Capítulo 10
La muchacha menor cuando terminó de atender a la pelinaranja fue subiendo desde su centro dejando otro camino de pequeñas mordidas y besos húmedos por todo su delicado y tonificado torso hasta que llegó a un claro destino en sus labios, los cuales se encargó de morder, succionar y besar profundamente mientras sus manos inquietas recorrían una vez más aquellas curvas, Vanessa le correspondía a aquel beso de manera hambrienta y con sus propias manos acercaba a la otra chica por la nuca, de manera que pudiera prolongar aquel beso lo máximo posible hasta llegar a separarse por completo y unir sus frentes a la vez que se entremezclaban sus agitadas respiraciones.
—Parece que alguien había venido sin cenar. ¿No sabes que cuando vamos de tragos hemos de comer? —El tono de la inspectora podría describirse como acusador pero al mismo tiempo se podía sentir algo fingido, aquello pudo sacarle a Stef una suave risa juguetona.
—¿Que acaso no fue suficiente cenarte a ti?
Montoro abrió los ojos medio sorprendida y un tanto ofendida mientras le pegaba golpecitos a su acompañante en el hombro y la escuchaba reír más libremente ahora, está de más decir que le divertía aquello de sobremanera.
—Serás... —Reclamó tratando en vano de esconder un muy sutil sonrojo.
—¿Debería pensar que estás interpretando el rol de tomate para una obra de teatro?
—¡Stef! —Exclamó más indignada aumentando la risa de la chica —. Sí, tú ríete pero ya llegará tu momento —la señaló algo severa, la otra simplemente asintió con su cabeza portando un aire algo irónico pero conservando su sonrisa burlona —. Ya lo verás —volvió a afirmar y abrazándose al cuerpo de la de ojos cafés decidió hablar —. ¿Ahora sí puedes explicarme cómo sabías aquellos movimientos?
—Bueno, ahora sí, seriedad... Básicamente yo misma les hackeé el sistema, mi informante tenía un chip en su pie y así descubrí que esa ruta es una de las que ellos utilizan, intentaron desaparecer el cuerpo tirándolo ahí pero el chip seguía activo y supe de ese pequeño movimiento que seguro les desestabilizó un poco la mercancía. Seguramente Winchester estará unos días escondido.
Con cada cosa que le revelaba, la inspectora se sorprendía un poco más aunque consideraba que era un acto algo peligroso de su parte, sin embargo, también tenía en claro que dijera lo que le dijera, Estefanía actuaría por su cuenta.
—Sabes qué opino al respecto.
—Sí, que es un peligro pero por algo estamos en donde estamos —se encogió de hombros ganando un suspiro de parte de Vanessa.
—Stef, no siempre voy a poder salvarte o cubrirte...
—No estoy para que me salves, Nessa —negó medio seria —, con tal de vernos cada cierto tiempo tenemos —esta vez le guiñó un ojo pero pensaba aún algún asunto que le quedaba por resolver en esos días.
—¿Piensas matar a alguien pronto?
—Nessa, esas cosas no se dicen así como así, simplemente suceden cuando tocan y ya, tú mejor que nadie lo sabes —la vio afirmar ese hecho —. Pero ¿por qué de pronto esa pregunta tan directa?
Observó como la inspectora se tensaba medio recordando alguna cosa y titubeaba a la hora de encontrar la manera correcta de formular una respuesta lógica.
—El comisario Filippidi últimamente ha estado más irritante de lo normal, nos presiona demasiado, ha querido incluso investigar mis contactos y los de un compañero y el haber sabido exactamente la ubicación del velero y el yate despertó aun más su curiosidad... no quiero que por mi culpa él te ponga el ojo o algo así, pienso que tendríamos que disminuir o limitar muchísimo más nuestros encuentros... lo lamento, de verdad.
Lo cierto era que Estefanía pocas veces veía a la chica frente a ella afectada por algún factor externo y mucho más si este se apellidaba Filippidi, Montoro solía mantener un semblante casi imperturbable en la mayor parte de sus aventuras pero había días donde su fachada flaqueaba, sus facciones se tensaban, su mirada se hacía un poco distante y poseía un tono algo melancólico, de la misma forma la misma iba de un lado al otro y era donde su mente le martillaba con miles de teorías, datos, nombres, recuerdos.
—Nessa... Vanessa... Mírame, corazón —ahuecó de forma firme sus mejillas y viró su vista hacia ella —, primero es tu salud y luego lo demás, si piensas que el hecho de no vernos seguido puede ayudarte para que el enano calvo deje de fastidiar por un tiempo, valdrá la pena —expresó graciosa haciendo sonreír a la mayor ligeramente —. Solo no te olvides de darme señales de vida, ¿ok?
Ganó un asentimiento de parte de la inspectora, la cual decidió comenzar a recoger sus cosas y ponerse su ropa, a lo que la castaña impidió aquello y la recostó de vuelta en el colchón.
—Estefanía, debería irme, no lo hagas más complicado... —su voz podía percibirse de nuevo algo ronca sintiendo los toqueteos de las manos y dedos ajenos pero que sabían perfectamente bien por dónde pasar.
—Solo déjate relajar un rato más... considéralo un recuerdo no tan amargo de mi parte —murmuró contra su oído una vez más mordisqueando su lóbulo —. Olvídese de todo, Inspectora.
Le ronroneó ahí mismo, lo había hecho a posta y la mayor lo sabía, sin embargo, fue como si su cuerpo se manifestara solo al recorrerle un escalofrío. La inspectora seguía un poco sensible de la partida que habían tenido hacía solo una hora a lo mucho; ya que estaba, la otra chica abrió una de las botellas que había pedido, echó de su contenido sobre todo el cuerpo que tenía recostado ante ella y simplemente se puso de forma paciente a limpiar aquello con sus labios mientras dejaba alguna marca aquí y allá, arrancándole maldiciones y jadeos a la de cabellos y ojos anaranjados, la misma también apretaba la sábana dependiendo de la zona por la que pasaba con su boca, ‹‹la noche será larga parece››, pensaba la mayor disfrutando cada una de las sensaciones que experimentaba, su autocontrol había abandonado su ser en el mismo momento en que había vuelto a sentirla trabajando en su cuerpo y no parecía que fuese a regresar pronto...
***
Al día siguiente, en el cuartel se hallaba Georgia rondando el perímetro de la casa, siendo un cártel influyente, no faltaban nunca los enemigos, debían todos hacer revisiones rutinarias cada dos días (o en casos extremos, diariamente), para asegurarse de que todo estaba en orden. Mientras la más baja de estatura de las amigas se encontraba en esos momentos en el patio trasero, de espaldas a la puerta corrediza y sin percatarse de nada hasta después de unos largos segundos sintió como dos brazos le rodeaban la cintura. Aquello la hizo sobresaltarse puesto que andaba bastante concentrada en su revisión. Rápidamente vio hacia atrás visualizando ese par de esmeraldas que enseguida supo a quién pertenecían, su cuerpo se relajó y con sus propios brazos rodeó los ajenos, apretándolos un poco más.
—¿Qué haces, hermosa? —Esa voz ronca que estaba comenzando a ser como una droga para ella fue la que interrumpió el cantar de las aves y los motores de los autos que se comenzaban a escuchar, indicando que para mucha gente, iniciaba otro día de monotonía.
—Ya sabes, revisaba los alrededores —intentó ocultar el nerviosismo que le había generado la cercanía de Lauren, mirando a un punto fijo, la nombrada curvó sus comisuras con aquel gesto pero aun así afirmó en señal de entendimiento.
—Te acompaño, no tengo nada que hacer hasta la tarde o hasta que Stef nos mande a hacer algún recado.
—Está bien —aceptó y no intercambiaron ninguna otra palabra hasta que pasaron dos minutos.
Fueron caminando por los rincones de los dos patios principales y los dos grandes jardines, una de las dos chicas miró hacia el suelo consiguiéndose con una pequeña piedra y amarrada a ella existía un trozo de cuerda y una delgada tira de un papel de material ligeramente sedoso al tacto, la muchacha se agachó y tomó ese papel, que por cierto estaba minuciosamente doblado y atado, lo acercó a su rostro afirmándose los lentes de visión al puente de la nariz para examinarlo con más cuidado.
—Esto es realmente extraño —arrugó el entrecejo a la vez que iba desdoblando aquel fragmento de papel —, nadie de nosotros ni de los británicos escriben a máquina de escribir —le pasó la tirita de papel a la ojiverde la cual lo cogió, viendo que, efectivamente, la nota había sido escrita a máquina de escribir. La notita rezaba lo siguiente:
"Cuiden sus espaldas y los pasos que dan, todos merecen el beneficio de la duda en algún momento. Todos son amigos hasta que se prueba su lealtad.
PD: ya que les escribo eso, les diré igualmente que los tengo vigilados a cada uno de ustedes y que pierden su tiempo buscándome, tengan buen día"
A.M.W.
—¿De quién serán las siglas? —Pasó su pulgar por la superficie firmada.
—No lo sé, pero no me está gustando esto —respondió Lauren con el ceño levemente fruncido, ‹‹se ve linda con esa expresión... bueno, de todas las maneras lo hace››, pensó la de los lentes acentuando sus ojos incluso más como si quisiera grabarse cada pequeño surco —. ¿Por qué me miras así, tengo algo en mi cara? —Lauren interrumpió el escaneo de los ojos acaramelados haciéndolos girarse a los suyos propios.
Geo simplemente negó con una sonrisa, se mantuvieron con los ojos sobre la otra de manera mutua, esos profundos ojos color verde esmeralda la tenían atrapada, con cada mirada, así fuera fugaz, se mezclaba el color verde con el caramelo y tanto una como la otra podían jurar que sentían pequeñas corrientes eléctricas atravesar sus sistemas cada que eso pasaba.
—Eres muy linda, ¿lo sabes? —Preguntó la aludida, sonriendo de lado y sintiendo a su acólita haberse aproximado lentamente, a solo centímetros de su rostro.
—No tan linda como tú —susurró muy cerca de sus labios.
Habrían iniciado un beso de no ser por el grito que soltó su alta amiga Dinah desde lejos.
—¡Búsquense una habitación!
Lauren liberó una maldición por lo bajo y Geo lanzó un gruñido algo frustrado lanzándole a la más alta dagas imaginarias con sus ojos y Jean pensaba en la manera de asesinarla. ¡La había privado de poseer aquellos labios tan dulces una vez más, tenía razones contundentes!
—¡Dinah Jane, te odio! —Vociferó la más bajita empezando a correr en su dirección.
—¡Socorro, me persigue una enana, ayuda! —Actuó echando a correr, su tono claramente venía matizado de diversión, la polinesia iba corriendo y casi explotando en risas por el camino.
—¡Deja de correr, estúpida!
La verdad, cualquiera que las viera en ese momento habría pensado que no tenían ni una pizca de sensatez o madurez que adornara sus personas internas, pero a veces un poco de locura no iba mal para enfrentar los diferentes problemas que se presentaban, ¿o sí?
Luego de un largo rato de un juego que parecía como el del gato y el ratón pero invertido, Dinah había desistido de huirle a la enana y la enana se había cansado también de correr tras ella y después de golpearla en el hombro se habían acabado sentando a recobrar el aliento. En cuanto a Lauren, cuando bajaron los humos del ambiente había reunido a las dos hermanas presentes en la casa, a Geo y a cuatro de sus amigos para decirles acerca de la piedrecita con la tira de papel tipeada a máquina.
—Debemos enseñarles algo que descubrimos —empezó Lauren.
—No será el hecho de que ustedes dos se estaban succionando las bocas, ¿no? —Preguntó la polinesia en cuestión.
—¡DINAH! —Se escuchó el grito de todos los presentes.
—¡Ay, bueno! Mejor digan qué descubrieron entonces, aburridas —exclamó con falsa frustración, poniéndose más seria en el asunto.
Georgia tomó la mencionada roca con el hilillo y la tira de papel prendido de este, lo posicionó en la mesa en todo el centro, de forma que todos tenían una clara visión de aquello que tenía escrito el ligeramente amarillento trozo.
—A.M.W, esas iniciales parecen extrañas, ¿se les ocurre algo? —Isabella observó a todos esperando una respuesta lógica.
—Se me ocurre mirar las cámaras que dan a la calle, en busca de alguna pista pero no sabríamos lo que buscamos... —Kurten había sido quien había respondido esta vez.
—Por algo se comienza, pero para la noche tenemos que tener en claro lo que haremos o cómo actuaremos, no puede quedarse ese asunto en el aire. ¿Alguien más tiene algo que acotar? —Volvió a preguntar con tono algo irritado al tener a algún otro que investigar.
—Podemos pensar en aquellos que nos quieren agotar la paciencia e ir descartando —sugirió Félix rascándose detrás de la cabeza con algo de nerviosismo, las hermanas elevaron la comisura mirándose mutuamente.
—De acuerdo, quiero que te ocupes junto a Dinah Jane, miren todos los registros de ser necesario, descarten los máximos posibles, Ethan, si no estás muy cargado, ve con Carlos y Maga a ver las cámaras, quiero una descripción de cualquier actividad fuera de lo común en las horas de la noche y la mañana de hoy, si no puedes tú, que lo hagan los otros dos —volvió a mandar, ignorando las caras entornadas de todos —. En cuanto a Selena, puede no estar Stef esta mañana, pero de tu entrenamiento no vas a escaparte, vamos ya.
—Pero ya recordé lo que tenía que recordar, hoy tenía práctica para la carrera... —puso un puchero mirando a su hermana mayor, cuestión que ella no cedió.
—Puedes practicar con Kurten más tarde o mañana pero aún te queda parte importante, sígueme. Y los que no tengan qué hacer, se vienen a hacer algo.
Se escucharon algunas quejas, pero todos hacían caso a lo pedido, fueron al campo de gran extensión que se presentaba ante sus ojos, Stephan hizo su aparición con una carretilla de color gris, en ella viendo por encima, se podían observar diferentes objetos, ‹‹ quizá es lo que sobraba en el arsenal››, pensó la menor mirando todo aquello y medio reconociendo varias cosas que ahí se hallaban.
—Si tenemos éxito, acabaremos lo más pronto posible para poderte llevar a la pista —sintió un pequeño pellizco en su mejilla de parte del mismo Kurten, ella sacudió su cabeza para hacer que la soltara.
—Quiero que nos digas si te acuerdas de los tipos de granadas y si puedes reconocer los que hay aquí, además, quiero que digas si existe algún motivo para nosotros tener un determinado modelo en esta casa —empezó explicando Isa.
Selena aunque un poco emocionada, liberó un bostezo, era mucha información para ser las nueve de la mañana, de todas maneras hizo un esfuerzo por concentrarse con sus conocimientos y recuerdos acerca del tema, cuando estuvo lista comenzó a mencionar las clases de granada.
—Fragmentación... conmoción, antitanque, aturdidora y... —se masajeó las sientes tratando de acordarse del último tipo—, Sting... ¡Sting-ball grenade! —Festejó al recordar y siguió con lo siguiente—: algunos modelos, Estefanía los mandó a pedir directamente importados porque los usaban en la Segunda Guerra Mundial y probablemente le pareció divertido y original atacar a la gente con eso y sinceramente yo opino parecido, dudo que hayan muchos usando las Panzerwurfmine o las MK67, puede que usen la MK3A2, MK2 y M84 y seguro que para dispersar usan la Sting-ball —cada que nombraba alguna la señalaba en la carretilla y siendo francos, todas las tuvo buenas.
—Okay, ya está, vimos que sí te lo sabes y también es probable que recuerdes que para retirar las anillas debes presionar los dos botones a los lados y lanzarla para esperar cinco o diez segundos y que cada una tiene un grado o distancia de acción distinta, que hay algunas solo para entrenar y otras que pueden volar una sala completa en pedazos, las granadas a veces son traicioneras...
—Eso lo recuerdo... en ese lugar constantemente explotaban granadas para meter miedo y la celda temblaba —se vio como Sel pasó saliva recordando ese suceso.
—Ya no pienses en eso, fue un muy mal trago pero vuelves a ser poderosa.
Jack le guiñó un ojo, generando que la hermana más pequeña bajara la mirada, quizá algo avergonzada, gesto que no pasó desapercibido pero tampoco fue comentado por los presentes. Seguido de eso, el entrenamiento procedió continuando su curso.
—Okay, vamos a lanzar algunas, hemos de corregir posturas y maneras, imítanos y utiliza cualquiera de estas, tenemos de sobra.
Christian, Bruno, Ally y Mani tenían en sus manos distintas granadas, Selena procedió a agarrar ella también una. A continuación estaba retirando la anilla, pero se le había trabado y comenzó a desesperarse un poco.
—Sel, respira, si la mano no la colocas firme no será posible que retires la anilla y por lo tanto podría explotarte en la mano —advirtió Bruno de manera paciente.
Observó que la chica inhalaba antes de por fin lograr quitar la agujita y lanzar la pequeña bomba bastante lejos, esperaron los diez segundos pertinentes antes de ver tierra y pasto volando por los aires junto a aquel sonido ensordecedor que las acompañaba, cada una tenía un sonido bastante característico y un efecto diferente, por ejemplo, la Sting-ball se dio cuenta de que en su interior poseía diminutas pelotitas, usadas para dispersar las masas, principalmente, no obstante, a ella le pareció que aunque se usaba para dispersar, causaba bastante daño, también pensó que quizá no sería bonito que una de esas explotara cerca de su persona, pensamientos muy normales para una chica casi entrada en sus tempranos dieciocho, ¿cierto?
Volviendo a la otra parte del entrenamiento, los chicos guardaron las bombas y sacaron diferentes armas y objetos que escapaban un tanto de las armas normales, pero a Selena le fue sencillo reconocerlas por esa misma razón.
*Flashback*
*Selena's POV*
—Quiero que escojas un arma que no sea un rifle o una pistola, te vas a desenvolver con eso en el campo de batalla con obstáculos —mi hermana traía una sonrisa un tanto juguetona, sabía que los obstáculos no eran lo mío y parecía que se aprovechaba de ese hecho—, además, quiero a todos los enemigos neutralizados en tiempo récord, puedes variar las armas pero la principal quiero que sea una y te mantengas con ella hasta el final.
—¡¿Qué te hice yo?! —Pregunté, haciéndome un poco la ofendida y la dolida por igual. Ella solo liberó una risa y me indicó que hiciera lo que me pedía, al final la escuché, pero ¿a qué precio? Se preguntarán.
—Te voy a dar un cono de helado finalizando —he ahí la sucia maniobra del soborno, tan dulce como un helado, de eso se trataba todo...
—Me estás sobornando —la fulminé con la mirada, ella solo sonrió más ampliamente, confirmando mi afirmación —. Bien, que sea doble —cedí agarrándome la frente y colocándome frente a las armas.
Mi elección había sido la motosierra, pero me guardé un hacha de combate en la cinturilla del pantalón, ya saben, solo por si acaso, lo siguiente que recuerdo es haberme colocado detrás de una raya roja pintada de manera desprolija sobre el césped, sin más, accioné el motor de la motosierra.
—¿Estás preparada? Tienes un límite de diez minutos, imagina que estás frente a un campo minado pero con pruebas de resistencia.
Y eso había hecho, en el momento en que sonó la alarma, había salido disparada con la motosierra encendida entre mis manos y vaya que me gané mi helado con creces.
*Fin del flashback*
—Esto me parece un deja vu...
—Entonces tienes claro por dónde va la próxima parte —adivinó Stefan, Sel solo asintió.
Teniendo ya la motosierra activa entre sus manos se situó detrás de la línea mientras escuchaba la cuenta regresiva y un último sonido que indicaba su inicio, en cuanto el pitido se oyó, Selena echó a correr, atravesó el campo agachándose a tiempo para ver cómo pasaba un proyectil de fuego y rebanando la cabeza de uno de los muñecos de prueba, a continuación rodó con agilidad cortando el cuerpo de tres muñecos más, saltó sobre un murito sacando el hacha de su estuche y haciéndole un par de tajos a otro muñeco a la vez que esquivaba unos disparos que provenían de lejos, tomó impulso y de una patada destrozó el último sujeto de prueba el cual había mandado contra ella una flecha la cual desvió y terminando tocó la campana para parar el tiempo. Respiraba acelerada pero estaba satisfecha con lo que había logrado.
—Nueve minutos, lograste que te sobrara tiempo —afirmó Bruno con una sonrisa suficiente —, para tener tiempo sin manipularla te salió bastante bien, solo diré que tu postura debe ser más firme con el hacha, de esa forma harás más daño, lo mismo con la motosierra, de resto, fue un encuentro productivo, ahora, la ballesta es como disparar un rifle pero con flechas, debes apuntar disparar, el lanzallamas también, funciona de arma y también para por ejemplo, derretir o quemar metal, madera y diferentes cosas, con uno de esos derritieron aquella cámara de acero reforzado —explicó y después se calzó un puño de hierro —, seguro recuerdas esto, básicamente agrega daño a los golpes. Eso es todo por hoy.
—Veo que tuvieron un día productivo —la jefa hizo su aparición, sorprendiendo a todos, se le quedaron viendo—. ¿Qué me ven o qué?
—Aquí huele a que alguien la pasó muy bien —Stefan le dio un golpe en el hombro provocando una sonrisita un poco sugerente—. ¡Lo sabía! —La apuntó con diversión.
—¿Y qué si es así? —Elevó su comisura.
—No, nada, solo digo —se hizo el loco pero seguía sonriendo—, ¿ya conseguiste colocar a la inspectora de tu lado o...?
—Esas cosas no se dicen —habló de forma misteriosa.
—Ya nos contarás —la señaló con su dedo cruzándose de brazos.
—Veremos.
Luego de aquella corta conversación, Stef desapareció por la puerta que daba al patio trasero de la casa y seguido de eso, hacia el gran salón, donde se encontró a Dinah junto a Félix leyendo registros y anotando cosas bastante concentrados, ella se acercó por sobre el hombro del chico, viendo unos nombres anotados, algunos tachados y otros con un check al lado.
—Alguien explíquese —rompió el silencio provocando el sobresalto de los dos.
—Qué susto —murmuró el hombre llevándose la mano al pecho
—Isa nos pidió que descartáramos enemigos para que las iniciales de esta nota combinen o algo así —la rubia movió su mano con desdén.
La jefa le arrebató el papel de los dedos leyendo y releyendo aquella nota arrugando el entrecejo, tenía una idea de quién podía haberla enviado.
—Trae acá —tomó los nombres también leyendo cada uno detenidamente hasta que uno de ellos llamó su atención, lo encerró en un círculo —. Creo que este es el hijo de su madre, no sigan buscando.
—Pero Stef...
—Jane, dije que no sigan buscando —sentenció callándola, esta dejó un asentimiento algo resignado—. Díganme a quiénes mandaron a ver las cámaras.
—Maga y Carlos creo, y si no me equivoco a Ethan.
—Bien, gracias, chicos —apretó el papel entre sus manos, yéndose donde estaban las cámaras y observando todo junto a los ya mencionados.
—No veo nada interesante...
—Carlos, aprende a ver los detalles, cabello blanco, chaqueta marrón, placa... espera, ¿qué tiene en su mano? —Detuvo la imagen y la acercó.
—Parece una roca —observó la más alta.
Fueron adelantando lentamente, vieron como la persona tiró hacia dentro la piedra y se fue corriendo, pero la complexión de ese individuo se le hacía conocida a Stef.
—Se parece excesivamente al idiota de Alistair Maddox Winchester.
—Y ese es...
—De tal palo, tal astilla, tanto el padre como el hijo tienen formas parecidas de acción.
Les mostró la nota de Daniel y la comparó con la de Alistair, uno escribía a mano pero el otro a máquina, sin embargo la última sigla en ambas era la W. Sonrió medio irónica antes de levantarse e irse a pegar al saco. Ella necesitaba imaginar que tenía a uno de esos dos al frente y que los estaba desfigurando, pero realmente estaba golpeando sin guantes y con mucha rabia, no podía creer que había recibido no una, sino dos notas de amenaza de parte de individuos del mismo maldito apellido, pegaba, soltaba pequeños quejidos pero ahí seguía y seguía, parecía cegada por sus emociones y sentimientos tanto de enojo como de venganza, no supo en qué momento, dos fuertes brazos la habían tomado de la cintura y la habían separado de aquel saco, ella intentaba soltarse para volver a golpear, pero la tenían bien sujeta y no parecían con intenciones de soltarla hasta que se calmara.
—Estefanía, cálmate —habló serio y calmado, ella tercamente seguía intentando soltarse, cosa que no consiguió—, Estef, hablo en serio.
—Tobías, apártate, no es tu lucha —sus palabras cortaban, pero él no se inmutó.
—No lo haré, puedes meterme un tiro si quieres pero no me apartaré hasta ver que estés tranquila —la retó con sus ojos azules intensos.
Luego de unos minutos en un silencio algo incómodo, parecía que Estefanía se encontraba más calmada pero no evitaba el hecho de que seguía un poco tensa, aun así, Tobías dejó de envolver su cintura y retrocedió un paso en cuanto consideró que ella no volvería a sus impulsos, a continuación y sin decir palabra alguna la hizo sentarse y se puso a desinfectar sus heridas para luego amarrar un par de vendas en sus nudillos y sacarla del cuarto para que no tuviera de vuelta la tentación de saltarle al pobre saco.
—No hacía falta que lo hicieras, Tobías —lo miró, este solo se encogió de hombros y besó su frente.
—Sí, sí hacía —la contradijo sonriéndole un poco.
—No me dirás que tu arrogancia se esfumó, ¿o sí? —Preguntó haciéndolo reír y negar.
—No, nada de eso, belleza, solo que si nos quedamos sin jefa no hay más plata y se acaba todo —sonrió burlón oyendo una suave risa de parte de la chica.
—Ah bueno, menos mal —le dio un suave empujoncito amistoso—. Vamos, tenemos cosas que hacer.
Con ‹‹cosas que hacer››, se refería a ver películas, series y tener una maratón de palomitas, duces, papas y toda cochinada que se les ocurriera y tragar mucho como los propios glotones que eran, pensaba aquello medio riéndose.
<<¿En serio? Si no me dices no me entero>>
~Hola, Elisa, ¿qué te trae a mi mente otra vez?~
Se había vuelto a colocar con su cabeza, probablemente la tomarían como loca si seguía así como iba.
<<Deja el sarcasmo para después y reacciona>>
~Mira quién habla de sarcasmo~
<<Ya, reacciona te dicen>>
~No me digas qué hacer~
<<Veo que no soy bienvenida, mejor me voy>>
—ESTEFANÍA, REACCIONA, MUJER —lo último que sintió fue una mano en su mejilla.
—¿QUÉ TE PASA? —vociferó sobándose la mejilla en la que Dimitra le había pegado.
—Lo siento, no reaccionabas —habló en voz baja.
—Ya, está bien —contestó sonriendo pero girando los ojos.
—Estaba diciendo que deberíamos dormir porque ya es tarde —explicó, ella asintió pero tuvo una mejor idea.
—Podemos dormir todos aquí en el salón con los sacos de dormir —sonrió grande.
La mayoría estuvo de acuerdo a excepción de un par de chicos que tenían guardia aquella noche y no podían darse el lujo de dormir en ese momento, eso sí, los demás ya se habían acomodado perfectamente dentro de sus sacos, habían también dejado la televisión con una especie de película antigua a la que nadie le estaba prestando atención, más bien, les estaba sirviendo para arrullarlos y más de uno se había quedado rendido.
