, ese gesto a Niko no le bastó y subió su mano para tomar de la nuca a su hija, clavando sus fríos ojos en los de la pequeña, afincando su agarre en el proceso—. Ese paquete hasta hace unos minutos tendría que estar en mi oficina, sin embargo Dimitri lo encontró aquí, en la sala, ¿no te parece ccurioso —Le preguntaba de forma irónica.
—No lo sé —respondió en un susurro, este la soltó de forma brusca.
—No lo sabes —la enmendó de forma burlesca mirándola—, has estado husmeando donde no debías, has sido una mala niña —murmuraba mientras que en esta ocasión caminaba alrededor—. Eso no es algo nuevo —siguió ahora rebuscando entre sus cosas, sacando un encendedor a potencia de una gaveta, la niña empezó a ponerse nerviosa, conocía perfectamente lo que dicho artefacto era y la función de este—. Y apuesto a que tú sabes lo que les ocurre a las malas nenas que revisan las cosas de sus papis ¿no es así? —Preguntó fríamente y probó el encendedor, obviamente era totalmente real, Niko no se andaba con rodeos.
»Así que haremos una cosa muy sencilla y divertida, seguro te gustará —sonrió falsamente y luego prosiguió—, yo consumo este puro cubano —sacó el objeto nombrado y lo encendió dando una calada después, sopló el humo en la cara de Estefanía y esta tosió, el hombre siguió hablando—, mientras te hago preguntas y tú respondes... ó puedes simplemente mentirme sabiendo lo que podría suceder, lo dejo a tu criterio —se quedó callado un largo momento en el que todo se sumió en un incómodo silencio hasta que la gruesa voz del hombre lo rompió.
»Podemos empezar —dijo y continuó—, tus babosas hermanas y tú jugaron con algún paquete... —mencionó mirando alrededor buscando algo con la vista hasta que dio con el bulto, tomándolo en su mano frente a la cara de su hija para que esta lo viera, sin importarle si esta lo hizo el hombre continuó—, esa caja me iba a costar una importante suma de dinero y por culpa de alguna de ustedes casi la pierdo, ¿sabes lo que probablemente hubiera pasado si perdía esta importante inversión? —Quedó en silencio con una cínica sonrisa en la cara, mirando con sus gélidos ojos directo en los de la niña, al cabo de un rato profirió una respuesta sin esperar a que la pequeña dijera algo—. Por supuesto que no lo sabes, una simple mocosa como tú no entendería de negocios ni mucho menos de uno tan grande como lo es este —pasó sus dedos por la superficie de su reloj de plata con detalles de oro mientras daba otra calada al puro—. Así que mejor dime ya cuál de ustedes tres tomó ese paquete, si no, ya sabes lo que sucede.
Sin dudarlo, Estefanía se señaló a ella misma, no iba a dejar que la pagara con sus hermanas menores, ella prefería sufrir todos los castigos antes que dejar que su padre intentara algo contra Isa o peor aún, contra Selena. Al ver este gesto, Niko se quitó el puro de la boca apoyándolo en el plato que tenía como cenicero y seguidamente se giró unos anillos de sus dedos antes de levantarse y pararse frente a la castaña con la mano levantada, el golpe no se hizo esperar cuando la cara de Estefanía dio la vuelta y ella casi se cayó al suelo por tal fuerza, se llevó su mano a su mejilla adolorida.
—Para que me sigas viendo la cara de tonto —se limpió la mano con su saco, la infanta no dijo nada más—. Dime la verdad —exigió el mayor tomando un cigarro y encendiéndolo después.
—Yo lo hice, p-papá —pronunció esa última palabra con una voz más queda y nerviosa.
—Tú lo hiciste —repitió y dicho esto la tomó de la nuca con una mano y la acercó a su rostro viéndola con odio—, lo vuelves a hacer y te irá peor —mientras decía esto ya le había apagado la colilla del cigarrillo en la parte baja del cuello, Stef emitió un chillido provocando que un golpe fuera a parar en su boca—. CÁLLATE YA, PARECES BEBÉ... VETE DE UNA VEZ SI NO QUIERES OTRO —gritó fuerte y ella rápidamente salió por la puerta de la oficina todavía derramando algunas lágrimas.
***
Pasaban los días, las cosas no cambiaban ni para las tres niñas ni para su incompetente padre, él seguía su negocio y continuaba ganando importantes sumas de dinero y mercancía, no obstante, los gritos, maltratos y humillaciones dirigidas hacia las tres niñas y, especialmente hacia la mayor de ellas, no habían disminuido, ahí se mantenían todos los días y nadie podía hacer nada en contra porque les iba peor y el jefe lo hacía notar frente a todos, en casa mandaba él y si se lo retaba terminabas muerto, sin cabeza, sin algún órgano vital o alguna extremidad, cosa que enriquecía la fama y reputación de Niko y obvio que él lo disfrutaba.
Así pasaron los meses y los años y todos los días era un nuevo infierno y mucho más contundente, las niñas que ya tenían diecisiete, dieciséis y doce años respectivamente, no veían la hora de terminar con esa situación, es más, Selena ya comenzaba a entender cómo era su padre y que Estefanía no le decía que era malo para protegerla a ella, pero un día que estaba jugando calmada con Isa en la sala, las dos oyeron varios estruendos provenientes de la oficina de Niko, miraron a ambos lados con algo de preocupación.
—Isa... ¿Dónde está Stefi? —La pequeña miraba a su hermana mayor algo nerviosa.
—No lo sé... —se escucharon más ruidos y algunos trabajadores miraban extrañados de dónde venían y se veían entre ellos. Giorgo decidió ir hasta la oficina y tocar la puerta algo temeroso.
—¿Señor, está todo bien? —Luego de unos segundos se abrió la puerta y lo que vio el pobre empleado lo dejó en estado de shock. En ese momento y con la curiosidad que la caracterizaba, Selena se asomó por un lado de Giorgo ignorando las advertencias de Isabella.
Niko había rasgado las ropas de su hija mayor y a esta la había atado de pies y manos contra una pared que tenía una especie de grilletes que se notaba que era para personas más grandes de tamaño pero a él no le importaba. Estefanía tenía varias heridas sangrantes y moretones en su torso y cadera, también tenía una mordaza, Niko tenía en sus manos una vara metálica conectada a una máquina que pegaba choques eléctricos, en una mesa había varios tipos de cuchillos y unos puños de hierro. Su otra mano la tenía en sus propios pantalones, no se había percatado de la presencia de su hija pequeña, así que esta se fue de ahí, destrozada (pero tratando de no hacer ruido), hasta su cuarto en donde Isa también fue, por mientras, Giorgo observaba a su jefe con bastante incredulidad de que este fuera capaz de llegar tan lejos solo para hacerle la vida imposible a la hija que había engendrado ya que él no se imaginaba a él mismo siquiera pensando en hacerle una de tantas cosas horribles a su propio hijo.
—¿Que acaso no te he dicho que no me interrumpas cuando estoy haciendo algo en mi oficina, imbécil? —murmuró con la mandíbula apretada mirando a su empleado de manera amenazante, este otro se tragó su temor y nerviosismo y le plantó cara a su jefe.
—Lo lamento, jefe, pero no puedo tolerar que usted siga tratando de esta manera a una chica que no le ha hecho nada y que para rematar, es su hija —El hombre de la familia comenzó a reírse estruendosamente pero se podía percibir algo de ironía en aquellas carcajadas secas.
—¿Me estás diciendo qué hacer con mi hija? Yo que te he dado todo, que prácticamente te recogí de ese basurero, te di trabajo, techo, comida, bebida y un puesto elevado ¿y así es como me lo agradeces? Dime, ¿quieres estar tú en el lugar de ella? —Lo miraba fijamente pero con esa vista gélida que era característica de Niko, sabía que se iba a arrepentir probablemente, pero le dolía ver a la adolescente en aquel estado, si su padre seguía con eso era posible que la terminaría matando.
Giorgo hizo un asentimiento firme pese a su nerviosismo, segundos después era él quien estaba en el lugar de la chica, la cual no decía nada cuando salía caminando poco a poco, volteó a mirar al trabajador con una mirada de disculpas, este solo le hizo un deje de sonrisa para que inmediatamente después soltara un desgarrador grito, ella solamente pasó saliva y se retiró a buscar un botiquín e irse a un rincón de la casa a curarse las heridas pero antes de que pudiera hacer cualquier cosa, su hermana ya se hallaba a su lado haciendo justo eso, curarla con total cuidado ganándose uno que otro quejido.
—¿Por qué fue esta vez?
En teoría le estaba hablando tranquila pero le dolía de sobremanera ver a su hermana mayor sufrir tanto y muchas veces ponerse en su lugar sin siquiera pensar que podría salir perjudicada de una peor manera, una que otra vez, Isa también había sufrido las consecuencias porque Stef no se encontraba por ahí en el momento para evitarlo e incluso si fuera estado, Isa no se arrepentía de eso, odiaba que Estefanía tomara en sus hombros el peso de todo lo que a Niko se le ocurría siendo que ella también tenía culpa y aun así Estefanía tomaba por sí sola la iniciativa.
—Porque estaba contando unos billetes y unos paquetes y se me cayó un libro al suelo, le dio rabia y dijo que era por todas las veces que le hacía perder la cuenta o la paciencia, que me enseñaría una lección y cómo servir para algo en la vida, estupideces de él —negó con la cabeza como diciendo que no importaba y bajó la mirada. Isabella la hizo levantarla.
—No podemos seguir así, nos terminará matando con la lógica pobre que se carga, necesitamos hacer algo.
—¿Y qué sugieres? ¿Nos alzamos y esperamos que por arte de magia no quiera herir a Selena por nuestras "imprudencias"? —Su tono era sarcástico, ya empezaba a negar pensando en la posibilidad de que le hiciera algo ese hombre a su hermanita, apretaba su puño de forma inconsciente.
—Debemos llamar a alguien que sepamos que es de confianza, algún amigo de mamá...
—Mamá, claro, conocidos de la persona que se fue sin aviso y sin pistas ni rastros, qué conveniente —reía sin gracia, para ella, su madre las había abandonado y no contaban con ella, prácticamente en su mente le había hecho la cruz.
—No sabemos realmente lo que sucedió ni sus razones o su versión de los hechos, debes darle una oportunidad, no seas tan radical.
—Radical —repitió con tono impío—. ¡Nos ha dejado a tres niñas a cargo de un maldito idiota y ni le importó cómo nos sentimos! ¿y tú me sales con eso? —Estaba tensa y dolida mientras discutía con la persona que diariamente la cuidaba más de lo que ella misma se cuidaba, pero ya no se podía echar para atrás, necesitaba soltarlo—, te nubla el juicio tu perfeccionismo, me parece —lo decía entre dientes, Isa la miraba también un poco dolida, entendía que no era uno de sus mejores días.
—Mi perfeccionismo, como le llamas tú, me permite salvarte el culo.
—Pues bien, yo no te dije ni te pedí que me lo salvaras —respondió simple. Isa a todas estas había acabado de vendarla pero volteó la cabeza para mirarla y después tomó el botiquín para guardarlo.
—Ya no sabes ni escuchas lo que estás diciendo, yo me voy a llamar a alguien, si quieres sácate los ojos, provoca a nuestro padre, me da bastante igual.
El enojo la había hecho decir aquello pero era tarde para entender qué había sucedido.
—Haz lo que te dé la gana.
