Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XV

Sabine observaba atónita la escena que jamás espero ver, sabía perfectamente cuál era la relación entre Hugo y Adrien, había que estar ciego para no sospechar incluso un poco.

Luego de unos segundos su atención se centró en Marinette, quien con una comunicativa mirada le pedía ayuda desesperada. Sabine comprendió el mensaje perfectamente.

— ¿Acaso es Adrien? — preguntó, fingiendo no saber nada al respecto. —. Mírate, cuanto has crecido. — Él esbozó una sonrisa, acercándose a ella con Hugo en brazos.

— Ha pasado mucho tiempo, ¿cómo va la pastelería señora Cheng? — El rubio mayor subió al pequeño hasta sus hombros de forma tan casual y simple como si fuera cosa del día a día.

Marinette se sentía cada vez más histérica con las actitudes que tomaba Hugo al estar frente a Adrien, como si la sangre jalara de ambos.

— Bastante bien ha decir verdad. — Depositó sus ojos en Hugo, mismo que se encontraba acariciando lentamente los rizos dorados, disfrutando de la textura con sus diminutas manos. — Veo que ya conoces a mi nieto.

— ¡Claro! Somos amigos ¿No? — Cuestionó al infante y este respondió asintiendo efusivo.

Sabine rió, estirando sus manos al pequeño, clamando por atención. — Cariño, ¿Quieres ir al parque? — Preguntó, refiriéndose a su nieto.

— ¡No! Yo quiero estar con Adrien, ¡Quiero ir al parque con Adrien! — Reclamó él.

— Vamos, Adrien no tiene tiempo para estas cosas, es hora de irnos. — Sin embargo, Hugo se resistió.

— ¡Claro que tiene! ¿Verdad Adrien? — Cuestionó observando al mayor.

— ¡Claro que tengo! ¡Al parque se ha dicho! — Exclamó mientras sus pies se dirigían al lugar que yacía justamente frente al edificio.

Marinette suspiró. — No te preocupes mamá, yo controlare situación, puedes volver a casa. — Sabine no discutió con su hija, se negó a empeorar la situación que ya de por sí era difícil para Marinette.

Estaba a punto de anochecer, el cielo se tornó rojizo, ya no hacia frío. Era el día perfecto para una tarde en familia, si tan solo fueran una realmente.

Adrien y Hugo jugaban animados en el carrusel. Marinette los observaba complacida, desde una banca cercana.

Al no tener nada que hacer, sacó su fiel libreta, intentando plasmar la felicidad que provocaba en ella tan simple escena.

Y por fin la encontró, aquella inspiración que creía perdida.

— ¿Acaso causas lo mismo en todas más maldigas chicas, Adrien? — Se preguntó bajito.

No lo sabía con exactitud, imaginaba que sí, pero por el momento, estaba agradecida de que sólo sus azules fueran testigos de aquella postal.

De pronto y como si el destino llamara por un golpe de realidad, el cielo comenzó a nublarse. Sin duda, llovería otra vez.

Caminó a paso veloz, preocupada por la salud de su hijo y la posible gripe que la humedad del ambiente traería consigo.

— Amor. — Llamó, a lo que ambos jóvenes voltearon en busca del llamado. — Qui-quiero decir, Hugo... Es hora de irnos, pronto lloverá. — exclamó alto, provocando que las mejillas de Adrien se tiñeran por la vergüenza.

— ¿Podemos invitar a Adrien a jugar videojuegos? — Preguntó Hugo esperanzado y antes de que la chica pudiera decir algo, Adrien ya se había entusiasmado con la propuesta, preparando sus mejores ojos de cachorro para rogarle a Marinette.

Sin embargo, un pequeño recordatorio en su teléfono lo distrajo. En la pantalla, con suaves letras blancas, estaba el tormento que arruinaría su noche. " Aniversario " leyó, notó que tenía más de diez llamadas perdidas de Lila y eso no significaba nada bueno.

— Lo siento mucho, tengo algunas cosas que hacer... — Dijo, provocando que el pequeño lo mirase con tristeza. — Pero no te preocupes, algún día te invitaré a mi departamento, en casa tengo montañas de videojuegos, podrás escoger el que tú quieras. — Los ojos de Hugo volvieron a brillar, asintiendo mientras que Marinette cada vez se hundía más y más en el verde iris de Adrien. ¿Porque de pronto resultaba ser tan amable?

— Gracias por acompañarnos hoy, créeme que significa mucho para Hugo. Supongo que desde ahora apenas tendré tiempo para él. — Soltó al aire sin una intención clara, pues Marinette no había pensado en el conflicto que generaría su trabajo en la relación con su hijo hasta este momento.

— Lo entiendo, pero créeme; trataré de conseguirte días libres. — Adrien guiñó. — Sería horrible que Hugo pasara por lo mismo que pase yo. — Se despidió con un pequeño y cálido beso en la mejilla de la mujer, cuya sensación resultó electrizante para  ella. — Nos vemos pronto, Hugo. — Mencionó antes de dar media vuelta y marcharse.

Hugo siempre caía en conflicto con los potenciales novios de su madre, ella en el pasado había tenido citas, pero al momento de conocer al pequeño, todos los hombres salían despavoridos ante la actitud del infante. Sin embargo con Adrien era diferente, no le molestaba en absoluto que se acercara de esa manera a su madre, es más, apenas lo notaba.

La azabache tomo la mano del pequeño y juntos emprendieron el camino de regreso.

Adrien abordó un taxi, marcando a su esposa que debía estar hecha una furia.

— ¿Hola? — O tal vez no.

— ¿Lila? Lo lamento, acabo de ver tus llamadas... Por cierto, feliz aniversario cariño.

— No te preocupes, típico de ti... Como sea, he reservado una mesa para ambos en uno de los mejores lugares de París. Solo encárgate de volver pronto. — Dicho esto colgó.

Para los ojos de Adrien, el actuar de Lila era de lo más extraño.

Jamás pensó volver a ver el lado amable y romántico de su esposa.

Llegaron al lugar y los meseros le dieron un trato digno de un rey, acomodando la mesa acordada para la velada.

La comida llegó y para Adrien era difícil entablar una conversación. Se dedicaba a jugar con sus cubiertos, mecer delicadamente la copa de vino mientras Lila hablaba.

De pronto recuerdos románticos de su juventud salieron a flote, poniendo aún más incomodo al rubio.

Tomaba sus manos entre las de ella, sonreía de forma adorable y besaba sus nudillos, como si Adrien fuera su tesoro más preciado.

Al no encontrar respuestas de este, más que un simple asentir de su cabeza, hizo la pregunta que la había estado atormentando. —. ¿Adrien? — Elevó su vista, depositando sus cansados ojos sobre la chica. —. ¿Qué te sucede? — Él la miró extrañado. —. No has dicho ni una sola palabra desde que llegamos, últimamente apenas me miras, ni siquiera me tocas... Además de esas salidas nocturnas... ¿A donde vas por las noches ? — El frío sudor comenzó a hacerse presente en el cuerpo del ojiverde.

— So-solo he estado un poco cansado, aún que no lo creas, el trabajo es bastante tedioso.

— ¿Que hay de tus paseos nocturnos? — Arqueó una ceja.

— Eso es lo que son, paseos nocturnos. — Sonrió inocente.

— Está bien... — Lila suspiró, prefiriendo creerle antes de caer en una discusión en un lugar público.

Terminada la velada, ambos se dirigieron a casa. Al llegar, Lila subió entusiasmada a la habitación. — ¡No te tardes! — Gritó.

Él suspiro, estaba bastante cansado. Se acercó al fregadero y sirviéndose un vaso de agua, comenzó a pensar.

Lo más sano era terminar con todo esto, pedirle el divorcio antes de que empeorara, pero no claramente no iba a ser ese día, ni siquiera él era tan cruel para hacerlo el día de su aniversario. Por otro lado estaba su padre, sabía perfectamente cuál sería su reacción al enterarse de que él aclamado matrimonio perfecto; Agreste - Rossi, se separaría y sin embargo era un precio que debía aceptar.

Comenzó a masajear sus cienes, preso del estrés. — ¡Adrien! — Ella volvió a llamarlo.

— ¡Ya voy! — Termino de beber y subió las escaleras. Abrió suavemente la puerta entreabierta. Dentro, Lila reposaba sobre la cama con una fina lencería, al verla, el muchacho comprendió lo que se avecinaba.

— Ven aquí cariño. — Dijo ella casi en un susurro, pero Adrien seguía inmóvil, así que lentamente se levantó y extendió sus delgados brazos alrededor de su cuello, juntando sus labios en un lujurioso beso.

— No, Lila... — La alejo lentamente por los hombros. — Hoy no. —

El rostro deseoso de Lila se tornó a uno de desconformidad. — ¿Hoy no? — Repitió. — Entonces, ¿cuando? — Preguntó. Pero no hubo respuesta.

Se sentó en la gran cama. Tapo su rostro con una almohada y ahogo un grito. —. ¡¿Porque?! — sus lágrimas comenzaron a salir y retirando la almohada depósito sus ojos en el muchacho. —. ¿Acaso ya no me amas? — Silencio otra vez. —. ¡Responde!

— P-porfavor, no seas exagerada... Yo te amo, es solo que hoy no tengo ganas, no me siento bien... Eso es todo. — Se sentó a su lado, acariciando le la espalda.

Ella, no muy convencida, gateo hasta la entrada de las sabanas. Tapo su casi desnudo cuerpo y se acomodó para dormir.

Adrien dio un suspiro de alivio y desvistiéndose, entró en su clásico pijama, se metió entre las sábanas e igualmente, luego de un rato logró conciliar él sueño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro