Capítulo 16
El personaje misterioso estaba listo para actuar, una vez enviado el paquete hacia Atenas, se iba preparando para el evento de la noche en Inglaterra. Sin embargo, su enojo no era solo en contra de los griegos sino también contra los británicos del norte, según él, ambos tenían que ver con todo lo malo que le ocurría y debía darles una lección, pero iría un paso a la vez, primero Estefanía y cuando las aguas se calmaran aprovecharía para ir contra los demás. A ver si esos dos insolentes se arrepentían de lo que hicieron de una vez y por todas.
***
En la gran mansión de Atenas, Bloobrig y sus integrantes se preparaban para lo mismo, corrían de un lado al otro, en esa casa cada día era más agitado que el anterior, nunca había silencio. Tan pronto como acabaron todos de desayunar, algunos se fueron a cumplir con otras asignaciones mientras que Stef, sus hermanas y algunos de sus amigos y trabajadores se dirigirían hacia la sede de la carrera. Ese era el plan inicial y habría seguido de esa manera si la jefa no recibía una llamada de un número desconocido a su celular. Antes de contestar les hizo una seña a los presentes de que se callaran un momento.
―¿Sí? ―Su voz se oyó seria al contestar.
―Disfruta mientras puedas, podría suceder cualquier cosa.
La voz del otro lado se oía un tanto distorsionada, probablemente usaba un programa para no ser reconocido fácilmente, Estefanía frunció el ceño bajo dicha oración.
―¿Quién habla? ―gruñó de vuelta.
―Es momento que pagues por lo que hiciste.
―¡Dime quién mierda eres! ―Devolvió escuchando una risa de parte del hombre y apretando su celular de manera involuntaria.
―He de suponer que has recibido mi regalo.
―¿Qué carajo me estás diciendo? ¿Qué regalo? ―Preguntó con expresión entornada.
―Por lo que escucho, aún no has salido a mirar lo que hay en tu puerta ―se burló. La jefa apretó la mandíbula y abrió la puerta encontrando una caja de madera sin remitente ni ninguna inscripción que indicara de qué se trataba, tomando una barra metálica se acercó, alojando el teléfono entre su hombro y su oreja ―. Adelante, ábrela ―habló el otro nuevamente, como si estuviera vigilando sus pasos de cerca. Ella con cuidado ejerció presión en la tapa de la caja y la retiró hasta que unas dos últimas palabras se oyeron en la línea ―: hasta nunca. ―Y ahí colgó.
Del cubo de madera en cuanto la llamada hubo terminado de manera abrupta, empezó a sonar un pitido y varios más después hasta que se hicieron constantes, ella abrió grandes los ojos.
―¡ABAJO, CÚBRANSE! ―Gritó tirándose a un lado.
Los que estaban más próximos acataron la orden y también se lanzaron al otro lado cubriendo sus partes vulnerables. A partir de ese momento, todo avanzó como en cámara lenta, una gran detonación voló la caja en pedazos y también parte de la entrada, una ola de polvo se levantó y todos los conscientes escuchaban pitidos en sus oídos, algunos tenían sangre saliendo de alguna parte de sus cuerpos. Stef se encontraba aturdida y se agarraba la cabeza a la vez que gruñía por el dolor.
Tambaleándose de forma lenta se colocó de pie y se aferró de la pared, su cabeza le daba vueltas, aunque se las arregló para mantenerse firme y así miró a su alrededor. Escombros y polvo repartidos por doquier, algunos cuerpos de su gente igualmente. Se tomó un momento para reponerse medianamente antes de cojear hacia los alrededores.
Posiblemente estarán preguntándose en qué terminó la tragedia.
<<De verdad que vives por el drama, eh.
La conciencia de repente intervino una vez más.
>>Yo no te invité a participar, Elisa.
<<Pues disculpe, doña amargada.
>>¿Qué quieres o qué? Estamos haciendo esperar a los lectores.
<<Ellos ya saben lo que ha pasado y se imaginan de qué trata la tragedia.
>>¿Quién está escribiendo esta historia, Elisa?
<<Las dos, pues soy parte de ti.
>>Ganas por esta vez... ¿algo más?
<<No, ya me voy. Nos vemos.
Como íbamos diciendo, luego que el enfermo psicópata explotara la bomba en casa de la jefa ateniense, Stef se logró levantar y cojear hacia los afectados a sus alrededores para ver en qué estado se encontraban.