Se levantó y se largó al patio a sentarse sola. Isa quedó ahí sin saber bien qué hacer o cómo reaccionar, incluso se le resbaló una lágrima, ella también estaba harta de tanta mierda y que su hermana –y prácticamente su mejor amiga y confidente–, le dijera aquellas cosas para ella había sido como si un baldazo de agua fría le hubiera caído encima, guardó el botiquín en su sitio y fue a la habitación de Selena con uno de los satelitales que Cristina, su madre, había dejado por ahí y que recientemente había descubierto sin que su padre estuviera al tanto de ello.
—¿Pasó algo? —Habló su hermana pequeña.
—No, una tontería con nuestra hermana, nada más... ¿Hablo con Carson? —Dijo en voz más baja luego de un rato de haber marcado un número ante la atenta mirada de Selena—, soy Isabella, hija de Cristina, había dejado su número en una libreta por si necesitábamos algo pero Estefanía es muy terca para dar el paso —rodó los ojos.
—¡Joven Isabella! Sí, algo me había comentado Cristina cuando se fue, que probablemente recibiría una llamada tuya, ¿qué puedo hacer por ustedes?
El señor Carson era un hombre de cuarenta años, muy amigo de Cristina y bastante influyente en el narco italiano, tenía una voz áspera e intimidante pero era muy buena gente y estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, especialmente si esa persona era Cristina.
—Esta llamada tiene que ser rápida porque mi padre no sabe que estoy hablando con usted... la situación es esta: ya no soportamos más a Niko y queremos salir de aquí, cada que puede la paga con nosotras pero especialmente se ha pegado y obsesionado con Estefanía, en fin, muchas cosas feas que es mejor no mencionar —su voz tembló un poco con lo último, el hombre al otro lado de la línea ya estaba haciendo sus llamadas y mandando gente a hacer quién sabe qué cosas.
—Escucha con atención, estas son las instrucciones que me dejó tu madre antes de marcharse: irás a la escalera derecha del segundo depósito, ubicado en el primer cuarto de limpieza hacia abajo, bajarás y se llevarán todo lo que consigan ahí, hay tanto cosas nuevas de ropa y varios objetos, también hay algo de dinero, armas con municiones y algunos paquetes de droga distribuidos en unos bolsos grandes -, la chica escuchaba con atención y anotaba todo.
»Una vez tengan todo eso abrirás una compuerta en la esquina del fondo del depósito, Niko no sabe de la existencia de ese lugar, así que van a estar a salvo, cuando estén ya dentro cerrarás y caminarán ese pasillo completo, uno de mis hombres las estará esperando a cuantos sea que deseen llevarse con ustedes y ya les estaré informando cómo procedemos... espero haberte sido de ayuda.
—Sí, Carson, me dejas más tranquila en serio, pero no podemos hacer eso ahora mismo, cuando él se vaya te estaré avisando... —en ese momento ambas muchachas se pusieron alertas por los gritos de Niko pero se aliviaron cuando estos se alejaron—, mejor te llamo cuando tengamos todo preparado.
—Sí, espero tu llamada, cuídense, por favor —dicho esto, colgó la llamada e Isa escondió el aparato donde estaba antes observando a Selena.
—¿Nos vamos a ir? —Selena estaba extrañada y al mismo tiempo algo entusiasmada puesto que toda su vida se la había pasado encerrada con sus hermanas en una mansión gigante donde un hombre tonto y malo las maltrataba.
—Eso queremos lograr, Sel, pero no puede saberlo papá... te iba a pedir si podías decirle a Estefanía de eso, seguro sigue algo molesta conmigo y contigo se sentirá mejor —le sonrió ligeramente pero muy dentro de ella seguía medio resentida.
Selena asintió y salió al patio encontrándose con su hermana mayor golpeando las paredes de cemento a puño desnudo, sin dudarlo la abrazó por detrás y la separó con dificultad de ahí, sentándola en un mueble del jardín y no la soltó hasta que esta dejara de estar agitada y le correspondiera el abrazo o le dijera algo, efectivamente, pasados unos segundos, la más grande dejó de estar acelerada y se giró para envolver el cuerpo de Selena en un abrazo de esos que les llaman reparadores, aunque no lo decía, le había hecho falta.
Acarició suavemente su cabello, no necesitaba palabras y por eso Selena tampoco hacía o decía nada hasta que Stef estuviera mejor, esta última incluso ignoraba los dolores de su cuerpo, con sus hermanas se sentía completa aunque ahora pensaba que era una mierda de persona porque Isa había hecho hasta lo imposible por ella y ella le pagó con palabras hirientes, sin embargo también tenía un orgullo jodido y se odiaba a veces por eso, pero qué podía hacer, además de esperar a calmarse para no volver a explotar cuando no debía. Cuando vio que se sentía mejor se separó lentamente de Selena y la observó como si la hubiera decepcionado, a pesar de solo tener doce años también le había tocado madurar a temprana edad y comprendía muchas cosas.
—¿Te sientes mejor? —Preguntó observándola, esta solo afirmó con su cabeza esbozando una casi imperceptible sonrisa.
—Perdón porque me viste de esta manera, Sel... no quise que pasara así, no sabía que pensaba, yo... —había comenzado a divagar
—Shhhh —interrumpió Selena a su hermana—, no pasa nada, no tuviste un buen día, es entendible y venía a decirte algo importante —Estefanía la miró en señal de que continuara—, Isa se comunicó con un tal Carson de Italia que es muy buen amigo de mamá y le dejó unas indicaciones y probablemente nos ayude a salir de aquí pronto pero necesitamos tu aprobación porque sin ti no vamos a ningún lado y puedes llevarte a las personas que quieras.
—¿Y cómo sabemos que este... Carson es de fiar y no nos está tendiendo alguna trampa o algo así? No sé, Sel, está muy raro que de repente resulte que la mujer que nos dejó haya sabido que nos vamos y ya haya dejado todo listo en vez de llevarnos con ella... —era desconfiada porque había pasado por demasiadas cosas como para confiar en cualquiera, para ella solo valían sus hermanas, sus amigas y ella la pena, lo demás era secundario.
—¿Puedes por una vez en tu vida confiar un poco más en nuestro criterio o el de Isa al menos? A lo mejor esta es la oportunidad de comenzar de cero lejos de papá y el sufrimiento y estás a punto de perderlo todo por tu terquedad, llama a las chicas y vámonos, deja de pensarlo tanto, eso es lo que me repites todo el tiempo —Estefanía simplemente le sonrió un poco y volvió a abrazarla.
—Bien, podemos considerarlo, pero no crean ustedes dos que lo hago porque me mandan sino porque quiero —le sacó la lengua graciosa provocando una suave risa a Selena que luego asintió. Ambas se levantaron después, una vendándose los nudillos y la otra pasando a la sala donde había un sepulcral silencio pero viendo a Giorgo también súper golpeado. —Me... fueras dejado ahí, no habrías experimentado nada de eso, es mi culpa —renegaba, este solo pellizcó una mejilla de ella suavemente de forma un poco cariñosa.
—No, eres más joven que yo y me recuerdas a mi hijo, necesitaba hacerlo, no tienes que agradecer ni culparte, ¿de acuerdo? —Ella lo dudó pero luego afirmó con su cabeza y fue adentro sin saber qué más decirle.
Cuando las dos pasaron al cuarto estaba la tercera hermana escribiendo algo en un cuaderno, Estefa solo se asomó sobre su hombro en silencio hasta que ella se diera cuenta de su presencia, cuando lo hizo dio un gran salto del susto y se le cayó el bolígrafo al suelo, se notaba que había estado llorando, se le encogió el corazón a la mayor viendo sus ojos rojos sabiendo que ella se lo había ocasionado, tragó seco y se acercó pero cuando Isabella se apartó la dolida era ella, las dos tenían un orgullo muy grande y eso se hacía ver.
—¿Vienes a decirme otra vez cómo fue que mi perfeccionismo obsesivo te arruinó la vida? Porque si es así te invito a irte por donde entraste —espetó señalando la puerta abierta, la aludida solo la abrazó fuerte sin querer soltarla, le costó que le fuera correspondido pero a los minutos le fue devuelto igual de fuerte, odiaban pelearse.
—L-Lo siento...
Solo esas dos palabras le bastaban a las dos para disculparse e incluso si no las dijeran, un solo abrazo de oso les alcanzaba para reconciliarse y volver a estar como si nada.
—Yo también lo siento, pero alguien debía de decirte las cosas... por el otro lado, supongo Sel ya te dijo el plan, ahora me queda preguntar si sí lo quieres para irnos moviendo con eso.
—Bueno, supongo que no perdemos nada... aún tengo mis dudas, pero okay, ¿qué hay que hacer?
—Recoger nuestras cosas pero no podemos llevar demasiadas y hemos de hacerlo todo de manera discreta si no queremos que papá lo sepa.
—Ese hombre nunca será mi padre.
—Tienes razón... pues entonces, debemos hacerlo de forma discreta para que el idiota no lo sepa, ¿mejor?
Asintió conforme con sonrisa inocente y fueron a acomodar todo, eran tan silenciosas que parecía que no había nadie en la casa. Después Stef les avisó a sus amigas que harían esa gracia y ellas con mucho gusto aceptaron a ir con ellas, vivían todas juntas en una casa y el final del pasillo les quedaba a media hora a pie, así que la consideraban una aventura.
A la hora ya tenían cada una su maleta con sus conjuntos favoritos, algunos cuadernos, libros y lápices, Isa llevaba su guitarra y Sel unos guantes nuevos de carreras que su madre le había regalado para un futuro, poco a poco se dirigieron a la supuesta escalera que Carson había dicho y, efectivamente no era mentira pero igual estaban alertas ante cualquier cosa, cuando bajaron, la hermana del medio cerró la compuerta para no levantar sospechas y cuando encendieron la luz había un poco de todo como el italiano había dicho junto a un carrito de golf con una carretilla para llevar todo, sin pensarlo y como él les había indicado montaron los bolsos, las maletas, la guitarra y las cajas en esa carretilla y cupo todo, sorprendentemente.
Cuando ya estuvo todo, Isa llamó a Carson quien le dijo que a más tardar una hora llegaba el chofer por ellas, que estuvieran al final del pasillo para entonces, así que la mayor de las tres se puso al volante del carrito y lo encendió intentando que no hiciera mucho ruido y de manera lenta se fueron encaminando por aquel largo, oscuro y desolado pasillo que solo ellas conocían, querían creer, se detuvieron una vez a hacer del baño pero se la pasaron esos minutos también algo inseguras de cómo sería su vida a partir de ese día.
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¡Hola mis buitrecitos del señor!
¿Cómo han estado? tanto tiempo sin saber de ustedes, siento haber desaparecido pero me pareció que a la novela le hacía falta un nuevo comienzo, la voy a ir resubiendo, espero no se cansen de leer cosas parecidas y espero también que hayan disfrutado del nuevo prólogo tanto como lo hice yo al escribirlo (aunque me tomó un tiempo). Les pido que me tengan paciencia al ir actualizando las viejas partes renovadas y próximos nuevos caps ya que Señora Inspiración no es la que era.
Oficialmente podemos decir que este es un importante regreso, cuéntenme en comentarios si se lo esperaban tan intenso y cuéntenme qué les pareció la nueva imagen también, digan si tienen alguna sugerencia o algo que les gustaría ver en próximos capítulos, los leo C:
Creo que no tengo más nada que agregar, solo lo de siempre
Comenten y voten si les gustó y si quieren ✌🏽
Cuídense ε:
Se les quiere y se les aprecia 💜
Con gran parte de mi amor 💘
Tiniebla.
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