***
En alguna región más alejada, se encontraban unas cinco personas con iguales trajes negros y máscaras a juego, lo único que cambiaba era que cada uno tenía un pañuelo de diferente color alrededor del cuello del traje, uno fucsia, otro rojo, verde, violeta y uno anaranjado, se preparaban con varias armas de alto calibre y algunas bombas de humo también, venían calzando de la misma manera botas militares negras con distintos estampados, pero no escapaban de las tonalidades negras. Luego de haberse armado, ingresaron a una camioneta negra que esperaba por ellos.
—Estamos listos para intervenir en media hora, preparen la manguera de la ventilación —demandó uno de ellos mientras el otro manejaba y otro buscaba unos tubos para tenerlos a mano—, discreción, no queremos llamar la atención.
La camioneta siguió en movimiento por la solitaria carretera, la mayoría de las personas se hallaban en sus casas pues al día siguiente volvían muchos a la monotonía del acto de generar ingresos llamado "trabajar", muchos otros tendrían que sacar a sus mascotas, aquellos amigos peludos haciendo esclavos a sus humanos, bastante ironía, ciertamente.
Pasada media hora, la camioneta de vidrios polarizados se encontraba en la parte trasera de la gran casa, había conectado las mangueras a los ductos de ventilación y estaban suministrando la cantidad exacta de un humo que tenía efecto en las extremidades de los dos hombres cuidando la puerta, los hizo abrir la puerta y después los desmayó, era una especie de droga, al ellos tener vía libre entraron lanzando disparos al aire, cosa que causó el sobresalto de la jefa que enseguida buscó su AK-47 y acudió a la parte trasera, eran como las tres de la mañana, pero no era como que la hora importara mucho cuando irrumpían en tu hogar, ¿verdad?
—Γαμώτο, τι στο καλό γίνεται; —Exclamó llegando frente a los cinco sujetos enmascarados los cuales le apuntaron con sus rifles.
—Suelta el rifle —se oyó una voz femenina algo decidida, Stef enarcó una ceja observando como la figura esbelta se quitaba la máscara, le dio una mirada a sus curvas marcadas por la tela estrecha del traje—. ¿Te habían dicho que eres sexy? —preguntó luego de unos segundos.
—Me lo dicen mucho —respondió con una sonrisa pícara ocurriéndosele una idea brillante según ella. También soltó el fusil—. ¿Qué dices de una buena noche a cambio de que tus amigos se vayan?
—Mmmm, suena tentadora tu oferta. Está bien, por hoy mis amigos se irán mientras tú, yo y cualquiera que guste unirse —se acercó a su oído y le susurró—, tenemos una noche de pasión —mordió el lóbulo de su oreja y volteó a las demás figuras que tenían postura como incrédula—. Chicos, hoy no se hará nada —les dijo a sus compañeros.
—Pero, señora... —ella lo interrumpió.
—Tomás, dije que hoy no. Pueden retirarse, tengo asuntos que atender —ellos se retiraron de mala gana—. ¿En qué estábamos? —Giró su cuerpo hacia la jefa.
—Vamos al ático y el que quiera venir decídalo ya —demandó, observando como Carlos y Ally la seguían, la rubia comenzó a besarla y fueron subiendo hasta llegar a la que sería una madrugada desenfrenada...
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¡Hola mis buitrecitos del señor!
Espero que estén bien, aquí está el nuevo capítulo, sí, sé que pasó más de un mes pero saben que dignarse a escribir para un escritor es bastante trabajo... Espero que les gustara, cuéntenme sus opiniones o sugerencias.
La traducción de lo de arriba es algo así como: Maldita sea, ¿qué diablos pasa?
Sentía la necesidad de colocar alguna frase en el idioma en cuestión... también, les dejo de nuevo unas imágenes de las granadas y demás armas para guiarlos un poco C:
Sin nada más que agregar, no voy a prometerles que voy a actualizar tal día porque ceñirme a un horario nunca fue una opción para mí, solo han de tenerme paciencia, ok? Bueno, la yo se retira diciendo...
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Se les quiere y se les aprecia 💘
Con parte de mi amor ❤️
Tiniebla.
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