―¿Alguien por ahí? ¿Todos bien? ―Logró hacerse escuchar, oyendo a uno que otro tosiendo.
―Jefa...
Bruno murmuró dificultoso arrastrándose fuera de debajo de una gran roca, traía algunos rasguños, pero sano, Stef se alivió solo un poco, respiró más relajada oyendo la voz de su hermana a lo lejos.
―¡Tefi!, ¿estás bien? ¿Estás herida? ―Isabella cojeó hacia ella alarmándola.
―¿Qué te pasa, por qué vas coja? ―Cuestionó tomando su mentón con su mano y mirándola a los ojos ―. No tienes que ocultarme nada ―aclaró con seriedad.
―Creo que me torcí el tobillo ―reveló, Estefanía liberó un suspiro.
―¡Isa! ―Una exclamación les llamó la atención, ambas hermanas voltearon viendo a Ethan llegar corriendo, la jefa lo miró severa, pero no hizo ningún comentario cuando él siguió hablando ―, ¿te duele mucho? ―Sus ojos medio grisáceos la evaluaron y la hermana del medio movió su mano como diciendo que «más o menos» ―. Menos mal, me había preocupado.
Sonaba como si de verdad le importara aquella chica, Stef rodó los ojos al verlos intercambiar un piquito como los que Tobías y ella intercambiaban de cuando en vez y se retiró a mirar a otros de la casa.
―Cuidado con mi hermana, Ethan. ―Lo apuntó con una mirada igual de seria y caminó hacia el otro lado.
―STEFA ―Camila y Ally gritaron desde la otra esquina al mismo tiempo.
Girándose en su dirección ambas chicas cargaban expresiones desesperadas y preocupadas, lo que la preocupó a ella también.
―¿Qué pasó? ―La jefa las miró, ellas tragaron saliva ―. ¡Que me digan qué pasó! ―Repitió más fuerte, tratando de guardar la calma. Ambas se miraban.
―Perdimos a Dimitra y a Félix ―empezó Ally con algunas lágrimas rodando por sus mejillas, Stef se tensó de sobremanera antes de aventar una botella que había cerca y apretar los puños.
―¡Maldición! ―Gritó, guardándose por el momento las lágrimas que amenazaban con salir ―. Díganme qué más debo escuchar ―pidió con voz fría.
―Y Stephan... ―agregó Camila, la mirada de la jefa se oscureció y de golpe se paró para correr donde ellas le indicaban.
―¡¿Dónde está, qué le ocurrió?! ―Bramó llegando al lugar indicado.
Las chicas le dieron espacio a su jefa y amiga y lo primero que esta visualizó fue a una Adriana destrozada por completo, sentada en el suelo acunando la cabeza de Stephan con sus brazos mientras esta estaba apoyada en su pierna, de su frente salía sangre y Stef por un momento tuvo miedo de que estuviera en el otro plano junto a los difuntos Félix y Dimitra, pero al apoyar sus dedos en el punto de pulso sintió débiles latidos, pudo respirar nuevamente.
―Tiene pulso... pero es débil... traería aquí al médico, pero no sería lo más seguro del mundo. Es mejor llevarlo al hospital donde atiende Jake, tendremos discreción y seguridad ahí ―dio algunas órdenes ―. Espero por el bienestar de todos que no haya ninguna otra pérdida ―gruñó mirando a sus amigas con expresión medio indiferente, pero en esos ojos oscuros se leía la rabia contenida; ellas se congelaron cuando Lauren apareció con más lágrimas cayendo. Stef empezó a negar ―, no es cierto... díganme que no es cierto. ―Su mundo comenzó a girar. Un nudo se formó en su garganta.
―Geo trató de protegerme, una roca le cayó encima, logré quitarla, pero el impacto fue bastante fuerte ―explicó entre lágrimas y sollozos.
La jefa se acercó y tomó a su prima entre sus brazos con sumo cuidado luego de sentirle el pulso lento. La examinó, tenía algunas heridas por ahí, pero estaba viva. La introdujo en una de las camionetas y miró nuevamente a todos lados con nerviosismo.
―¿Algo más que agregar? ¡¿Dónde está Sel? ¿Las demás chicas?
―No te preocupes, está bien... además de esos que perdimos, los demás están ilesos, tienen rasguños, pero sobrevivirán ―aseguró la ojiverde, tratando de mantener la cabeza fría. Stef liberó un largo suspiro y asintió.
