39.- El final que nos pertenece
Kyle
—Oh, vamos, Cami —suelto un quejido cuando mi hija se remueve sobre la cama, rehusandose a permitirme colocar el bonito vestido que Aria dejó para ella. —Tu madre va a asesinarme si no llegamos a tiempo.
Camille suelta un balbuceo que me hace sonreír aunque lo interpreto como una clara negativa.
—Supongo que no quieres que eso pase, ¿verdad? Así que debes dejarme vestirte, muñequita.
—No creo que puedas negociar con una bebé —volteo cuando miro a Aria entrar a la habitación —creí que dijiste que estarían listos en cinco minutos, y ya llevas quince.
—Yo no ejerzo presión cuando te tomas el tiempo para arreglarla —objeto frunciendo los labios.
Observo como ella se acerca hasta la cama, Camille sonríe y deja de moverse cuando mira a su madre. Ahora nuestra hija tiene seis meses y cada día se convierte en una bebé muchísimo más despierta, el parecido con su madre es cada vez muchísimo más notorio, aunque el color de cabello y el color de ojos, son idénticos a los míos.
—Lo tenía bajo control —insisto cuando Aria toma el vestido y en cuestión de minutos ha conseguido colocárselo a nuestra hija. La toma en brazos y gira hacia mí.
—Si claro —sonríe —¿tienes todo listo?
—Todo listo, los guardias han colocado todo en los autos —le informo —¿Bea viene en camino?
Aria asiente, observa a nuestra hija y me sorprende la habilidad que tiene para colocarle la ballerina en la cabeza con una sola mano, Camille luce adorable con su bonito vestido lila y el lazo del mismo tono.
—Tu hermano se ofreció a llevarla a ella y a Thiago en el auto, solo quiero advertir que espero que deje de coquetear con ella —sonrío y eso la hace resoplar —lo aprecio mucho, pero Johnson es...
—Es un alma libre —termino la frase por ella —no tienes que preocuparte, te juro que no planea lastimar a Bea.
—Más le vale —estrecha la mirada hacia mí y sé que espera que el mensaje me llegue claro, para que yo sea quien se lo deje saber a mi hermano.
Extiendo los brazos para tomar a Camille, ella inclina su pequeño cuerpo hacia mí, encantada de venir a mis brazos. Aria va en búsqueda del bolso en donde tenemos todo lo necesario para nuestra bebé, y cuando lo tiene todo, sé que es momento de irnos.
Hoy habíamos planeado un fin de semana en la cabaña de mi padre, luego de que fuéramos ahí por mi cumpleaños, un momento demasiado especial que guardaré en mi memoria por siempre, Aria dijo que deberíamos mantener el hábito de ir en familia un par de fines de semana al año.
Para mí eso no era suficiente, así que le dije que iríamos tantas veces como ella deseara. Así que ahora estábamos en camino a un fin de semana con toda nuestra familia y amigos.
Ceci vendría en otro auto junto con la abuela de Aria, ambas mujeres habían congeniado bastante bien, pasaban horas en la cocina y mi nana encontró en Amanda a la amiga que no sabía que necesitaba.
Johnson vendría con Bea, y mañana por la mañana se unirían Josh y Dominick. Lauren también había sido invitada, pero llegaría esta noche en un auto aparte.
Todo estaba planeado para que fuese el fin de semana que todos necesitamos. Lejos de las ocupaciones y del estrés de nuestra vida diaria.
Cuando salimos de la casa, los autos ya se encuentran esperándonos, acomodamos las últimas bolsas en el maletero y luego subimos, acomodo a Camille en su asiento antes de pasarme al mío, Aria se acomoda junto a nuestra bebé y los guardias suben.
Aunque ya no estábamos en peligro, los guardias formaban parte de nuestro día a día, ahora que Camille ya estaba en nuestras vidas nunca permitiría que les sucediera algo, y para eso tenía que asegurarme que no había ni siquiera el uno por ciento de riesgo.
—¿Crees que deba preocuparme por este fin de semana? —inquiere.
Aria parece levemente inquieta por algo, me permito examinarla, observarla con tanto detalle para intentar hallar la respuesta a su pregunta.
En los últimos seis meses, es como si estuviésemos viviendo otra vida, es decir, con la llegada de Camille nuestras vidas de pronto dieron un giro de ciento ochenta grados, tuvimos que aprender a acoplarnos a ella, y eso...eso cambió algo en nosotros, en nuestra dinámica.
Nos volvimos más unidos, y los pequeños momentos en los cuales podíamos disfrutar de nuestra absoluta compañía, se guardaban como un tesoro en nuestra memoria.
—¿Hay algo que te preocupe, querida?
Aria suspira, lo que me da una señal clara de que la respuesta es afirmativa.
—¿Qué ocurre?
—No lo sé, es que antes esto parecía una buena idea pero, ¿no crees que pueda salirse un poco de control? Quiero decir, será un fin de semana largo, y probablemente todos ellos quieran divertirse y...
—¿Te preocupa no poder divertirte?
—Claro que no, solo no quiero que surja algo que no podamos controlar.
Sonrío de lado, me corro levemente en el asiento para permitirme estar mucho más cerca de ella.
—Siempre habrá algo que no podamos controlar —le recuerdo —pero lo resolveremos, te lo prometo.
Eso parece tranquilizarla, durante el resto del viaje, hablamos de su trabajo, de los diseños en los que está trabajando, y también sobre todos los pequeños cambios que comienzan a haber en nuestras vidas.
Desde que Camille nació, se han quedado en la casa. Aria volvió a acondicionar su estudio, y nos turnábamos para cuidar de nuestra hija, ella necesitaba tiempo y concentración para poder trabajar en sus diseños y yo hacía todo lo posible porque lo obtuviera.
No hablamos mucho sobre el futuro de nuestra "relación", pero nos dimos el tiempo para poder conocernos, salíamos a cenar una vez a la semana, algo así como un hábito que íbamos cultivando. También Aria había denominado a los días martes como martes de pizza, pedíamos varias pizzas de diferentes ingredientes y las disfrutábamos en familia.
Y eran esas pequeñas cosas, esos pequeños detalles, lo que día con día hacía que me sintiera muchísimo más convencido sobre lo que tenía que hacer.
Cuando llegamos a la cabaña, Johnson y Bea ya se encuentran ahí y están sumidos en una discusión, como habitualmente suelen hacerlo, que solo se detiene cuando nos ven aparecer.
—Dime que no voy a compartir cuarto con él —pide Bea hacia Aria cuando estamos lo suficientemente cerca —no puedes hacerme eso.
—¿Qué problema tienes? —inquiere mi hermano —te prometo que no voy a pasar...
—Johnson —mi voz sale en un sonido de advertencia que lo hace callar de inmediato —Bea, estoy seguro de que Lauren estará encantada de compartir habitación contigo.
Aria concuerda conmigo y luego se lleva a su amiga antes de que Johnson pueda decir algo más, me quedo con Camille en brazos quien parece demasiado entretenida tratando de tirar de los botones de mi camisa.
—Se supone que deberías ayudarme, no apartarla de mí —reclama.
—John, lo siento, pero no quiero que Aria comience a inquietarse porque sospeche que estás coqueteando con una de sus mejores amigas.
—¿Aria sospecha?
—Pero claro, no puedes ser más evidente —resoplo —deja en paz a la mujer, por favor. Si quieres un rollo de una noche, me temo que no lo conseguirás con Bea.
Johnson estrecha la mirada.
—No sabes lo que quiero, e insisto, deberías ayudarme a llegar a segunda base.
Una risa brota de mis labios.
—Uh, hermano, eso estará difícil porque ni siquiera has pisado la primera.
Una carcajada brota de mis labios cuando veo su gesto indignado, Johnson intenta reclamar pero lo callo con un gesto.
—No insistas, no haré nada que pueda arruinar este viaje —le dejo en claro —tiene que ser perfecto.
Solo entonces sonríe, rueda los ojos tratando de parecer aburrido pero no lo consigue en lo absoluto.
—Oh, claro, he olvidado que ahora eres un hombre enamorado.
Vuelvo a reír.
—¿Acabas de darte cuenta?
No podemos seguir hablando porque Aria me llama, le lanzo una mirada de advertencia a mi hermano mientras comienzo a alejarme.
—Hablo en serio John, deja en paz a Bea.
Eleva las manos en un gesto de rendición pero sé que es muy poco probable que desista, nunca lo hizo antes, menos lo hará ahora. Pero no importa, mientras no fastidie mis planes.
—Este viaje tiene que ser perfecto, muñequita —dejo un beso en la mejilla de mi hija —porque de lo contrario, tu padre tendrá el corazón completamente roto.
Esta vez no puedo fallar, tengo poco más de cuarenta y ocho horas para conseguir mi propósito, no tengo tiempo que perder.
Los demás llegan unas pocas horas después, la propiedad consiste de cuatro cabañas que están a unos metros de distancia la una de las otras, cada cabaña tiene su propio baño y comedor por lo que ninguno tendrá inconvenientes con el espacio.
Bajamos todas las cosas del auto aprovechando que los niños duermen, y luego hacemos la división de las cabañas, Johnson compartiría cabaña con Josh y Dominick, y Lauren se quedaría con Bea.
Ceci y Amanda ocuparían la caballa del centro y Aria, nuestra hija y yo estaríamos en la última, y la más cercana al lago.
La última vez que vine fue para mi cumpleaños, hace varios meses de eso pero volver se siente como un respiro. Luego de haber pasado tantos años sin pisar este sitio, es como si hubiese recuperado una pequeña parte de mí.
El primer día dedicamos nuestro tiempo a acomodar nuestras pertenencias, y al anochecer Aria insiste en tener una fogata, parece que tiene suficientes sunchos como para tener un coma diabético pero nadie pone objeción cuando deja el bol en el centro para que cada quien tome uno y comience a asarlos.
Es agradable estar con personas que te hacen sentir cómodo, pasamos la velada haciendo bromas, recordando momentos graciosos y hablando de absolutamente cualquier cosa que se nos ocurra en el momento.
Cuando volvemos a nuestra cabaña es poco más de media noche.
Camille parece estar más despierta que de costumbre porque nos cuesta hacer que duerma, Aria deja que yo me encargue así que me toma cerca de una hora conseguir que por fin el sueño venza a mi pequeña hija antes de que pueda dejarla en la cuna.
—¿Mañana podemos ir de pesca? —pregunta Aria cuando me deslizo a su lado en la cama.
—Por supuesto, ¿crees que esta vez podrás atrapar algo?
Una risa divertida brota de sus labios.
—En mi defensa, nunca antes había pescado —debate entre risas —así que no puedes juzgarme.
—Nos pasamos cuatro horas en el lago y no pudiste tener ni un solo pez —la molesto —si no te obligaba a volver, nos hubiésemos quedado ahí todo el día.
—Pero tienes que admitir que fue divertido.
—Claro que lo fue, el mejor intento de pesca de mi vida —Aria golpea mi pecho pero no deja de reír, luego, se acurruca entre mis brazos y sonrío al sentirla más cerca.
—Mañana será un gran día —dice en un susurro.
Mi sonrisa se hace un poco más grande.
—Claro que sí, querida, claro que sí.
Al día siguiente tenemos prácticamente la misma rutina, nos reunimos para el desayuno y luego aprovechamos un poco el clima caluroso para bañarnos en el lago. Camille parece encantada con la presencia de Thiago, a pesar de que es varios meses más grande, es como si se entendieran a la perfección.
Para cuando decidimos salir de pesca, Bea se ofrece a quedarse con los niños y la mirada cómplice que me dedica me deja saber que ya sospecha mis planes. Solo Aria y yo tomamos la lancha, y decidimos ir a la parte más profunda del lago.
Siempre he considerado que este sitio me trae paz, mi padre siempre dijo que este era su sitio favorito del mundo, su pequeño rincón, y ahora lo entiendo más que nunca. Es como un pequeño respiro, como esa brisa que llega cuando más sofocado te sientes.
—Estás muy callado —Aria me observa con curiosidad mientras sostiene su caña —¿todo bien?
—Si, solo estaba pensando en mi padre.
La comprensión se adueña de su mirada, ahora me resulta muy fácil hablar con ella, es como si pudiera permitirme mostrarle esa parte vulnerable, porque sé que lo entenderá, con ella siempre puedo ser frágil sin temor a que pueda usar eso en mi contra.
—Desde que Camille nació he estado pensando mucho en él —admito.
—¿Quieres contarme?
—Creo que ahora entiendo todo lo que hizo por nosotros, cada cosa, incluso cuando yo creí que era un mal padre...siempre lo hizo pensando en su familia. A veces creo que no fui lo suficientemente agradecido con él, y...no lo sé, me hubiese gustado demostrarle que en serio lo amaba.
—Estoy segura de que él lo sabe —sonríe —los padres siempre sabemos las cosas que los hijos quieren ocultar, eso es algo que mi abuela siempre dice.
—Si Amanda lo dice, le creo —ambos reímos.
—Él sabe que lo amas, Kyle. Y sé que está orgulloso del hombre en el que has convertido.
Sostiene la caña con una de sus manos y extiende la otra para acariciar el costado de mi rostro, todo en mi se desborda, y sé que es el momento.
El sol comienza a ocultarse así que tenemos una vista preciosa, no es un momento extravagante, no está lleno de lujos ni es a la vista de numerosas personas...pero es especial. Es nuestro momento, y sé que debo hacerlo ahora. Meto la mano en el bolsillo de la chaqueta que porto, Aria ahora está demasiado concentrada mirando el agua así que no se percata de mis movimientos, hasta que me incorporo.
—¿Qué haces? —su voz brota curiosa —¿Por qué...?
En el segundo en el que sus ojos reconocen la pequeña caja de terciopelo, se olvida de todo. Suelta la caña que termina cayendo al agua y se incorpora con brusquedad consiguiendo que el bote se sacude.
—Oh, querida —me rio levemente —no queremos voltearnos antes de que te de el anillo, ¿o sí?
Sus ojos se humedecen, se queda quieta un segundo antes de volver a ocupar su lugar en el asiento de madera.
—Kyle...
—He pasado los últimos meses tratando de encontrar el momento adecuado, pero...no sé si ese momento alguna vez llegue por si solo así que...—tomo una corta inhalación...sintiendo los nervios explotar en mi pecho —no soy muy bueno para los discursos románticos, solo quiero que sepas que te amo, Aria, te amo tanto que no puedo imaginar una vida sin ti, quiero estar contigo, a tu lado, y quiero que criemos a nuestra hija juntos, como dos personas que se aman y aman al fruto de su amor.
—Kyle...—un sollozo brota de sus labios.
—Te convertiste en aquello que nunca esperé pero que era lo que necesitaba para volver a la vida, me hiciste amar, pero sobre todo...me amaste Aria, aún cuando lo merezco, me has dado todo de ti y quiero corresponderte, eres mi hogar, tú y Camille son el más grande de mis sueños hecho realidad, y no quiero perderlas.
Extiendo la mano tomando la suya.
—Te amo tanto, Aria, tanto que no sé qué hacer con este amor más que entregártelo por completo, mi corazón te pertenece, siempre ha sido tuyo aún cuando ni yo mismo lo sabía.
Tomo una corta inhalación, arrodillándome frente a ella. Frente a la mujer que tiene todo de mí.
—Te prometí que sería un mejor hombre, un mejor padre, y te aseguro que mi promesa se mantendrá hasta el día que muera. No quiero que nunca más exista el odio o el rencor, quiero darte la vida que mereces, que siempre has merecido. Quiero ser lo mejor para ti, quiero ser tu mejor amigo, quiero ser tu esposo, quiero ser la persona con la que te sientas segura, amada y protegida, quiero convertirme en tu lugar seguro, ser tu refugio y que encuentres en mí todo lo que necesitas, y es por eso, querida...
Las lágrimas descienden por sus mejillas mientras abro la caja y le enseño el anillo.
—Es por eso que, sí aún soy el hombre que deseas, ¿me concederías el honor de convertirme en tu esposo?
—Sí, claro que si —se lanza hacia mí enseguida, consiguiendo una segunda sacudida del bote que de milagro no nos lanza al agua. Sus brazos me rodean y pronto sus labios se encuentran con los míos en un beso lleno de tanto sentimiento, y de tanto amor que ninguno quiere ocultar.
—Solo tengo una condición —dice cuando se aparta. —Quiero que uses el traje que he diseñado para ti.
—¿Lo has terminado? ¿El de lentejuelas celestes? —Una corta risa brota de sus labios mientras sacude la cabeza.
—Soy benevolente así que no hay lentejuelas, pero quiero que lo uses, nada de negro esta vez.
—Todo será diferente —prometo —seré el esposo que siempre mereciste.
Sus ojos chispean con confianza, con amor, me observan como siempre anhelé que lo hiciera.
—Te amo —susurra a escasos centímetros de mi rostro consiguiendo que mi corazón se encienda —y estoy tan feliz de que al fin tengamos nuestro final feliz.
—Y nunca más lo perderemos, querida mía.
Sus manos envuelven mi cuello y nuestros labios se encuentran, sellando nuestras palabras y las promesas que flotan entre nosotros, y que nos conducen poco a poco hasta el final de nuestra historia.
Un final que no ha sido escrito, pero que comienza a crearse a partir de hoy.
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AHHHH ESTOY TAN EMOCIONADAAAAA
Los siguientes capítulos son el epílogo y un extra que publicaré el dia viernes.
¿Qué opinamos hasta ahora? ¡Espero que estén amando tanto como yo!
¡No se olviden de votar, comentar y compartir! Eso nos hace crecer y llegar a más personas.
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