Julio - 1995

Era viernes por la noche y estaba cerrando la puerta de MAD'S cuando apareciste detrás de mi cabeza con una sonrisa entre los dientes.

Llevabas una campera de jean que era muy ajustada y pantalones que eran mas grandes que tus piernas. Nunca pude saber porque hacías eso pero no importaba,porque ya a esa baja altura, todo de ti me gustaba.

Fuimos al cine a ver película de terror.

Pero a la mitad de la función estábamos parados en la calle, con un paquete de dulces rojos y cara de susto. No podía creerlo, te habías asustado con esa película, no parecías ser ese tipo de personas que se asustan fácilmente.

No parecías ser muchas cosas que si eras.

En ese momento, me di cuenta de que eras igual y diferente a todas al mismo tiempo. Y todavía estoy tratando de averiguar como es posible.

Eras de ese tipo de chicas a las que se les tenia que dedicar una canción de Oasis una vez en la vida.

Ese tipo de quimeras que te hacían cantar canciones mentales.

Porque eras una quimera, Leah.

Caminamos por un largo rato, sin un rumbo fijo bajo la luminiscencia de la luna. Y te tome la mano.

Tu cara ante ese acto no tenia nombre, ni precio. Estaba seguro de que millones de chicos te habían tomado la mano, pero tu cara decía otra cosa.

Y no me soltaste en toda la noche.

Terminamos en el sótano de MAD'S escuchando Queen, bailando y hablando de la vida bajo la luz de una vela. Estaba seguro de que me contabas la verdad. Todavía guardo en mis retinas el momento en el que te conté mi limerencia por la música, era como si te hubiera contado algo extraordinario.

Leah, no te das una idea lo dichoso que me sentí esa noche.