―Gracias, Lau ―murmuró palmeando su espalda ―. Ahora, no podemos irnos todos, los que de verdad necesiten atención médica acompáñennos, Stephan y Geo necesitan urgente, Isa necesitará una revisión, organicen los autos ―terminó de mandar órdenes, a lo que todo mundo asintió, todos parecían más callados, dos buenos amigos se habían ido, eso nunca sería algo fácil de asimilar.
A partir de ahí, desde el garaje empezó a salir un desfile de autos y camionetas camino al hospital, en cada vehículo había entre tres y cuatro personas repartidas. En la mansión quedaron varias chicas y un par de chicos, ubicados alrededor de los dos cadáveres que tendrían que dejar atrás pronto, la jefa además les encargó que cuidaran los alrededores de la mansión por si acaso. Por su parte, Stef esperaba que Jake pudiera atenderlos en la brevedad posible y se evitaran tanto protocolo y papeleo, que se encontrara la conexión o negociación adecuada.
Los autos y camionetas de lujo del grupo de Bloobrig llenó las calles mundanas de la gran ciudad, llamaban la atención de varios ojos curiosos, pero a Stef no le importaba aquello, en ese momento lo que menos le preocupaba era estar enseñando que era una persona pudiente o poderosa, lo que le interesaba era llegar a ese hospital lo antes que les fuera posible. Detrás de los autos donde los afectados estaban, había una camioneta extra por si algo se torcía.
Un vehículo tras otro iba acelerando por esas concurridas calles y entrando al parqueadero del hospital en orden cuando hubieron llegado. Estacionaron, se bajaron, todos cargados con armas, aseguraron el centro de salud y corrieron hacia el interior en busca de una enfermera, alguna recepcionista a cargo o el mismo Jake si era posible.
Atravesando la entrada del establecimiento, Stef miró a los lados, no encontrando enfermeras desocupadas caminó a recepción y apoyó las manos en el mostrador, luego se aclaró la garganta antes de hablar.
―Disculpe, traigo algunos heridos para el doctor Jakeb Saadi, es urgente. Si pudiera ayudarme con el tema del papeleo se lo agradecería ―dijo educada.
Aunque la chica de la recepción seguía tecleando algunos datos en la computadora y no se había percatado de a quién tenía al frente y mucho menos quería lidiar con papeleos ajenos.
―El doctor Saadi está en una consulta ahora mismo, puede darle un recado si gusta.
Respondió un poco borde y sin mirarla, en vista de que Stef permanecía allí todavía, la mujer levantó la vista. La recepcionista era una mujer de ojos oliváceos y expresivos, era bastante atractiva. Al levantar la mirada tragó seco, sus manos comenzaron a temblar y su piel palideció un poco, la jefa esbozó una sonrisita con deje sarcástico ante el efecto que estaba teniendo sobre la pobre muchacha, pero decidió que no era momento de jugar, por lo que se paró derecha y volvió a hablar.
―Creo que te viene mejor llamarlo y decirle que Stef está aquí necesitando su asistencia ―sonrió, pero el brillo no llegó a sus ojos.
―E-Eres la R-Reina de... de los... narcos ―tartamudeó con acción retardada, Stef liberó una risita burlona.
―Así me conocen muchos, sí, pero no vine para eso y no tengo tiempo que perder, así que, lo llama usted o formo una revolución aquí mismo para hacerlo salir ―amenazó, el solo tono calmado y frío le puso los pelos de punta a la mujer en cuanto levantó el auricular del teléfono de oficina.
―D-Doctor Saadi... tengo a Stef aquí... sí, esa Stef ―habló con un hilillo de voz a través del auricular y colgó. A los dos minutos el médico llegó apresurado, su bata blanca ondeando tras de sí.
―Jake, un gusto verte ―sonrió con algo de diversión, dándole la mano.
―Stef, cuántas veces debo decirte que te comportes, mujer ―el hombre sonrió de vuelta y devolvió el apretón de manos junto a un pequeño abrazo.
―Tú sabes cómo hago mis entradas, Jake... te traje gente que atender ―agregó.
―Ya decía yo que no vendrías solo a saludar... tráelos. García, vuelva a su trabajo, ya sabe, ningún registro ―murmuró solo para que la recepcionista escuchara, ella se mordió el cachete por dentro y afirmó con la cabeza ―. Acompáñenme y me platican acerca de lo que pasó.
―Verás, nos mandaron una bomba en casa, dos de mis chicos salieron inconscientes, varios tienen rasguños y aquí estamos sobreviviendo ―explicó Stef en cuanto estuvieron todos en uno de los consultorios disponibles.
―Tu vida no se torna nunca aburrida, por lo que puedo escuchar... déjame ver.
Durante los próximos minutos, Jakeb se dedicó a examinar a los heridos, Stephan fue enviado a rayos x y seguidamente a quirófano, Georgia tenía varios huesos rotos y fue enviada a una intervención de emergencia, Isabella aunque trató de negarse a recibir ayuda médica diciendo que lo suyo no era tan grave, Stef la obligó a hacerlo prácticamente, el joven doctor trató ese tobillo como si de un esguince se tratara, por lo que la hermana del medio salió de allí con una bota ortopédica puesta y caminando con muletas.
―¿Algunos cuidados en específico? ¿Medicamentos? ―Stef quiso saber.
―Déjame darte un resumen, Stef, sé que no vendrás tan seguido luego del diagnóstico, así que mejor te dejo claras algunas cosas ―explicó y comenzó a enumerar los puntos de forma concisa ―: tu amigo, Stephan, fue mandado a rayos x y luego entrará a una operación, tendrá que permanecer en observación dos días mínimo. Georgia, tu prima, se le trataron los huesos rotos que traía, sin embargo, lo de ella parece ser más simple, aun así, va a permanecer en cama. Tu hermana salió con un esguince en el tobillo, debe caminar con las muletas, no hacer movimientos bruscos y reposo en casa, esta es la receta de los medicamentos y cada cuántas horas debe tomarlos. ―Le pasó un papel.
―¿Gritó mucho, doctor? ―Bromeó un poco aun sabiendo que no era el momento, Isa le metió un zape en respuesta.
―Solo lo normal ―guiñó.
―Doctor, tenemos una última consulta ―Selena intervino.
Llevaba a Jack a rastras del brazo y este refunfuñaba como un niño, Stef arqueó la ceja con la sombra de una sonrisa tirando en sus labios.
―Otro terco, al parecer. Déjame revisar. ―Tendió su mano para indicarle a Jack que se sentara mientras Jakeb se acercaba a examinar ―. Tu muñeca trae una fractura bastante fea y tu dedo pulgar se ha dislocado, no sé qué hiciste para que esto sucediera así, aviso que va a dolerte ―informó y contó hasta tres en silencio.
A continuación, el grito adolorido de Jack hizo eco en toda la habitación cuando el doctor tomó su muñeca y con un solo movimiento devolvió el hueso a su sitio, hizo lo mismo con el pulgar y cuando terminó de tratar las heridas, enyesó su brazo y colocó un cabestrillo. Selena durante todo ese proceso había aferrado la mano libre de Jack y se la apretaba para brindarle consuelo silencioso. Jack estaba sudado por el dolor de que sus huesos fueran recolocados, pero dedicó una disimulada sonrisa de boca cerrada a Selena.
―Lo hiciste bien, cariño ―la menor de las hermanas susurró para que Jack escuchara, aunque dicho susurro no pasó desapercibido por Stef, quien volvió a enarcar la ceja y miraba a Selena ―. Cállate, Stef.
Advirtió señalándola, ella solo elevó sus manos a manera de rendición con una sonrisa burlona y una mirada de advertencia dirigida hacia Jack, que tragó saliva, él sabía perfectamente a qué se refería su jefa con esa mirada. Mientras Selena fuera feliz, Stef haría un poco la vista gorda pese a no agradarle mucho aquello, pero que llegara alguien a hacerle daño, era claro que no viviría para contarlo.
―Bien, estos analgésicos, cada cierta hora, reposo absoluto, solo movimientos normales ―recetó el joven doctor nuevamente ―. ¿Algo más que pueda hacer por ustedes? Stef, espero que no tengas otro corte sin tratar de los que tratas de esconder, te conozco ―señaló.
―Revisa tú mismo entonces ―dijo rodando los ojos.
Jakeb revisó a detalle las partes visibles de la jefa y tomó su mano para inspeccionar los nudillos, por suerte, las curas de Tobias habían hecho un cicatrizado satisfactorio y esta vez, Stef solo tenía rasguños menores.
―Veo que te cuidas eh ―molestó.
―Saadi, no me jodas, mucho tengo ―gruñó.
―Bueno, bueno, no explotes tampoco. ―Subió sus manos con un brillo divertido en la mirada.
―Si nos vimos no me acuerdo, Jake, pasa por la mansión un día. ―Le dejó un fajo de billetes al médico por el excelente servicio que hizo.
Lauren y Adriana se lanzaron a abrazar a Stef cuando supieron que Geo y Stephan estarían fuera de peligro más temprano que tarde. Aquel abrazo les hacía falta a las tres al parecer, aquel abrazo que podía consolarte cuando no lo encontrabas en otro lugar, era de las mejores sensaciones.
―Se pondrán bien, ya verán. Stephan y Geo son muy fuertes, ambos lograrán salir de esta.
Alentó la jefa, aunque ella misma estuviera en parte rota por dentro con lo sucedido hacía un par de horas. Las chicas no contestaron, solo asintieron suavemente con algunas lágrimas que los pulgares de Stef limpiaron. Los presentes salieron del consultorio del doctor y se sentaron a esperar novedades sobre sus amigos cuando la recepcionista se aproximó a paso lento haciéndole una seña a Stef.
―¿Unas palabras? ―Murmuró, pese a su nerviosismo de antes, la mujer parecía intrigada por la presencia que representaba la Reina de los narcos en aquel hospital.
―¿Qué necesitas? ―La voz de la jefa fue seria cuando se acercó también y se apartó de los demás para evitar que lograran escuchar cualquier cosa, pero su mirada era juguetona a partes iguales.
―Empezamos con el pie izquierdo... ¿podemos conocernos mejor?
Preguntó con cierta timidez, sorprendiendo a Stef quien sonrió un poco paseando sus ojos por las curvas de aquella chica sin ningún disimulo. Trataba de distraerse de pensar cosas impulsivas que la obligaran a actuar de otra manera que no quisiera, así que acudía a su lado de juego.
―Mira... me encantaría conocerte más a fondo, pero como comprenderás no podrá ser en estos días, hubo unas pérdidas y unas cosas y no sería correcto ―explicó.
―Claro, entiendo... ¿qué tal si te llamo en dos semanas? ―Ofreció.
―Está bien, aceptaré tu invitación.
Expresó con un pequeño guiño y un beso en su mejilla antes de bajar la vista una vez más. La chica de apellido García se sonrojó ante el gesto, pero se acercó un poco más peligrosamente a la jefa afirmando su mentón con gentileza y subiendo su rostro. La fachada nerviosa y borde además había bajado su intensidad al ver que no existía realmente una amenaza directa a su persona o que la jefa no haría nada para perjudicar a las personas del centro de salud en el que se encontraban.
―Mis ojos siguen estando arriba ―bromeó haciéndola soltar una pequeña risa a ella también, aunque más retraída (para ser Estefanía de la que se habla).
―Entonces quedamos así, esperaré tu llamada en dos semanas... García ―dijo su apellido con una voz más ronca. Acto seguido colocó una tira de papel en su traje de manera disimulada.
―Te llamaré ―prometió ―. Y ahora mejor vuelvo a trabajar ―se excusó dándose media vuelta.
Para el deleite de la jefa, la joven recepcionista caminó a su puesto agregando un sutil meneo de caderas a su andar. Stef sonrió ligeramente observando y regresó a los asientos para esperar noticias...
__________________________
¡Hola mis buitrecitos del señor!
He aquí el otro capítulo modificado, a ver si logramos avanzar un poco más, no se pueden quejar, he sido más constante últimamente, para no dejar la próxima publicación y hacerla en un año eh... por qué soy así? ni modo.
Una tragedia completa en este capítulo, pero no perdemos los encantos y seducción, parece.
Preguntas
Quién es la persona misteriosa que tiene asuntos con ambos cárteles que resolver?
La fachada de dura de la jefa se caerá llegando a la casa?
La recepcionista? Qué opinan de la reacción y de todo?
Jakeb será de fiar o saldrá con algo raro?
Stephan y Geo se recuperarán sin secuelas?
Qué hay de la carrera? Se realizará? Saldrá bien?
Eso ha sido todo, intentaré modificar el siguiente pronto para no dejarlos esperando mucho tiempo pero no prometo nada. Espero sigan estando muy bien y si no, le dan a la vida más duro de lo que ella les da a ustedes, ok? Nos leemos por ahí, quizá haya más noticias de las demás historias, así que estén pendientes.
✌🏼Comenten y voten si quieren y si les gustó✌🏼
Se les quiere y aprecia 💘
Con parte de mi amor 💜
Tiniebla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro